Capítulo 3: Visita al médico.
Aaliyah
Miro la pantalla del móvil por tercera vez donde aparece el mensaje que me ha enviado mi madre diciendo que había salido con unas amigas y preguntándome que si no me importaba ir sola al médico. Quise responderle que sí, que me importaba mucho tener que recorrer un pueblo que no conocía de nada en busca de un médico que no sabía quién era, pero preferí no contestarle e ir sola.
Me miré al espejo, tenía el pelo hecho un asco y la nariz roja de tanto sonármela. Me recogí el pelo en una coleta sin poder evitar que unos pelillos más cortos me colgaran a ambos lados de la cara. El sol entraba con fuerza por la ventana haciendo que destacaran los reflejos rubios que me había echado el mes anterior. Suspiré y cogí el monedero… Hora de ir al médico.
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Busqué la dirección del médico y resulta que estaba en la otra punta del pueblo (o mini ciudad, como prefiráis llamarlo), así que cogí el autobús y llegué allí en cuestión de quince minutos. La consulta del médico estaba en un piso donde había más especialidades: podología, dentista, pediatría… Llamé al timbre y me abrió una enfermera que me recibió con una sonrisa. La enfermera me preguntó mi nombre y me pidió que esperara en la sala de espera. Sólo había una mujer de unos veinticinco años allí en la sala, así que no tardaría mucho en salir de allí.
-¿Aaliyah Miller?- La enfermera me llamó.
Me levanté de mi asiento y entré en la consulta del médico. Era un hombre de unos cuarenta y pocos años, con el pelo negro que dejaba entrever algunas canas. Cuando me vio entrar me sonrió y unas pequeñas arrugas se formaron bajo sus ojos marrones.
-Siéntate, por favor- Me dijo.
Me senté en la silla que había frente a su mesa y crucé las manos sobre mi regazo.
-¿Y bien? ¿Qué te ocurre, Aaliyah?
-Bueno, puede decirse que he pillado un buen resfriado- Me encogí de hombros.
El médico sonrió.
-¿Dolor de garganta?
-Mmm…-Lo pensé- Me pica un poco pero no en exceso, lo que sí tengo son muchos mocos.
-Entiendo…-Apuntó un par de cosas en una receta y me la tendió- Toma, son unas pastillas. Tómatelas durante tres días y estarás como nueva.
-Gracias- Sonreí y me levanté.
-Adiós- Se despidió dedicándome una sonrisa.
-Adiós.
Abrí la puerta y di un pequeño salto sobresaltada al encontrarme cara a cara con un chico que tenía el puño alzado, seguramente dispuesto a llamar a la puerta. Él también se quedó sorprendido cuando abrí la puerta, pero rápidamente se echó hacia un lado para que yo pasara.
-¿Qué quieres, Kyle?- Oí preguntar al médico- ¿Cuántas veces te he dicho que no me interrumpas en horas de trabajo?
Salí de la consulta y me dirigí al ascensor. Esperé y esperé a que llegara… ¿Cuántas paradas estaba haciendo ese maldito cacharro? ¿Estaría roto? Estaba a punto de marcharme por las escaleras cuando las puertas del ascensor se abrieron al fin. Entré y pulsé el botón de la planta baja a la vez que una figura se deslizaba dentro del ascensor también. Era el mismo chico que me había encontrado al salir del médico.
-Hola- Me saludó con el entrecejo fruncido. Parecía que estaba de mal humor.
-Hola- Respondí.
Las puertas del ascensor se cerraron y el ascensor tardó unos segundos en comenzar a andar. Observé los números del ascensor iluminarse conforme íbamos descendiendo: 4, 3, 2… Y entonces pasó algo: El ascensor se tambaleó un poco y tuve que agarrarme a la pared para no caerme, entonces, se paró.
-Oh, no…-El chico comenzó a pulsar el botón de la planta baja sin parar- Vamos…- Siguió pulsándolo como si su vida dependiera de ello.
-Por mucho que lo pulses no va a reaccionar- Me atreví a decir.
El chico me miró como si acabara de acordarse de que no estaba solo allí. Me encogí de hombros.
-¿Te has quedado atrapada en un ascensor más veces?
-Una- Respondí- Tardaron media hora en arreglarlo.
El chico resopló y se sentó en el suelo.
-Este edificio está hecho una mierda- Apoyó la cabeza contra la pared y cerró los ojos.
-¿Eres claustrofóbico?
El chico abrió los ojos y me miró encarnando una ceja.
-¿Qué?- Pregunté.
-No- Respondió- Pero no me gustan los espacios cerrados.
-Ya…-Me senté también en el suelo- A mí no me gustan las aglomeraciones de gente.
El chico me miró esperando que siguiera hablando.
-No me gusta estar en un sitio donde no puedo moverme ni tener mi espacio.
El chico me observó durante un momento y noté cómo me sonrojaba, ¿qué le pasaba?
-No eres de aquí, ¿verdad?- Preguntó finalmente.
-No- Contesté.
-¿Mudanza o viaje?
-Viaje, mi madre nació y se crió aquí, así que…
-Seguro que vengas de donde vengas es un lugar mucho mejor que este- Rió, pero noté una nota de tristeza en la risa.
-Depende de lo que entiendas por mejor- Respondí- Nueva York puede ser un lugar especial, pero también agobia muchísimo.
-¿Nueva York?- El chico alzó las cejas, sorprendido- Vaya… Siempre he querido visitar Nueva York, dicen que Central Park es increíble.
Fruncí el ceño.
-Personalmente creo que Central Park está sobrevalorado.
El chico se echó a reír y no supe por qué.
-Me llamo Kyle- Extendió la mano.
-Aaliyah- Le estreché la mano.
-¿Aaliyah? Vaya, un nombre poco común.
Sonreí.
-Sí, bueno, mi madre era una gran fan de Aaliyah Haughton- Me encogí de hombros- Es bastante joven.
-Ojalá tuviera yo unos padres jóvenes- Suspiró.
Recordé lo que dijo el médico cuando lo vio en el umbral de la puerta… ¿Sería su padre?
-¿El médico es tu padre?
Kyle asintió y entonces me fijé en el parecido. A pesar de que el hombre tenía el pelo negro y Kyle rubio, tenían el mismo color marrón de ojos y la misma nariz respingona.
-¿Qué te ha mandado?- Me preguntó.
Le tendí la receta y él la miró con el entrecejo fruncido.
-¡Bah!- Exclamó- Para tomarte esto no te tomes nada, viene a ser lo mismo- Me devolvió la receta.
-Vaya…- Reí- Hablas como todo un médico.
-Cuando tu padre es uno aprendes unas cuantas cosas- Respondió.
-¿Estás estudiando medicina?- Kyle parecía ser un año o dos mayor que yo.
Negó con la cabeza.
-Él quiere que lo haga pero yo no lo tengo claro, por eso me he tomado un año sabático- Esa última frase lo hizo sonreír- Pero ahora no sé qué hacer…
-¿Por qué no haces lo que te guste?
Kyle me miró como si hubiera propuesto la cosa más estúpida pero a la vez la más simple.
-Es complicado…-Fue todo lo que contestó.
Fruncí el ceño y miré al frente mientras pensaba en esa frase.
-¿Sabes? Las cosas en realidad no son complicadas de por sí, somos nosotros los que las hacemos complicadas.
Kyle no contestó durante un momento, así que volví a mirarlo y lo encontré mirándome fijamente.
-¿Qué?
-Esa es una buena frase- Respondió con una sonrisa.
-Ya, bueno… ¿Qué me vas a contar a mí?- Suspiré- Mi maleta se perdió por el camino y nunca llegó a Carolina del Norte.
-¿De verdad?- Kyle alzó las cejas.
-Y por si fuera poco, el primer día de vacaciones cojo un resfriado de mil demonios- Añadí.
Kyle rió. Parecía de mejor humor que hacía… ¿Cuántos? ¿Unos diez minutos? ¿Quince? ¿Tal vez más? Me sorprendió darme cuenta de que no sabía cuánto tiempo había pasado desde que nos quedamos encerrados ahí.
Kyle POV
Me gustaba hablar con Aaliyah, cosa que me resultó curiosa ya que rara era la vez que mantenía una conversación con una chica que durara más de dos minutos. Normalmente las chicas del pueblo no tenían temas interesantes de conversación o pretendían interesarse por cosas que no les gustaban simplemente para hablar con los chicos…Odiaba eso. Por otra parte, esta turista había conseguido sacarme varias sonrisas en menos de media hora aun cuando yo estaba de mal humor.
La miré, estaba tirándose de un trozo de hilo que se había salido del vaquero desgastado que llevaba. Era graciosa, no debía llegar al metro sesenta y tenía los mofletes tan sonrosados que daban ganas de achuchárselos. ¿Cuántos años tendría? ¿Diecisiete? Estornudó y el sonido del estornudo me hizo estallar en carcajadas sin darme cuenta.
Aaliyah se sacó un pañuelo del bolsillo y se sonó la nariz mientras me miraba desternillarme de risa.
-Vaya…Me alegro de que te cause risa mi estornudo- Comentó.
-Es que ha sido gracioso…-Dije mientras paraba de reírme- Ese sonidito que has hecho…-Tuve que aguantar las ganas de volver a reírme.
Aaliyah se sonrojó y puso los ojos en blanco.
-Mi madre me dice que parezco un gatito estornudando…- Sonrió.
Justo en ese momento el ascensor se puso en marcha.
-¡Al fin!- Exclamó Aaliyah y una parte de mí se sintió dolida, ¿tantas ganas tenía de salir de ahí? ¿Tan malos habían sido los minutos que habíamos estado encerrados?
Me puse en pie y ella hizo lo mismo mientras miraba su móvil.
-¡Oh, no, mierda!- Exclamó de pronto.
-¿Pasa algo?
La puerta del ascensor se abrió y salió hecha una bala mientras gritaba para que la oyera:
-¡Se me escapa el autobús!
Giró la esquina tan rápido que no me dio tiempo ni de reaccionar.