Capítulo 1: Bienvenido a Ocean Isle Beach.
Aaliyah POV
Lo sabía, al final tuvimos que marcharnos del aeropuerto sin mi maleta. Según nos dijo el hombre que había en la ventanilla, la maleta sería enviada a la dirección que le habíamos dado en cuanto apareciera…La verdad es que dudaba que eso pasara. Llevábamos media hora de trayecto cuando vislumbré un gran cartel que decía “Bienvenido a Ocean Isle Beach”, ¡al fin habíamos llegado!
-La casa está a solo diez minutos- Comentó mi madre mientras seguía conduciendo el coche de alquiler.
No le contesté. Sabía que a ella le hacía mucha ilusión estar allí de vuelta en su pueblo natal, pero a mí no me apetecía pasar mi verano antes de entrar en la universidad rodeada de pueblerinos que no tienen nada mejor que hacer que pescar o beber cerveza. Al menos me quedaba el consuelo de que mi madre estaría fuera la mayoría del tiempo y yo podría quedarme en casa leyendo o escuchando música, eso era lo bueno de tener una madre tan joven: que me daba más libertad de la que era necesaria. La historia de mi madre es una historia especial, no porque fuera madre soltera a los dieciséis, sino porque con dos pares de narices se presentó en la casa de mi “padre” y le exigió que se hiciera cargo de mí, no le pidió que me viera, simplemente que me pasará la manutención y me diera su apellido porque, según me había contado (ya que yo nunca lo he conocido), era parte de una familia bastante adinerada. Mi madre, Veronica, era la clase de mujer que traía a los hombres de calle: alta, esbelta, ojos verdes y una larga melena rubia…Aunque ese color tan brillante y rubio que parecía natural era en realidad un tinte, su color natural era castaño, igual que el mío, pero aún así era guapísima.
-Ya hemos llegado- Anunció mi madre mientras detenía el coche.
Me quité los cascos y observé la casa que nos esperaba fuera: era la típica casa de costa con su porche y su hamaca en la entrada, las paredes eran blancas y el tejado a dos aguas. Mi madre se bajó del coche y yo hice lo mismo mientras la observaba sacar su maleta del maletero, cuando lo hizo me dedicó una mirada de empatía.
-Más tarde iremos a comprarte ropa, Ally- Me dijo por millonésima vez desde que habíamos salido del aeropuerto.
La seguí al interior de la casa y lo primero que vimos fue un saloncito con un sofá marrón, una mesa de cristal y una televisión, justo a la derecha se encontraba la cocina y, a la izquierda, había unas escaleras que supuse que llevaban a las habitaciones.
-Las habitaciones están arriba- Me comunicó mi madre- Coge la que más te guste- Me dedicó una sonrisa de esas suyas que siempre me habían encantado.
Cogí mi pequeña maleta de mano y subí las escaleras. Había tres puertas, una de ellas daba al baño y las otras dos eran las habitaciones. Entré en la primera de ellas y a través de la ventana vi la playa…Precioso.
-¿Te quedas con esta?- Me preguntó mi madre desde el umbral de la puerta.
-Sí- Asentí mientras sonreía. No me hacía demasiada ilusión estar allí pero sabía que a mi madre sí, así que lo haría por ella.
-Perfecto- Mi madre pasó de largo y se dirigió a la otra habitación.
Dejé la maletita encima de la cama y me acerqué a una pared donde colgaba un calendario. Cogí un bolígrafo del bolsillo de mi pantalón y marqué el día 14 de julio, ya sólo me quedaba un mes y medio que estar allí.
-Voy a hacer algo de comer- Anunció mi madre desde su habitación- ¿Quieres huevos?
-Con patatas- Añadí.
Mi madre apareció por el pasillo y rió.
-¡Hecho!- Me guiñó un ojo y desapareció escaleras abajo.
Me senté en la cama y saqué el libro que estaba terminando de leer: “Beastly”. Aunque no lo pareciera, en el fondo era una romántica. Estaba justo leyendo la parte en la que Adrian y Lindy están en la nieve, y sonriendo como una tonta, cuando la voz de mi madre llegó desde el piso de abajo:
-¡Ally! ¿Puedes llegarte a la tienda que hay aquí al lado y comprar un bote de zumo?
-En seguida…-Resoplé y dejé el libro encima de la mesita de noche.
Faye POV
-¡Faye!- Mi abuela me aprisionó en un abrazo tan fuerte que casi me dejó sin respiración- ¡Estás preciosa!
-Gracias, abuela.
Mi abuela me sonrió y frunció el ceño al fijarse más detenidamente en mi pelo.
-¿Qué te has hecho en el pelo?
-Se llaman mechas californianas, abuela- Le expliqué mientras terminaba de entrar en la casa con las maletas.
La casa estaba tal y como la recordaba: una pequeña entradita que daba a un saloncito lleno de fotos de la familia y unas largas escaleras que conducían al primer piso.
-Acomódate cuanto antes, necesito tu ayuda.
-¿Mi ayuda?
Mi abuela asintió.
-Con la tienda.
-¿Con la tienda?- Abrí los ojos como platos.
-¿Qué?- Mi abuela se cruzó de brazos- ¿No pensabas echarle una mano a tu pobre abuela en su pequeño negocio?
-Creía que mi madre se había encargado de encontrarme dos cursillos con los que entretenerme- Me crucé de brazos, indignada.
Mi abuela suspiró.
-De acuerdo…Eres joven, no puedo obligarte a que te hagas cargo de una pobre vieja.
Odiaba cuando mi abuela hacía eso…
-Abuela…-Le puse una mano en el hombro y suspiré, sabía que me había ganado- Sólo durante un rato.
Mi abuela sonrió, victoriosa.
Cassie POV
Entré muy dispuesta por la puerta del pequeño bar de costa del pueblo, “Dave’s”. El nombre no tenía mucha historia, simplemente que el primer propietario que tuvo ese bar se llamaba así.
Cuando me dirigí a la barra no vi al dueño, sino a un chico que no había visto antes. Cuando se giró y me vio, alzó las cejas esperando que dijera algo.
-¿En qué puedo ayudarte?
-¿Trabajas aquí?- Mi voz sonó más cortante de lo que esperé.
El chico asintió.
-Soy la nueva empleada a tiempo parcial.
-Oh, así que tú eres Cassandra Gilbert, ¿me equivoco?- El chico sonrió y, tuve que admitir, que tenía una sonrisa muy bonita. Rápidamente deseché esa idea de mi mente, los chicos no eran un tema en el que tenía que pensar- Soy Austin, Austin Collins- Alargó la mano para que se la estrechara.
Yo la miré pero no hice lo esperado.
-Hola- Dije escuetamente- ¿Puedo hablar con el encargado?
Austin frunció el ceño, confundido ante mi reacción.
-No está- Me contestó- Pero puedes pasar y ponerte ese delantal de allí- Señaló hacia un pequeño mueble que había tras la barra- Toma nota de lo que los clientes quieren.
Me sentí un poco ofendida ante su mandato.
-¿Y quién eres tú para mandarme?
Austin sonrió de nuevo.
-El hijo del encargado.
Faye POV
La tienda de mi abuela también seguía igual que la recordaba: un pequeño local donde vendía alimentos y bebidas. Llevaba una hora tras el mostrador y hasta el momento sólo había entrado a comprar un matrimonio…La mañana no podía ser más aburrida.
En ese momento sonó la campanilla de la puerta que indicaba que un cliente había entrado. Miré hacia la puerta y vi a una chica más o menos de mi edad, con el pelo castaño recogido en una coleta improvisada de la cual colgaban varios mechones sueltos a ambos lados de su cara; era bajita, casi diez centímetros más baja que yo y cuando me vio me sonrió.
-Hola- Saludó.
-Hola, ¿puedo ayudarte en algo?
-Sí, ¿me pones un bote de zumo?
-Claro- Por fin vendía algo- ¿De qué sabor?
La chica pareció pensarlo un momento.
-Melocotón- Dijo finalmente.
-Perfecto…-Cogí el bote de zumo y se lo di- Son cinco dólares.
La chica me tendió el billete y cogió el zumo.
-Gracias- Dije como una buena trabajadora.
-Hasta luego- La chica se despidió con la mano y salió por la puerta.
Resoplé y me dejé caer en el mostrador. Seguramente esa chica tendría una vida de verdad, con amigos esperándola para hacer hogueras por la noche en la playa, no teniendo que asistir a un estúpido cursillo de socorrismo y a otro para aprender idiomas…
Aaliyah POV
Mientras me dirigía a mi casa oí a unos niños correr y jugar por las calles del pueblo. Era tan diferente a Nueva York…Aquí las calles parecían seguras, apenas transitaban coches, todo lo opuesto a la ciudad. Miré al grupo de niños que jugaban y no pude evitar sonreír, eran dos niños y dos niñas de no más de ocho años y estaban jugando con globos de agua. Seguí andando y entonces uno de esos globos impactó contra mi camiseta, empapándome entera.
-Oh, lo siento mucho- Una de las niñas vino corriendo hacia mí con una expresión de preocupación en la cara.
-No te preocupes- Le sonreí mientras un escalofrío me recorría el cuerpo- Vaya, el agua estaba fresquita.
La niña rió.
-Sigue jugando.
La niña asintió y volvió con sus amigos.
Me estiré un poco la camiseta para despegarla de mi piel. Lo último que necesitaba era coger un resfriado…