Capítulo 5: Castigada.
ALICE
Era viernes y había quedado en encontrarme con Daniel para que me contara lo que había averiguado, pero ya llegaba tarde… Eran las cuatro y cuarto de la tarde y habíamos quedado a las cuatro. ¿Es que pensaba dejarme tirada?
-Siento el retraso.
Me giré y me encontré con Daniel que avanzaba hacia mí. Se había puesto unos vaqueros y un polo de color azul marca Lacoste.
-No pasa nada- Le quité importancia al asunto- ¿Averiguaste algo?
-No- Negó con la cabeza- Hablé con Thomas pero sea lo que sea que habló con Anahí, no creo que deba darle importancia, ni tú tampoco.
-Eso lo dices porque no la has visto…
-De verdad, conozco a Thomas desde que éramos unos niños y Thomas habla mucho pero hace poco.
No contesté, sino que me quedé pensando sus palabras.
-No te rayes- Daniel sonrió y luego miró hacia el exterior del edificio- Bueno, me voy, pienso pasar este fin de semana en el campus personal de la novia de mi padre.
-Que te lo pases bien- Dije más que nada por educación.
Daniel sonrió y se marchó. Ahora sólo tenía que encontrar a Anahí y explicarle que no debía preocuparse demasiado por Thomas.
ANAHÍ
Estaba terminando de vestirme cuando llamaron a la puerta de la habitación, en la cual estaba sola.
-¡Un momento!- Grité mientras me terminaba de poner los pantalones rojos- ¡Pasa!
La puerta se abrió y el hecho de ver a Tori me sorprendió bastante.
-¿Tori?
-Anahí, el director quiere verla en su despacho ahora mismo.
-¿El director?- ¿Qué coño estaba pasando allí?- ¿Por qué?
-No lo sé, cielo, sólo te comunico el mensaje.
-Vale…
Tori se marchó y cerró la puerta. Terminé de arreglarme mientras pensaba en el motivo por el que quería verme el director. Hasta ese día no había coincidido con el director en ningún sitio y tampoco lo había visto, ¿cómo sería? ¿Por qué quería verme? A lo mejor sólo quería presentarse (ya, claro, Anahí).
Salí de la habitación y puse rumbo al despacho, inhalé hondo y llamé dos veces antes de que me abrieran la puerta. La primera persona que vi fue un hombre de unos cuarenta y cinco años, con el pelo negro vetado de blanco y barba de tres días.
-¿Señorita Pierce?
-Sí…- Mi voz sonó demasiado frágil.
-Pase, por favor.
Entré en la sala y no me dio tiempo a fijarme en la decoración ni en cómo era la estancia, ya que vi de pie a una persona que me hizo olvidarme de todo lo demás: Thomas.
-Me parece muy desagradable tener que comunicarle esto la primera semana de clases, señorita Pierce, pero… No podrá salir este fin de semana.
-¿Qué?- ¿Estaba de coña?- ¿Por qué no? Mis padres han firmado el permiso de salida…
-Lo sé, lo sé- Me interrumpió el director alzando una mano- Pero no podrá salir porque estará castigada.
La mandíbula se me desencajó.
-Castigada…- Me crucé de brazos- ¿Y se puede saber por qué?
-Hace unos días agredió a su compañero- Señaló a Thomas con la mano- Durante la clase de historia, ¿cierto?
-¿Qué lo agredí?- No podía creerme lo que estaba oyendo- ¡No lo agredí!
-Sus compañeros lo vieron, incluso el propio profesor de Historia afirma que se subió a la mesa y agarró del cuello a su compañero.
No podía creérmelo…
-Bueno, puede que eso sea cierto, pero todo tiene una explicación.
-Nada justifica una agresión en plena clase, señorita Pierce- El director negó con la cabeza- Espero que una situación así no se vuelva a repetir. Ahora si sois tan amables- Señaló la puerta- Podéis marcharos.
-Pero…
-No tengo nada más que añadir, señorita Pierce- Me cortó el director.
Le dediqué una mirada fulminante a Thomas, que me miraba divertido, y luego salí del despacho. Me daba igual si me había amenazado de muerte, me daba igual todo lo que me había dicho antes… Thomas acababa de abrir fuego nuevamente y yo no pensaba quedarme quieta. Lo de los polvos pica pica era sólo una tontería porque ahora sí que iba a saber quién era Anahí Pierce.
-Alice, me da igual lo que diga Daniel- Dije por enésima vez.
-Pero no tienes por qué seguir así…
-No sigo de ninguna manera- La interrumpí- Sólo he tenido unos días malos pero ya estoy perfectamente, ¿no me ves?- Sonreí ampliamente.
Alice me miró durante un momento y finalmente suspiró, resignada.
-¿Me vas a decir por qué has decidido quedarte aquí el fin de semana?
-Porque quiero ponerme al día con Economía, sólo llevamos aquí una semana y ya llevo ejercicios atrasados- Mentí. Era cierto que se me daba fatal Economía y que llevaba atraso con los ejercicios, pero no era ese el motivo.
Alice volvió a suspirar y se levantó de su cama.
-De acuerdo- Cogió su bolso de Prada y me miró- Llámame si necesitas ayuda con algún ejercicio.
-Sí, por cierto, ¿dónde está Audrey?
-No sé, después de la última clase no la volví a ver- Se encogió de hombros- Supongo que se marchó porque su bolso y parte de sus cosas no están aquí.
-Supongo…
-Nos vemos- Me dijo adiós con la mano y se marchó, dejándome sola en la habitación.
Me senté en mi cama ilusionada por primera vez en mucho tiempo. ¿Se habría ido ya Thomas? Imposible. Sabía que no se resistiría a venir a mi habitación después de leer la nota que le había dejado cuando salí del despacho del director. Me tendí y comencé a tararear el estribillo de una canción de Carrie Underwood, concretamente el de “Good girl” y, en cuestión de segundos la puerta de mi habitación se abrió de par en par.
-¡¿Qué significa esto?!
Me incorporé sobre los codos y observé a Thomas rojo como un tomate en el marco de la puerta con mi nota en la mano.
-Una nota- Dije tranquilamente.
-¿Ah, sí?- Comenzó a leer la nota- Querido Thomas, te convendría saber que tengo algo tuyo muy comprometedor en mi habitación, ¿lo quieres? Ven a por él…- Alzó la vista y me miró- ¿Qué quiere decir?
-¿No lo entiendes?- Me senté en la cama e hice una mueca- Creía que eras más inteligente, Tommy.
-Déjate de tonterías, dentro de unos minutos viene a recogerme el chófer de mis padres.
-De acuerdo…- Suspiré y me levanté de la cama- Ven…
-¿Qué?
-Ven- Insistí- Quiero enseñarte algo, pero tienes que prometerme que si lo hago empezaremos de cero y dejaremos esta semana atrás.
Thomas me miró durante un momento sopesando mis palabras, ¿me creería? ¿Se marcharía? Finalmente se metió las manos en los vaqueros del uniforme (ya que aún no se había cambiado) y se acercó hasta que estuvo a medio metro de mí.
-Un poco más- Le indiqué.
Thomas resopló pero hizo lo que le pedí.
-¿Está bien así?- Preguntó a centímetros de mí.
-Sí- Sonreí y noté cómo Thomas se debatía entre marcharse o quedarse donde estaba.
-¿Y bien?
Sin mediar ni una palabra más, agarré la corbata de Thomas y tiré de él hacia mí hasta que nuestros labios se tocaron. Thomas dio un respingo, sorprendido, pero no le di tiempo a que racionalizara lo que estaba pasando. Comencé a andar hacia atrás tirando de su corbata hasta que caí de espaldas en mi cama y él cayó sobre mí. Pasé mis brazos alrededor de su cuello y fue entonces cuando Thomas se relajó y se recuperó de la sorpresa posando su mano en mi nuca. Justo en el momento en que quiso meterme la lengua supe que había llegado la hora, así que comencé a gritar como una loca pidiendo auxilio. Thomas me miró con los ojos salidos de las órbitas y se quedó en shock durante unos segundos, justo el tiempo que tardé en oír pasos acercándose a toda prisa a mi cuarto.
-¡¿Qué sucede?!- Era la voz del director.
Thomas se retiró de encima de mí a toda pastilla y miró al director con la boca abierta, sin saber qué decir.
-¡Señor Andrews! ¡¿Se puede saber qué estaba haciendo?!
-Yo…- Thomas estaba realmente en shock.
Me levanté corriendo de la cama y me acerqué al director buscando su protección.
-¡Ha entrado en mi habitación y se me ha abalanzado!- Exclamé- ¡Es un degenerado!- Me abracé al director fingiendo llorar y éste me acarició el pelo en actitud protectora.
-¡Señor Andrews! ¡Jamás me hubiera esperado esto de usted! ¡¿Cómo ha sido capaz?!
-¡Yo no he hecho nada!- Intentó defenderse Thomas.
-¡¿Qué no ha hecho nada?! ¡Yo mismo lo he visto!- Gritó el director.
-¡Ella me llamó para que viniera!
-¡¿Yo?!- Me hice la ofendida y seguí fingiendo que lloraba.
-¡¿Cómo puede decir una cosa así?!- El director me defendió- ¡Lo que ha hecho no tiene nombre, señor Andrews!
-¡Ella me envió una nota diciendo que viniera!
-¡Aunque eso fuera cierto usted sabe de sobra que los chicos no pueden entrar en las habitaciones de las chicas!
Thomas se quedó callado ante ese comentario.
-Por respeto al duro trabajo que tienen sus padres no los llamaré- Habló el director, esta vez más calmado- Pero no tiene permiso para salir durante el fin de semana, se quedará aquí.
-¡¿Qué?!- Thomas tenía la mandíbula desencajada- ¡Pero tenía planes para…!
-Cancélelos- Lo interrumpió el director- Y debería estar agradecido porque no haya tomado medidas mayores.
Miré a Thomas de reojo, mientras seguía abrazada al director y le sonreí de oreja a oreja.
-Salga de la habitación- Le indicó el director con la mano.
Thomas me dirigió una mirada cargada de odio y se marchó de la habitación dando un portazo.
-¿Se encuentra mejor, señorita Pierce?- Me preguntó el director.
-Sí…- Fingí un poco de hipo y me “limpié” las lágrimas mientras me separaba de él- Muchas gracias, si no llega a tiempo, no sé…No sé lo que hubiera pasado.
-Tranquila- El director me acarició el pelo y me dedicó una sonrisa cálida- Todo está bien, cualquier cosa que necesites me avisas.
Asentí con la cabeza y el director se marchó cerrando la puerta tras de sí. Cuando se hubo marchado comencé a dar saltos por toda la habitación más feliz que una perdiz y, cuando recordé que acababa de besar a Thomas Andrews, me encerré en el servicio y comencé a hacer gárgaras. Pero no me arrepentía de nada, estaba feliz y ahora Thomas sí sabía que nada de lo que hiciera o dijera podría afectarme, porque si quería juego, lo íbamos a tener.