Capítulo 12: Chantaje.
ANAHÍ
Estaba guardando el libro de Francés en mi taquilla mientras escuchaba “Do you think about me?” de Carrie Underwood y la cantaba en voz baja.
-Do you think about me like I think about you? Do you think about me like I think about you? Yeah…
-La verdad es que no.
Di un salto al oír esa voz a mi lado y cerré la puerta de la taquilla para encontrarme cara a cara con Thomas. Me quité los auriculares de mala gana y lo miré.
-Mejor que cuando cantas en español, pero sigue sin estar afinado.
-Ya claro- No tenía ganas de discutir, sabía que tenía un perfecto acento español (mis abuelos eran españoles) y también sabía que no cantaba mal (de hecho, en Phoenix había cantado en las ferias locales un par de veces)- Adiós- Pasé por su lado dispuesta a irme, pero Thomas me agarró del brazo- Sin tocar.
Thomas alzó las manos en señal de paz (cosa que me extrañó bastante) y se metió las manos en los bolsillos.
-Quería…- Thomas hizo una mueca- Quería…- Suspiró y se cruzó de brazos- Quería…
-Querías…
-Quería…- Resopló.
-¡¿Qué narices querías?!
Thomas se quedó mirándome durante un momento pero no dijo nada, era como si estuviera pensando si decir algo o no, o más bien como si estuviera teniendo un debate interno sobre cómo decir algo.
-No tengo tiempo para tonterías- Me di media vuelta y comencé a andar.
-Quería pedirte disculpas.
Me paré en seco al oír esa frase. ¿Qué acababa de decir? No podía haber dicho lo que yo creía que había oído ¿no? Me giré lentamente y me quedé mirándolo con la boca abierta.
-¿Qué has dicho?
-No volveré a repetirlo- Contestó rápidamente.
-¿Y se puede saber por qué quieres pedirme perdón a mí?- Me crucé de brazos.
Thomas se desaflojó un poco el nudo de la corbata antes de continuar hablando.
-Por haberte acusado de robarme.
-Vaya…- Sonreí con tristeza- ¿Ya has encontrado a tu verdadero ladrón?
-No era un ladrón, Daniel me cogió el dinero prestado.
Abrí mucho los ojos ante esa explicación.
-No sé cómo lleváis eso de la amistad en tu mundo, pero en el mío los amigos no van por ahí abriendo las carteras de los demás y cogiendo dinero.
Thomas puso los ojos en blanco.
-Da igual- Dijo al cabo de un momento- La cuestión es que ya puedes volver a trabajar.
-¿Estás de coña? No pienso volver a tu casa.
-¿Por qué? Ya te he pedido perdón.
-¿Y qué?- Me encogí de hombros- No puedo trabajar para alguien como tú- Sin darle tiempo a contestar, me di media vuelta y me marché de allí.
El resto del día pasó sin novedades. No volví a encontrarme con Thomas (bueno, sí, pero sólo en clase) y el día siguiente empezó más o menos igual, hasta que, mientras estaba esperando mi turno en la cafetería para pedir un zumo de naranja, Thomas volvió a acercarse.
-¿Vas a volver?
-¿Eres pesado de nacimiento o te gusta practicar para poder superarte?
-Responde.
Lo fulminé con la mirada.
-¿Por qué es tan importante para ti que vuelva?
-Por mis padres, más bien por mi madre- Confesó.
-No quieres explicarle que actuaste como un mocoso- Dije entendiendo por dónde iban los tiros.
Thomas no contestó y eso me confirmó que tenía razón, pero yo no pensaba volver a su casa.
-Pues lo siento, pero tendrás que buscarte una buena excusa.
-Acabarás volviendo- Thomas me señaló con el dedo- Ya lo verás.
-Eso ya lo veremos- Sonreí falsamente y me marché de la cafetería sin mi zumo de naranja.
-¡Any, Any!- Alice llegó corriendo hasta mí mientras estaba mirándome en el espejo de mi taquilla para ponerme un poco de gloss.
-¿Qué pasa?
-Hay un chico que te busca.
Puse los ojos en blanco y cerré la puerta de la taquilla de un porrazo. ¿Es que Thomas no pensaba rendirse nunca?
-Mira, dile a ese niño de papá que un “no” significa “no”.
Alice me miró como si fuera de otro planeta.
-¿De qué estás hablando?
-¿Qué?- ¿No se trataba de Thomas?- ¿No es Thomas?
-¿Thomas?- Alice se cruzó de brazos- ¿Ha pasado algo que yo no sé?
-No- Me apresuré a decir- Entonces, ¿quién me busca?
-Yo.
Detrás de Alice apareció la cabeza morena de Robbie y, sin darme cuenta, sonreí de oreja a oreja.
-¡Robbie!- Exclamé.
-Bueno, yo os dejo solos- Alice me guiñó un ojo y se marchó dando saltitos.
-¿Qué haces por aquí?
-Bueno- Robbie se acercó un poco más a mí- Tenía ganas de verte.
-¿Ah, sí?
Robbie asintió y me cogió de la mano.
-Estaba pensando que quizás podríamos hacer algo el viernes por la noche- Se encogió de hombros- Ir a cenar o algo.
-Por mí perfecto- Respondí sin pensar.
-Perfecto…- Robbie sonrió- Oye, nena, ¿y qué te parece si…?
-¡Aquí estás, mi amor!
Robbie y yo miramos extrañados hacia la voz que había hablado… No podía ser verdad. Thomas se acercó hacia nosotros y, sin darme tiempo a reaccionar, pasó su mano por mi nuca y me plantó un beso en la boca.
-¿Qué pasa, Robbie?- Thomas le dio un golpe cariñoso a Robbie en el hombro con una mano mientras que pasaba la otra por mis hombros y me pegaba a él.
-Eh…- La cara de Robbie denotaba una gran sorpresa y confusión, y la verdad es que yo estaba demasiado en shock para asimilar nada de lo que estaba sucediendo- ¿Qué significa esto?
-¿Qué?- Thomas se hizo el sorprendido- ¿Any no te lo ha dicho?
-¿Decirme qué?- Robbie me miró y entonces tuve consciencia de lo que acababa de pasar.
-¡¿Pero qué narices haces?!- Me separé de Thomas dándole un empujón.
-¿Qué pasa, mi amor?- Thomas me miró haciéndose el dolido.
-¿Cómo que tu amor?- Preguntó Robbie.
-Sí, ¿cómo que tu amor?- Lo secundé yo.
Thomas paseó su mirada de mí a Robbie y luego de vuelta a mí.
-Dijiste que le dirías lo nuestro- Me soltó de golpe.
La mandíbula se me desencajó ante ese comentario, ¿qué cojones le pasaba? ¿Por qué estaba haciendo eso?
-Oye, Anahí- Me dijo Robbie- Creo que lo mejor será que me llames, cuando hayas solucionado lo que sea que tengas con Thomas.
-¡Pero si no tengo nada!- Me defendí.
-¿Por qué no me dijiste nada de esto cuando te llamé el viernes?- Le preguntó a Thomas.
-Porque…- Thomas se encogió de hombros- Aún no era nada oficial ni nada- Me miró y volvió a pasarme el brazo por los hombros- Pero desde el sábado por la mañana sí.
Robbie me miró con la boca abierta.
-¡¿Empezaste a salir con mi amigo el sábado y aún así viniste conmigo al cine?!
-¡¿Qué?! ¡Yo no estoy saliendo con este idiota!- Volví a quitarme su brazo de encima pero Thomas lo volvió a colocar ahí.
-Anahí, será mejor que cuando te aclares me avises con lo que sea- Y tras decir esto, se marchó sin darme tiempo a decir nada más.
-¡Robbie!- Lo llamé aún sabiendo que no volvería.
Oí que Thomas comenzaba a reírse.
-¡¿Es que eres imbécil?!- Me quité su brazo de encima por tercera vez y lo encaré mientras él se desternillaba de risa.
-Deberías haber visto tu cara y la de él- Siguió riéndose y se apoyó contra la pared.
-¡¿Te parece gracioso?!
Thomas asintió entre risas.
-¿Qué te pasa?- Le di un golpe en el hombro y Thomas hizo una mueca de dolor sin dejar de reírse- ¡Deja de reírte!
Thomas alzó las manos en son de paz y empezó a controlar la risa, hasta que por fin paró.
-¿Vas a volver a trabajar a mi casa o no?
Abrí la boca sin poder creérmelo.
-¿Todo este numerito ha sido para que vuelva a trabajar para ti?
Thomas se lo pensó un momento y finalmente asintió como si fuera lo más normal del mundo.
-¡Eres un desgraciado!- Me lancé dispuesta a golpearlo, pero Thomas me agarró de las muñecas a tiempo.
-Eh, eh, eh.
-¡Has chafado lo mío con Robbie!- Me quejé.
-¿Qué? Venga ya, no me irás a decir que erais novios o algo, ¿no?
Me quedé un momento pensándolo, claro que no éramos novios, de hecho, no quería ser su novia.
-No…
-¿Entonces? Tampoco ha sido para tanto.
-¡¿Qué no ha sido para tanto?! ¡Me has hecho quedar como una cualquiera que va de chico en chico!- Intenté soltarme del agarre de Thomas, pero me resultó imposible- ¡Y me has besado!
-¡Eh!- Thomas se ofendió- Lo mío ha sido un simple choque de labios, en cambio TÚ sí que me besaste a mí para acusarme de haber intentado pasarme contigo.
Me quedé callada porque en eso tenía razón.
-Suéltame- Fue todo lo que dije al cabo de un momento.
Thomas me soltó las muñecas y yo me las masajeé, la verdad es que Thomas tenía bastante fuerza a pesar de que no estaba lo que se dice musculoso.
-¿Vas a volver o no?
-Claro que no- Respondí.
-Entonces nunca recuperarás a tu Robbie- Hizo un pucherito fingido.
-¡Ay, ya! Vale, de acuerdo- Terminé accediendo.
-¿De verdad?- Thomas sonrió de oreja a oreja y quise abofetearlo.
-Pero tienes que hablar con Robbie y decirle que todo fue una broma tuya.
-¿Qué?- Thomas parecía fastidiado- ¿De verdad tengo que hacer eso?
-Si no lo haces, no vuelvo a pisar tu maldita casa- Lo señalé con el dedo igual que hacía él.
Thomas me miró a mí y luego miró mi dedo antes de bajármelo.
-Está bien- Accedió metiéndose las manos en los bolsillos- Nos vemos entonces el viernes- Pasó por mi lado y me dijo al oído en tono burlón:- Nena.
Le di un pisotón y Thomas soltó un gemido de dolor mientras yo me marchaba de allí echando humo.