Capítulo 4: Amenazas.
ANAHÍ
Resulta que Thomas no se presentó a primera hora en Geografía porque estaba dándose una ducha. La situación era tan graciosa que apenas estuve atenta en toda la hora, si Thomas Andrews tenía ganas de juego íbamos a jugar. ¿O qué se creía? ¿Qué podía chantajearme y quedarse tan tranquilo? De todas formas, tampoco había sido para tanto… Hubiera estado mejor si le hubiera echado pasta de diente en los zapatos… O ¡cucarachas dentro de la cama! En fin…
La siguiente hora la teníamos libre, así que la estudiosa de Alice decidió irse a la habitación a estudiar y Audrey… Bueno, Audrey desapareció, así que yo decidí irme a la cafetería y tomarme algún refresco. Justo estaba cogiendo mi vaso de Coca Cola cuando una chica que pasaba corriendo tropezó conmigo y me manchó la blusa.
-Oh, lo siento- Se disculpó.
-No pasa nada- Fingí una sonrisa y la chica se fue- Genial…
Me dirigí al servicio y mojé la parte de la blusa que estaba manchada antes de comenzar a frotarla, al menos había sido en la parte baja no en toda la blusa. Justo en ese momento noté una mano que me agarraba por la nuca y que me estampaba contra la pared con fuerza. Sentí un fuerte dolor en la cabeza, pero me negué a gritar.
-¿Te crees muy graciosa?- Conocía esa voz.
-Depende del momento- Contesté.
-Te estás pasando de lista, Pierce- Thomas hablaba muy cerca de mi oído y su voz no era nada amigable.
-No sé de qué me estás hablando- Mentí.
-¡No te hagas la tonta! Sé muy bien que fuiste tú la que echó polvo pica pica en mi ropa interior.
-No sé de lo que…
-¡No mientas!- Gritó muy cerca de mi oído- Puedo lograr que te expulsen o simplemente hacerte la vida imposible hasta que tú misma te vayas.
-Palabrería…
-De palabrería nada- Thomas apretó más su agarre sobre mi cuello y sentí que me faltaba el aire- Tú no sabes quién soy yo…Y créeme, ahora sí vas a saberlo.
Sentía que no podía respirar, ¿sería capaz de matarme?
-¿Vas a matarme?- Logré decir entrecortadamente.
-No, pero puedo conseguir a alguien que lo haga- Me soltó de golpe y me llevé la mano al cuello para masajearlo- Cuidado conmigo- Y dicho esto, se marchó.
Me quedé más rato en el baño encerrada para que nadie me viera llorar. En serio, ese Thomas estaba muy mal de la cabeza, ¡acababa de amenazarme de muerte! ¿Es que estaba metido en la mafia o algo? No me extrañaría, con un padre fiscal y una madre política, ¿quién sabe? Pero no podía permitir que Thomas notara que le tenía miedo, aunque la verdad es que tampoco tenía suficiente valor para volver a enfrentarlo. ¿Y yo pensaba que iba a ser un buen día? Lo que quería era irme a mi casa y olvidar los últimos dos días. Sonó el timbre de la siguiente clase pero no fui, sino que me fui a mi habitación y me quedé allí encerrada tirada en la cama, temiendo encontrarme con Thomas. ¿Quién me había mandado a mí gastarle esa broma? ¿Por qué tenía que tener tanto genio? Oí la puerta abrirse y me limpié las lágrimas corriendo para que nadie viera que había estado llorando.
-¡Anahí! ¿Se puede saber qué narices haces aquí?- Era la voz de Alice- ¿Por qué te has saltado la clase de Francés?
-No me encontraba bien- Mentí mientras me incorporaba y me giraba para mirarla.
Alice se quedó mirándome un momento y luego se acercó a mí.
-Any… Tú no estás bien, ¿qué te ha pasado?
-No me ha pasado nada, Alice- Mentí otra vez desviando la mirada.
-No, a mí no me engañas- Alice se agachó delante de mí- ¿Es por Thomas?
-No…
-¿Te ha hecho algo?
-¡No!
-Entonces, ¿qué te pasa?
-¡Nada, Alice, estoy bien!- Grité antes de levantarme y marcharme de la habitación.
El resto del día pasó sin muchas novedades, me limité a ir a clase a la hora justa para no tener tiempo de hablar con nadie y, cuando las clases acabaron, me fui a la biblioteca con la excusa de que iba a estudiar. Mentira, estuve ahí toda la tarde haciendo el paripé y luego cené y me fui a dormir sin darle tiempo ni a Alice ni a Audrey de hablarme.
ALICE
Habían pasado ya dos días y Anahí seguía igual de rara, ¿qué narices le pasaba? No había manera de sacarle nada y, aunque ella dijera que no tenía nada que ver con Thomas, sabía que mentía y sólo había una forma de averiguar qué había pasado.
-¡Daniel!- Me acerqué a Daniel en cuanto lo vi pasar.
Daniel me miró un poco extrañado, cosa que era normal ya que nunca habíamos hablado.
-Hola…-Fue todo lo que dije.
Daniel me miró de arriba abajo con esos grandes ojos azules como el mar y luego sonrió.
-Hola, ¿en qué puedo ayudarte?
-Quería hacerte una pregunta.
-Tú dirás.
-¿Sabes si ha pasado algo entre Thomas y Anahí?
-¿Anahí?- Daniel se quedó pensando un momento- Ah… La chica del coche, la del pelo rojo.
-Sí, ella- Estaba impaciente por saber algo.
-No, no sé nada, ¿por qué?
Me removí inquieta.
-Es que lleva dos días muy rara y creo que tiene algo que ver con Thomas.
-¿Por qué tendría algo que ver con él?
-Por lo que le pasó el otro día con…Los pantalones.
Daniel abrió la boca y luego se echó a reír.
-Bueno, Thomas no quiere hablar mucho sobre eso. Pero, ¿en serio fue tu amiga la que le hizo eso?
Decidí no decir ni que sí ni que no, simplemente me mantuve callada.
-Bueno- Daniel sonrió- Yo puedo hablar con Thomas y si me entero de algo te lo digo, ¿vale?
-Gracias- Contesté.
Daniel se quedó mirándome un momento y, cuando noté la situación incómoda, me marché.
THOMAS
-Vamos, vamos, vamos- Estaba jugando al nuevo juego de la PS3 cuando Daniel entró en la habitación, pero no le hice mucho caso.
-¿Qué pasa, tío?
-Estoy a punto de pasar el nivel cincuenta.
-¿Cincuenta?- Noté el asombro en la voz de Daniel.
-Sí, nadie me supera en este juego- Sonreí.
-Oye, ¿sabes ya quién te hizo esa jugarreta de los calzoncillos?
-Ah, eso…- Decidí quitarle importancia- No fue nada, ya está todo solucionado.
-¿Fue por casualidad Anahí?
-¿Cómo lo sabes?- No aparté la mirada del juego.
-Thomas, nos conocemos desde los nueve años, ¿qué le has hecho?
-No le he hecho nada- Mentí sin desviar la atención del juego.
-Thomas…
No contesté.
-¡Thomas!
Seguí sin contestar.
Daniel se acercó a la tele y la desenchufó.
-¡EH! ¡¿Pero qué cojones haces, tío?!
-¿Qué le has hecho?
-Nada, ¿por qué crees que le he hecho algo?
-Uno: porque te conozco; y dos: porque su amiga me ha dicho que lleva los dos últimos días comportándose de manera extraña.
No pude evitar sonreír de oreja a oreja.
-Así que está asustada…- Me eché a reír- ¡Perfecto!
-Thomas, ¿qué hiciste?
-Nada- Le quité importancia con la mano- Sólo la amenacé un poco…
-¿Qué clase de amenaza?
-¿Qué te importa? ¡Conecta ya la tele!
-No hasta que me digas qué le dijiste.
Suspiré resignado. Aunque Daniel fuera mi mejor amigo, era muy pesado.
-Le dije que conseguiría que la expulsaran o que ella misma se fuera…
Daniel sabía que había algo más.
-También puede que la amenazara con quitarla de en medio…
-¡Thomas!
-¡¿Qué?!
-¡¿Cómo puedes amenazar a una persona con matarla?!
-Sabes de sobra que esa amenaza no va en serio… No soy un asesino.
-¿Las otras dos sí van en serio?
Me quedé pensándolo un momento antes de contestar.
-Sí, bastante en serio- Y de hecho estaba convencido de ello, esa tipa loca no sabía con quién se había metido. Nadie se metía con Thomas Andrews, lo sabía desde que estaba en la cuna, yo era una persona importante y nadie me iba a pisar… Jamás.