Capítulo 4: La nueva compañera.
LYDIA
Aquí estamos, sentadas en nuestro primer día de clase. Miro a mi alrededor y veo cómo el resto de alumnos va entrando en la sala, debemos haber ya unos sesenta alumnos.
-Ojalá el profesor esté cañón…-Comenta Tessa mientras garabatea unos corazones en un folio.
-O la profesora- Dice Caleb desde el asiento que está detrás del nuestro.
Sonrío ante ambos comentarios.
-Oh, Lydia- Tessa mira hacia la puerta y curva la comisura de la boca en una media sonrisa- Mira quién está entrando por la puerta.
Sé a quién se refiere antes de mirar. Dylan está entrando en la sala y busca con la mirada un sitio libre. Vuelvo a centrar mi atención en mi bolígrafo antes de que nuestras miradas se encuentren, ¿por qué actúo así? Es un imbécil que ve cómo se me caen los papeles en mitad de la calle y no me ayuda a recogerlos, y luego va y evita que un coche me atropelle simplemente para volver a hacerme quedar como una gilipollas. ¿Cuál es su problema? Me atrevo a alzar la mirada para verlo sentarse justo delante de mí, oigo cómo varias chicas cuchichean y suspiran al verlo. En cierto modo es normal, ¿no? Dylan dobla el cuello hacia un lado y hacia el otro y mueve los hombros para relajarse. No puedo evitar soltar una risa, parece que se estaba preparando para la guerra.
-¿De qué te ríes?- Me pregunta Tessa.
Niego con la cabeza justo en el momento en que un hombre de unos treinta años entra por la puerta, debe ser el profesor. Se dirige a su mesa y deja unos libros encima antes de mirarnos a todos, ya debemos ser unos ochenta alumnos.
-Buenos días a todos- Empieza a hablar- Mi nombre es Edward Williams, pero por favor, llamadme Edward.
-Uhh…Mira qué culito- Cuchichea Tessa.
Pongo los ojos en blanco pero me fijo en el trasero del profesor…Está bastante bien.
-…Así que intentaremos que todo sea lo más ameno posible- Edward había estado hablando y yo no lo había estado escuchando- Bien- Da una palmada y se sienta en su mesa- ¿Alguien me puede decir de dónde vienen las leyendas?
Todos los alumnos nos miramos unos a otros esperando que alguien conteste.
-¿Nadie?- Edward alza las cejas y luego sigue hablando:- ¿Alguien sabe decirme en qué se diferencia un hecho histórico de una leyenda? A ver, por ejemplo- Nos mira a todos y luego me señala a mí- Usted, la señorita de la camiseta azul.
Siento que me sonrojo a la vez que la atención de todos los alumnos se fija en mí, de todos menos de Dylan.
-Eh…-Me aclaro la garganta- Las leyendas tienen parte real y parte ficticia.
-Muy bien- Edward pone su atención de nuevo en toda la clase- Ese será nuestro tema este semestre: Las leyendas. Quiero que cada uno de vosotros me haga una investigación sobre alguna leyenda que conozca- Sonríe- El trabajo contará un 80% de la nota del semestre.
Se oye un murmullo general en el aula.
-Vaya…-Dice Caleb- Me voy a poner las pilas ya- Nos coloca una mano en el hombro a Tessa y a mí- Me pido el monstruo del lago Ness, no me lo quitéis.
-De monstruo a monstruo…-Comenta Tessa.
***************
Cuando Tessa y yo volvemos a nuestra habitación tras las tres primeras clases, nos quedamos de piedra. La puerta está abierta y dentro hay una chica.
-¡Eh!- Digo antes de pensarlo- ¿Qué haces en nuestra habitación?
La chica se gira y nos mira con unos ojos verdes muy abiertos.
-Es mi habitación también.
-¿Qué?- Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que en una esquina han colocado otra cama más.
-Tienes que estar de coña…
La chica nueva mira a Tessa y sonríe.
-Hola, rubia.
-Hola, lipo.
No sé a qué viene lo de “lipo” ni tampoco sé muy bien lo que significa, pero la nueva mira a Tessa con ganas de matarla.
-¿Os conocéis?- Pregunto.
-Compartimos clase dos años- Contesta Tessa sin dejar de mirarla.
-Me llamo Savannah- Savannah sonríe y me extiende la mano.
Veo cómo Tessa me dedica una mirada amenazante por el rabillo del ojo. Tessa es mi amiga y me cae bien, pero no tengo por qué ser una borde con una chica que no conozco de nada, ¿no?
-Lydia- Le estrecho la mano y oigo resoplar a Tessa.
-Pienso hablar con el decano para que la quiten de aquí.
-A ver si a la persona que quitan es a ti- Savannah se cruza de brazos y sonríe.
Veo cómo la cara de Tessa pasa del color bronceado al rojo en cuestión de segundos.
-Me voy a la biblioteca- Me dice antes de salir del cuarto dando un portazo.
-Siempre ha tenido muy mal genio…-Comenta Savannah mientras termina de hacer su cama.
Me quedo un momento quieta sin saber qué hacer. ¿Debo ir detrás de mi amiga y preguntarle qué está pasando? ¿O debo dejarle su espacio hasta que se calme?
-¿Qué ha pasado entre vosotras?- Pregunto al final.
Savannah se sienta en su cama y se echa el pelo negro hacia atrás con un gesto de la mano.
-Nunca nos hemos llevado bien, somos dos polos opuestos.
Suspiro.
-¿Me he perdido algo esta mañana?- Me pregunta.
-Bueno…Nos han mandado un proyecto acerca de una leyenda.
-¿Una leyenda?
-Sí, ya sabes- Me siento en mi cama y me encojo de hombros- Elegir una leyenda e investigar.
-Interesante…-Savannah arruga el entrecejo y se queda pensando un momento- ¿De qué lo vas a hacer tú?
-Aún no lo sé- Digo sinceramente- Tengo que pensarlo.
Savannah asiente, pensativa y luego coge una gomilla que lleva en la muñeca y se hace una coleta alta, haciendo que grandes bucles morenos caigan por su espalda, sí que tiene el pelo largo.
-Debería ir a hablar con Tessa- Digo mientras me levanto de mi cama y me dirijo a la puerta.
-Nos vemos luego- Alza la voz para que la oiga.
***************
Encuentro a Tessa sentada en la mesa más alejada de la biblioteca, sólo hay unos cuantos alumnos más esparcidos por la estancia y están en completo silencio.
-Hey- Saludo mientras me siento enfrente.
-Hola- Me saluda sin alzar la vista de un libro que no logro identificar.
-¿Qué lees?
Tessa alza el libro sin dejar de leer y leo el título: “Cómo matar a un ruiseñor”.
-Vaya…Alguien no se encuentra de buen humor.
Tessa alza la cabeza del libro de golpe y me mira con ojos acusativos.
-Le has estrechado la mano- Me acusa.
-¿Qué querías que hiciera? No la conozco de nada, no puedo juzgarla a simple vista.
-Sí, sí puedes- Tessa respira hondo. Está claramente cabreada.
-¿Vas a decirme por qué os lleváis mal?
-No.
Suspiro. No va a haber manera de hablar con ella de ese humor.
-¿Puedo hacer algo para que me gane tu perdón?- Pregunto al cabo de unos momentos de silencio.
Tessa se queda pensando un momento y finalmente me mira por encima del libro.
-Tráeme una Fanta de naranja.
**************
Introduzco las monedas en la máquina de Fantas y cojo el pedido de Tessa, luego me dirijo a la máquina de Coca Colas, introduzco las monedas y… ¡Crack!
-Oh, vamos…Tiene que ser una broma- Le doy un golpe a la máquina, pero la Coca Cola sigue sin caer- ¡Tramposa! ¡Devuélveme mi dinero!- Le doy una patada a la máquina, pero sin éxito.
-Sólo conseguirás romperla.
Siento un escalofrío recorrerme la espalda al oír esa voz, sólo la he escuchado en una ocasión pero no me cabe duda de a quién pertenece. Cuando Dylan aparece en mi campo de visión y se coloca a mi lado, no puedo evitar mirarlo.
-Se ha tragado mi dinero- Digo notando cómo me cabreo con la máquina de nuevo- Y quiero que me lo devuelva…-Alzo la pierna para darle otra patada, pero Dylan me detiene la pierna con la mano- No voy a hacerme daño.
-No tengo miedo de que te hagas daño tú, sino de que se lo hagas a la máquina- Sonríe de medio lado y por un momento (pero sólo un momento, ¿eh?) me quedo embelesada ante esa sonrisa.
Dylan se coloca delante de mí y presiona unos botones que no logro ver, en parte porque tan sólo le llego al hombro y me ocupa todo el campo de visión y en parte porque el olor que desprende su colonia me deja un poco embriagada. El click de una lata de Coca Cola al caer me saca de mis pensamientos.
-Toma- Me tiende la Coca Cola.
-Gracias- Cojo la Coca Cola y, al hacerlo, nuestras manos se rozan y siento una corriente eléctrica recorrerme el brazo; y no me refiero a una corriente metafóricamente hablando, no, sino a una corriente de verdad.
Alzo la cabeza para mirarlo y comprobar si él también lo ha sentido, pero si lo ha hecho no lo demuestra.
-Nos vemos, pitufa- Me alborota el pelo y sonríe mientras pasa por mi lado como si nada.
Yo me quedo durante unos minutos allí parada preguntándome si la sonrisa que me ha dedicado al marcharse y que acompañaba a ese “pitufa” ha sido real; y más aún me inquieta la corriente que he sentido al tocarlo, en realidad lo que me inquieta no es la corriente en sí, sino el hecho de que me resultara familiar.