Capítulo 18: Fuerte conexión.
LYDIA
Cuando finalmente el estruendo pasa, siento cómo Dylan afloja la presión sobre mí y aprovecho para girarme y mirarlo pero no alcanzo a ver nada más aparte de sudor en su frente, ya que me vuelve a coger del brazo y comienza a andar en dirección a la puerta.
-¿Qué ha sido eso?- Pregunto mientras salimos de la casa.
Dylan mira hacia un lado y hacia otro comprobando que no hay nadie y luego sigue andando.
-Debemos salir de aquí antes de que llegue la policía- Comenta con los músculos en tensión.
-¿Era una granada?
-No- Contesta rápidamente- Y eso es lo que me preocupa.
-¿El qué?
-Es un artefacto de nuestro planeta- Me explica- Debe de haber alguien que intenta matarnos.
No quiero preguntar por qué, al menos no en este momento en el que estamos expuestos a otro ataque. Recuerdo el grito de Dylan y lo miro, pero en la penumbra de la noche no atisbo nada.
-¿Estás bien?
-Sí- Contesta, pero sé que miente.
Me cuesta seguirle el paso a Dylan, si no fuera porque me lleva agarrada del brazo probablemente me habría quedado rezagada... Un paso suyo equivalen a tres de los míos. A mi mente viene la escena ocurrida hace unos minutos, ¿cómo podía haber pasado todo tan deprisa? ¿Quién era la persona que quería matarnos? ¿Alguien del reino de Dylan? ¿Alguien del mío? Pienso también en el momento que había estado a punto de vivir con Dylan antes de que nos atacaran…Parece un sueño. ¿Me lo había imaginado? Parece todo tan irreal que ya me resulta difícil distinguir la realidad de lo que no lo es.
Llegamos a la playa y Dylan se dirige hacia su coche indicándome que entre. Me monto en el asiento del copiloto y lo observo mientras pone en marcha el coche. Tiene el pelo pegado a las sienes por el sudor y un pequeño arañazo le cruza la mejilla…Pero tiene que haber algo más, el grito que dio en la casa no fue simplemente por la explosión.
-¿Dónde estás herido?- Le pregunto al cabo de un momento.
-Estoy bien- Dice sin mirarme.
Entrecierro los ojos y frunzo el ceño a pesar de que él no me está mirando. Le miro el pecho, no hay rastro de sangre ni de heridas; luego las piernas, más de lo mismo; le miro el brazo derecho y compruebo que tampoco está herido…Así que tiene que ser el izquierdo, el único que no está a la vista. Dylan detiene el coche y me doy cuenta de que ya hemos llegado a la facultad. Me bajo del coche y Dylan me sigue mientras nos adentramos en el campus, donde ya no hay ningún estudiante. Observo a Dylan de reojo mientras busca la tarjeta para abrir la puerta del edificio de habitaciones, está más pálido que hace unos momentos y sigue sudando… ¿Por qué está sudando? Dylan introduce la mano izquierda en el bolsillo de su pantalón para seguir buscando la tarjeta y lo veo hacer una mueca de dolor. ¡Lo sabía!
Me coloco corriendo a su otro lado ignorando su queja y casi me caigo en redondo al ver la profunda herida que tiene en el hombro. Es como si algo al rojo vivo le hubiera perforado la piel, tiene la manga de la camiseta hecha jirones y un reguero de sangre seca en la piel; el hombro, por otra parte, es el que se ha llevado la peor parte…
-Oh, Dios mío…-Murmuro.
Dylan hace ademán de decirme algo, pero el cansancio y el dolor de la herida está patente en su cara y, antes de que pueda hacer o decir algo, se desploma contra mí. Tengo que hacer acopio de toda mi fuerza para no caerme y tirarlo a él conmigo. Como puedo paso su brazo bueno alrededor de mis hombros y saco la tarjeta del bolsillo de su pantalón, luego abro la puerta y entro en el edificio arrastrando conmigo a Dylan. Lo miro y veo que se le están cerrando los ojos y que cada vez le cuesta más andar. Intento recordar dónde estaba su habitación y finalmente la encuentro: Habitación 96. Vuelvo a introducir la tarjeta y la puerta se abre, entro a trompicones y, con todo el cuidado que puedo y sin caerme, tiendo a Dylan en la cama. Está prácticamente inconsciente y el sudor le ha pegado todo el pelo a la frente y al cuello. Me dirijo corriendo al cuarto de baño de la habitación y busco el botiquín de primeros auxilios, cojo las tijeras y las gasas y vuelvo junto a Dylan.
-Eh, Dylan- Lo llamo al ver que tiene los ojos cerrados y que apenas se mueve- ¡Dylan!
Dylan abre un poco los ojos y me mira.
-Sigue despierto, ¿vale?
Cojo las tijeras y siento que me tiemblan las manos… ¡Mierda! ¡Vamos, Lydia! ¡No es momento para ponerse nerviosa ahora! ¡Actúa con mente fría! ¡No dejes que la situación y el pánico puedan contigo! Respiro hondo y le corto la camiseta a Dylan para poder ver mejor la (o las) heridas. Ahogo un grito al ver la magnitud de la herida…Es mucho más grande de lo que pensaba. Tiene la piel del hombro en carne viva y ahora está empezando a salir sangre de nuevo, manchando así la camiseta rota que ha quedado bajo él. Dylan murmura algo, pero no entiendo lo que dice. Lo miro y lo oigo murmurar lo mismo otra vez (sigo sin entenderlo) y luego cierra los ojos.
-Dylan…- Noto el pánico en mi voz- ¡Dylan!
Dylan no abre los ojos y siento que vuelvo a temblar, pero no puedo perder el control. Me inclino sobre él y le agarro la cara con mis manos.
-Dylan… ¡Dylan, por favor!- Siento que estoy al borde las lágrimas- ¡Dylan!
Dylan sigue sin reaccionar y ya no estoy segura de si sigue respirando porque el pecho no le asciende ni le baja. <<No, por favor>>, pienso, <<Él también no>>. Se me nubla la vista y me siento impotente, ¿qué puedo hacer? Recuerdo el cursillo que hice hace dos veranos de primeros auxilios, le tapo la nariz a Dylan con una mano y con la otra le alzo la barbilla antes de llenar mis pulmones de aire y colocar mi boca sobre la suya.
-Vamos…- Vuelvo a hacerle la respiración boca a boca y le presiono el pecho tal y como me enseñaron- ¡Vamos!- Noto cómo una lágrima rueda por mi mejilla al ver que no está dando resultado nada de lo que estoy haciendo.
Miro a mi alrededor sintiéndome inútil e impotente… Dylan no puede morir, ¡no puede morir! ¡Él no! Siento un fuerte dolor en el pecho, similar al que sentí hace dos días cuando Tyler murió, pero éste lleva algo nuevo mezclado, algo que no sé identificar pero que me duele muchísimo. Entonces se me ilumina la mente y sé que lo que estoy a punto de hacer posiblemente no funcione, pero ¿qué otra cosa puedo hacer?
Me siento en la cama de manera que quedo mirando a Dylan y alzo mi mano derecha, inspecciono la palma e inhalo hondo. No sé qué se supone que debo hacer o cómo hacerlo, pero lo único que sí tengo claro es que puedo hacerlo y que lo haré. Llevo mi mano al lugar donde está la herida y la coloco a un palmo de distancia, tal y como vi hacer a Dylan hacía unas horas. Me quedo mirando y veo que no pasa nada… ¡Tiene que funcionar! Pienso Thomas, en el dolor y el cansancio que vi en sus ojos cuando murió Tyler y cuando se enteró de que no era su hermana biológica; pienso en Tessa, sintiéndose culpable por la muerte de mi hermano; en Tyler, muriendo tan joven y sin merecerlo; en mi madre, en Caleb…En Dylan, en ese primer momento que me choqué con él, en las veces que sentí unos ojos que me observaban, en los momentos que me había alborotado el pelo y me había llamado “pitufa”, en cómo me miraba con esos oscuros ojos… En la verdad que me había desvelado y que me había hecho abrir los ojos. No, ¡Dylan no va a morir! En ese momento la palma de mi mano comienza a brillar y casi grito de sorpresa. Siento una oleada de calor recorrerme todo el cuerpo a la vez que la luz se va haciendo cada vez más intensa, veo cómo el cuerpo de Dylan se arquea igual que había hecho el mío en la playa, recibiendo así toda la energía que le estoy aportando. Cuando la luz se debilita me quedo un momento así mirándolo…Sigue inmóvil. El corazón se me contrae ante la idea de pensar que no ha funcionado.
-Dylan…-La voz me tiembla cuando pronuncio su nombre.
Los párpados de Dylan comienzan a abrirse poco a poco y suelto todo el aire que he estado conteniendo sin darme cuenta. Las pupilas casi negras de Dylan encuentran mi rostro y se queda mirándome durante lo que me parece una eternidad. Noto que los ojos me escuecen y sé que estoy a punto de llorar, pero no quiero hacerlo.
-¿Cómo has…?- Empieza a preguntar.
Levanto la palma de la mano y se la enseño.
-Aprendo de ti- Confieso.
Dylan sonríe ampliamente y yo sonrío con él sin poder evitar que mi risa se mezcle con una especie de hipo que he estado conteniendo para no llorar. Dylan se incorpora para sentarse y me atrae hacia él para abrazarme. Intento no llorar, no me gusta que me vean llorar y Dylan puede que sea probablemente la persona que más veces me ha visto hacerlo.
-No me gusta que me vean llorar- Confieso entre hipos.
-Pues a mí me parece que es el único momento en el que te ves más vulnerable…-Confiesa contra mi pelo- Más tierna…-Suspira- Me dan ganas de protegerte.
-Sé cuidarme sola- Intento sonar un poco ofendida, pero más bien sueno como una niña chica enfadada.
Noto el pecho de Dylan vibrar al reírse y me permito pasar mi mano por el lugar del hombro donde antes estaba la herida, ahora sólo hay piel tersa sin señal de ningún rasguño. Noto cómo Dylan se estremece ante mi contacto, ¿qué le pasa? Me doy cuenta de que ya he dejado de llorar, así que alzo la cabeza para mirarlo, sus ojos oscuros se iluminan con lo que parece una pizca de diversión y alza la comisura de la boca en una media sonrisa. ¿A qué viene esa cara de pillín?
-Quiero enseñarte algo- Dice de pronto alzando la palma de su mano hasta que queda frente a mi cara.
-¿Tu mano?- Encarno una ceja.
Dylan suelta una pequeña risa.
-Acerca tu mano- Me indica.
Hago lo que me dice y, cuando nuestras palmas están a medio palmo de distancia, observo asombrada cómo ambas empiezan a brillar con una tonalidad entre celeste y rosa… ¿Qué es eso? Abro la boca, sorprendida ante lo que está pasando y, cuando nuestras palmas terminan de tocarse, la luz se expande en un gran halo de luz a nuestro alrededor levantando una pequeña ráfaga de viento que me echa el pelo (que ya se ha salido de la coleta) hacia atrás. A la vez, siento como una nueva energía me recorre el cuerpo. Cuando miro a Dylan compruebo que está mirándome con una mirada en la que se mezclan la admiración y la paz… ¿Por qué me mira así?
-¿Qué ha sido eso?- Le pregunto.
-No todos los starkianos podemos hacerlo- Confiesa sin separar su mano de la mía- Sólo los que tienen una gran conexión…- Mira nuestras manos y luego entrelaza sus dedos con los míos. Siento que una pequeña descarga eléctrica me recorre desde la punta de los dedos de las manos hasta los dedos de los pies, pero esta vez no tiene nada que ver con una descarga real- No sé por qué nosotros podemos hacerlo- Comenta encogiéndose de hombros- Porque nosotros no tenemos conexión, ¿verdad?- Me mira y sé que su pregunta va con doble intención, pero decido hacerme la tonta. En la vida pienso rebajarme a un tío.
-La vida es curiosa- Es todo lo que digo.
Dylan se queda mirándome un momento y siento que me ruborizo, agradezco que apenas haya luz para que no pueda notarlo. Noto su mano aún aferrada a la mía y, en mi interior, deseo que no la retire.
-¿Por qué has llorado antes?- Me pregunta.
Sé que se refiere al momento en que creía que había muerto.
-No sé a qué te refieres- Miento.
Una sonrisa cruza el rostro de Dylan.
-Cuando me has proporcionado tu energía- Dice- Luego has llorado, ¿por qué? ¿Eran lágrimas de alegría?- Dylan sonríe con autosuficiencia y por un momento tengo el impulso de retirar la mano.
-Más bien de alivio porque no tendría que asistir a otro funeral- Siento una punzada de culpabilidad al hablar de un funeral con tanta facilidad cuando hacía apenas unas horas había asistido al de mi propio hermano.
Dylan debe notar el cambio en mi rostro, ya que dulcifica su expresión.
-Yo no lloraría por ti- Me dice de pronto, ¿a qué viene eso?- Yo mataría a cualquiera que intentara hacerte daño- Dylan se acerca un poco más a mí y siento que se me desboca el corazón, está tan cerca que puedo sentir su aliento al hablar- Y de hecho, estoy dispuesto a hacerlo…
No soy consciente de que se me ha escapado una lágrima (bien por el recuerdo del funeral de mi hermano, bien por haber creído durante un momento que Dylan había muerto o bien por lo que acaba de decir él) hasta que Dylan se inclina y me da un beso en la mejilla para limpiarme la lágrima. Cierro los ojos ante el contacto de sus labios sobre mis mejillas y luego siento cómo sus labios pasan rozándome la comisura de la boca y, finalmente, se posan sobre los míos. Mis labios se separan para recibir el beso que, inconscientemente, llevaba tanto tiempo esperando y anhelando y Dylan me pasa una mano por la cintura para pegarme más a él. Desenlazo su mano de la mía y me agarro a su pelo, notando que es tan suave como parecía, y pego su cara más a la mía. No es que tenga mucha experiencia besando a chicos, de hecho, este es mi primer beso con todas las letras de la palabra, pero estoy segura de que es la clase de beso que dejaría sin sentido a cualquiera. La mano de Dylan que antes entrelazaba la mía se coloca en mi nuca y, con el dedo pulgar, me recorre el contorno de la mandíbula provocándome pequeñas descargas eléctricas conforme lo hace.
Nos separamos un poco para coger aire y Dylan continúa depositando pequeños besos desde la comisura de mi boca hasta llegar a mi cuello. Me aferro con fuerza a su sedoso pelo mientras ahogo un pequeño gemido, nunca me he sentido así por un chico. ¿Acaso estoy enamorada? No, yo no soy una chica que se enamore con facilidad, pero no puedo negar esa fuerte conexión y ese sentimiento tan peculiar y extraño que siento hacia Dylan. La boca de Dylan vuelve en busca de la mía y me permito recorrer su torso desnudo con mis manos, Dylan gime contra mi boca y yo sonrío, parece que le causo el mismo efecto que él me provoca a mí. Finalmente nos separamos cuando ya no nos queda aire en los pulmones, ambos jadeamos.
-Aquí va mi dato de hoy:- Dice sin separarse demasiado- He perdido la cabeza por la hija de los enemigos de mi reino.
-Aquí va mi dato de hoy:- Digo yo mirándolo a los ojos- Esa hija no quiere que te marches nunca.