Capítulo 17: Explosión.
LYDIA
-Para empezar, has dicho que hay dos reinos, ¿por qué uno de ellos no quiere colonizar la Tierra si eso supondría poner a salvo vuestra raza?
-La idea que tienen de colonizar es un poco…dura.
-Con dura quieres decir…violenta.
Dylan asiente.
-Vale…-Ingiero la información y sigo preguntando:- ¿Eres tú? Uno de los descendientes.
Dylan se queda un momento en silencio y finalmente asiente.
-Sí…
Inhalo hondo.
-De acuerdo… ¿Cuál?- Dylan no responde y yo insisto- ¿Cuál?
-Mi misión era abrir el portal.
-¿Lo harás?
Dylan no responde durante un momento, momento en el que contengo la respiración.
-No- Responde al fin- Quiero decir, sí iba a hacerlo pero…No lo haré.
Suelto el aire que he contenido mientras que una gran oleada de tranquilidad se apodera de mí.
-¿Quién es la otra persona?- Pregunto- La que debe cerrar el portal, ¿quién es?
Dylan me mira y veo un atisbo de preocupación en sus ojos.
-Cuando antes me preguntaste que si ese poder servía con todo el mundo te dije que no.
Asiento, ¿a dónde quería ir a parar?
-Sólo funciona con gente que son como yo.
Esa frase se queda flotando en mi mente durante unos minutos. ¿Qué ha dicho? No puede haber querido decir lo que yo creo que ha querido decir, ¿verdad? Es imposible que yo sea…
-No…-Murmuro.
-Por eso tu sangre no es compatible con la de tu familia, por eso Caleb no fue capaz de realizar la transfusión- Dylan me mira durante un momento sin decir nada- Por eso nadie sabía qué era lo que te pasaba.
No digo nada. Sé que todo lo que está diciendo tiene sentido y que probablemente sea verdad pero no quiero creerlo, ¡es imposible!
-No…No es posible.
-Sabes que sí es posible- Insiste- En parte lo que te pasaba era culpa mía.
-¿Qué?
-Tu organismo sabía que era como el mío, funciona más rápido cuando estás cerca de mí aunque tú no te des cuenta- Dylan se sienta a mi lado y siento que me pongo tensa, aunque no sé exactamente cuál es el motivo- Gastas energía más rápido y tu cuerpo no está acostumbrado, por eso los desmayos y la hemorragia de antes.
-¿Desde cuándo lo sabes? ¿Desde cuándo sabes que soy yo?
Dylan suspira.
-Tenía mis dudas desde el momento en que te vi- Reconoce- Vi algo diferente en tus ojos y por eso te estuve observando…
Algo hace clic en mi mente como si la última pieza que faltaba hubiera encajado.
-Eras tú aquella primera noche en la lavandería…
Dylan asiente avergonzado.
-Me encantó ese pijama de Pitufos- Suelta una pequeña risita- Pero luego te veía tan normal, como si todo fuera ajeno para ti…No podías ser tú- Se recuesta en el sofá- Y luego cuando te vi con ese trabajo sobre el Triángulo de las Bermudas perdí el control, volví a pensar que podías ser tú- Frunce el ceño al recordar ese momento- Pero estabas tan perpleja por mi reacción que decidí que era imposible que fueras tú.
-Ese es el punto, ¿no?
Dylan me mira como si no supiera de lo que estoy hablando.
-El Triángulo de las Bermudas, allí es donde se abre el canal, ¿verdad?
Dylan asiente.
-¿Cuándo estuviste seguro de que era yo?
-Esta mañana- Confiesa- Cuando los análisis no dieron explicación y ninguna sangre concordaba con la tuya, entonces lo tuve claro.
-¿Qué pasa si me niego?
-¿A qué te refieres?
-¿Qué pasa si me niego a cerrar ese canal y tú te niegas a abrirlo?
-¿Por qué ibas a negarte?- Dylan me miraba como si hubiera dicho la mayor estupidez de la historia- Eso sólo conseguiría desencadenar una nueva guerra que no tendría solución.
Suspiro y me llevo las manos a la cara.
-Esto no puede estar pasando…-Alzo la cabeza de golpe- Hace tan sólo dos días era una chica normal.
-Tú nunca has sido una chica normal…
Nos quedamos mirando un momento sin decir nada y otra pregunta me asalta.
-¿Por qué?
-¿Qué?
-¿Por qué yo? ¿Por qué seguiste metiéndote en mi vida si creías que no era yo?
Dylan sonríe de medio lado y desvía la mirada.
-No lo sé- Reconoce finalmente- Era la manera en que me mirabas, con…curiosidad. Nadie me había mirado así nunca. Sabía que eras distinta- Se queda un momento callado- Debí matarte desde el primer momento en que te vi y tuve sospechas.
Una corriente helada me recorre la espalda ante el verbo matar.
-Mis órdenes fueron claras: abre el portal y si alguien intenta impedirlo, quítalo del camino, especialmente si es ella.
Siento que me he quedado sin voz, ¿tiene que matarme?
-¿Por qué no lo hiciste?- Mi voz apenas es audible.
-No podía- Niega con la cabeza- Y esta mañana cuando descubrí que tenía razón y que eras tú…Sé que debí hacerlo, pero esa idea ni siquiera se me pasó por la cabeza.
Siento un alivio enorme.
-Por muchas órdenes que tenga de mis padres, yo no estoy de acuerdo con ellos- Se encoge de hombros- No quiero causar el caos en la Tierra, así que no pienso pelear por una cosa en la que no creo- Sonríe y me mira- De hecho, te voy a ayudar a cerrar ese maldito canal.
Siento una alegría y unta ternura tan grande por todo lo que ha dicho Dylan en el último minuto, que lo que hago a continuación ni siquiera lo pienso, paso mis brazos alrededor de su cuello y lo abrazo. Dylan pasa sus brazos alrededor de mi cintura y me pega más a él, inhalo hondo el olor a colonia que desprende y cierro los ojos. Fuera, el reloj del pueblo marca la medianoche, Dylan sonríe contra mi pelo y dice:
-Feliz cumpleaños.
Me separo y lo miro con la boca abierta.
-¿Cómo lo has sabido?
-Te investigué, ya te lo he dicho- Curva la comisura de la boca en una media sonrisa.
-Mayor de edad…-Comento en voz alta.
Dylan me coloca un mechón de pelo detrás de la oreja y siento que el corazón se me dispara.
-¿Sabes que siempre he odiado que los chicos tengan la manía de colocarle el pelo detrás de la oreja a las chicas?- Comento sin poder evitar una sonrisa.
Dylan se echa a reír y me alborota el pelo.
-Eres una pitufa graciosa- Dylan me hinca el dedo en la cintura y doy un bote.
-Ay, no…
Dylan abre mucho los ojos al darse cuenta de uno de mis puntos débiles.
-¿Tienes cosquillas?
-¡No!- Miento.
-¿Ah, no?- Dylan entrecierra los ojos y comienza a hacerme cosquillas.
-¡No, por favor!
Comienzo a reírme a carcajada limpia e intento defenderme, pero las cosquillas pueden conmigo. Oigo la risa de Dylan a través de mis carcajadas y siento que me va a dar un infarto de un momento a otro si sigo riéndome. Dylan está apoyando todo su peso sobre el brazo derecho, así que le doy un golpe en éste haciendo que pierda el equilibrio y que caiga encima de mí en el sofá. La risa pasa de golpe al darme cuenta de la situación en la que estamos. La única luz que tenemos es la de la luna y las estrellas que entran a través de las cortinas de la ventana y hacen que el pelo de Dylan parezca una cortina de seda…Lucho contra el impulso de alzar la mano y tocarle el pelo y comprobar si es verdad que es suave. Dylan no se aparta de encima de mí y noto cómo el pecho de ambos sube y baja con rapidez. En apenas un abrir y cerrar de ojos noto más cerca el aliento de Dylan, que ahora me golpea en la mejilla. Intento ignorar la manada de elefantes que vuelvo a sentir en la barriga y también el calor que me está entrando, ¿va a besarme? Sí, claro que va a hacerlo. El estómago se me contrae ante esa idea y el corazón me da un salto, quiero alzar las manos y rodearle el cuello para cerrar la poca distancia que queda entre los dos, pero me contengo. La nariz de Dylan roza con la mía y mis labios se separan instintivamente para recibir el beso…
Pero ese beso no llega a producirse. Un estruendo hace que ambos nos separemos y miremos hacia el suelo, donde un objeto acaba de romper el cristal de la ventana y ha aterrizado ahí. ¿Qué es? Parece una bola de metal con tres puntitos de luz roja que parpadean cada vez más rápido. Dylan parece darse cuenta de lo que es antes que yo.
-¡Corre!- Me grita mientras me levanta de un tirón del sofá y me empuja hacia delante.
Echo a correr, pero no sé exactamente hacia dónde debo ir, ¿la calle? ¿Otra habitación? Escucho un suave pitido procedente de la salita y lo siguiente sucede muy deprisa. Dylan me agarra por el brazo y me coloca delante de él mientras se inclina sobre mí para protegerme con su cuerpo, a la vez que llegamos a las escaleras y nos escondemos detrás…Pero no llegamos lo suficientemente rápido. Se oye una explosión procedente de la salita y veo cómo cientos de astillas y trozos de cristal y madera salen disparados hacia nosotros. Oigo un grito de dolor procedente de Dylan justo cuando nos escondemos detrás de la escalera, pero me tiene sujeta con tanta fuerza que no puedo girarme para mirar qué le ha sucedido.