Capítulo 1: Nueva vida en Strife Hill.
LYDIA
-Prométeme que te cuidarás- Me susurra mi madre en el oído mientras me abraza con fuerza.
Asiento contra el hueco que hay entre su cuello y su hombro, sé que si hablo se me quebrará la voz y comenzaré a llorar y eso es lo último que quiero.
Mi madre se separa de mí y abraza a mi hermano.
-Cuídala, machote- Veo cómo mi madre sonríe, pero hay lágrimas en sus ojos.
Odio las despedidas…
-Tranquila, nos tendrá a Thomas y a mí para ella sola- Tyler intenta hacer una broma para hacer la situación más llevadera.
Mi madre sonríe y se limpia las lágrimas.
-Vamos, Lydia. Es hora de embarcar- Tyler me coge con delicadeza por el brazo.
Dejo que Tyler tire de mí hacia la puerta de embarque pero miro por encima del hombro a mi madre que sigue allí de pie dedicándonos una última mirada. La voy a echar mucho de menos, jamás me he separado más de una semana de su lado y esta nueva aventura va a resultarme muy dura.
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-Estaremos en Florida en poco tiempo- Me dice mi hermano mientras nos abrochamos los cinturones del avión.
-Eso es lo que me preocupa…-Digo sinceramente.
Tyler me abraza mientras suelta una carcajada.
-¡Ay, mi pequeñina!
Sonrío. Aunque sólo sea un año mayor que yo, Tyler me trata como si fuera un peluchito o algo así. ¡Y ya no hay nada que decir de Thomas! Él me trata como si fuera una muñequita de porcelana que se puede romper de un momento a otro. Digamos que eso es lo que tiene ser la menor de tres hermanos siendo, además, la única mujer; pero no me quejo, los quiero demasiado. Cuando éramos pequeños, Thomas solía bromear diciendo que yo era adoptaba porque no me parezco a ellos ni a mi madre en nada. Si sus ojos son azules, los míos son negros; si sus pieles están bronceadas, la mía es blanca…Lo único que tengo en común con alguno de ellos es el color de pelo, Thomas y yo lo tenemos castaño mientras que mamá y Tyler lo tienen rubio. Os preguntaréis por qué no hablo de mi padre, bueno, él era militar y murió hacía ya dos años en combate. No me gusta hablar de él porque entonces comienzo a llorar y yo odio llorar. Pero bueno, os contaré algo de él: el nombre de mi padre era Lewis Anthony Hall y era un hombre cariñoso y valiente; se dedicó toda su vida a enseñarnos defensa personal a mis hermanos y a mí, y he de reconocer que aunque al principio no me hacía demasiada gracia tener que practicar eso, pronto le cogí el gustillo. Recuerdo el día que nos dieron la noticia de la muerte de mi padre: mamá, Tyler y yo estábamos en casa preparando un pastel cuando un militar llegó a entregarnos el sobre donde estaba escrito con todo detalle su muerte…Ninguno de los tres podíamos parar de llorar. Más tarde mamá llamó a Thomas, que ya estaba estudiando en Florida, y le comunicó la noticia. 2012 fue el peor año de nuestras vidas…
Cuando despegamos y nos indican que ya podemos quitarnos el cinturón de seguridad, me coloco los cascos. Tyler ha cogido su móvil y está viendo unos videos que se descargó ayer, así que me recuesto contra la ventanilla y escucho cómo empieza a sonar “Don’t forget to remember me” de Carrie Underwood…Genial, no podía ser otra canción.
We were loading up that Chevy
Both trying not to cry
Momma kept on talking
Putting off goodbye
Then she took my hand and said
“Baby, don’t forget…”
Noto cómo se me llenan los ojos de lágrimas y pestañeo varias veces para evitar llorar. Finalmente decido cambiar la canción a otra más alegre, decido dejar la de “One night only” de Beyoncé y, entre la letra de la canción y el paisaje de Portland que desaparece bajo mis pies, me quedo dormida.
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Me despierta una mano que me zarandea: Tyler. Están anunciando que vamos a aterrizar, así que me abrocho el cinturón y apago el reproductor de música. Miro por la ventanilla y veo cómo la ciudad de Florida se va acercando cada vez más hacia nosotros (o nosotros hacia ella en realidad). En cuestión de minutos dará comienzo nuestra nueva vida…
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-Se supone que iba a estar aquí esperándonos- Comenta Tyler cuando salimos del aeropuerto. Estamos a 31 de agosto y en Florida el calor es insoportable.
-¡¿Dónde están los mejores hermanos del mundo?!
Nos giramos al reconocer a esa voz grave y familiar. Thomas se acerca a nosotros corriendo y nos abraza antes de darnos tiempo a reaccionar.
-Ya pensaba que nos habías dejado tirados- Dice Tyler cuando Thomas nos suelta.
-Serás tonto- Thomas le da una colleja cariñosa a Tyler- ¿Cómo me voy a olvidar de vosotros?- Me mira y sonríe- Sobre todo de mi muñequita- Thomas me coge y me alza del suelo mientras me da un abrazo de oso. ¡Cómo lo había echado de menos en este último año!- ¡Estás guapísima! ¿Cuántos novios has tenido en el último año?
-Sabes que yo nunca me echaré novio, Tommy- Le digo recordando nuestra broma- Siempre seré tu pequeña muñequita.
Thomas sonríe y da una palmada.
-Esa es mi chica- Coge mi maleta y comienza a andar- Seguidme, tengo el coche aparcado cerca.
-¿Y mi maleta no la coges?- Pregunta Tyler.
Thomas, que ya ha empezado a andar, alza la mano y le enseña el dedo corazón sin detenerse, hecho que me arranca una risa.
Durante todo el trayecto hablamos de cómo está mamá y cómo hemos estado todos en general. Luego, Thomas nos explica cómo es la vida en Strife Hill y cómo es la universidad. Thomas tiene veintidós años y este es su último año en la facultad de Psicología, así que ya es un veterano. Siendo sincera, si no fuera mi hermano me buscaría cualquier trastorno con tal de que él fuera mi psicólogo, no me extrañaría que más de una chica lo hiciera.
-¿Qué ha pasado con Alice?- Pregunto al recordar a su última novia, de la cual no nos habla desde hace meses.
-La dejé- Lo veo encogerse de hombros- Lo nuestro no iba a ningún sitio.
Pienso en la cantidad de novias que ha tenido Thomas y sólo soy capaz de recordar a las cinco últimas: Esther, Nina, Cora, Lana, Claire y Alice. Suspiré y sonreí, mi hermano era un caso. Tyler siempre le había guardado un poco de envidia porque no ligaba ni la mitad que él, aunque no sabía por qué, aunque Tyler no era tan alto ni tan fuerte como Thomas, no era feo… ¡Para nada!
-¿Verdad, Lydia?
Me doy cuenta de que he estado distraída y de que, por lo visto, Tyler me ha hecho una pregunta.
-¿Qué?
-Que has prometido que me enseñarás a surfear- Repite.
Río. Tiene razón. El año pasado me apunté a un cursillo de surf y se me dio bastante bien, Tyler me hizo prometerle que le enseñaría a surfear en la semana que teníamos libre antes de empezar las clases en la universidad. Doy gracias, por centésima vez, a que las facultades de mis hermanos estén cerca de la mía: Periodismo; y doy gracias también a que por fin, tras un año de trabajos intermitentes por aquí y por allá, Tyler se haya decidido a venir a la universidad, concretamente se ha decantado por la facultad de Matemáticas, es un friki.
-Bueno, hermanitos- Dice Thomas- Bienvenidos a Strife Hill.
Miro por la ventanilla y veo un cartel un poco desgastado donde se puede leer: “Bienvenido a Strife Hill, el paraíso de las olas”. Me contengo por soltar una carcajada, todo el mundo sabe que las mejores olas están en Australia, no en un pueblucho cutre de Florida.
-La primera parada es la tuya, Lydia- Me comunica Thomas- Instálate en el edificio y avísanos luego para que pasemos a por ti y vayamos a cenar algo.
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Me bajo del coche de Thomas y me quedo de pie en la acera hasta que veo el coche desaparecer tras una curva. Dejo la maleta grande en el suelo y me arrodillo para abrir la de mano y sacar la carpeta donde llevo todos los papeles que tengo que entregar. Vuelvo a cerrar la maleta y comienzo mi camino hacia la entrada de la facultad. En ese momento, un chico montado en una bicicleta pasa justo por delante de mí y casi me lleva por delante.
-¡Eh!- Gritó aunque sé que ya no puede oírme- ¡Mira por dónde vas, imbécil!
Me vuelvo a girar con muy mala leche para seguir mi camino y me choco de lleno con otra persona, haciendo que se me caigan todos los papeles por la acera.
-Perdón- Digo mientras me agacho a recoger los papeles.
Alzo la cabeza al ver que la otra persona ni se ha ido ni se ha agachado a ayudarme, simplemente sigue ahí de pie. Es un chico, quizás un año o dos mayor que yo, y me mira como si el chocarse conmigo y que se me caigan los papeles fuera lo más normal del mundo. Estoy a punto de abrir la boca y preguntarle que qué hace ahí parado cuando pasa por mi lado y se marcha como si nada hubiera pasado.