Capítulo
3
Sylvia POV
-Esperamos que tengáis una buena estancia aquí- Dijo Vanessa mientras caminábamos por el pasillo.
-Gracias- Dije al ver que Peter no contestaba.
-Tranquilos- Vanessa sonrió- No vamos a preguntaros por qué estáis aquí ni que suceso ha sido el que os ha marcado.
Agradecí que dijera eso, ya que hizo que la tensión desapareciera un poco.
-Supongo que Sarah no hará que empecéis las clases hoy- Fue Vincent el que habló- Así que aprovechad para deshacer vuestra maleta y para poneros al día.
-Conoceréis a un montón de gente aquí- Vanessa hablaba feliz, como si le gustara estar allí.
-¿No sois demasiado mayores para estar en el instituto?- La pregunta salió de mi boca antes de que pudiera evitarlo.
Vanessa y Vincent se echaron a reír.
-Tienes razón- Contestó Vincent- Yo tengo veintidós años y Vanessa veintiuno.
-¿Entonces qué hacéis aquí?- Inquirió Peter.
-Nos gusta estar aquí- Vanessa se encogió de hombros- Somos los encargados de ayudar a los alumnos que tienen problemas o dudas o…Cualquier cosa.
-A cambio nos pagan- Siguió Vincent.
-Digamos que somos algo así como los “delegados” de los chicos y de las chicas y también una especie de tutores de apoyo.
-Ah…-Fue lo único que dije.
-Aquí nos toca despedirnos- Anunció Vincent.
Miré a Peter, que me estaba mirando, y le sonreí. Nos veríamos luego.
*****************
Mi habitación era más o menos lo que me esperaba. Una habitación pequeña con lo necesario y básico. Justo al entrar por la puerta podías apreciar a la izquierda una pequeña papelera de metal, seguida de un escritorio de madera sobre el que se apilaban un montón de libros, libretas y bolígrafos. A la derecha se encontraba el armario, no era ni grande ni pequeño, lo suficientemente espacioso para una sola persona. Justo en frente de la puerta se hallaba una ventana con persiana y una cama de medio cuerpo cubierta con una colcha color marrón chocolate. Justo a la derecha de la cama se encontraba una pequeña mesita de noche con una lamparita.
Cerré la puerta tras de mí y comencé a sacar las cosas de la maleta. Mi mochila, mi neceser, pantalones vaqueros, leggins, jerseys de cuello vuelto, botas, botines, converses, chaquetas… ¿Un vestido? ¿Qué hacía un vestido dentro de mi maleta? Recordaba habérmelo comprado a principio de temporada cuando fui de compras con mi madre. Me lo compré con la excusa de ponérmelo cuando saliera con mis amigos en Navidad, pero ahora… Tragué saliva y lo guardé en el armario junto al resto de la ropa. Me dirigí al escritorio y comencé a mirar los libros: Inglés, Filosofía, Historia, Matemáticas… Los ordené en los cajones del escritorio.
Salí de la habitación e intenté recordar dónde estaba el servicio. Vanessa me había indicado que estaba justo al girar a la derecha. Seguí sus indicaciones y llegué a éste sin ningún problema. Me dirigí al lavabo y me eché un poco de agua en la cara, luego me miré en el espejo e hice una mueca. Después de la noche de Halloween me corté el pelo y ahora lo llevaba por encima de los hombros en una melena castaña que estaba totalmente espelucada. Intenté arreglar mi desastroso pelo con los dedos como pude, pero no logré mejorarlo demasiado, así que decidí hacerme dos coletas bajas y dejarme el flequillo, que estaba cortado de forma ovalada, libre. Tenía las mejillas más sonrosadas de lo habitual, recordé a un amigo que tenía en primaria cuando vivía en España que solía decir que mis mejillas eran del color del culito de un bebé. Tenía dos medias lunas grisáceas bajo los ojos color negro. La gente solía sorprenderse del color tan oscuro que tenían mis ojos, ya que era muy difícil encontrar a alguien con los ojos completamente negros. Sonreí mirando el espejo intentando agradarme a mí misma, pero no lo conseguí. Tenía un aspecto horrible…
Volví a entrar en mi habitación y me tendí en la cama mientras sacaba el móvil del bolsillo de mi chaqueta vaquera. No tenía ningún what’s up de nadie. Justo en ese momento, como si alguien me estuviera observando y viendo mi cara de decepción, un mensaje llegó a mi móvil. Era de Peter. Sonreí y leí su what’s up:
-¿Qué tal tu habitación?
Comencé a escribir una respuesta:
-Normal, ¿y la tuya?
Su respuesta no tardó en llegar:
-Demasiado pequeña… ¿Has visto el pedazo de tocho de Matemáticas?
Solté una carcajada al ver el emoticono de una carita de horror en la pantalla.
-Anímate, ¡es nuestro último año!
Entonces me sentí culpable. Estábamos hablando como si nada hubiera pasado, como si nuestros amigos no hubieran… Cerré los ojos con fuerza e intenté convencerme a mí misma de que no teníamos la culpa de nada y de que ambos teníamos que seguir con nuestras vidas. Abrí los ojos al sentir vibrar el móvil de nuevo.
-¿Sabes dónde está la biblioteca?
-Síp.
Recordaba haber pasado por la puerta cuando Vanessa y Vincent nos guiaban por el centro.
-¿Nos vemos ahí en diez minutos? Sabes que soy demasiado vago para seguir escribiendo…
Sonreí y contesté:
-D’accord!
Guardé el móvil en mi bolsillo y salí de mi habitación cerrándola con llave. Mientras caminaba por el pasillo me percaté de que aún no me había encontrado a ningún otro alumno. ¿Sería verdad que todos estaban estudiando y haciendo deberes? ¿Tan aplicados eran? Entonces miré por una de las ventanas del pasillo y vi a un chico en chándal corriendo por los alrededores del instituto, ¿sería un alumno? No pude verlo bien, pero aprecié que tenía el pelo corto y moreno y su piel estaba bastante bronceada a pesar de estar casi en invierno.
Seguí andando y llegué a la biblioteca. La verdad es que esperaba encontrarme a algún alumno allí estudiando, pero la biblioteca estaba igual de desierta que el resto del instituto. Entré y comencé a observar la estancia, estaba llena de estanterías y estanterías llenas de millones y millones de libros.
-Ts- Oí que alguien me llamaba.
Me giré y me encontré con una chica que me observaba desde lo que parecía ser el mostrador de la biblioteca. Era igual de bajita que yo y tenía el pelo largo y rubio recogido en una coleta. Parecía tener más o menos mi misma edad. Me sonrió de manera amigable y no pude evitar devolverle la sonrisa.
-Hola- Dije- Pensaba que este instituto estaba desierto.
-Es que la mayoría están estudiando para los exámenes de esta semana y el resto están haciendo el gandul por algún rincón del instituto- La chica salió de detrás del mostrador y de pronto sentí una envidia inminente, tenía un cuerpo perfecto. Llevaba un jersey color agua marina que se ajustaba a su silueta y resaltaba aún más el color azul de sus ojos- Me llamo Hayley, Hayley Chandler- Hayley extendió la mano y yo se la estreché intentando ignorar la punzada de envidia que sentía hacia ella.
-Yo soy Sylvia, Sylvia Swan.
-Bonito nombre- Hayley sonrió.
-Gracias- Se hizo un momento de silencio- ¿Y qué hacías detrás de ese mostrador?
-Oh- Hayley se echó a reír- Soy la encargada de la biblioteca.
-Ah…-Eso lo explicaba todo.
-¿Qué tal tu primera visita por el centro? Dicen que ha venido un chico contigo.
La miré extrañada, ¿cómo sabía ella eso?
-Sarah nos informó de vuestra llegada- Dijo respondiendo a mi pregunta mental- Entonces, ¿es cierto?
-Sí, él…- En ese momento se abrió la puerta de la biblioteca y entró Peter- Está justo ahí.
Hayley se giró para ver a Peter mientras éste se acercaba a nosotras.
-Hola- Me saludó.
-Hola- Dije- Peter, esta es Hayley.
Peter miró a Hayley y está lo saludó agitando la mano en el aire con una sonrisa tonta en la cara, pero Peter pareció no percatarse de eso, ya que volvió a centrar su atención en mí.
-Traigo el libro de Filosofía- Me dijo enseñándome un libro que antes no me había dado cuenta que traía.
-¿Qué?- ¿Por qué traía eso?
-He estado hablando con Vincent y me ha dicho que en tres días tenemos examen de Platón- Me explicó encogiéndose de hombros- Ambos sabemos que eres una friki de la filosofía.
Puse los ojos en blanco y miré a Hayley, que seguía mirando embobada a Peter.
-De acuerdo- Cedí.
-Genial- Peter comenzó a andar hacia una de las mesas y se sentó.
-Nos vemos luego, Hayley- Me despedí mientras me acercaba a Peter y me sentaba en frente de él.
-A ver…-Peter abrió el libro y me lo pasó- ¿Qué significa ese texto?
Comencé a leer el fragmento de “El mito de la caverna” al que se refería Peter. Era la parte en la que los prisioneros son liberados de las cadenas.
-Significa que los prisioneros son liberados de su ignorancia- Dije- Es el momento en que empiezan a descubrir que las sombras son sólo un reflejo de los objetos reales, haciendo referencia así a la teoría de los dos mundos.
-Joder…-Peter me miró asombrado- Anda que lo has pensado mucho.
-¿Qué puedo decir? Soy especial- Sonreí y Peter me devolvió la sonrisa.
-Voy a apuntarlo antes de que se me olvide.
Mientras Peter apuntaba lo que acababa de explicarle me fijé en él. Era normal que Hayley se hubiera quedado mirándolo embobada, Peter no era para nada feo, al contrario, era muy guapo. Tenía el pelo castaño revuelto y algunos mechones le caían sobre la frente y cada vez que sonreía no podías evitar sonreír con él. Y luego estaban esos ojos azules que a todo el mundo le encantaban. ¡Y cómo olvidar ese adorable acento británico!
-Listo- Dijo felizmente mientras cerraba el libro y yo salía de mis pensamientos- ¿Qué hacemos ahora?
Miré a Hayley que nos observaba disimuladamente desde detrás del mostrador. Me pregunté por qué Peter no se había fijado en ella, obviamente era la clase de chica que le gusta a todo el mundo.
-¿Qué pasa?- Peter siguió el recorrido de mi mirada y vio a Hayley.
-Nada- Contesté finalmente- Entonces, ¿qué hacemos?
Sylvia POV
-Esperamos que tengáis una buena estancia aquí- Dijo Vanessa mientras caminábamos por el pasillo.
-Gracias- Dije al ver que Peter no contestaba.
-Tranquilos- Vanessa sonrió- No vamos a preguntaros por qué estáis aquí ni que suceso ha sido el que os ha marcado.
Agradecí que dijera eso, ya que hizo que la tensión desapareciera un poco.
-Supongo que Sarah no hará que empecéis las clases hoy- Fue Vincent el que habló- Así que aprovechad para deshacer vuestra maleta y para poneros al día.
-Conoceréis a un montón de gente aquí- Vanessa hablaba feliz, como si le gustara estar allí.
-¿No sois demasiado mayores para estar en el instituto?- La pregunta salió de mi boca antes de que pudiera evitarlo.
Vanessa y Vincent se echaron a reír.
-Tienes razón- Contestó Vincent- Yo tengo veintidós años y Vanessa veintiuno.
-¿Entonces qué hacéis aquí?- Inquirió Peter.
-Nos gusta estar aquí- Vanessa se encogió de hombros- Somos los encargados de ayudar a los alumnos que tienen problemas o dudas o…Cualquier cosa.
-A cambio nos pagan- Siguió Vincent.
-Digamos que somos algo así como los “delegados” de los chicos y de las chicas y también una especie de tutores de apoyo.
-Ah…-Fue lo único que dije.
-Aquí nos toca despedirnos- Anunció Vincent.
Miré a Peter, que me estaba mirando, y le sonreí. Nos veríamos luego.
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Mi habitación era más o menos lo que me esperaba. Una habitación pequeña con lo necesario y básico. Justo al entrar por la puerta podías apreciar a la izquierda una pequeña papelera de metal, seguida de un escritorio de madera sobre el que se apilaban un montón de libros, libretas y bolígrafos. A la derecha se encontraba el armario, no era ni grande ni pequeño, lo suficientemente espacioso para una sola persona. Justo en frente de la puerta se hallaba una ventana con persiana y una cama de medio cuerpo cubierta con una colcha color marrón chocolate. Justo a la derecha de la cama se encontraba una pequeña mesita de noche con una lamparita.
Cerré la puerta tras de mí y comencé a sacar las cosas de la maleta. Mi mochila, mi neceser, pantalones vaqueros, leggins, jerseys de cuello vuelto, botas, botines, converses, chaquetas… ¿Un vestido? ¿Qué hacía un vestido dentro de mi maleta? Recordaba habérmelo comprado a principio de temporada cuando fui de compras con mi madre. Me lo compré con la excusa de ponérmelo cuando saliera con mis amigos en Navidad, pero ahora… Tragué saliva y lo guardé en el armario junto al resto de la ropa. Me dirigí al escritorio y comencé a mirar los libros: Inglés, Filosofía, Historia, Matemáticas… Los ordené en los cajones del escritorio.
Salí de la habitación e intenté recordar dónde estaba el servicio. Vanessa me había indicado que estaba justo al girar a la derecha. Seguí sus indicaciones y llegué a éste sin ningún problema. Me dirigí al lavabo y me eché un poco de agua en la cara, luego me miré en el espejo e hice una mueca. Después de la noche de Halloween me corté el pelo y ahora lo llevaba por encima de los hombros en una melena castaña que estaba totalmente espelucada. Intenté arreglar mi desastroso pelo con los dedos como pude, pero no logré mejorarlo demasiado, así que decidí hacerme dos coletas bajas y dejarme el flequillo, que estaba cortado de forma ovalada, libre. Tenía las mejillas más sonrosadas de lo habitual, recordé a un amigo que tenía en primaria cuando vivía en España que solía decir que mis mejillas eran del color del culito de un bebé. Tenía dos medias lunas grisáceas bajo los ojos color negro. La gente solía sorprenderse del color tan oscuro que tenían mis ojos, ya que era muy difícil encontrar a alguien con los ojos completamente negros. Sonreí mirando el espejo intentando agradarme a mí misma, pero no lo conseguí. Tenía un aspecto horrible…
Volví a entrar en mi habitación y me tendí en la cama mientras sacaba el móvil del bolsillo de mi chaqueta vaquera. No tenía ningún what’s up de nadie. Justo en ese momento, como si alguien me estuviera observando y viendo mi cara de decepción, un mensaje llegó a mi móvil. Era de Peter. Sonreí y leí su what’s up:
-¿Qué tal tu habitación?
Comencé a escribir una respuesta:
-Normal, ¿y la tuya?
Su respuesta no tardó en llegar:
-Demasiado pequeña… ¿Has visto el pedazo de tocho de Matemáticas?
Solté una carcajada al ver el emoticono de una carita de horror en la pantalla.
-Anímate, ¡es nuestro último año!
Entonces me sentí culpable. Estábamos hablando como si nada hubiera pasado, como si nuestros amigos no hubieran… Cerré los ojos con fuerza e intenté convencerme a mí misma de que no teníamos la culpa de nada y de que ambos teníamos que seguir con nuestras vidas. Abrí los ojos al sentir vibrar el móvil de nuevo.
-¿Sabes dónde está la biblioteca?
-Síp.
Recordaba haber pasado por la puerta cuando Vanessa y Vincent nos guiaban por el centro.
-¿Nos vemos ahí en diez minutos? Sabes que soy demasiado vago para seguir escribiendo…
Sonreí y contesté:
-D’accord!
Guardé el móvil en mi bolsillo y salí de mi habitación cerrándola con llave. Mientras caminaba por el pasillo me percaté de que aún no me había encontrado a ningún otro alumno. ¿Sería verdad que todos estaban estudiando y haciendo deberes? ¿Tan aplicados eran? Entonces miré por una de las ventanas del pasillo y vi a un chico en chándal corriendo por los alrededores del instituto, ¿sería un alumno? No pude verlo bien, pero aprecié que tenía el pelo corto y moreno y su piel estaba bastante bronceada a pesar de estar casi en invierno.
Seguí andando y llegué a la biblioteca. La verdad es que esperaba encontrarme a algún alumno allí estudiando, pero la biblioteca estaba igual de desierta que el resto del instituto. Entré y comencé a observar la estancia, estaba llena de estanterías y estanterías llenas de millones y millones de libros.
-Ts- Oí que alguien me llamaba.
Me giré y me encontré con una chica que me observaba desde lo que parecía ser el mostrador de la biblioteca. Era igual de bajita que yo y tenía el pelo largo y rubio recogido en una coleta. Parecía tener más o menos mi misma edad. Me sonrió de manera amigable y no pude evitar devolverle la sonrisa.
-Hola- Dije- Pensaba que este instituto estaba desierto.
-Es que la mayoría están estudiando para los exámenes de esta semana y el resto están haciendo el gandul por algún rincón del instituto- La chica salió de detrás del mostrador y de pronto sentí una envidia inminente, tenía un cuerpo perfecto. Llevaba un jersey color agua marina que se ajustaba a su silueta y resaltaba aún más el color azul de sus ojos- Me llamo Hayley, Hayley Chandler- Hayley extendió la mano y yo se la estreché intentando ignorar la punzada de envidia que sentía hacia ella.
-Yo soy Sylvia, Sylvia Swan.
-Bonito nombre- Hayley sonrió.
-Gracias- Se hizo un momento de silencio- ¿Y qué hacías detrás de ese mostrador?
-Oh- Hayley se echó a reír- Soy la encargada de la biblioteca.
-Ah…-Eso lo explicaba todo.
-¿Qué tal tu primera visita por el centro? Dicen que ha venido un chico contigo.
La miré extrañada, ¿cómo sabía ella eso?
-Sarah nos informó de vuestra llegada- Dijo respondiendo a mi pregunta mental- Entonces, ¿es cierto?
-Sí, él…- En ese momento se abrió la puerta de la biblioteca y entró Peter- Está justo ahí.
Hayley se giró para ver a Peter mientras éste se acercaba a nosotras.
-Hola- Me saludó.
-Hola- Dije- Peter, esta es Hayley.
Peter miró a Hayley y está lo saludó agitando la mano en el aire con una sonrisa tonta en la cara, pero Peter pareció no percatarse de eso, ya que volvió a centrar su atención en mí.
-Traigo el libro de Filosofía- Me dijo enseñándome un libro que antes no me había dado cuenta que traía.
-¿Qué?- ¿Por qué traía eso?
-He estado hablando con Vincent y me ha dicho que en tres días tenemos examen de Platón- Me explicó encogiéndose de hombros- Ambos sabemos que eres una friki de la filosofía.
Puse los ojos en blanco y miré a Hayley, que seguía mirando embobada a Peter.
-De acuerdo- Cedí.
-Genial- Peter comenzó a andar hacia una de las mesas y se sentó.
-Nos vemos luego, Hayley- Me despedí mientras me acercaba a Peter y me sentaba en frente de él.
-A ver…-Peter abrió el libro y me lo pasó- ¿Qué significa ese texto?
Comencé a leer el fragmento de “El mito de la caverna” al que se refería Peter. Era la parte en la que los prisioneros son liberados de las cadenas.
-Significa que los prisioneros son liberados de su ignorancia- Dije- Es el momento en que empiezan a descubrir que las sombras son sólo un reflejo de los objetos reales, haciendo referencia así a la teoría de los dos mundos.
-Joder…-Peter me miró asombrado- Anda que lo has pensado mucho.
-¿Qué puedo decir? Soy especial- Sonreí y Peter me devolvió la sonrisa.
-Voy a apuntarlo antes de que se me olvide.
Mientras Peter apuntaba lo que acababa de explicarle me fijé en él. Era normal que Hayley se hubiera quedado mirándolo embobada, Peter no era para nada feo, al contrario, era muy guapo. Tenía el pelo castaño revuelto y algunos mechones le caían sobre la frente y cada vez que sonreía no podías evitar sonreír con él. Y luego estaban esos ojos azules que a todo el mundo le encantaban. ¡Y cómo olvidar ese adorable acento británico!
-Listo- Dijo felizmente mientras cerraba el libro y yo salía de mis pensamientos- ¿Qué hacemos ahora?
Miré a Hayley que nos observaba disimuladamente desde detrás del mostrador. Me pregunté por qué Peter no se había fijado en ella, obviamente era la clase de chica que le gusta a todo el mundo.
-¿Qué pasa?- Peter siguió el recorrido de mi mirada y vio a Hayley.
-Nada- Contesté finalmente- Entonces, ¿qué hacemos?