Capítulo
17
Sylvia POV
-Odio reconocerlo- Dijo Peter mientras se sentaba a mi lado en el césped- Pero parece que ese odioso de Neal te ha enseñado algún que otro truco para besar.
-¡Neal no me ha enseñado nada!- Protesté ofendida.
-Vale, lo siento- Se disculpó Peter sonriendo.
-Ni siquiera sé cómo besa- Confesé más para mí que para él.
Peter me miró con los ojos abiertos como platos.
-¿Qué…has dicho?- Su voz sonaba sorprendida, pero había algo más, ¿miedo?
-Que…-No sabía si era buena idea repetirlo- nunca me ha besado.
-¿Estás diciendo que lo que me dijiste antes era mentira?- Peter parecía al borde de un ataque de nervios, ¿qué le pasaba?
Yo asentí avergonzada.
-¡¿Por qué hiciste eso, Sysi?!
-¿Quieres calmarte? Tampoco es para tanto…
-¿Qué no es para tanto?- Peter se tapó la cara con las manos intentando calmarse- Sylvia, ¿me estás diciendo que tu primer beso fue…?
-Sí- Le contesté antes de que acabara la pregunta.
-¿Por qué fuiste tan idiota?
Abrí los ojos como platos.
-¿Qué?
-¿El recuerdo que vas a tener de tu primer beso es…el de ese momento?- Peter se estaba poniendo rojo como un tomate- ¡Si lo hubiera sabido no me habría abalanzado así sobre ti, Sylvia!
¿En serio estaba cabreado por eso? ¿Porque no quería que el recuerdo de mi primer beso fuera un ataque desesperado y salvaje? Me eché a reír sin poder evitarlo y Peter me miró atónito.
-¿Y ahora por qué te ríes, Swan?- Había momentos en los que Peter también me llamaba por mi apellido, sólo aquellos en los que estaba de cachondeo y con ganas de diversión.
-Porque te ves tan gracioso cabreándote por tonterías…-Seguí riéndome.
-¿Te parece una tontería? Tu primer beso debería haber sido algo especial, algo…
Me incorporé y le puse un dedo en los labios, haciéndolo callar.
-Fue perfecto- Dije sinceramente- Es cierto que después lo pasé mal porque no entendía bien lo que había pasado y también es cierto que te odiaba y te quería a partes iguales, pero…-Pensé las palabras adecuadas- Pero lo necesitaba.
-¿Qué?- Peter no comprendía a dónde quería llegar a parar.
-Si eso no hubiera pasado seguramente seguiría sin saber que estaba enamorada de ti- Dije sinceramente- Eso me sirvió para abrirme los ojos.
Peter me miró durante un momento y luego se acercó a mí para cogerme la mano y llevársela al corazón.
-¿Sientes eso?
El corazón de Peter latía a toda velocidad.
-Late así cada vez que estoy cerca de ti.
Lo miré llena de emoción, era lo más bonito que me habían dicho nunca. ¿Por qué decían las chicas siempre que Peter era un asqueroso y un depravado? Conmigo nunca había sido así, era mi mejor amigo. Era el Peter que yo conocía y sabía que era realmente.
-¿Y qué se supone que tengo que responderte ahora?
Peter se echó a reír y se dejó caer en el césped, sabía que a Peter siempre le había gustado de mí mi espontaneidad y claridad a la hora de hablar. Aún podía oír la música de fondo. Me tendí a su lado y miré hacia el cielo mientras pensaba, la música que sonaba la reconocí como "Everybody wants to rule the world" de Lorde. Entonces una pregunta asaltó a mi mente, una pregunta que me inquietaba bastante.
-Esto no va a funcionar, lo sabes, ¿verdad?
Peter giró la cara para mirarme.
-¿A qué te refieres?
-A nosotros- Suspiré resignada- Somos enemigos naturales, ¿recuerdas?
-Tú eras la primera que no se tragaba eso, Sysi.
-Pero, ¿qué pasará cuando no podamos controlar nuestros poderes? ¿Qué pasará cuando el fuego me consuma tanto que…? ¿O cuando el hielo te controle tanto que…?- No podía acabar las frases.
-No dejaremos que eso pase, ¿de acuerdo?- Peter buscó mi mano con la suya y cuando la encontró las entrelazó.
Me eché a reír.
-¿Y ahora qué? Eres muy bipolar…
-Es raro- Dije sinceramente- Tú y yo… Jamás lo hubiera imaginado.
-¿Te digo la verdad?
Asentí.
-Yo creo que me enamoré de ti desde el primer momento que te vi- Sonrió mirando al cielo- Lo que pasa es que no me atrevía a decirte nada y luego intentaba convencerme a mí mismo de que lo que sentía por ti sólo era un cariño muy especial, uno de hermano- Suspiró- Hubiera dejado cualquier cosa, hubiera hecho cualquier cosa si me hubieran asegurado que tú sentías lo mismo.
Me quedé sin palabras. No sabía qué decirle. Odiaba los momentos en los que me quedaba sin habla, siempre estaba cotorreando y hablando sin parar y en situaciones como esa me quedaba muda. ¡Sería estúpida!
-Pase lo que pase- Le dije cuando recuperé el habla- No olvides que te quiero, ¿vale?
-No quiero hacerte daño, Sylvia. Jamás me lo perdonaría.
-No lo harás. Sé que no lo harás.
*****************
A la mañana siguiente me levanté con una sonrisa de oreja a oreja en mi cara. Hacía tiempo que no me sentía tan feliz. Miré el reloj: las siete de la mañana, demasiado pronto, pero ya no podía dormir más. Me levanté y me dirigí al servicio con el cepillo de dientes. Me acicalé un poco y volví a mi habitación. ¿Qué me ponía? Quería estar guapa. Mi yo interior se rió. Yo, Sylvia Swan, preocupándose por estar guapa. Reí en voz alta y saqué unos vaqueros y un jersey de cuello vuelto color turquesa. Me puse los botines y me dirigí a la cafetería, era demasiado pronto y seguramente no habría nadie despierto aún.
Cuando llegué a la cafetería me eché un poco de zumo de naranja en un vaso y cogí un dulce relleno de crema de chocolate. Como había esperado, no había ni un alma en la cafetería y aproveché ese momento para pensar con tranquilidad y entonces escuché la voz de mi madre en la cabeza diciéndome que no me preocupara por el futuro, sino que viviera el presente, y eso hice.
-Vale, vale, vale- Oí la voz de Emma.
Me sorprendió ver a Mandy a Emma dirigirse hacia mí. ¿Qué hacían despiertas tan pronto un sábado?
-Ya estás tardando en contarnos todos los detalles- Dijo Mandy mientras ambas se sentaban frente a mí.
-¿De qué habláis?- Me hice la longui.
-Oh, oh, oh- Fue Emma la que habló- Y ¿dónde está esa frasecita que empieza por “tenías” y acaba por “razón”?
Puse los ojos en blanco y le di un bocado a mi dulce.
-¿Qué tal? ¿Cómo te sentiste al besar a tu mejor amigo?- Preguntó Emma.
-¿Besa bien?- Inquirió Mandy.
-¿Qué estuvisteis haciendo cuando os marchasteis?
-¿Es bueno en la cama?
Esa pregunta de Mandy hizo que me atragantara.
-¡Mandy!- Me quejé.
-¿Qué?
-Mandy, hija- La regañó Emma- Que la muchachita es muy sensible en cuanto a ese tema.
-No es que sea sensible pero ¿a vosotras os parecen normales esas preguntas?
Mandy y Emma se miraron entre ellas y luego me miraron a mí.
-Sí- contestaron al unísono.
-De acuerdo- Se dio por vencida Emma- No nos lo quieras contar.
-Mi primo estaba que echaba chispas- Comentó Mandy- Dijo que eras una calientabraguetas.
-¡¿Qué dijo qué?!- Di un golpe en la mesa.
-Ahí está la venilla española- Emma se rió.
-Le voy a cortar las pelotas- Dije levantándome de la silla.
-Tranquila, leona- Me calmó Mandy- Ya tuvimos nosotras una charlita con él.
Emma se rió al recordar algo.
-Oh, por cierto- Dijo Mandy- Nos hemos encontrado con Sarah y nos ha dicho que quiere verte en su despacho ya.
-¿Y por qué no me lo habéis dicho antes?
-Porque teníamos que informarnos- Mandy me quitó el dulce y le dio un bocado.
-Para lo que nos ha servido…-Emma se hizo dueña de mi zumo.
Me levanté y puse rumbo al despacho de Sarah, ¿qué querría?
Cuando entré me encontré con Peter allí también. Sentí un montón de mariposas recorrerme el estómago. Peter me miró y me sonrió.
-Te estábamos esperando, Sylvia- Me dijo Sarah.
-Acabo de encontrarme con Mandy y Emma.
-De acuerdo, os he hecho venir porque he traído a una persona que os podrá explicar muchas cosas sobre este mundo.
-¿Quién?- Inquirí.
En ese momento la puerta tras nosotros se abrió y alguien entró.
-Yo- Esa voz… ¿Por qué me resultaba familiar?
Peter y yo nos giramos para ver a la persona que había entrado y me quedé de piedra. No podía ser verdad.
-¿Papá?- Peter estaba tan asombrado como yo.
-Chicos- Empezó a hablar Sarah- Él es el chico hielo del que tanto os he hablado.
Sylvia POV
-Odio reconocerlo- Dijo Peter mientras se sentaba a mi lado en el césped- Pero parece que ese odioso de Neal te ha enseñado algún que otro truco para besar.
-¡Neal no me ha enseñado nada!- Protesté ofendida.
-Vale, lo siento- Se disculpó Peter sonriendo.
-Ni siquiera sé cómo besa- Confesé más para mí que para él.
Peter me miró con los ojos abiertos como platos.
-¿Qué…has dicho?- Su voz sonaba sorprendida, pero había algo más, ¿miedo?
-Que…-No sabía si era buena idea repetirlo- nunca me ha besado.
-¿Estás diciendo que lo que me dijiste antes era mentira?- Peter parecía al borde de un ataque de nervios, ¿qué le pasaba?
Yo asentí avergonzada.
-¡¿Por qué hiciste eso, Sysi?!
-¿Quieres calmarte? Tampoco es para tanto…
-¿Qué no es para tanto?- Peter se tapó la cara con las manos intentando calmarse- Sylvia, ¿me estás diciendo que tu primer beso fue…?
-Sí- Le contesté antes de que acabara la pregunta.
-¿Por qué fuiste tan idiota?
Abrí los ojos como platos.
-¿Qué?
-¿El recuerdo que vas a tener de tu primer beso es…el de ese momento?- Peter se estaba poniendo rojo como un tomate- ¡Si lo hubiera sabido no me habría abalanzado así sobre ti, Sylvia!
¿En serio estaba cabreado por eso? ¿Porque no quería que el recuerdo de mi primer beso fuera un ataque desesperado y salvaje? Me eché a reír sin poder evitarlo y Peter me miró atónito.
-¿Y ahora por qué te ríes, Swan?- Había momentos en los que Peter también me llamaba por mi apellido, sólo aquellos en los que estaba de cachondeo y con ganas de diversión.
-Porque te ves tan gracioso cabreándote por tonterías…-Seguí riéndome.
-¿Te parece una tontería? Tu primer beso debería haber sido algo especial, algo…
Me incorporé y le puse un dedo en los labios, haciéndolo callar.
-Fue perfecto- Dije sinceramente- Es cierto que después lo pasé mal porque no entendía bien lo que había pasado y también es cierto que te odiaba y te quería a partes iguales, pero…-Pensé las palabras adecuadas- Pero lo necesitaba.
-¿Qué?- Peter no comprendía a dónde quería llegar a parar.
-Si eso no hubiera pasado seguramente seguiría sin saber que estaba enamorada de ti- Dije sinceramente- Eso me sirvió para abrirme los ojos.
Peter me miró durante un momento y luego se acercó a mí para cogerme la mano y llevársela al corazón.
-¿Sientes eso?
El corazón de Peter latía a toda velocidad.
-Late así cada vez que estoy cerca de ti.
Lo miré llena de emoción, era lo más bonito que me habían dicho nunca. ¿Por qué decían las chicas siempre que Peter era un asqueroso y un depravado? Conmigo nunca había sido así, era mi mejor amigo. Era el Peter que yo conocía y sabía que era realmente.
-¿Y qué se supone que tengo que responderte ahora?
Peter se echó a reír y se dejó caer en el césped, sabía que a Peter siempre le había gustado de mí mi espontaneidad y claridad a la hora de hablar. Aún podía oír la música de fondo. Me tendí a su lado y miré hacia el cielo mientras pensaba, la música que sonaba la reconocí como "Everybody wants to rule the world" de Lorde. Entonces una pregunta asaltó a mi mente, una pregunta que me inquietaba bastante.
-Esto no va a funcionar, lo sabes, ¿verdad?
Peter giró la cara para mirarme.
-¿A qué te refieres?
-A nosotros- Suspiré resignada- Somos enemigos naturales, ¿recuerdas?
-Tú eras la primera que no se tragaba eso, Sysi.
-Pero, ¿qué pasará cuando no podamos controlar nuestros poderes? ¿Qué pasará cuando el fuego me consuma tanto que…? ¿O cuando el hielo te controle tanto que…?- No podía acabar las frases.
-No dejaremos que eso pase, ¿de acuerdo?- Peter buscó mi mano con la suya y cuando la encontró las entrelazó.
Me eché a reír.
-¿Y ahora qué? Eres muy bipolar…
-Es raro- Dije sinceramente- Tú y yo… Jamás lo hubiera imaginado.
-¿Te digo la verdad?
Asentí.
-Yo creo que me enamoré de ti desde el primer momento que te vi- Sonrió mirando al cielo- Lo que pasa es que no me atrevía a decirte nada y luego intentaba convencerme a mí mismo de que lo que sentía por ti sólo era un cariño muy especial, uno de hermano- Suspiró- Hubiera dejado cualquier cosa, hubiera hecho cualquier cosa si me hubieran asegurado que tú sentías lo mismo.
Me quedé sin palabras. No sabía qué decirle. Odiaba los momentos en los que me quedaba sin habla, siempre estaba cotorreando y hablando sin parar y en situaciones como esa me quedaba muda. ¡Sería estúpida!
-Pase lo que pase- Le dije cuando recuperé el habla- No olvides que te quiero, ¿vale?
-No quiero hacerte daño, Sylvia. Jamás me lo perdonaría.
-No lo harás. Sé que no lo harás.
*****************
A la mañana siguiente me levanté con una sonrisa de oreja a oreja en mi cara. Hacía tiempo que no me sentía tan feliz. Miré el reloj: las siete de la mañana, demasiado pronto, pero ya no podía dormir más. Me levanté y me dirigí al servicio con el cepillo de dientes. Me acicalé un poco y volví a mi habitación. ¿Qué me ponía? Quería estar guapa. Mi yo interior se rió. Yo, Sylvia Swan, preocupándose por estar guapa. Reí en voz alta y saqué unos vaqueros y un jersey de cuello vuelto color turquesa. Me puse los botines y me dirigí a la cafetería, era demasiado pronto y seguramente no habría nadie despierto aún.
Cuando llegué a la cafetería me eché un poco de zumo de naranja en un vaso y cogí un dulce relleno de crema de chocolate. Como había esperado, no había ni un alma en la cafetería y aproveché ese momento para pensar con tranquilidad y entonces escuché la voz de mi madre en la cabeza diciéndome que no me preocupara por el futuro, sino que viviera el presente, y eso hice.
-Vale, vale, vale- Oí la voz de Emma.
Me sorprendió ver a Mandy a Emma dirigirse hacia mí. ¿Qué hacían despiertas tan pronto un sábado?
-Ya estás tardando en contarnos todos los detalles- Dijo Mandy mientras ambas se sentaban frente a mí.
-¿De qué habláis?- Me hice la longui.
-Oh, oh, oh- Fue Emma la que habló- Y ¿dónde está esa frasecita que empieza por “tenías” y acaba por “razón”?
Puse los ojos en blanco y le di un bocado a mi dulce.
-¿Qué tal? ¿Cómo te sentiste al besar a tu mejor amigo?- Preguntó Emma.
-¿Besa bien?- Inquirió Mandy.
-¿Qué estuvisteis haciendo cuando os marchasteis?
-¿Es bueno en la cama?
Esa pregunta de Mandy hizo que me atragantara.
-¡Mandy!- Me quejé.
-¿Qué?
-Mandy, hija- La regañó Emma- Que la muchachita es muy sensible en cuanto a ese tema.
-No es que sea sensible pero ¿a vosotras os parecen normales esas preguntas?
Mandy y Emma se miraron entre ellas y luego me miraron a mí.
-Sí- contestaron al unísono.
-De acuerdo- Se dio por vencida Emma- No nos lo quieras contar.
-Mi primo estaba que echaba chispas- Comentó Mandy- Dijo que eras una calientabraguetas.
-¡¿Qué dijo qué?!- Di un golpe en la mesa.
-Ahí está la venilla española- Emma se rió.
-Le voy a cortar las pelotas- Dije levantándome de la silla.
-Tranquila, leona- Me calmó Mandy- Ya tuvimos nosotras una charlita con él.
Emma se rió al recordar algo.
-Oh, por cierto- Dijo Mandy- Nos hemos encontrado con Sarah y nos ha dicho que quiere verte en su despacho ya.
-¿Y por qué no me lo habéis dicho antes?
-Porque teníamos que informarnos- Mandy me quitó el dulce y le dio un bocado.
-Para lo que nos ha servido…-Emma se hizo dueña de mi zumo.
Me levanté y puse rumbo al despacho de Sarah, ¿qué querría?
Cuando entré me encontré con Peter allí también. Sentí un montón de mariposas recorrerme el estómago. Peter me miró y me sonrió.
-Te estábamos esperando, Sylvia- Me dijo Sarah.
-Acabo de encontrarme con Mandy y Emma.
-De acuerdo, os he hecho venir porque he traído a una persona que os podrá explicar muchas cosas sobre este mundo.
-¿Quién?- Inquirí.
En ese momento la puerta tras nosotros se abrió y alguien entró.
-Yo- Esa voz… ¿Por qué me resultaba familiar?
Peter y yo nos giramos para ver a la persona que había entrado y me quedé de piedra. No podía ser verdad.
-¿Papá?- Peter estaba tan asombrado como yo.
-Chicos- Empezó a hablar Sarah- Él es el chico hielo del que tanto os he hablado.