Capítulo
11.
Sylvia POV
Allí estábamos. Un enorme grupo de jóvenes se hallaban frente a mí, Peter y Sarah. Los tres nos encontrábamos tras la mesa en la que antes Sarah había colocado los dos recipientes, que ahora, se situaban delante de Peter y de mí. No teníamos muy claro lo que debíamos hacer, pero Sarah nos había dicho que lo sabríamos cuando llegara el momento. Sobre nosotros se alzaba la luna llena que iluminaba toda la escena.
-¡Chicos!- Empezó a hablar Sarah, alzando la voz- Por fin hoy conoceréis eso que lleváis años esperando conocer. Al fin sabréis si sois hielo o fuego.
Un sonoro coro de “¡Sí!” retumbó por todo el lugar.
-Ha llegado la hora, chicos- Dijo en voz más baja a Peter y a mí.
Sarah vertió una especie de ceniza dulzona en el recipiente de Peter y luego en el mío. Seguidamente, encendió una especie de cerilla que creó una luz de color rojo intenso, tocó las cenizas de mi recipiente con la cerilla y éstas comenzaron a arder, haciendo que yo diera un respingo hacia atrás. Tan pronto como el recipiente se hubo llenado de fuego, desapareció. Luego repitió el mismo proceso con el recipiente de Peter, sólo que el suyo en vez de estar iluminado por un fuego color rojo, era azul.
-Ahora- Comenzó a decirnos Sarah- Os toca a vosotros.
-¿Qué hacemos?- Preguntó Peter.
-Coged los recipientes.
Hicimos lo mandado.
-Y ahora concentraos igual que hicisteis ayer.
Peter y yo nos miramos y Sarah percibió el nerviosismo en nosotros.
-No os preocupéis- Intentó calmarnos.
Ambos miramos nuestros recipientes. Cerré los ojos y me concentré en lo mismo que me había concentrado el día anterior, en aquel pensamiento que hacía que me hirviera la sangre: que Peter sufriera. Y justo entonces, del recipiente, volvió a surgir una llamarada roja. Miré, sorprendida, el recipiente de Peter y vi que también lo había conseguido. Nuestras miradas se encontraron y sonreímos.
-Muy bien, chicos- Nos felicitó Sarah- ¡Ahora, ya sabéis lo que tenéis que hacer!
Se escuchó un murmullo general y todos los chicos se alinearon en una fila india justo frente a nosotros. Vi que la primera persona que abría la marcha era Vanessa. Ésta nos miró a Peter y a mí y sonrió y luego, se acercó hasta mí quedando justo delante de mí. Vi cómo mi recipiente comenzaba a chisporrotear y tuve que reprimir el impulso de soltarlo. Entonces, el chisporroteo cesó y Vanessa puso cara de decepción. ¿Qué estaba pasando? Vanessa se dirigió hacia Peter y se colocó delante, su recipiente comenzó a chisporrotear igual que había hecho el mío y entonces, en vez de cesar, una figura creada con humo en forma de copo de nieve se alzó entre Peter y Vanessa. Vanessa sonrió de medio lado y la figura se esfumó junto al chisporroteo.
-Felicidades, Vanessa- Fue Sarah la que habló- Eres una chica hielo.
Se oyeron unos vítores entre los demás y Vanessa se retiró de nosotros. La siguiente persona en hacer lo mismo fue Vincent, pero a diferencia de la anterior, no hizo falta que pasara de mi recipiente al de Peter. Justo cuando mi recipiente comenzó a chisporrotear, se alzó una figura con forma de llama creada por el humo procedente de mi recipiente.
-Enhorabuena, Vincent- Lo felicitó Sarah- Eres un chico fuego.
Y así fueron pasando los demás. A la mayoría no los conocía, pero iban apiñándose junto a Vanessa o Vincent según se les rebelaba a qué grupo pertenecían. Entonces llegaron mis amigos (y mis no tan amigos). La primera fue Mandy que, para mi decepción y la suya, resultó ser chica fuego, al igual que su novio. Los siguieron Emma y Jeremy, siendo ambos también fuego. La única que resultó ser chica hielo fue Hayley. Vi la emoción en su cara al descubrir que sería parte del bando de Peter y yo noté una punzada extraña en el estómago.
-Sólo quedas tú, Neal- Anunció Sarah.
Neal se encontraba frente a mí. Miré por el rabillo del ojo a Peter y vi que tenía los músculos de los brazos tensados alrededor de su recipiente. El mío comenzó a chisporrotear y para nuestra sorpresa, la figurita con forma de llama se alzó entre los dos.
-Parece que seremos camaradas- Neal sonrió de medio lado y allí, bajo la luz de la luna, parecía que había sacado de una revista de tíos buenos.
Oí a Peter carraspear y lo miré. Había soltado el recipiente con brusquedad encima de la mesa y el fuego se había apagado. Era normal que le molestara que Neal estuviera en mi grupo, pero claro, él no sabía por qué Neal se había comportado así, sólo tenía que hablar con él. Dejé mi recipiente también encima de la mesa y el fuego también se extinguió.
-¡Bien, chicos! Ahora ya sabéis cuáles son las normas- Empezó a decir Sarah- Cuanto menos contacto tengáis con las personas del otro bando, mejor.
¡¿Qué qué?! Mi mente gritaba sin parar. ¿Qué quería decir con eso? ¿Estaba insinuando que debería cortar la relación que tenía con Peter? Peter debió pensar lo mismo, porque cuando nuestros ojos se encontraron atisbé la misma preocupación en ellos.
-Y ahora id a descansar, chicos- Siguió hablando Sarah- Os comunicaré novedades pronto.
*****************
-Me alegro de estar en tu bando- Me dijo Emma mientras desayunábamos en la cafetería- Así no tengo que dejar de hablarte.
-No entiendo esa gilipollez de no mantener relación con los del otro grupo- Dije sin poder evitar la mala leche que sentía.
-Es lo mejor, ¿no recuerdas lo que pasó la última vez?
-Aún así, es una idiotez- Unté la mantequilla en mi tostada, cabreada.
-Es una alegría que Jeremy también esté con nosotros, la verdad- Emma bebió un poco de su descafeinado- Habría sido horrible tener que romper el contacto con él.
-No me lo quiero imaginar- Mi tono era cortante.
-Pero ¿qué te ha hecho la pobre tostada?- Me preguntó al ver la fuerza con la que estaba untando mantequilla.
-Nada- Solté la tostada y el cuchillo de golpe y apoyé los codos en la mesa.
-¿Sabes?- Emma le dio un bocado a su croissant relleno de crema- Es curioso.
-¿Qué es curioso?- Intenté suavizar mi voz.
-Todas las parejas han sido repartidas en los mismos bandos.
La miré entrecerrando los ojos, no me había fijado en eso.
-Mandy y Matt, Jeremy y yo, Joe y Rose, Michael y Jenna...-A las dos últimas parejas no las conocía.
-Los únicos solteros en los grupos son Vincent y Vanessa, que ambos tienen parejas fuera- Dio otro bocado al croissant- Y luego el cuarteto.
-¿Cuarteto?
-Peter, Hayley, Neal y tú.
Sentí otra vez una punzada en el estómago y Emma suspiró, captando mi atención.
-Parece que voy a tener que dejar de fantasear contigo y con Peter.
-¿Qué?- Mi voz se elevó una octava y algo en mi expresión hizo a Emma reír.
-Tranquila, no fantaseaba de esa manera- Dio un sorbo a su descafeinado- Al menos no del todo…
-¡Emma!- Hice una bola de papel con la servilleta y se la tiré a la cara.
Emma se echó a reír.
-No te sulfures- Se encogió de hombros- El hecho de que no tengas oportunidades con Peter no quiere decir que tengas que lanzarte a los brazos de Neal, ¿entendido?
Las palabras de Emma cada vez me dejaban más asombrada.
-Pero, ¿de qué estás hablando? ¿Qué quieres decir con oportunidades? Ya te he dicho mil veces que Peter y yo…
-Sois como hermanos- Acabó la frase por mí- ¿Ves? Lo he memorizado.
Me di por vencida, con Emma había aprendido que era imposible hablar de amores o noviazgos. Acababa pensado lo que ella quisiera.
-Oh, mira- Dijo mirando por encima de mi hombro- Hablando del rey de Roma…
Giré la cabeza y vi a Peter dirigirse hacia nosotras.
-Me voy, Sylvia- Dijo Emma levantándose- He quedado con Jeremy. Nos vemos- Agitó la mano y se marchó justo cuando Peter llegó hasta mí y se sentaba en el asiento que Emma había dejado solo.
-Hola- Lo saludé.
-Hola- Me saludó.
¿Por qué era la situación tan incómoda? Meneé la cabeza e intenté despejarme.
-¿Cómo llevas todo esto?- Le pregunté.
-Bien, lo que no llevo bien es que Neal esté en tu grupo.
Sabía que le había molestado y no pude evitar una sonrisita.
-Quería hablarte de eso- Dije- Neal habló conmigo.
-¡¿Hablaste con ese desgraciado?!
-Baja la voz- Lo calmé- Me explicó por qué actuó así.
-¿Es que tenía manera de justificarse?
-Sí. Le habían pedido que sacara nuestra naturaleza a la luz.
-¿Qué?- Peter sonaba realmente confundido y extrañado.
-Ninguno de nosotros dos daba muestra de…Ya sabes, nuestro poder- Expliqué- Así que tenía que hacernos cabrear de alguna manera- Me eché contra el respaldo de la silla- A ti te cabreó aquel día en el pasillo y a mí en la cafetería.
-¿Qué te dijo?
-¿Qué?
-Para cabrearte, ¿qué te dijo?
Resoplé sin querer contestar.
-Sylvia- La voz de Peter sonó extrañamente furiosa- ¿Qué te dijo? ¿O es que te hizo algo?
-¡No!- Me apresuré a responder- Me empezó a molestar diciéndome cosas sobre ti.
-¿Y aún así dices que puede justificarse?
-Lo hizo para desencadenar esto, Peter, porque se lo pidieron. Ya me ha pedido perdón.
-¿Y tú lo has perdonado?
-Creo que sí- Respondí e inmediatamente me arrepentí, la expresión de Peter era de cabreo total- Lo hizo porque…
-Porque se lo pidieron, ya lo has dicho- Me interrumpió- ¿Y así de rápido perdonas al tío que intentó pasarse contigo?
-¡No llegó a pasarse, Peter!
-¡¿Por qué lo defiendes?!
Ambos habíamos comenzado a alzar el tono de la voz y todos nos miraban.
-¡No lo defiendo! ¡Simplemente creo que estás siendo injusto!
-¡¿Estoy siendo injusto con el tío que te robó tu primer beso?!
Eso me dejó descolocada y Peter lo notó. No sabía qué responderle…
-¿Crees que no sé que ese fue tu primer beso?- Peter bajó el tono de la voz, pero no su cabreo- A lo mejor lo defiendes porque en el fondo te gustó…
Eso sí que me dejó fuera de combate. Ni siquiera había considerado lo que pasó en la zona recreativa un beso. Simplemente fue un choque de labios, porque justo cuando se abalanzó lo aparté…No había sido un beso. Quise contestar eso, pero mi orgullo me dijo que ni se me ocurriera. Peter había sido muy ruin mencionando eso y mucho más al decir que me había gustado. Así que, sin poder evitarlo, saqué mi genio español.
-Y a ti, ¿qué mierda te importa, Peter?- Hablé entre dientes.
Peter me miró desafiante, cuando ambos discutíamos en serio (y ocurría en contadas ocasiones) era como si dos bloques de hielo y fuego chocaran (qué ironía, ¿verdad?).
-¿Por qué no te preocupas de ir a ver a tu amiguita Hayley en vez de meter las narices en mi vida sentimental?- Ataqué.
Peter me miró como si lo acabara de abofetear, pero yo estaba cabreada y cuando me cabreaba no pensaba. Vi que los ojos de Peter pasaban del azul mar al azul hielo en cuestión de segundos.
-Aunque antes de que te la tires quizás debería advertirle del recorrido que tienes con las chicas, ¿no?
Peter dio un golpe con el puño en la mesa y me callé de golpe. Sabía que eso había sido un golpe bajo, pero él también había sido muy ruin al insinuar que me había gustado ese “beso” que Neal me había dado cuando intentó pasarse conmigo. Era cierto que Peter era mi mejor amigo, pero no era un santo, la lista de chicas con las que había estado era bastante larga y más larga aún era la lista de rumores que había de él en nuestro antiguo instituto. Por supuesto que Peter no era virgen, ¡para nada! Él mismo lo había reconocido, pero siempre le cabreaba que cualquier persona sacara a relucir su vida sexual en presencia mía. Supongo que porque me veía como una hermanita a la que tenía que proteger, y el hecho de que esa hermanita ahora mismo le hubiera restregado eso mismo en su propia cara… Lo había cabreado y mucho.
-Igual sería necesario que le pidiera a Neal que te de un poco de meneo- Peter me habló entre dientes y con la mirada fría como el hielo- A ver si así te alegras un poco.
Y tras decir esto se levantó de la mesa dispuesto a irse.
-¡Por mí te puedes ir a la mierda, pedazo de gilipollas!- Le grité mientras me levantaba y me marchaba a toda pastilla de allí.
Sylvia POV
Allí estábamos. Un enorme grupo de jóvenes se hallaban frente a mí, Peter y Sarah. Los tres nos encontrábamos tras la mesa en la que antes Sarah había colocado los dos recipientes, que ahora, se situaban delante de Peter y de mí. No teníamos muy claro lo que debíamos hacer, pero Sarah nos había dicho que lo sabríamos cuando llegara el momento. Sobre nosotros se alzaba la luna llena que iluminaba toda la escena.
-¡Chicos!- Empezó a hablar Sarah, alzando la voz- Por fin hoy conoceréis eso que lleváis años esperando conocer. Al fin sabréis si sois hielo o fuego.
Un sonoro coro de “¡Sí!” retumbó por todo el lugar.
-Ha llegado la hora, chicos- Dijo en voz más baja a Peter y a mí.
Sarah vertió una especie de ceniza dulzona en el recipiente de Peter y luego en el mío. Seguidamente, encendió una especie de cerilla que creó una luz de color rojo intenso, tocó las cenizas de mi recipiente con la cerilla y éstas comenzaron a arder, haciendo que yo diera un respingo hacia atrás. Tan pronto como el recipiente se hubo llenado de fuego, desapareció. Luego repitió el mismo proceso con el recipiente de Peter, sólo que el suyo en vez de estar iluminado por un fuego color rojo, era azul.
-Ahora- Comenzó a decirnos Sarah- Os toca a vosotros.
-¿Qué hacemos?- Preguntó Peter.
-Coged los recipientes.
Hicimos lo mandado.
-Y ahora concentraos igual que hicisteis ayer.
Peter y yo nos miramos y Sarah percibió el nerviosismo en nosotros.
-No os preocupéis- Intentó calmarnos.
Ambos miramos nuestros recipientes. Cerré los ojos y me concentré en lo mismo que me había concentrado el día anterior, en aquel pensamiento que hacía que me hirviera la sangre: que Peter sufriera. Y justo entonces, del recipiente, volvió a surgir una llamarada roja. Miré, sorprendida, el recipiente de Peter y vi que también lo había conseguido. Nuestras miradas se encontraron y sonreímos.
-Muy bien, chicos- Nos felicitó Sarah- ¡Ahora, ya sabéis lo que tenéis que hacer!
Se escuchó un murmullo general y todos los chicos se alinearon en una fila india justo frente a nosotros. Vi que la primera persona que abría la marcha era Vanessa. Ésta nos miró a Peter y a mí y sonrió y luego, se acercó hasta mí quedando justo delante de mí. Vi cómo mi recipiente comenzaba a chisporrotear y tuve que reprimir el impulso de soltarlo. Entonces, el chisporroteo cesó y Vanessa puso cara de decepción. ¿Qué estaba pasando? Vanessa se dirigió hacia Peter y se colocó delante, su recipiente comenzó a chisporrotear igual que había hecho el mío y entonces, en vez de cesar, una figura creada con humo en forma de copo de nieve se alzó entre Peter y Vanessa. Vanessa sonrió de medio lado y la figura se esfumó junto al chisporroteo.
-Felicidades, Vanessa- Fue Sarah la que habló- Eres una chica hielo.
Se oyeron unos vítores entre los demás y Vanessa se retiró de nosotros. La siguiente persona en hacer lo mismo fue Vincent, pero a diferencia de la anterior, no hizo falta que pasara de mi recipiente al de Peter. Justo cuando mi recipiente comenzó a chisporrotear, se alzó una figura con forma de llama creada por el humo procedente de mi recipiente.
-Enhorabuena, Vincent- Lo felicitó Sarah- Eres un chico fuego.
Y así fueron pasando los demás. A la mayoría no los conocía, pero iban apiñándose junto a Vanessa o Vincent según se les rebelaba a qué grupo pertenecían. Entonces llegaron mis amigos (y mis no tan amigos). La primera fue Mandy que, para mi decepción y la suya, resultó ser chica fuego, al igual que su novio. Los siguieron Emma y Jeremy, siendo ambos también fuego. La única que resultó ser chica hielo fue Hayley. Vi la emoción en su cara al descubrir que sería parte del bando de Peter y yo noté una punzada extraña en el estómago.
-Sólo quedas tú, Neal- Anunció Sarah.
Neal se encontraba frente a mí. Miré por el rabillo del ojo a Peter y vi que tenía los músculos de los brazos tensados alrededor de su recipiente. El mío comenzó a chisporrotear y para nuestra sorpresa, la figurita con forma de llama se alzó entre los dos.
-Parece que seremos camaradas- Neal sonrió de medio lado y allí, bajo la luz de la luna, parecía que había sacado de una revista de tíos buenos.
Oí a Peter carraspear y lo miré. Había soltado el recipiente con brusquedad encima de la mesa y el fuego se había apagado. Era normal que le molestara que Neal estuviera en mi grupo, pero claro, él no sabía por qué Neal se había comportado así, sólo tenía que hablar con él. Dejé mi recipiente también encima de la mesa y el fuego también se extinguió.
-¡Bien, chicos! Ahora ya sabéis cuáles son las normas- Empezó a decir Sarah- Cuanto menos contacto tengáis con las personas del otro bando, mejor.
¡¿Qué qué?! Mi mente gritaba sin parar. ¿Qué quería decir con eso? ¿Estaba insinuando que debería cortar la relación que tenía con Peter? Peter debió pensar lo mismo, porque cuando nuestros ojos se encontraron atisbé la misma preocupación en ellos.
-Y ahora id a descansar, chicos- Siguió hablando Sarah- Os comunicaré novedades pronto.
*****************
-Me alegro de estar en tu bando- Me dijo Emma mientras desayunábamos en la cafetería- Así no tengo que dejar de hablarte.
-No entiendo esa gilipollez de no mantener relación con los del otro grupo- Dije sin poder evitar la mala leche que sentía.
-Es lo mejor, ¿no recuerdas lo que pasó la última vez?
-Aún así, es una idiotez- Unté la mantequilla en mi tostada, cabreada.
-Es una alegría que Jeremy también esté con nosotros, la verdad- Emma bebió un poco de su descafeinado- Habría sido horrible tener que romper el contacto con él.
-No me lo quiero imaginar- Mi tono era cortante.
-Pero ¿qué te ha hecho la pobre tostada?- Me preguntó al ver la fuerza con la que estaba untando mantequilla.
-Nada- Solté la tostada y el cuchillo de golpe y apoyé los codos en la mesa.
-¿Sabes?- Emma le dio un bocado a su croissant relleno de crema- Es curioso.
-¿Qué es curioso?- Intenté suavizar mi voz.
-Todas las parejas han sido repartidas en los mismos bandos.
La miré entrecerrando los ojos, no me había fijado en eso.
-Mandy y Matt, Jeremy y yo, Joe y Rose, Michael y Jenna...-A las dos últimas parejas no las conocía.
-Los únicos solteros en los grupos son Vincent y Vanessa, que ambos tienen parejas fuera- Dio otro bocado al croissant- Y luego el cuarteto.
-¿Cuarteto?
-Peter, Hayley, Neal y tú.
Sentí otra vez una punzada en el estómago y Emma suspiró, captando mi atención.
-Parece que voy a tener que dejar de fantasear contigo y con Peter.
-¿Qué?- Mi voz se elevó una octava y algo en mi expresión hizo a Emma reír.
-Tranquila, no fantaseaba de esa manera- Dio un sorbo a su descafeinado- Al menos no del todo…
-¡Emma!- Hice una bola de papel con la servilleta y se la tiré a la cara.
Emma se echó a reír.
-No te sulfures- Se encogió de hombros- El hecho de que no tengas oportunidades con Peter no quiere decir que tengas que lanzarte a los brazos de Neal, ¿entendido?
Las palabras de Emma cada vez me dejaban más asombrada.
-Pero, ¿de qué estás hablando? ¿Qué quieres decir con oportunidades? Ya te he dicho mil veces que Peter y yo…
-Sois como hermanos- Acabó la frase por mí- ¿Ves? Lo he memorizado.
Me di por vencida, con Emma había aprendido que era imposible hablar de amores o noviazgos. Acababa pensado lo que ella quisiera.
-Oh, mira- Dijo mirando por encima de mi hombro- Hablando del rey de Roma…
Giré la cabeza y vi a Peter dirigirse hacia nosotras.
-Me voy, Sylvia- Dijo Emma levantándose- He quedado con Jeremy. Nos vemos- Agitó la mano y se marchó justo cuando Peter llegó hasta mí y se sentaba en el asiento que Emma había dejado solo.
-Hola- Lo saludé.
-Hola- Me saludó.
¿Por qué era la situación tan incómoda? Meneé la cabeza e intenté despejarme.
-¿Cómo llevas todo esto?- Le pregunté.
-Bien, lo que no llevo bien es que Neal esté en tu grupo.
Sabía que le había molestado y no pude evitar una sonrisita.
-Quería hablarte de eso- Dije- Neal habló conmigo.
-¡¿Hablaste con ese desgraciado?!
-Baja la voz- Lo calmé- Me explicó por qué actuó así.
-¿Es que tenía manera de justificarse?
-Sí. Le habían pedido que sacara nuestra naturaleza a la luz.
-¿Qué?- Peter sonaba realmente confundido y extrañado.
-Ninguno de nosotros dos daba muestra de…Ya sabes, nuestro poder- Expliqué- Así que tenía que hacernos cabrear de alguna manera- Me eché contra el respaldo de la silla- A ti te cabreó aquel día en el pasillo y a mí en la cafetería.
-¿Qué te dijo?
-¿Qué?
-Para cabrearte, ¿qué te dijo?
Resoplé sin querer contestar.
-Sylvia- La voz de Peter sonó extrañamente furiosa- ¿Qué te dijo? ¿O es que te hizo algo?
-¡No!- Me apresuré a responder- Me empezó a molestar diciéndome cosas sobre ti.
-¿Y aún así dices que puede justificarse?
-Lo hizo para desencadenar esto, Peter, porque se lo pidieron. Ya me ha pedido perdón.
-¿Y tú lo has perdonado?
-Creo que sí- Respondí e inmediatamente me arrepentí, la expresión de Peter era de cabreo total- Lo hizo porque…
-Porque se lo pidieron, ya lo has dicho- Me interrumpió- ¿Y así de rápido perdonas al tío que intentó pasarse contigo?
-¡No llegó a pasarse, Peter!
-¡¿Por qué lo defiendes?!
Ambos habíamos comenzado a alzar el tono de la voz y todos nos miraban.
-¡No lo defiendo! ¡Simplemente creo que estás siendo injusto!
-¡¿Estoy siendo injusto con el tío que te robó tu primer beso?!
Eso me dejó descolocada y Peter lo notó. No sabía qué responderle…
-¿Crees que no sé que ese fue tu primer beso?- Peter bajó el tono de la voz, pero no su cabreo- A lo mejor lo defiendes porque en el fondo te gustó…
Eso sí que me dejó fuera de combate. Ni siquiera había considerado lo que pasó en la zona recreativa un beso. Simplemente fue un choque de labios, porque justo cuando se abalanzó lo aparté…No había sido un beso. Quise contestar eso, pero mi orgullo me dijo que ni se me ocurriera. Peter había sido muy ruin mencionando eso y mucho más al decir que me había gustado. Así que, sin poder evitarlo, saqué mi genio español.
-Y a ti, ¿qué mierda te importa, Peter?- Hablé entre dientes.
Peter me miró desafiante, cuando ambos discutíamos en serio (y ocurría en contadas ocasiones) era como si dos bloques de hielo y fuego chocaran (qué ironía, ¿verdad?).
-¿Por qué no te preocupas de ir a ver a tu amiguita Hayley en vez de meter las narices en mi vida sentimental?- Ataqué.
Peter me miró como si lo acabara de abofetear, pero yo estaba cabreada y cuando me cabreaba no pensaba. Vi que los ojos de Peter pasaban del azul mar al azul hielo en cuestión de segundos.
-Aunque antes de que te la tires quizás debería advertirle del recorrido que tienes con las chicas, ¿no?
Peter dio un golpe con el puño en la mesa y me callé de golpe. Sabía que eso había sido un golpe bajo, pero él también había sido muy ruin al insinuar que me había gustado ese “beso” que Neal me había dado cuando intentó pasarse conmigo. Era cierto que Peter era mi mejor amigo, pero no era un santo, la lista de chicas con las que había estado era bastante larga y más larga aún era la lista de rumores que había de él en nuestro antiguo instituto. Por supuesto que Peter no era virgen, ¡para nada! Él mismo lo había reconocido, pero siempre le cabreaba que cualquier persona sacara a relucir su vida sexual en presencia mía. Supongo que porque me veía como una hermanita a la que tenía que proteger, y el hecho de que esa hermanita ahora mismo le hubiera restregado eso mismo en su propia cara… Lo había cabreado y mucho.
-Igual sería necesario que le pidiera a Neal que te de un poco de meneo- Peter me habló entre dientes y con la mirada fría como el hielo- A ver si así te alegras un poco.
Y tras decir esto se levantó de la mesa dispuesto a irse.
-¡Por mí te puedes ir a la mierda, pedazo de gilipollas!- Le grité mientras me levantaba y me marchaba a toda pastilla de allí.