Capítulo
10
Sylvia POV
Entré en el pabellón a eso de las nueve de la noche. Esperaba llegar la primera pero me llevé una sorpresa cuando vi a una figura sentada en las gradas con la cabeza gacha.
-¿Peter?
La figura alzó la cabeza y esos ojos azules como el mar me confirmaron que se trataba de él.
-¿Llevas mucho tiempo aquí?- Le pregunté mientras me acercaba a su lado y me sentaba.
-No lo sé, llevo mucho rato pensando pero no sé cuánto exactamente.
-¿Qué pensabas?
-En lo que nos han contado hoy, en eso de que somos enemigos naturales.
-Eso es mentira, Peter- Me apresuré a decirle- Ningún Oráculo va a decirnos qué va a pasarnos o qué no.
-Yo tampoco me lo creo- Admitió encogiéndose de hombros- Pero según lo que le pasó a los anteriores… ¿Crees que el poder también nos cegará?
Me quedé sopesando esa posibilidad un momento.
-No- Contesté finalmente.
-¿Cómo estás tan segura? Ellos se amaban y mira cómo acabaron… Odiándose.
-Ellos se acababan de conocer, nosotros nos conocemos desde hace muchos años- Dije- Es distinto. Yo nunca haría nada que te hiciera daño y sé que tú a mí tampoco.
-Eso es lo que me da miedo, Sysi- La voz de Peter sonaba cansada- Que no quiero hacerte daño.
En ese momento la puerta del pabellón se abrió y la figura de Sarah se deslizó hacia el interior. Llevaba el pelo rubio recogido en una coleta alta y traía una caja de cartón llena de varios objetos que no pude ver con claridad.
-Habéis llegado pronto- Nos dijo mientras dejaba la caja en el suelo- Acercaos.
Peter y yo nos levantamos y nos acercamos a Sarah.
-¿Qué vamos a hacer?- Pregunté.
-Empezaremos viendo hasta dónde sois capaces de llegar por ahora- Sacó de la caja una figura de madera tallada con forma de bailarina y la colocó en el suelo- Empezaremos contigo, Peter.
-¿Qué tengo que hacer?
-Quiero que te concentres en esta figura e intentes congelarla.
-¿Qué? No sé cómo hacer eso.
-Sí sabes- Lo instó Sarah.
-No, no sé.
-Ya lo hiciste una vez.
Vi cómo la vena del cuello de Peter se tensaba al recordar la pelea con Neal.
-Eso fue diferente…
-¿Por qué? Sólo tienes que concentrarte en tu poder interior y saldrá sólo. Inténtalo- Lo animó.
Peter se lo pensó durante unos segundos y finalmente alzó la mano en dirección a la figura de madera.
-Concéntrate- Sarah bajó el tono de voz.
Yo aguanté la respiración, inquieta. Peter estaba frunciendo el ceño mientras fijaba toda su atención en la figura de madera y en conseguir helarla.
-No funciona- Dijo al cabo de un momento, dándose por vencido.
-No funciona porque no te lo estás tomando en serio.
-¿Qué no me lo estoy tomando en serio? Dime qué tengo que hacer y lo haré- Dijo Peter- Y no me digas que tengo que concentrarme porque no funciona.
-Piensa en algo.
-¿Qué?
-Piensa en algo que te enfurezca.
-¿En algo que me enfurezca?
-Es la mejor manera para comenzar. La ira es un sentimiento muy fuerte.
Peter se miró la mano, pensativo.
-Inténtalo de nuevo.
Peter volvió a alzar la mano y volvió a concentrarse en la figura. Cerró los ojos e inhaló profundamente. Por un momento pensé que no sucedería nada, pero para mi sorpresa, la figura comenzó a cubrirse de una fina capa de escarcha que finalmente se convirtió en un muro de hielo que cubrió toda la figura de madera.
-¿Ves como sí eras capaz?
Peter abrió los ojos y observó sorprendido lo que había hecho.
-Es tu turno, Sylvia- Me dijo Sarah.
Di un paso al frente.
-Tu tarea es descongelar la figura.
-¿También tengo que pensar en algo que me enfurezca?- Intenté hacer una broma pero Sarah me miró muy seria.
-Para empezar sí.
Hice lo mismo que Peter. Cerré los ojos, inhalé hondo y me concentré en algo que me provocara mucha rabia… Varios pensamientos pasaron por mi mente: Mandy, esos días que pasamos con la psicóloga porque nadie nos creía…Pero finalmente elegí uno que hacía que me ardiera la piel al pensar en ello.
-Bien hecho, Sylvia.
Abrí los ojos y vi la figura de madera, tal y como estaba al principio, y bajo la cual se encontraba un pequeño charco de agua. Lo había conseguido. Sonreí y entonces la figura comenzó a arder.
-¡Oh, Dios mío!- Exclamé, asustada.
Sarah cogió una manta que sacó de la caja y tapó la figura con ella, extinguiendo así el fuego.
-Parece que se te ha ido un poco de las manos- Sarah bromeó, pero yo no le vi la gracia- Tranquilos, ha ido muy bien.
*****************
Me encontraba en mi habitación mirándome al espejo. Esperaba que todo lo sucedido en los dos días anteriores me hubiera cambiado de alguna manera, pero no, allí seguía yo, igual de bajita, con la misma cara redondita y los ojos de un marrón tan oscuro que parecían negros. Cogí una gomilla que tenía en la mesita de noche, me hice una coleta y luego me acicalé un poco el flequillo. Miré por la ventana, estaba anocheciendo y sabía que estaba llegando la hora, ¿la hora de qué? Ni yo misma lo sabía con certeza, sólo sabía que esa misma noche, Peter y yo tendríamos que hacer algo que determinaría a qué bando pertenecían el resto de jóvenes que había en el centro.
Me senté en el borde de la cama y me puse las botas. Por la ventana podía ver las copas de los árboles mecerse con el viento, así que supuse que esa noche haría bastante frío. Me acerqué al pequeño armario y busqué un abrigo color rojo que estaba segura de haber guardado en la maleta cuando puse rumbo aquí… ¡Ahí estaba! Cogí el abrigo y me lo puse, reconfortándome. Era la hora de bajar.
*****************
Llegué al patio trasero y me encontré con Sarah, que estaba colocando unos recipientes ovalados encima de una mesa. Cuando se giró y me vio, sonrió.
-Hola, Sylvia- Me saludó- No te he oído llegar.
-¿Todavía no ha llegado nadie?
-Sí, están todos esperando a que los avise en el pabellón, aquí fuera hace frío.
-¿Crees que seremos capaces de hacer lo que sea que tengamos que hacer?
-Por supuesto- Me sorprendió la seguridad con la que dijo aquello- No es difícil y lo haréis muy bien.
-¿Cómo sabes lo que tenemos que hacer?
-Bueno…-Sarah sonrió- Yo conocí a Victoria y al chico hielo.
¿Los conoció?
-¿Los conociste?
-Eran mis amigos- Sarah miró a la nada durante un momento, como si estuviera recordando algo- A veces los echo de menos.
-Entonces, tú también perteneciste a un grupo- Di por sentado esa información.
Sarah asintió.
-Aún pertenezco- Aclaró.
-¿A cuál?- Mi curiosidad cada vez era mayor.
-Al del hielo- Sarah se encogió de hombros.
-¿Por qué siempre te refieres al novio de Victoria como el chico hielo, en vez de llamarlo por su nombre?
-No sé- Sarah frunció el ceño- Es una manía.
-Buenas.
Sarah y yo miramos a la persona que acababa de unirse a nosotras: Peter.
-¿Listo, Peter?-Sarah sonrió a Peter con gran amabilidad.
-No sé, supongo que sí.
-Todo saldrá bien, ya lo veréis- Sarah sonrió- Voy a avisar a los demás.
Y al pasar por el lado de Peter le frotó el brazo de una manera tan cariñosa y familiar que me resultó un tanto extraña.
Sylvia POV
Entré en el pabellón a eso de las nueve de la noche. Esperaba llegar la primera pero me llevé una sorpresa cuando vi a una figura sentada en las gradas con la cabeza gacha.
-¿Peter?
La figura alzó la cabeza y esos ojos azules como el mar me confirmaron que se trataba de él.
-¿Llevas mucho tiempo aquí?- Le pregunté mientras me acercaba a su lado y me sentaba.
-No lo sé, llevo mucho rato pensando pero no sé cuánto exactamente.
-¿Qué pensabas?
-En lo que nos han contado hoy, en eso de que somos enemigos naturales.
-Eso es mentira, Peter- Me apresuré a decirle- Ningún Oráculo va a decirnos qué va a pasarnos o qué no.
-Yo tampoco me lo creo- Admitió encogiéndose de hombros- Pero según lo que le pasó a los anteriores… ¿Crees que el poder también nos cegará?
Me quedé sopesando esa posibilidad un momento.
-No- Contesté finalmente.
-¿Cómo estás tan segura? Ellos se amaban y mira cómo acabaron… Odiándose.
-Ellos se acababan de conocer, nosotros nos conocemos desde hace muchos años- Dije- Es distinto. Yo nunca haría nada que te hiciera daño y sé que tú a mí tampoco.
-Eso es lo que me da miedo, Sysi- La voz de Peter sonaba cansada- Que no quiero hacerte daño.
En ese momento la puerta del pabellón se abrió y la figura de Sarah se deslizó hacia el interior. Llevaba el pelo rubio recogido en una coleta alta y traía una caja de cartón llena de varios objetos que no pude ver con claridad.
-Habéis llegado pronto- Nos dijo mientras dejaba la caja en el suelo- Acercaos.
Peter y yo nos levantamos y nos acercamos a Sarah.
-¿Qué vamos a hacer?- Pregunté.
-Empezaremos viendo hasta dónde sois capaces de llegar por ahora- Sacó de la caja una figura de madera tallada con forma de bailarina y la colocó en el suelo- Empezaremos contigo, Peter.
-¿Qué tengo que hacer?
-Quiero que te concentres en esta figura e intentes congelarla.
-¿Qué? No sé cómo hacer eso.
-Sí sabes- Lo instó Sarah.
-No, no sé.
-Ya lo hiciste una vez.
Vi cómo la vena del cuello de Peter se tensaba al recordar la pelea con Neal.
-Eso fue diferente…
-¿Por qué? Sólo tienes que concentrarte en tu poder interior y saldrá sólo. Inténtalo- Lo animó.
Peter se lo pensó durante unos segundos y finalmente alzó la mano en dirección a la figura de madera.
-Concéntrate- Sarah bajó el tono de voz.
Yo aguanté la respiración, inquieta. Peter estaba frunciendo el ceño mientras fijaba toda su atención en la figura de madera y en conseguir helarla.
-No funciona- Dijo al cabo de un momento, dándose por vencido.
-No funciona porque no te lo estás tomando en serio.
-¿Qué no me lo estoy tomando en serio? Dime qué tengo que hacer y lo haré- Dijo Peter- Y no me digas que tengo que concentrarme porque no funciona.
-Piensa en algo.
-¿Qué?
-Piensa en algo que te enfurezca.
-¿En algo que me enfurezca?
-Es la mejor manera para comenzar. La ira es un sentimiento muy fuerte.
Peter se miró la mano, pensativo.
-Inténtalo de nuevo.
Peter volvió a alzar la mano y volvió a concentrarse en la figura. Cerró los ojos e inhaló profundamente. Por un momento pensé que no sucedería nada, pero para mi sorpresa, la figura comenzó a cubrirse de una fina capa de escarcha que finalmente se convirtió en un muro de hielo que cubrió toda la figura de madera.
-¿Ves como sí eras capaz?
Peter abrió los ojos y observó sorprendido lo que había hecho.
-Es tu turno, Sylvia- Me dijo Sarah.
Di un paso al frente.
-Tu tarea es descongelar la figura.
-¿También tengo que pensar en algo que me enfurezca?- Intenté hacer una broma pero Sarah me miró muy seria.
-Para empezar sí.
Hice lo mismo que Peter. Cerré los ojos, inhalé hondo y me concentré en algo que me provocara mucha rabia… Varios pensamientos pasaron por mi mente: Mandy, esos días que pasamos con la psicóloga porque nadie nos creía…Pero finalmente elegí uno que hacía que me ardiera la piel al pensar en ello.
-Bien hecho, Sylvia.
Abrí los ojos y vi la figura de madera, tal y como estaba al principio, y bajo la cual se encontraba un pequeño charco de agua. Lo había conseguido. Sonreí y entonces la figura comenzó a arder.
-¡Oh, Dios mío!- Exclamé, asustada.
Sarah cogió una manta que sacó de la caja y tapó la figura con ella, extinguiendo así el fuego.
-Parece que se te ha ido un poco de las manos- Sarah bromeó, pero yo no le vi la gracia- Tranquilos, ha ido muy bien.
*****************
Me encontraba en mi habitación mirándome al espejo. Esperaba que todo lo sucedido en los dos días anteriores me hubiera cambiado de alguna manera, pero no, allí seguía yo, igual de bajita, con la misma cara redondita y los ojos de un marrón tan oscuro que parecían negros. Cogí una gomilla que tenía en la mesita de noche, me hice una coleta y luego me acicalé un poco el flequillo. Miré por la ventana, estaba anocheciendo y sabía que estaba llegando la hora, ¿la hora de qué? Ni yo misma lo sabía con certeza, sólo sabía que esa misma noche, Peter y yo tendríamos que hacer algo que determinaría a qué bando pertenecían el resto de jóvenes que había en el centro.
Me senté en el borde de la cama y me puse las botas. Por la ventana podía ver las copas de los árboles mecerse con el viento, así que supuse que esa noche haría bastante frío. Me acerqué al pequeño armario y busqué un abrigo color rojo que estaba segura de haber guardado en la maleta cuando puse rumbo aquí… ¡Ahí estaba! Cogí el abrigo y me lo puse, reconfortándome. Era la hora de bajar.
*****************
Llegué al patio trasero y me encontré con Sarah, que estaba colocando unos recipientes ovalados encima de una mesa. Cuando se giró y me vio, sonrió.
-Hola, Sylvia- Me saludó- No te he oído llegar.
-¿Todavía no ha llegado nadie?
-Sí, están todos esperando a que los avise en el pabellón, aquí fuera hace frío.
-¿Crees que seremos capaces de hacer lo que sea que tengamos que hacer?
-Por supuesto- Me sorprendió la seguridad con la que dijo aquello- No es difícil y lo haréis muy bien.
-¿Cómo sabes lo que tenemos que hacer?
-Bueno…-Sarah sonrió- Yo conocí a Victoria y al chico hielo.
¿Los conoció?
-¿Los conociste?
-Eran mis amigos- Sarah miró a la nada durante un momento, como si estuviera recordando algo- A veces los echo de menos.
-Entonces, tú también perteneciste a un grupo- Di por sentado esa información.
Sarah asintió.
-Aún pertenezco- Aclaró.
-¿A cuál?- Mi curiosidad cada vez era mayor.
-Al del hielo- Sarah se encogió de hombros.
-¿Por qué siempre te refieres al novio de Victoria como el chico hielo, en vez de llamarlo por su nombre?
-No sé- Sarah frunció el ceño- Es una manía.
-Buenas.
Sarah y yo miramos a la persona que acababa de unirse a nosotras: Peter.
-¿Listo, Peter?-Sarah sonrió a Peter con gran amabilidad.
-No sé, supongo que sí.
-Todo saldrá bien, ya lo veréis- Sarah sonrió- Voy a avisar a los demás.
Y al pasar por el lado de Peter le frotó el brazo de una manera tan cariñosa y familiar que me resultó un tanto extraña.