PRÓLOGO.
Will POV
¿A quién le importa que Platón pensara que había dos tipos de mundos? ¿O que Descartes se hiciera un lío él solo con el tema de Dios y el entendimiento? O sea, primero no se fía del entendimiento y luego sí porque “Dios así lo ha creado”. Os diré algo, esos tipos se drogaban demasiado.
Miré el reloj de mi escritorio, marcaba las nueve y media de la noche. Llevaba encerrado en mi habitación desde las cuatro y todavía no había terminado de estudiarme ni siquiera el primer tema de Filosofía, pero ¿sabéis lo mejor? El día siguiente era el examen, ¡yuhu! Decidí despejarme un poco, de todas formas tendría que pasar la noche en vela si quería aprobar el examen ¡y más me valía aprobarlo! Era un año mayor que el resto de mis compañeros y todo porque había repetido el segundo año de instituto, y aún así, a pesar de ser mayor, era uno de los que peor notas sacaba. Pero no era porque quisiera, sino porque me costaba mucho, o como los profesores decían: “Porque me distraía con facilidad”, ¡ja! Encendí la radio y escuché al locutor hablar:
-¡Buenas noches, California! Estamos a 21 de diciembre de 2013 y oficialmente hoy acabamos de entrar en invierno.
En ese momento oí el sonido de un fuerte trueno que hizo que los cristales de la ventana temblaran. Retiré un poco las cortinas y vi la tremenda tormenta que estaba cayendo, ¡como para salir a la calle!
-Y ahora vamos con nuestra sección especial llamada “Dedica lo que quieras”- Tras esto se oyó la típica sintonía que ponían en esa cadena al cambiar de sección- La primera canción se la dedica David Wells a la que, cito textualmente, es el bomboncito más delicioso que ha probado nunca, Grace Eastwood- Sentí una arcada.
David Wells era de mi edad, él también había repetido, pero a diferencia mía, él había tenido un motivo. Su padre había muerto cuando él tenía 15 años, así que estuvo un año un poco perdido. Aún así, nadie quitaba que fuera un chulo y un estúpido. Todas las chicas bebían los vientos por él, incluida Grace Eastwood, la popular del instituto. Ella tampoco terminaba de caerme bien, con esos aires de superioridad y esa arrogancia…
-La canción que le dedica se llama “Sexy bitch” y…
Apagué la radio, no tenía ganas de escuchar más gilipolleces de esos dos. Decidí bajar a por algo de beber y cuando salí de mi habitación comprobé que mi madre ya se había marchado a trabajar (era policía) y que mi padre se había quedado dormido en el sofá con la tele encendida. Tomé la decisión de no molestarlo, así que fui hacia la cocina y saqué de la nevera un bote de zumo. Miré por el cristal de la puerta de la cocina que daba al patio. Mi casa estaba rodeada de árboles y bosque, cosa que me gustaba, menos en los días de tormenta como ese. La lluvia caía con fuerza y todo el patio estaba embarrado. Cogí un vaso y eché un poco de zumo. Cuando comencé a beber, volví a mirar de nuevo por la puerta y casi me ahogo con el zumo, comencé a toser como un loco sin poder apartar la vista de la puerta. Era imposible… Había una chica de pie en el patio mirándome, estaba empapada por la lluvia, pero lo más sorprendente fue…Que iba sólo en ropa interior. No sabía qué hacer, ¿sería una chica del instituto? Ella seguía mirándome fijamente, pero no podía distinguir su cara entre la lluvia, sólo podía ver que estaba abrazándose a sí misma con los brazos (supuse que para protegerse del frío). Entonces, la chica cayó en redondo al suelo. Sin pensarlo siquiera, salí corriendo por la puerta de la cocina y me dirigí hacia ella. Cuando me agaché a su lado me di cuenta de que tenía arañazos que parecían estar cicatrizando en los brazos y una costra de sangre en el cuello. La cogí y la acerqué a mi pecho para mirarle la cara, seguro que la conocía. Pero no, no la conocía, jamás había visto a esa chica; debía tener unos dieciséis o diecisiete años. La chica abrió los ojos de golpe y colocó una mano en mi nuca atrayéndome hacia ella. Yo tenía el corazón a mil por hora por el miedo, ¿qué le pasaba a aquella chica?
-A…Ayúdame- Musitó a apenas centímetros de mi cara antes de volver a quedarse inconsciente entre mis brazos.