Capítulo 8: Polvo de doxy.
Wendy POV
-¡Oh, Dios, Will!- Exclamó Jackie cuando salimos de la fiesta.
La nariz la sangraba y parecía que tenía el labio inferior partido. Me sentí fatal, todo eso era culpa mía. ¿Por qué había tenido que beber tanto ponche? ¿Qué clase de bebida provoca que te comportes así?
-Tenemos que ir al hospital- Dijo Jackie.
-No, estoy bien- Will intentó zafarse del brazo de Jackie y del mío, pero se tambaleó.
-¡No estás bien, Will!- Jackie volvió a cogerlo y me miró.
-¿Hay alguna zona privada por aquí?- Pregunté.
-¿Qué? Supongo que una de las clases, el aula de Química está abierta.
-Vamos allí- Dije pasándome uno de los brazos de Will por encima de los hombros.
-¿Por qué allí?- Jackie no entendía nada.
-Jackie, ¿puedes ir a una farmacia de guardia y traerme unas gasas y desinfectante?- Le pedí.
Jackie abrió mucho los ojos.
-¿Piensas curarlo tú?
-Hice un cursillo el verano pasado- Mentí.
Jackie vaciló un momento, pero al ver la cantidad de sangre que perdía Will, asintió.
-Vamos- Le dije a Will mientras nos dirigíamos por uno de los pasillos al aula de Química.
Cuando llegamos comprobamos que era cierto lo que había dicho Jackie: el aula estaba abierta. Entramos dentro y coloqué un folio en la ventanita de la puerta para que nadie pudiera ver lo que estaba a punto de hacer.
Will se sentó en el suelo apoyando la espalda contra una de las mesas. Estaba demacrado.
-Vale- Me arrodillé a su lado y respiré hondo alzando las palmas de las manos.
-¿Qué vas a hacer?
-Curarte.
Centré toda mi energía en segregar polvo de doxy. Poco a poco noté las manos pegajosas y supe que lo estaba consiguiendo. Cuando finalmente abrí los ojos, vi que mis manos estaban totalmente cubiertas por polvo dorado. Sonreí y miré a Will, que me miraba atónito.
-Esto te va a escocer un poco- Le dije antes colocar una de mis manos sobre su nariz.
Inhalé profundamente y me concentré en curar la herida. Funcionó y eso me hizo sentir un poco más aliviada. Repetí el proceso, pero esa vez, coloqué la mano sobre la herida del labio. Will hizo una mueca de dolor cuando el polvo dorado hizo su efecto. Al verlo otra vez bien sentí una gran paz interior, pero también sentí que no tenía fuerzas para nada más. Curar con magia de doxy es un proceso agotador.
Will se llevó la mano al labio, que ya estaba curado, sorprendido.
-¿Cómo has hecho eso?- Su voz denotaba clara sorpresa.
-Polvo de doxy- Contesté sonriendo- Tiene poderes curativos.
-Es increíble…
-Will, lo siento mucho- Dije al cabo de un momento sin poder aguantar ya más la culpabilidad- Todo esto ha sido culpa mía.
-¿Qué? No ha sido culpa tuya.
-Sí, sí que lo ha sido- Noté que se me nublaba la vista- Yo bebí más de la cuenta y…No sabía que ese líquido provocaba ese efecto y…- Una lágrima cayó de mis ojos sin poder evitarlo- Y luego David te ha pegado y entonces me he dado cuenta de lo que estaba pasando y…
-Eh, eh- Will acunó mi cara entre sus manos y me miró a los ojos- No ha sido culpa tuya, ¿vale?
-Perdóname- Más lágrimas cayeron de mis ojos- De verdad, perdóname.
Will me abrazó y yo seguí llorando sobre su hombro. Era una persona horrible, le habían hecho daño por mi culpa.
-¿Todas las doxies sois así de sensibles?- Pregunto contra mi pelo.
-Las doxies odiamos ver sufrir a la gente que nos importa- Contesté entre hipos.
-Oye- Will me separó un poco de él y me cogió por los hombros- Tú no sabías que el ponche tenía alcohol.
Fruncí el ceño. ¿Alcohol? ¿Qué era eso? Will debió interpretar mi expresión.
-El alcohol es una sustancia que te hace comportarte sin saber bien lo que haces.
Asocié ese hecho a la sensación que había tenido cuando todo me daba vueltas.
-Suele durar varias horas, pero supongo que tu organismo, al ser diferente, ha eliminado el alcohol antes.
Desvié la mirada. Eso no me hacía sentir mejor.
-Eh, no llores más- Will me limpió las lágrimas- Tu cara es demasiado bonita para llenarla de lágrimas.
Sonreí.
-Gracias- Dije- Gracias por todo- Cogí su mano y la estreché con fuerza- Si no hubiera sido por ti, no sé dónde estaría ahora.
En ese momento se abrió la puerta del aula y Will y yo dimos un respingo, sobresaltados. Esperaba que sería Jackie, pero no era ella. La figura que entró era masculina, más alta que Will y más fuerte también. La figura encendió la luz del aula y se nos quedó mirando, sorprendido.
-¿Will?
-¿Taylor?
Así que ese era el Taylor del que había estado hablando Jackie. Me fijé en él, no era de extrañar que le gustara. Tenía el pelo corto y moreno y los ojos de un oscuro verde botella.
-¿Qué hacéis aquí?- Taylor alzó las manos impidiendo que respondiéramos- No me lo digas, no quiero saberlo.
-Creía que no estarías hoy aquí- Dijo Will.
-Yo tampoco, pero por lo visto se ha armado una pelea y han llamado a más profesores.
Will tragó saliva, nervioso.
-Ya… ¡Cómo es la gente! ¿Verdad?- Rió para ocultar los nervios.
-Y tú eres…-Se dirigió a mí.
-Wendy, Wendy Brooks- Me presenté.
-Es prima de Jackie- Añadió Will.
-Un placer, Wendy- Taylor sonrió- Yo soy Taylor Marshall, el profesor de Educación Física.
Lo miré y calculé su edad, no podía tener más de veintidós años.
-Anda, venga, salid de aquí antes de que sea otra persona la que venga y os vea- Taylor sonrió y se marchó.
Jackie POV
Me subí al coche y me dirigí a la farmacia de guardia más cercana que había. Compré las gasas y el desinfectante a toda pastilla y me dirigí de nuevo al coche. Estaba tan nerviosa que las llaves se me cayeron de las manos en el parking. Me agaché para cogerlas mientras maldecía y, al levantarme, me encontré cara a cara con una persona. Era un chico poco mayor que yo, tenía el pelo rubio y ondulado cayéndole sobre los ojos, que eran de color verde. Pero lo que más me llamó la atención fue cómo iba vestido: pantalón negro, zapatos negros y chupa de cuero negra.
-¿Dónde está?- Preguntó el chico.
-¿Q…Qué?- Tartamudeé.
-La princesa, ¿dónde está?- El chico dio un paso más hacia mí y yo me tambaleé.
Tenía mucho miedo. Estábamos en un parking donde no había nadie más a las dos de la mañana. ¿Y si era un violador? ¿O un secuestrador? Las piernas comenzaron a temblarme.
-Te vi el otro día con ella, así que no te hagas la tonta- Siguió hablando.
-¿El otro día? Yo no conozco a ninguna princesa.
-Claro que sí, ¿quieres que te la describa?- Dio otro paso más hacia mí y yo retrocedí hasta que mi espalda dio con la pared del parking- Bajita, pelo castaño con reflejos dorados y un característico mechón de pelo rosa.
-¿Wendy?- ¿De qué conocía ese tipo a Wendy? ¿Y por qué la había llamado “princesa”?
-¿Wendy?- Parecía extrañado- ¿Se hace llamar así?
-¿De qué la conoces?
El chico rió.
-No tienes ni idea de lo que es ella, ¿verdad?
-¿Qué?- ¿De qué estaba hablando?
-Llévame hasta la princesa- El chico se colocó a sólo centímetros de mí y mi respiración comenzó a ser más irregular, ¿me mataría?
No contesté.
-Puedo ser muy persuasivo, jovencita- Dijo entre dientes antes de dar un fuerte golpe contra la pared.
-¡Killian!
El chico se giró hacia la voz que había hablado y yo hice lo mismo. Era una chica alta y esbelta, un año o dos mayor que yo. Tenía el pelo castaño suelto e iba vestida con unos pantalones rojos y un jersey blanco. Pero había otra cosa en ella que me llamaba la atención, a través de su pelo castaño podían atisbarse varios mechones de pelo azul.
-Vaya… ¿También cruzaste el portal?- El chico, Killian, apartó su atención de mí y se fijó en la chica.
-¿De verdad pensabas que dejaría a mi hermana sola?- La chica sonrió- Suéltala, Killian- Dijo refiriéndose a mí.
-Y si no lo hago, ¿qué?
-Sabes que no tienes nada que hacer contra mí.
-Pero ellos sí.
Tras decir esto, dos hombres aparecieron de entre los coches, ¿cuánto tiempo llevaban allí? Los hombres profirieron un agudo chillido mientras sus rostros empezaban a deformarse. ¿Qué estaba sucediendo allí? Pronto, los dos hombres se convirtieron en una especie de bestia, con dos brazos y dos piernas, y unos afilados dientes que les daban un aspecto aterrador.
La chica, por su parte, abrió la boca y soltó un gruñido como si fuera una especie de gato, y pude vislumbrar dos finos colmillos semejantes a los de los gatos. Alzó las palmas de las manos hacia delante y sólo entonces comprobé que le brillaban de un extraño color turquesa. Una ráfaga de polvo azul salió disparada hacia las dos bestias y las dejó inmovilizadas.
La chica miró a Killian, jadeando.
-Y ahora tú.