Capítulo 2: Un recuerdo.
Weltrish POV
Abrí los ojos. Lo primero que vi fue un techo totalmente blanco e iluminado por la luz de una pequeña lámpara que se encontraba a mi izquierda. Estaba tendida en una cama… ¿Qué había pasado? Entonces recordé la fiesta de Staltreish, la invasión de Starkus Strain, la caída de mi madre, la pelea, el portal…Y el chico. Miré a mi alrededor y lo vi sentado en una silla con un libro en su regazo. Estaba dormido. Me incorporé un poco y noté un fuerte dolor en el cuello y los brazos. Me miré los brazos y vi unas pequeñas marcas de las cicatrices que habían dejado las garras de las dos doxies, luego me toqué el cuello y noté una pequeña postilla allí donde se habían hundido los dientes de una de ellas. Volví a mirar al chico, no podía ser mucho mayor que yo, quizás un año. Me levanté de la cama y vi que llevaba puesta una camiseta que me quedaba ancha y larga, me llegaba un poco por encima de las rodillas. Supuse que sería del chico que estaba dormido y que me había salvado. Me acerqué y miré el libro que sostenía en el regazo: Filosofía, último año. Dejé el libro encima de la cama y me incliné un poco hacia delante para quedar a su altura. El chico tenía el pelo castaño y estaba un poco humedecido debido a la lluvia que lo había mojado al salir a por mí, unas largas pestañas le hacían sombra en los pómulos. Era atractivo. Llevé mi dedo índice a su nariz y le di un pequeño golpe. El chico se despertó sobresaltado y comenzó a gritar como un loco. Yo lo miré, sorprendida.
-¡¿Qué pasa?! ¡¿Cómo?! ¡¿Qué…?!- Cuando se calmó un poco y me vio, se quedó callado.
Yo abrí mucho los ojos, ¿qué le pasaba? ¿Por qué había gritado? Qué chico tan raro…
-Vaya…- Dijo finalmente cuando se hubo calmado- Parece que te has despertado.
Asentí con la cabeza.
-¿Cómo estás?
-Mejor- Dije sinceramente.
Me miró como si tuviera un millón de preguntas en la mente y no supiera por cuál empezar, la verdad es que lo entendía.
-¿Quién…? ¿Cómo…? ¿Qué te pasó?
-Me atacaron- Dije sin más.
-¿Qué te atacaron? ¿Quiénes?
-El enemigo.
-¿El ene…?- El chico parecía no entender nada- ¿Cómo te llamas?
-Weltrish.
El chico abrió mucho los ojos y bajo la luz de la lamparita pude ver que eran grandes y de un color marrón avellanado.
-Vaya…-Parecía sorprendido- Un nombre…Especial.
No dije nada.
-Yo soy Will, Will Cassidy- Se presentó y extendió la mano.
Fruncí el ceño, ¿por qué extendía la mano? Intenté recordar todas mis visitas a la Tierra y entonces recordé que era una especie de saludo. Extendí mi mano y estreché la suya.
Will POV
Weltrish extendió la mano y estrechó la mía. La miré detenidamente, era bajita, no llegaba al metro sesenta y no sabía qué pensar de ella. Si la hubiera conocido en cualquier otro momento o circunstancia habría pensado que era la clase de chica tímida que le basta con tener un grupo reducido de amigos y que no le gusta codearse de los más populares, y por la cara de tan niña buena que tenía me daba a entender que era una buena estudiante, pero entonces sonrió y pude advertir una pequeña pizca de diversión en su sonrisa. Alcé la vista y me fijé en su pelo, era de color castaño pero bajo la luz tenía reflejos rubios y un largo mechón de pelo rosa fucsia le colgaba a un lado de la cara. ¿Quién era aquella chica?
-¿Por qué no has llamado a la policía?- Le pregunté.
-Porque no soy de aquí.
-Da igual que no seas de aquí, la policía debe proteger a cualquier ciudadano.
-Ellos no pueden llegar al lugar al que yo pertenezco.
¿Por qué hablaba así?
-¿De qué estás hablando? ¿Eres de otro continente?
-No exactamente- Weltrish se pensó un momento si debía seguir hablando o no mientras se sentaba al borde de la cama- Yo provengo de otro mundo.
Alcé las cejas, sorprendido. ¿Estaba loca?
-Que…Provienes de otro mundo- Repetí.
-Sí- Asintió- Soy la princesa de mi pueblo y las doxies del bando enemigo quieren matarme para ocupar el trono.
Se hizo un momento de silencio, esa chica estaba loca, pero loca de remate.
-¿Qué es una doxy?- Pregunté siguiéndole el rollo.
-Yo soy una doxy- Se señaló a sí misma- Lo que pasa es que cuando pisamos la Tierra nuestras alas desaparecen.
¿Alas? Ay, Dios. ¿Dónde estaba el número del psicólogo?
-Los seres que me atacaron son doxies oscuras, fueron repudiadas hace muchos siglos- Siguió hablando.
-Entiendo…
-Esta noche era la fiesta de cumpleaños de mi hermana, pero ellos aparecieron y paralizaron a mi madre…
-Que es la reina- Intervine.
-Sí- Afirmó- Y entonces yo escapé por un portal para poder buscar ayuda.
-¿Qué tipo de ayuda?
-Sólo sé que tengo que encontrar a una persona que se llama Rachel, ella me puede ayudar a encontrar a la persona que nació bajo el equinoccio de otoño.
No le contesté. Esa muchacha estaba demasiado mal, quizás el ataque que había sufrido le había dejado graves secuelas emocionales o la había trastornado.
-Escúchame, Weltrish- Me incliné un poco hacia delante- Hoy ya es muy tarde, pero mañana llamaremos a una persona que puede ayudarte.
-¿Es Rachel?
-No, no se llama Rachel, pero esa una doctora.
-¿Doctora?- Weltrish frunció el ceño- No necesito una doctora, las heridas curarán pronto, ¿ves?- Se señaló los brazos donde ya no quedaba ni rastro de los arañazos, ¿cómo era posible?
-Mi madre es policía, le contaremos que te atacaron y…
-Ella no puede ayudarme, Willl- Era la primera vez que me llamaba por mi nombre y pude notar la desesperación en su voz- Por favor, tienes que ayudarme.
-Oye, has sufrido un ataque y eso ha provocado un trastorno en tu mente.
-¿Qué?
-Tú no eres una doxy, Weltrish. Simplemente eres una adolescente que ha sido atacada por un animal o un psicópata.
-No, Will, no lo entiendes.
-Mira, llamaré ahora mismo a mi madre para que venga a verte.
-¡Estoy diciendo la verdad! ¡No estoy sufriendo ningún trauma o trastorno! ¡Sé perfectamente de lo que estoy hablando!
-Oye, Weltrish, no puedes pretender que me crea una historia como la que has contado.
-¿Por qué no?- Parecía realmente extrañada por el hecho de que no la creyera.
-Porque…- ¿Por qué no la creía?- Pues porque las hadas no existen.
-¿Quién ha hablado de hadas?
-¡Las doxies tampoco!- Alcé la voz sin darme cuenta y Weltrish me miró sorprendida.
-¿Por qué eres tan escéptico?
-Porque…- En menos de un minuto esa chica había hecho que no supiera exactamente qué responder- Porque sí, porque esas cosas no existen.
-¿Cómo puedes estar tan seguro?
-Porque…-Otra vez igual- ¡No lo sé! ¡Simplemente porque no es normal que alguien vaya diciendo que proviene de un mundo lleno de seres que vuelan y que se enfrentan a unos repudiados!
Weltrish me miró e hizo una mueca de enfado, por un momento me entraron ganas de sonreír, ¡qué graciosa estaba!
-Que no sea normal no implica que no sea verdad- Dijo con total calma.
Eso me dejó descolocado. ¿Cómo podía explicarle que estaba loca? ¿Por qué había tenido que salir a ayudarla? Miré mi cama y vi a su lado el libro de Filosofía… ¡Mierda! ¡El examen!
-Si pudiera demostrártelo, lo haría- Dijo- Pero ya te lo he dicho, mis alas no están- Se encogió de hombros- Podría crear un poco de polvo de doxy pero necesitaría usar mi energía y ahora mismo tengo muy poca.
La miré. Parecía muy segura de lo que estaba diciendo pero era tan irreal que no podía creerlo.
-A veces es necesario creer sin tener que ver- Añadió.
Suspiré, resignado. No había nada que hacer con ella, estaba tan segura de lo que defendía que no podía hacerla cambiar de opinión y ver que estaba traumatizada. Me levanté y cogí el libro de Filosofía de encima de la cama.
-Quédate aquí- Le dije- Duerme un poco y no salgas de aquí a menos que yo te lo diga.
-¿Dónde vas?- Me preguntó.
-A estudiar- Le enseñé el libro- Mañana tengo un examen y es el último antes de que nos den las vacaciones de Navidad, necesito aprobarlo.
Weltrish asintió y se hizo un momento de silencio.
-De acuerdo, vendré a por ti por la mañana- Dije antes de salir de la habitación y cerrar la puerta.
Me dirigí al cuarto de Eric. Eric era mi hermano pequeño y estaba pasando unos días en casa de un amigo de Santa Mónica, así que su cuarto estaba vacío. Me encerré en el cuarto y encendí la luz de su escritorio dispuesto a estudiar, aunque sinceramente dudaba que fuera capaz de cumplir mi misión. Tenía la cabeza aturullada y no podía dejar de pensar en lo que había sucedido en las tres últimas horas. El reloj de pared de Eric marcaba la una menos cuarto. Me tapé la cara con las manos e intenté calmarme, pero entonces, sin previo aviso, un recuerdo de mi niñez me vino a la mente.
Yo tenía unos cinco años y estaba en el patio trasero de mi casa jugando con una pelota. Papá estaba en el trabajo y mamá estaba sentada en una silla con Eric en brazos, por aquel entonces él sólo tenía dos años recién cumplidos.
-Will, ten cuidado con la pelota- Me advirtió mi madre al ver que cada vez le daba patadas más fuertes a la pelota.
-Sí, mamá- Dije antes de darle otra patada que mandó a la pelota unos metros dentro del bosque.
-Mira que te lo he dicho, Will- Me riñó mamá.
-Voy a por ella- Dije mientras salía disparado hacia el bosque.
-¡Ten cuidado!- Oí gritar a mi madre.
Cuando entré en el bosque, miré a ambos lados en busca de la pelota y la vi a los pies de uno de los árboles. Me acerqué y la cogí, dispuesto a volver al patio.
-¿Will?
Me giré y vi a una chica mayor detrás de mí. ¿Me conocía? No era muy alta y tenía un mechón de pelo color rosa muy raro. Dio un paso hacia mí y yo me quedé quieto porque de pronto le habían salido dos grandes alas semejantes a las de las mariposas. ¿Era un hada?
-¿Eres un hada?- Pregunté.
-No- La chica sonrió y se agachó para estar a mi altura- Tengo que pedirte un favor, Will.
-¿Cómo me conoces?
-Es difícil de explicar- Dijo ella- Pero quiero que me prometas algo.
Asentí sin saber bien por qué. La luz se reflejaba a través de sus alas y hacía que pareciera un ángel. Era muy guapa.
-Dentro de unos años, tú serás un jovencito de dieciocho años y la noche del solsticio de invierno conocerás a una chica.
-¿Cómo sabes eso?
-Simplemente lo sé- La chica sonrió- Tú la salvarás y ella te contará una historia que tú no creerás, o más bien no querrás creer. Pero tienes que hacerlo, Will. Es la única manera salvar mi mundo y el tuyo.
-¿Estás enferma?
-No- La chica volvió a sonreír- Pero hay algo más que debes saber, tienes que creer en ti.
-¿Qué?
-Si no lo haces…Yo moriré.
-¿Por qué?
-Es difícil de explicar, pero por favor, prométeme que lo harás.
-Te lo prometo- Dije sonriéndole.
La chica me devolvió la sonrisa y me acarició la mejilla con la mano.
-Gracias- Una lágrima se derramó por la mejilla de la chica.
La chica se incorporó y se dio media vuelta para marcharse.
-¿Cómo te llamas?
La chica giró la cabeza para mirarme.
-Tú me llamabas Wendy- Y dicho esto, alzó el vuelo.
Volví a la realidad de golpe. Estaba jadeando ante ese recuerdo… Lo recordaba claramente, recordaba que cuando volví con la pelota y se lo conté a mi madre, ella no me creyó. Estuve durante muchos meses esperando que esa chica volviera, pero no lo hizo. Poco a poco me fui olvidando de ese momento y me acabé convenciendo de que había sido un sueño, pero ahora… Sabía que no lo había sido. Había sido totalmente real y esa chica… Era Weltrish.