Capítulo 15: La marca de nacimiento.
Jackie POV
Ojos verdes, ojos verdes… ¡Ojos verdes! Abrí los ojos de golpe y tuve que pestañear varias veces para acostumbrarme a la luz que entraba por unos barrotes…Espera, ¿unos barrotes? Intenté levantarme pero oí el sonido de unas cadenas a mi alrededor, me giré y vi que tenía las manos y las piernas encadenadas a la pared.
-Pero ¿qué…?- Empecé a dar tirones intentando soltarme pero fue inútil.
Recordaba estar en la habitación de Taylor y de pronto…Killian. Él me había secuestrado. Miré a mi alrededor intentando averiguar dónde estaba. Era una especie de sótano o garaje, una débil luz entraba por los barrotes de una ventana y, en la esquina más alejada a donde yo me encontraba, había una pequeña mesa de madera vieja. Eso era todo.
-Genial…-Murmuré.
¿Por qué me había secuestrado Killian? ¿Qué quería de mí? De mí nada, obviamente. ¿Qué podía darle yo? ¡Sólo era una simple adolescente que estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado! Apoyé la cabeza contra la pared, ¿quién le había dicho a mi primo que tenía que salir justo la noche en la que un portal se había abierto y lo habían atravesado unas doxies? ¡¿Quién?! Pensé en Samantha y Taylor, ¿me estarían buscando? Taylor era brujo, lo que quería decir que seguramente me encontrarían pronto ¿no?
Oí el crujido de la puerta al abrirse y se me encogió el corazón.
-Vaya, ¿ya te has despertado?
-¿No lo ves?- Intenté sonar lo más firme y cortante que pude.
Killian cerró la puerta y se apoyó en ella, mirándome.
-Contéstame a algo que no entiendo- Me dijo- ¿Quién eres tú?
-¿Qué? Me secuestras en mitad de la noche, ¿pero no sabes quién soy?
Killian se encogió de hombros.
-Pienso que simplemente eres una chica común a la que la princesa está atada de alguna manera, eso te convierte en alguien esencial en el juego.
-¿Esencial?- Solté una carcajada- Mira, yo no soy esencial para nada. De hecho, soy de lo más anti-esencial que te puedas encontrar.
-¿Siempre que te pones nerviosa dices cosas sin sentido?
¿Qué? Me puse roja como un tomate. Killian tenía razón pero no tenía ningún derecho a decírmelo.
-¿Por qué me has atado?- Pregunté- ¿Qué piensas conseguir con todo esto?
-Tenías pinta de ser más lista, Jackie…
-Para ti soy Jaqueline- Dije, enfadada- Y sé que todo esto tiene que ver con un plan para que Wendy venga a por mí, ¿a qué sí?
Killian sonrió.
-¿Por qué sonríes?- ¿Por qué tenía que sonreír con esa sonrisa tan sexy?
-Porque, querida Jaqueline- Se acercó hasta mí y se agachó hasta quedar a mi altura- Hace mucho tiempo que no tengo contacto con un humano normal y corriente y había olvidado lo curiosos que son.
-¿Qué? ¿Tú no eres una doxy?
-No, cielo- Volvió a sonreír- Soy como tú. Quizás un poco más fuerte y rápido, pero eso es debido a años y años de entrenamiento.
Sin saber por qué quería saber más acerca de su vida.
-Pero tú eres de los malos…-Dije sin pensar.
-Eso es muy relativo, ¿no crees?
-Eres sofista…-Comenté sin poder evitarlo. Mi profesor de Filosofía siempre me había dicho que yo era muy sofista.
-¿Qué?- Killian no tenía ni idea de lo que le estaba diciendo.
-Nada- Dije notando cómo volvía a sonrojarme- ¿Por qué trabajas para los malos? ¿Por qué quieres quitarle el trono a Wendy?
Killian suspiró.
-Starkus es como mi padre- Confesó mientras se sentaba a mi lado- Él necesita ese trono para que dejemos de ser unos repudiados.
-Pero tú no eres como ellos, ¿cómo…?
-¿Acabé allí?- Terminó la pregunta por mí.
Asentí.
-Cuando era pequeño mis padres me dejaron en un contenedor de basura- Dijo- Literalmente.
Oh, Dios…
-Starkus me recogió y me llevó con él a Doxmond.
Se hizo un momento de silencio muy incómodo. Su historia era terriblemente triste y de pronto quise olvidarme de que me había secuestrado o de que quería matar a mi amiga, tan sólo quería consolarlo y decirle que tomara el buen camino.
-¿Por qué me cuentas esto?- Pregunté.
Killian se encogió de hombros.
-Una vez que la princesa venga os mataré a las dos- Dijo como si fuera lo más normal del mundo- Así que…- Giró la cara para mirarme- ¿Qué más da?
Sentí un escalofrío recorrerme la espalda. ¿En serio pensaba matarme?
-¿No has pensado en elegir el otro camino?- Me atreví a preguntar.
-No hay otro camino.
-Claro que sí- Intenté convencerlo- Conozco a Wendy y a su hermana, sé que son buenas. Si pidieras perdón por lo que has hecho, ellas…
-¿Pedir perdón?- Me interrumpió- ¿Por qué debería pedir perdón? ¿Por serle fiel a mi padre?
Bajé la mirada sin saber qué decir. ¿Es que era tonta? ¿Acaso pensaba de verdad que por tener una charla con él haría que se volviera “bueno”? ¿En qué mundo vivía? Esto no era una película, y por mucha atracción que sintiera hacia el chico malo de la historia, tenía que ser realista.
-Es una pena, Jaqueline- Killian pasó sus dedos por mi brazo con delicadeza y sentí miles de descargas eléctricas- No me gusta matar humanos- Puso cara de pena- Y mucho menos a humanas tan guapas como tú.
Me quedé sin respiración. ¡Era una gilipollas! ¡¿Cómo podía sentirme atraída hacia un secuestrador que quería matarme a mí y a mi amiga?! ¡Estaba para que me encerraran en un loquero!
-Te traeré algo de comer- Dijo mientras se levantaba.
-¿Para qué? Si de todas maneras me vas a matar…-Comenté.
Killian me miró durante un segundo y luego sonrió antes de agacharse para quedar a mi altura de nuevo. No…No lo iba a hacer…No iba a hacer lo que yo estaba pensando, ¿verdad? Pero sí. Sí lo hizo. Se acercó lentamente a mí y posó con delicadeza sus labios sobre los míos. ¡¿Qué demonios estaba haciendo?! Quise apartarlo de un empujón (mentira), pero en lugar de hacer eso, me quedé inmóvil. El beso apenas duró cinco segundos y no fue más que un choque de labios, pero fue suficiente para acelerarme el pulso.
-¿Quién sabe cuándo volveré a besar a una humana?- Comentó sonriendo cuando se separó.
Y tras decir eso y dejarme con la cara a cuadros, se marchó.
Wendy POV
-¿Que qué?- Habían pasado ya varios segundos desde que Will había soltado la bomba, pero yo no podía creerlo- ¿Tú…? ¿Tú eres…?- Respiré hondo- ¿Eres la persona que…?
-No lo sé- Contestó- Pero mira.
Will se quitó la camiseta y se giró para que le mirara la espalda. En cualquier otro momento por mi mente habría pasado la idea de que tenía un cuerpo fabuloso y fibroso, pero en esa situación no podía permitirme ese tipo de pensamientos.
-Aquí- Se señaló el omoplato izquierdo con el dedo.
Allí estaba. Justo encima del omoplato una pequeña marca color marrón oscuro.
-No es exactamente como la tuya pero tengo esta marca de nacimiento.
Llevé mi mano a la marca y la toqué. Sí, sin duda era él. Era la misma forma de la cruz y tenía justo el punto en el lado opuesto al mío, en el lado izquierdo.
-Eres tú…-Dije con un hilo de voz.
Will se giró un poco para mirarme.
-¿Cuándo es tu cumpleaños?- Pregunté.
-El veintitrés de septiembre…- Will se dio cuenta de algo que no había caído antes- Equinoccio de otoño.
Aparté mi mano de su espalda y Will se dejó caer en el asiento mientras se tapaba la cara con las manos, desesperado.
-El portal no me dejó caer en tu patio por casualidad…-Empecé a atar cabos- Las casualidades no existen…
Will se quitó las manos de la cara y me miró.
-Wendy…-La voz de Will sonaba cansada- Yo no soy especial. Tan sólo soy un chico de dieciocho años que repitió curso y con una vida totalmente aburrida.
Lo miré durante un momento y sonreí.
-Tú no eres aburrido, Will- Suspiré- Y te necesitamos…Yo te necesito.
No sabía exactamente qué se suponía que teníamos que hacer, pero por un momento la idea de que a lo mejor no tendríamos que decirnos adiós pasó por mi mente.
-¿Significa esto que no tendré que decirte adiós?- Will me había leído la mente.
-No lo sé- Me encogí de hombros- Pero mira…- Me acerqué y volví a tocar su marca de nacimiento- No tiene el mismo color que la mía, puede ser una señal de que tú sigues perteneciendo a este mundo…-No me gustaba esa idea, pero había que ser realista- Y yo al mío…
Alcé la cabeza. Will y yo estábamos tan cerca que podía sentir su respiración en mi cara. Sentí que el corazón se me aceleraba igual que la noche anterior…O quizá más. ¿Por qué? Porque me había enamorado de Will. Sí, estaba enamorada de él y había sucedido sin que me diera cuenta. Hasta ese momento ni siquiera se me habría pasado por la cabeza que él y yo… Miré sus labios que estaban a apenas milímetros de los míos, quería que hiciera lo que sabía que estaba a punto de hacer.