Capítulo 1: La caída de la reina.
Weltrish POV
Era el día. Era el día en que mi hermana cumplía diecinueve años y nuestra madre, la reina, había organizado una gran fiesta a la que estaban invitados todos los habitantes de Doxmond Sur.
Me encontraba en mi habitación con la puerta cerrada, pero aún así podía oír la melódica música proveniente del gran prado que rodeaba nuestro castillo. Terminé de recogerme el pelo en un semi recogido y me dirigí a mi armario de roble blanco para elegir el vestido que me pondría. Me decanté por un sencillo vestido de seda color turquesa por encima de las rodillas y cogí unas sandalias de tacón a juego con el vestido. Me miré una última vez en el espejo y bajé las escaleras dispuesta a salir a la calle.
Doxmond era diferente del mundo humano y puedo compararlos porque en varias ocasiones he visitado la Tierra en compañía de mi hermana o de mi mejor amiga, Likeshy. Mientras que Doxmond era todo flora y fauna, la Tierra estaba llena de edificios y contaminación, jamás lograré entender qué tiene de bueno eso. Nuestro castillo no estaba construido de ladrillos o rocas como están acostumbrados a ver los humanos, sino de un material diferente que aunque os dijera el nombre no sabríais lo que era, sólo os puedo decir que procede totalmente de la Madre Naturaleza. Cuando pisé la hierba que rodeaba el palacio vi unas cuantas bixies cambiar de color, las bixies son flores cuyo color natural es el naranja, pero dependiendo de cómo se sientan cambian de color, sí, las flores aquí también sienten y estoy segura que las de la Tierra también, sólo que los humanos no son capaces de verlo.
Miré a la derecha y vi a un montón de doxies revolotear por el amplio prado que madre había mandado decorar para la ocasión. A unos cuantos metros de mí atisbé a Likeshy, llevaba el pelo rubio recogido en una coleta alta y se había dejado los mechones naranjas sueltos a ambos lados de la cara. Se había puesto un vestido corto de color amarillo y unas sandalias naranjas. Al verme, batió las alas y se aproximó a mí; verla volar así desde la distancia era como ver a una llama de fuego moverse por sí misma.
-¿Has visto a tu hermana?- Me preguntó cuando llegó a mi lado.
-No, acabo de salir del castillo.
-¡Está preciosa, Wel!- Likeshy sonaba emocionada, pero era normal. A ella siempre le habían gustado mucho las fiestas.
-¡Weltrish!- Mi hermana se acercó volando hacia nosotras y cuando llegó, me abrazó con fuerza.
-¡Estás guapísima, Staltreish!- Le dije; y era verdad. Llevaba un vestido que madre le había mandado diseñar expresamente para ese día de color verde oliva. El pelo lo llevaba suelto y con sus mechones color turquesa se había hecho un recogido.
-Gracias.
-¿Se ha sabido algo de…?
-No- Mi hermana no me dejó acabar la pregunta- Ni tampoco sabremos nada, Wel. Saben dónde está su lugar.
Sonreí y asentí, no quería chafarle la fiesta a mi hermana. Aunque claro, ella no tenía sobre los hombros la misma responsabilidad que yo.
-¡Atención, queridos invitados!- La voz de nuestra madre se alzó por encima de las demás.
Likeshy, Staltreish y yo nos acercamos volando hacia el centro del prado, donde madre se alzaba unos cuantos centímetros por encima del resto de invitados.
-Primero quiero agradeceros a todos el estar aquí hoy para celebrar un día tan especial para mi hija mayor- Madre miró a Staltreish y sonrió- Staltreish…
Mi hermana alzó un poco más el vuelo y se colocó junto a mi madre, a su derecha.
-Hoy hace diecinueve inviernos que mi hermosa hija vino a la vida y eso es algo que debemos agradecer.
Se escuchó un sonoro vitoreo entre los allí presentes y Likeshy y yo aplaudimos.
-Pero también me gustaría mencionar a mi otra hija- Madre me miró- Mi Weltrish, que será la encargada de tomar el trono una vez que aparezca la persona con la marca del equinoccio de otoño- Madre me tendió la mano y yo alcé el vuelo hasta quedar a su izquierda- Como bien todos sabéis, ella nació con la marca, por lo que debéis venerarla y obedecerla cuando ella ocupe mi lugar.
Otra vez sonaron más vítores. Staltreish y yo nos miramos y sonreímos. Nuestro pueblo nos adoraba tanto como a nuestra madre.
-Y ahora, por favor, disfrutad de la fiesta.
Tras decir esto, todos los invitados se repartieron por el prado. Nueva música tocada por las doxies musicales comenzó a sonar mientras varias parejas alzaban el vuelo bailando. Estaba empezando a anochecer y vi como cientos de scilixes aparecían de las ramas de los árboles y rodeaban a las parejas que bailaban, ofreciendo un maravilloso espectáculo. Las scilixes son una especie de luciérnagas de nuestro mundo, brillan como miles de lucecitas cuando se sienten felices y son inofensivas.
Yo estaba sentada en el tronco de un gran roble que habían decorado con bixies que habían adquirido el color amarillo: el de la felicidad. Sonreí y miré hacia mi izquierda, ahí estaba mi madre hablando con uno de los guardias, ¿qué ocurría? Parecía que el guardia estaba comunicándole una mala noticia, lo supe por la expresión de mi madre. Busqué a Staltreish con la mirada, pero no la encontré, así que decidí acercarme a comprobar qué pasaba por mí misma.
-Madre…
Mi madre giró la cara para verme y su expresión demostró sorpresa.
-Weltrish, ¿qué pasa?
-Eso mismo me preguntaba yo- Miré al guardia- ¿Qué ocurre?
-No pasa nada, hija- Era evidente que estaba mintiendo.
-Madre…- El tono de mi voz dejó claro que no la creía.
-Puedes retirarte- Mi madre se dirigió al guardia.
-Con vuestro permiso- El guardia hizo una reverencia antes de marcharse.
-¿Qué está pasando? ¿Son las doxies oscuras?
-Algunos guardias han visto movimientos por la frontera- Confesó- Pero no hay por qué preocuparse, es imposible que alguno de ellos se cuele aquí sin que lo pillen.
-Son muchos…
-Lo sé- Mi madre sonrió- Pero es la fiesta de tu hermana y no quiero amargársela- Me frotó el brazo cariñosamente- Y ahora disfruta de la fiesta, cielo.
Mi madre pasó por mi lado y se perdió entre la multitud, así que yo decidí hacer lo mismo. Pronto encontré a Likeshy y ambas nos pusimos a bailar y a volar al son de la música. Al cabo de un rato mi madre anunció que era la hora de hacer un brindis por mi hermana. Todos los invitados alzamos nuestras copas hechas con pétalos de mixmies. Las mixmies son unas flores que flotan en las aguas de los ríos de Doxmond y cuyos pétalos pueden ser blancos, rosas o turquesas.
-¡Brindemos por esta fiesta! ¡Brindemos por nosotros! ¡Pero sobre todo, brindemos por Staltreish!
-¡Brindemos!- Coreamos todos los invitados antes de beber nuestras copas.
En ese momento sucedió algo impredecible. Madre, que se encontraba unos centímetros por encima de nosotros comenzó a toser y su copa cayó al suelo, las alas comenzaron a parpadear hasta que perdieron su color bronce y adquirieron un extraño y pálido color gris. Se oyó un sonoro murmullo entre los allí presentes y yo busqué a mi hermana, estaba justo frente a mí mirando a nuestra madre, horrorizada. Madre perdió la fuerza en las alas y cayó de golpe. Ahogué un grito justo a la vez que uno de los guardias se abría paso entre la multitud y cogía a madre antes de que golpeara el suelo. Mi hermana y yo nos acercamos a madre y la miramos sin saber qué hacer.
-¿Qué te ocurre, madre?- Preguntó Staltreish.
-Me…Me siento débil- Madre había perdido todo el color de sus mejillas. Los labios carnosos y sonrosados habían adquirido un color pálido y sus ojos azules como el mar, habían perdido intensidad.
-Es la copa…- El guardia había cogido la copa de la que había bebido madre y la olió- Contiene algún tipo de sustancia- Volvió a oler- ¡Es breishmon!
Mi hermana se tapó la boca, sorprendida. El breishmon es un líquido que segregan algunas plantas y que actúan como una especie de paralizador si las ingiere alguna doxy. Miré a madre conteniendo las lágrimas y agarré su mano con fuerza.
-Madre…- Le acaricié el pelo rubio brillante y le retiré un mechón de pelo que le cubría la cara.
-¡Seguro que ha sido una doxie oscura!- Exclamó alguien detrás de nosotros.
-Imposible, no ha entrado nadie- Dijo el guardia.
-¡Hay un traidor!- Gritó otra persona- ¡Hay un traidor entre nosotros!
-No hemos…-La voz del guardia quedó ahogada, porque de repente, una flecha le atravesó el pecho.
Mi hermana y yo gritamos, horrorizadas y la multitud comenzó a dispersarse, asustada. El guardia cayó hacia un lado y dejó al descubierto a una doxie oscura que sostenía un arco en la mano.
-Ha sido una buena distracción paralizar a la reina- Dijo la doxy mientras daba un paso al frente.
Entonces lo reconocí. Se trataba de Starkus Strain, el líder de las doxies oscuras.
-Es hora de deshacerme de ti- Dijo mirándome.
Sentí que me inundaba el pánico. Sabía pelear y sabía usar mis poderes, pero esto… Jamás lo hubiera visto venir. No hizo falta que pensara en cómo atacar porque más guardias aparecieron y se lanzaron contra Starkus Strain.
-¡Madre!- Era mi hermana la que había gritado.
La miré y comprobé por qué había gritado. Madre estaba tosiendo de nuevo y un poco de sangre había manchado su precioso vestido púrpura. Oí un chillido infernal, giré la cara y vi que Starkus se había transformado en la bestia que era. Dos brazos más le habían crecido de los costados y en vez de dos piernas, ahora tenía cuatro. Las alas se habían desplegado, haciendo que pareciera un auténtico escarabajo y al abrir la boca, dejó al descubierto una hilera de finos pero peligrosos dientes afilados. Le enseñó las manos a los guardias y mostró unas grandes garras que podrían desgarrar a cualquiera. Mi mente no podía procesar tanta información.
-Weltrish…-La voz de mi madre era débil- Te quiere a ti, quiere matarte.
Sabía que era cierto. Starkus quería hacerse con el control de todo Doxmond y la única persona que se lo impedía era yo, ya que había nacido marcada bajo el equinoccio de primavera.
-Tienes que huir- Siguió hablando mi madre.
-No pienso abandonarte, madre- Las lágrimas amenazaban con derramarse de un momento a otro.
-Weltrish, el portal hacia el mundo de los humanos está a punto de abrirse, tienes que ir allí.
-¿Qué?
-Busca a una persona, es una humana, se llama Rachel. Ella te ayudará- Madre volvió a toser- Tienes que encontrar a la persona nacida bajo el equinoccio de otoño.
-Pero madre, ¿cómo voy a…?
-Es humano- Me interrumpió- Rachel lo sabe todo, la profecía, dónde está esa persona… ¡Todo!- Tosió con más fuerza.
-Madre…-No sabía qué decir. Los gritos y sonidos de la batalla que estaba teniendo lugar a nuestro alrededor y todo lo que me estaba contando madre me estaba dejando en shock.
-¡Vete, Weltrish! Pronto llegarán más doxies oscuras y te será imposible huir. Eres nuestra única salvación- Me miró- Otra cosa más, esa persona no sa…No sa…-Madre no acabó la frase, sus ojos se cerraron. Estaba completamente paralizada.
-No…-La zarandeé un poco- ¡Madre! ¡Tienes que acabar la frase!
-¡Weltrish!- Era mi hermana- Tienes que irte.
-Staltreish…
-¡YA!
Eché a correr sin pensarlo más. Madre me había pedido que los salvara y eso iba a hacer. Pasé por detrás de los guardias que seguían peleando con Starkus Strain mientras oía el sonido de más doxies oscuras por encima de nuestras cabezas. No podían encontrarme. Sabía dónde se abriría el portal y según mis cálculos ya debía haberse abierto, lo que no sabía era cuánto tiempo más duraría. Llegué al lugar dónde el portal brillaba y me decidí a saltar dentro, pero una mano me agarró del tobillo y me hizo caer.
-¿Dónde crees que vas, princesa?
Me levanté del suelo y vi a Killian, él era uno de los trabajadores de Starkus y, a diferencia de los demás, él era humano. Starkus se lo había llevado de un orfanato hacía ya quince años y había sido como su hijo. A ambos lados de Killian aparecieron dos doxies oscuras ya transformadas. Sabía que no podría atravesar el portal sin pelear. Centré toda mi energía en las palmas de mis manos y noté cómo empezaba a segregar el polvo de doxy.
-Veamos qué sabes hacer- Dijo Killian antes de que una de las doxies se abalanzara contra mí enseñándome las garras.
Lancé una gran bola dorada de polvo hacia ésta, intentando paralizarla. El polvo rodeó todo su cuerpo y se movió más lentamente, pero no lo suficiente como para no alcanzarme el brazo y provocarme un gran corte con sus garras. Grité de dolor y le di una patada en la cara haciendo que cayera de espaldas, paralizada. La segunda doxy rugió y vino corriendo hacia mí, volví a repetir el mismo proceso pero esta vez el polvo tardó más en segregarse y la doxy me hundió los afilados dientes en el cuello. Grité y le di un codazo en la nariz, haciendo que se tambaleara. No tenía tiempo para usar la magia. Le di un puñetazo en la cara y luego una patada en el estómago. La doxy que estaba paralizada comenzó a moverse y se puso en pie. No podría acabar con las dos… La primera se volvió a abalanzar sobre mí y me arañó el otro brazo justo a la vez que yo le daba un cabezazo a la segunda doxy. Me escapé de entre las garras de la primera doxy y centré todo mi poder en mi estómago, debería hacer uso de toda mi energía para salir viva de allí. Inhalé hondo y alcé ambas manos al frente hacia las dos doxies justo cuando una gran luz dorada salía disparada hacia ellas, las envolvía y las reducía a cenizas. Comencé a jadear debido al esfuerzo, notaba cómo empezaban a flaquearme las piernas y sentía la sangre recorrerme el cuello y los brazos, manchando así la poca tela que me quedaba del vestido turquesa.
-Eso ha sido impresionante, princesita- Killian sonreía divertido.
No podía pelear contra él, ya no me quedaban fuerzas. Sentía que iba a desmayarme de un momento a otro. Tenía que huir…
Miré a Killian que se encontraba a unos cuatro metros de mí y luego al portal que se encontraba a dos metros y medio. No podía quedarme allí ni un segundo más. Killian advirtió lo que iba a hacer pero antes de que pudiera reaccionar, saqué fuerzas que no creía tener y me lancé contra el brillante portal que me conduciría al mundo humano. Cuando comencé a caer oí un grito de enfado proveniente de Killian.
Para el momento en que el portal acabó y caí en la Tierra, ya no me quedaba nada del fino vestido de seda. Caí en un blando suelo cubierto de altas hierbas. Estaba lloviendo, más bien diluviando y cuando mi cuerpo tocó el suelo oí un gran trueno a lo lejos. Quería levantarme, quería ir a buscar ayuda, pero mi cuerpo no respondía. Ya no me quedaban fuerzas.
No sé cuánto tiempo estuve ahí tirada, pero cuando fui capaz de ponerme en pie, por poco vuelvo a caerme debido al cansancio. Comencé a andar sin rumbo fijo apoyándome en los troncos de los árboles, giré un poco la cara y miré por encima de mis hombros, mis alas no estaban, tal y como ocurría cada vez que una doxy pisaba el mundo humano. Finalmente salí de aquel bosque y lo primero que vi fue una pequeña casa con un patio que se abría hacia el bosque. Las piernas me flaqueaban cada vez más y creí que no llegaría hasta allí. Cuando pisé el patio de aquella casa me quedé mirándola, la pequeña puerta trasera que daba al patio dejaba ver a alguien en su interior. Cuando esa persona se giró y miró por la puerta me di cuenta de que se trataba de un chico; él comenzó a toser sorprendido al verme. Yo me quedé allí quieta, no podía dar ni un paso más, de pronto mis piernas no pudieron sostenerme más y caí al suelo cerrando los ojos, no tenía fuerzas. Pronto, unas manos me alzaron y me sujetaron la cara. Hice acopio de mis últimas fuerzas y abrí los ojos para mirar al chico que me tenía sujeta. Llevé una de mis manos a su nuca y tiré de él hacia mí para que pudiera oírme.
-A…Ayúdame- Musité antes de caer en una profunda oscuridad.