Capítulo 9.
Seung Young POV
Una parte de mí era consciente de que el haber decidido continuar por otro camino a solas con la princesa no era una buena idea, no quería encariñarme más con ella, a pesar de que no tenía del todo claro el por qué sentía ese cariño hacia la princesa. Pero al haber visto su expresión cuando comenté que podíamos ser atacados por vándalos y el ver cómo se agarraba el brazo, el cual, yo sabía que era el que había resultado herido hacía un año, me partió el corazón.
Iba mirando hacia el frente, alerta por si escuchaba el más mínimo ruido, pero también era consciente del sonido de los cascos del caballo que montaba la princesa a mi lado. Cuando quise darme cuenta había girado la cabeza inconscientemente y la estaba observando. Ella llevaba la vista gacha, como si estuviera preocupada o pensando en algo con mucha fuerza. ¿Qué pensaría? Observé su perfil…Era precioso. La nariz un poco respingona, los labios carnosos apretados en una mueca pensativa y la forma de la barbilla redondeada. ¿Por qué me sentía tan atraído hacia esa chica? Y por si fuera poco, era una chica occidental.
De pronto, la princesa alzó la cabeza y me pilló mirándola.
-¿Qué ocurre, general?- Me preguntó mientras el rubor cubría sus mejillas.
Me aclaré la garganta y desvié la mirada rápidamente…Sería bruto.
-Me he fijado en que estaba pensando en algo con mucha fuerza- Fue lo único que se me ocurrió decir.
-Sí.
La volví a mirar, esta vez sorprendido. ¿Sí? ¿Eso era todo lo que decía? ¿Dónde había quedado su incesante parloteo? La princesa también me miró pero abriendo mucho los ojos, como si no comprendiera el motivo de mi sorpresa.
Volví a mirar al frente. ¿De verdad era el ser atacada por los vándalos lo que la tenía tan preocupada? ¿O era su inminente llegada al palacio del rey? Esa muchacha era realmente un misterio, era muy impredecible. La miré de soslayo y noté que se estaba frotando el brazo que se hirió la otra vez…
-No le pondrán una mano encima- Las palabras salieron de mi boca antes de que pudiera controlarlas.
La princesa me miró sorprendida.
-Se lo prometo- Añadí.
La princesa se quedó mirándome un momento sin decir nada, luego sonrió de manera apenas perceptible.
-Gracias- Fue lo único que dijo.
¿Gracias? ¿Realmente estaba tan asustada que no era capaz de decir nada más que una palabra? Aunque bien pensado, ¿qué esperaba que dijera?
-Ese fue el brazo que se hirió la otra vez, ¿cierto?- Me atreví a decir.
La princesa me miró sorprendida y abrió la boca para hablar, pero debió pensárselo mejor y la cerró durante un segundo.
-Así es- Contestó antes de volver a agachar la cabeza.
Katherine POV
Agaché la cabeza. ¿Se acordaba? ¿Cómo era posible que se hubiera percatado de un detalle tan simple como era el hecho de que me estuviera acariciando el brazo herido? Quería preguntarle un montón de cosas, quería hablar con él, pero…Estaba empezando a aceptar mi destino. ¿Quién me creía que era? Había intentado por todos los medios evitar llegar a palacio, pero era evidente que tarde o temprano llegaría. Estaba comprendiendo que ser princesa significaba eso: Seguir las órdenes del rey para poder mantener a tu pueblo. Y eso me estaba matando por dentro… ¿Cuánto tiempo pasaría hasta que llegáramos? Ya llevábamos cabalgando bastante tiempo, ¿dos horas, quizás? Me sentía avergonzada por mi actitud unas horas antes, cuando fingí un desmayo para evitar llegar a nuestro destino. Me imaginaba cómo debía verme el general en esos momentos: Una niña malcriada y con una rabieta porque no es capaz de cumplir con su deber. Suspiré levemente para que Seung Young no pudiera oírme. Mi destino estaba cerca…
-¿Algo fuera de lo normal?- Preguntó Seung Young al resto de soldados.
Acabábamos de reunirnos y ya podía observar a lo lejos el palacio del rey. Suspiré resignada y volví a agachar la cabeza.
-Nada, general- Dijo un soldado.
-Un par de ladrones intentaron acercarse, pero cuando vieron que éramos de la guardia real se detuvieron- Continuó el soldado Hong.
-Bien, sigamos entonces- Anunció el general antes de seguir con nuestro camino.
Minutos…Me quedaban minutos de libertad. ¿Cómo sería el rey? ¿Qué edad tenía? ¿Sería joven? ¿Viejo? Miré al resto de soldados, ninguno parecía tener menos de veinticuatro y no más de treinta, aunque eran sólo suposiciones. Miré la figura de Seung Young que se encontraba unos metros por delante de mí: espalda recta, brazos firmemente agarrando la brida del caballo, catana colgando a un lado de su costado… Volví a bajar la mirada tristemente. Intenté reconfortarme pensando que ahora podría verlo a diario, pero yo sabía muy bien cómo sería la relación entre los dos, se limitaría a una reverencia por su parte y a un “Buenos días, general” por la mía. Pero, ¿a mí qué más me daba? ¿Por qué tenía que importarme algo como eso? Sólo habíamos compartido una semana juntos hacía un año y dos días ahora, tampoco es que fuéramos amigos ni nada así, ¿no? Quise golpearme yo misma, ¿qué quería lograr pensando así? ¿Qué no debía importarme lo que sucediera con Seung Young? Vale, no debería, pero me importaba y mucho, a mi pesar.
De pronto, el relincho de los caballos al detenerse me sacó de mis pensamientos. Tuve que apresurarme para detener el mío antes de que se chocara contra el del soldado que se hallaba delante de mí. Alcé la cabeza para ver por qué habíamos parado…Habíamos llegado.
Los soldados comenzaron a bajarse de sus monturas y yo me dispuse a hacer lo mismo.
-Permítame, alteza- Hong me ayudó a bajar de mi caballo sonriente.
Esperé que Seung Young diera alguna orden o dijera algo, pero simplemente se limitó a comenzar a andar hacia el interior del palacio.
-Después de usted, alteza- Me instó Hong.
Comencé a caminar a cosa de medio metro de distancia con el general mientras cuatro soldados se colocaban a ambos lados y el resto detrás de mí.
Cuando entramos me fue imposible no admirar el lugar. Era totalmente distinto al palacio de mi padre, éste tenía tras la puerta de entraba un gran patio, un patio lleno de vegetación. Intenté ponerme un poco de puntillas para poder verlo mejor, pero los soldados eran demasiado altos…O yo demasiado baja, depende de cómo se mirara. Seguimos andando y entramos a una especie de corredor, había murallas de un rojo intenso a lo largo de éste y amplias ventanas cerradas de múltiples habitaciones. Así que así eran los palacios asiáticos…Para mi sorpresa, estaba maravillada con el lugar, jamás había visto algo así. Giramos a la izquierda y nos introdujimos por un largo pasillo decorado con cuadros con grabados coreanos, por lo que no pude entender nada. De repente, el general se detuvo ante una gran puerta, cogió el pomo y la abrió. La puerta comunicaba con una amplia sala de grandes ventanales y, a unos diez metros de distancia se encontraba un gran trono de oro, en el cual había sentada una persona. El general comenzó su marcha y yo lo seguí, temerosa.
-General Kim Seung Young ante su majestad- Seung Young hizo una reverencia
-Me alegra saber que ha tardado poco tiempo en cumplir su misión, general- Habló el rey.
El hecho de que Seung Young estuviera justo delante de mí me hacía totalmente imposible ver cómo era el rey.
-He escoltado a la princesa Swan hasta aquí como usted ordenó- La voz de Seung Young sonó tan firme y formal como los dos días anteriores.
-De un paso adelante, alteza- Noté que me ponía tensa al instante, sabía muy bien que se estaba refiriendo a mí.
El general se hizo hacia un lado sin ni siquiera mirarme, cosa que yo no hice con respecto a él. Pude ver cómo agachaba la mirada cuando se colocó al lado izquierdo donde estaban el resto de soldados.
-¡Vaya!- La voz del rey sonó sorprendida.
Fue entonces cuando lo miré por primera vez y la verdad, es que me sorprendió lo que vi. Era un hombre más joven que Seung Young, ¿24 años, tal vez? Tenía el pelo moreno recogido en una especie de moño atado con una cinta negra que estaba grabada con letras coreanas. Su atuendo no era distinto, una gran túnica negra y dorada con caracteres asiáticos. Tenía los ojos bastante grandes, la nariz un poco achatada y unos labios finos y largos. Podría decirse que era atractivo, aunque su rostro carecía de la elegancia del de Seung Young. Miré a Seung Young de soslayo, sí…Carecía de su elegancia y también de esa característica única que sólo él era capaz de tener.
-Jamás imaginé que una chica occidental pudiera ser tan bonita- Habló el rey.
Lo miré sorprendida. A diferencia de Seung Young, cuyo acento asiático era adorable, el del rey sonaba fuerte y un poco molesto ante mis oídos. O quizás era el hecho de que no quería compartir el mismo aire que él respiraba.
-Es un honor conocerla, alteza- Siguió hablando.
-Lo…Lo mismo digo, majestad- Dije finalmente haciendo una reverencia.
-No me arrepiento de haber negociado con su padre- Su voz sonaba calmada y serena- Será una buena reina.
Noté un pinchazo en el estómago y no respondí.
-Vaya…Parece que es usted una mujer de pocas palabras- Dijo al ver que no contestaba.
-Estoy un poco cansada- Me atreví a decir- Ha sido un viaje un poco largo.
-¡Oh! Sí, la comprendo- Contestó.
El rey chasqueó los dedos y a los pocos segundos entró en escena una mujer vestida con lo que supuse que sería la ropa común allí. Hizo una reverencia ante el rey y luego me miró. Era más alta que yo, de unos 29 o 30 años y tenía el pelo pelirrojo recogido en una larga trenza.
-Ella es Shim Seung Mi- Habló el rey- Será tu dama de compañía aquí en palacio.
-Un placer conoceros, alteza- Seung Mi hizo una reverencia y me sonrió.
Fue una sonrisa cálida que por alguna extraña razón, me confortó.
-Por favor, Seung Mi- Dijo el rey- Viste adecuadamente a la princesa Swan- Me miró y sonrió, y sólo entonces me di cuenta de que al sonreír se le formaban dos hoyuelos en las mejillas- Esta noche cenaré con ella.
Seung Young POV
Una parte de mí era consciente de que el haber decidido continuar por otro camino a solas con la princesa no era una buena idea, no quería encariñarme más con ella, a pesar de que no tenía del todo claro el por qué sentía ese cariño hacia la princesa. Pero al haber visto su expresión cuando comenté que podíamos ser atacados por vándalos y el ver cómo se agarraba el brazo, el cual, yo sabía que era el que había resultado herido hacía un año, me partió el corazón.
Iba mirando hacia el frente, alerta por si escuchaba el más mínimo ruido, pero también era consciente del sonido de los cascos del caballo que montaba la princesa a mi lado. Cuando quise darme cuenta había girado la cabeza inconscientemente y la estaba observando. Ella llevaba la vista gacha, como si estuviera preocupada o pensando en algo con mucha fuerza. ¿Qué pensaría? Observé su perfil…Era precioso. La nariz un poco respingona, los labios carnosos apretados en una mueca pensativa y la forma de la barbilla redondeada. ¿Por qué me sentía tan atraído hacia esa chica? Y por si fuera poco, era una chica occidental.
De pronto, la princesa alzó la cabeza y me pilló mirándola.
-¿Qué ocurre, general?- Me preguntó mientras el rubor cubría sus mejillas.
Me aclaré la garganta y desvié la mirada rápidamente…Sería bruto.
-Me he fijado en que estaba pensando en algo con mucha fuerza- Fue lo único que se me ocurrió decir.
-Sí.
La volví a mirar, esta vez sorprendido. ¿Sí? ¿Eso era todo lo que decía? ¿Dónde había quedado su incesante parloteo? La princesa también me miró pero abriendo mucho los ojos, como si no comprendiera el motivo de mi sorpresa.
Volví a mirar al frente. ¿De verdad era el ser atacada por los vándalos lo que la tenía tan preocupada? ¿O era su inminente llegada al palacio del rey? Esa muchacha era realmente un misterio, era muy impredecible. La miré de soslayo y noté que se estaba frotando el brazo que se hirió la otra vez…
-No le pondrán una mano encima- Las palabras salieron de mi boca antes de que pudiera controlarlas.
La princesa me miró sorprendida.
-Se lo prometo- Añadí.
La princesa se quedó mirándome un momento sin decir nada, luego sonrió de manera apenas perceptible.
-Gracias- Fue lo único que dijo.
¿Gracias? ¿Realmente estaba tan asustada que no era capaz de decir nada más que una palabra? Aunque bien pensado, ¿qué esperaba que dijera?
-Ese fue el brazo que se hirió la otra vez, ¿cierto?- Me atreví a decir.
La princesa me miró sorprendida y abrió la boca para hablar, pero debió pensárselo mejor y la cerró durante un segundo.
-Así es- Contestó antes de volver a agachar la cabeza.
Katherine POV
Agaché la cabeza. ¿Se acordaba? ¿Cómo era posible que se hubiera percatado de un detalle tan simple como era el hecho de que me estuviera acariciando el brazo herido? Quería preguntarle un montón de cosas, quería hablar con él, pero…Estaba empezando a aceptar mi destino. ¿Quién me creía que era? Había intentado por todos los medios evitar llegar a palacio, pero era evidente que tarde o temprano llegaría. Estaba comprendiendo que ser princesa significaba eso: Seguir las órdenes del rey para poder mantener a tu pueblo. Y eso me estaba matando por dentro… ¿Cuánto tiempo pasaría hasta que llegáramos? Ya llevábamos cabalgando bastante tiempo, ¿dos horas, quizás? Me sentía avergonzada por mi actitud unas horas antes, cuando fingí un desmayo para evitar llegar a nuestro destino. Me imaginaba cómo debía verme el general en esos momentos: Una niña malcriada y con una rabieta porque no es capaz de cumplir con su deber. Suspiré levemente para que Seung Young no pudiera oírme. Mi destino estaba cerca…
-¿Algo fuera de lo normal?- Preguntó Seung Young al resto de soldados.
Acabábamos de reunirnos y ya podía observar a lo lejos el palacio del rey. Suspiré resignada y volví a agachar la cabeza.
-Nada, general- Dijo un soldado.
-Un par de ladrones intentaron acercarse, pero cuando vieron que éramos de la guardia real se detuvieron- Continuó el soldado Hong.
-Bien, sigamos entonces- Anunció el general antes de seguir con nuestro camino.
Minutos…Me quedaban minutos de libertad. ¿Cómo sería el rey? ¿Qué edad tenía? ¿Sería joven? ¿Viejo? Miré al resto de soldados, ninguno parecía tener menos de veinticuatro y no más de treinta, aunque eran sólo suposiciones. Miré la figura de Seung Young que se encontraba unos metros por delante de mí: espalda recta, brazos firmemente agarrando la brida del caballo, catana colgando a un lado de su costado… Volví a bajar la mirada tristemente. Intenté reconfortarme pensando que ahora podría verlo a diario, pero yo sabía muy bien cómo sería la relación entre los dos, se limitaría a una reverencia por su parte y a un “Buenos días, general” por la mía. Pero, ¿a mí qué más me daba? ¿Por qué tenía que importarme algo como eso? Sólo habíamos compartido una semana juntos hacía un año y dos días ahora, tampoco es que fuéramos amigos ni nada así, ¿no? Quise golpearme yo misma, ¿qué quería lograr pensando así? ¿Qué no debía importarme lo que sucediera con Seung Young? Vale, no debería, pero me importaba y mucho, a mi pesar.
De pronto, el relincho de los caballos al detenerse me sacó de mis pensamientos. Tuve que apresurarme para detener el mío antes de que se chocara contra el del soldado que se hallaba delante de mí. Alcé la cabeza para ver por qué habíamos parado…Habíamos llegado.
Los soldados comenzaron a bajarse de sus monturas y yo me dispuse a hacer lo mismo.
-Permítame, alteza- Hong me ayudó a bajar de mi caballo sonriente.
Esperé que Seung Young diera alguna orden o dijera algo, pero simplemente se limitó a comenzar a andar hacia el interior del palacio.
-Después de usted, alteza- Me instó Hong.
Comencé a caminar a cosa de medio metro de distancia con el general mientras cuatro soldados se colocaban a ambos lados y el resto detrás de mí.
Cuando entramos me fue imposible no admirar el lugar. Era totalmente distinto al palacio de mi padre, éste tenía tras la puerta de entraba un gran patio, un patio lleno de vegetación. Intenté ponerme un poco de puntillas para poder verlo mejor, pero los soldados eran demasiado altos…O yo demasiado baja, depende de cómo se mirara. Seguimos andando y entramos a una especie de corredor, había murallas de un rojo intenso a lo largo de éste y amplias ventanas cerradas de múltiples habitaciones. Así que así eran los palacios asiáticos…Para mi sorpresa, estaba maravillada con el lugar, jamás había visto algo así. Giramos a la izquierda y nos introdujimos por un largo pasillo decorado con cuadros con grabados coreanos, por lo que no pude entender nada. De repente, el general se detuvo ante una gran puerta, cogió el pomo y la abrió. La puerta comunicaba con una amplia sala de grandes ventanales y, a unos diez metros de distancia se encontraba un gran trono de oro, en el cual había sentada una persona. El general comenzó su marcha y yo lo seguí, temerosa.
-General Kim Seung Young ante su majestad- Seung Young hizo una reverencia
-Me alegra saber que ha tardado poco tiempo en cumplir su misión, general- Habló el rey.
El hecho de que Seung Young estuviera justo delante de mí me hacía totalmente imposible ver cómo era el rey.
-He escoltado a la princesa Swan hasta aquí como usted ordenó- La voz de Seung Young sonó tan firme y formal como los dos días anteriores.
-De un paso adelante, alteza- Noté que me ponía tensa al instante, sabía muy bien que se estaba refiriendo a mí.
El general se hizo hacia un lado sin ni siquiera mirarme, cosa que yo no hice con respecto a él. Pude ver cómo agachaba la mirada cuando se colocó al lado izquierdo donde estaban el resto de soldados.
-¡Vaya!- La voz del rey sonó sorprendida.
Fue entonces cuando lo miré por primera vez y la verdad, es que me sorprendió lo que vi. Era un hombre más joven que Seung Young, ¿24 años, tal vez? Tenía el pelo moreno recogido en una especie de moño atado con una cinta negra que estaba grabada con letras coreanas. Su atuendo no era distinto, una gran túnica negra y dorada con caracteres asiáticos. Tenía los ojos bastante grandes, la nariz un poco achatada y unos labios finos y largos. Podría decirse que era atractivo, aunque su rostro carecía de la elegancia del de Seung Young. Miré a Seung Young de soslayo, sí…Carecía de su elegancia y también de esa característica única que sólo él era capaz de tener.
-Jamás imaginé que una chica occidental pudiera ser tan bonita- Habló el rey.
Lo miré sorprendida. A diferencia de Seung Young, cuyo acento asiático era adorable, el del rey sonaba fuerte y un poco molesto ante mis oídos. O quizás era el hecho de que no quería compartir el mismo aire que él respiraba.
-Es un honor conocerla, alteza- Siguió hablando.
-Lo…Lo mismo digo, majestad- Dije finalmente haciendo una reverencia.
-No me arrepiento de haber negociado con su padre- Su voz sonaba calmada y serena- Será una buena reina.
Noté un pinchazo en el estómago y no respondí.
-Vaya…Parece que es usted una mujer de pocas palabras- Dijo al ver que no contestaba.
-Estoy un poco cansada- Me atreví a decir- Ha sido un viaje un poco largo.
-¡Oh! Sí, la comprendo- Contestó.
El rey chasqueó los dedos y a los pocos segundos entró en escena una mujer vestida con lo que supuse que sería la ropa común allí. Hizo una reverencia ante el rey y luego me miró. Era más alta que yo, de unos 29 o 30 años y tenía el pelo pelirrojo recogido en una larga trenza.
-Ella es Shim Seung Mi- Habló el rey- Será tu dama de compañía aquí en palacio.
-Un placer conoceros, alteza- Seung Mi hizo una reverencia y me sonrió.
Fue una sonrisa cálida que por alguna extraña razón, me confortó.
-Por favor, Seung Mi- Dijo el rey- Viste adecuadamente a la princesa Swan- Me miró y sonrió, y sólo entonces me di cuenta de que al sonreír se le formaban dos hoyuelos en las mejillas- Esta noche cenaré con ella.