Capítulo 9
Clary
A la siguiente mañana me desperté en un rincón de la habitación en una posición un poco extraña, tenía la boca seca y el estómago me rugía, la bandeja que me había traído Adrian el día anterior seguía exactamente en el lugar que la había dejado, ¿es que de verdad pensaba que podrían mantenerme a base de pan y agua? Y no podía quitarme de la mente las últimas palabras de Adrian, <<su vida>>, había dicho, ¿Es que la querían matar? ¿Por qué? Tenía un nudo en la garganta que no quería desaparecer. Unos ruidos me sacaron de mis pensamientos, me acerqué a la puerta y pegué la oreja a esta.
-…Nos marchamos antes de que nos vieran- Decía Jennifer.
-Deberíais haber actuado antes- Era la voz de un chico que no conocía.
-Pero tenemos información- El que hablaba ahora era Bradley.
-¿Qué clase de información?- Se me hizo un nudo en el estómago, era Adrian.
-Un chico llegó a salvarla- Oí cómo alguien carraspeaba.
-Vaya información- La que había intervenido era la voz de otra chica, parecía exasperada.
-No era un chico normal y corriente- Bradley tenía la voz seca y cortante- Era un cazador.
-¿Un cazador?- La información de Bradley parecía haber impresionado al chico.
-Sí, Mike- Fue Jennifer la que intervino.
¿Un cazador? ¿De animales?
-¿Qué hace ella con ese chico?-La chica, parecía confundida.
-Es obvio que fue él el que la salvó de Adrian- Dijo el chico, Mike.
¿De Adrian? ¿Salvar a Selena de Adrian? ¿Cuándo? ¿Qué había pasado?
-¿Es cierto?- Inquirió Bradley.
-No sé- Adrian sonaba indiferente- Puede ser, no me dio tiempo a verle bien la cara.
-Pues…-Jennifer no terminó de hablar porque en ese momento se escuchó un ruido en la sala y todos enmudecieron- Padre…-Dijo al fin.
-¿Tenéis noticias?- La voz pertenecía a un hombre que no había hablado antes.
-Más o menos- Mike sonaba cohibido.
-Sabemos quién está con la chica- Empezó a decir Bradley.
-¿A sí? ¿Quién?- La voz del padre de Jennifer era ronca y sonaba cansada pero a la vez potente.
-Un cazador- Dijo la chica que no conocía.
-Hm…interesante- Al padre de Jennifer parecía haberle interesado la información- ¿Habéis descubierto algo más?
-No, padre- Era Bradley el que hablaba, ¿eran Jennifer y él hermanos? Eso explicaría el color de los ojos- Llegaron unos humanos que nos interrumpieron el plan.
-Eso no es bueno- Se hizo un largo silencio- ¿Y la otra chica?- Me tensé al instante, era obvio que la otra chica era yo.
-Está encerrada- Era la primera vez que Adrian intervenía desde que llegó el otro hombre- No sabe nada.
-¿Cómo estás tan seguro?
-He hablado con ella.
-¿Y qué te hace pensar que está diciendo la verdad?- La voz del hombre era inquisitiva.
-Porque si hay alguien a quién le diría la verdad es a mí.
Oí una risa.
-Intentaré creer que es cierto- Por el tono de su voz supuse que había sido él quien había reído- Llamadme cuando tengáis nuevas noticias.
Me retiré de la puerta a trompicones, ¿Qué estaba pasando allí realmente? ¿Quién era ese hombre y qué querían decir con que Selena estaba con un chico cazador? ¿Quién era toda esa gente y por qué hablaban de los humanos como si ellos no lo fueran?
Selena
Estaba sentada en el porche de una casa solariega, tenía unos cinco años, estaba jugando con una muñeca nueva que me habían regalado mis padres. Había otra niña conmigo, tendría unos siete u ocho años, estaba dibujando en un bloc y de vez en cuando me miraba y sonreía.
-Layla juega conmigo- Le pedía a la niña.
-No tengo ganas Sel- No levantó la cabeza del bloc de dibujo.
-¿Qué pasa chicas?- En ese momento mi madre salió cogida de la mano de mi padre.
-Layla no quiere jugar conmigo- Me crucé de brazos frunciendo el ceño.
-Es que quiero dibujar- Se quejó ésta. Mi madre se agachó al lado de la niña y le pasó un brazo por los hombros.
-¿Por qué no juegas un rato con tu hermana?- Me miró y me dedicó una mirada cómplice- Si lo haces, luego ella te dejará dibujar ¿verdad?
Yo asentí.
Me desperté con el corazón acelerado, recordaba el sueño con perfecta claridad, aunque más que un sueño parecía un recuerdo. Layla…mi hermana, aunque resultara extraño no la recordaba y ahora la veía en un sueño. Y mis padres, una ola de tristeza me embargó. ¿Qué significaba ese sueño? ¿Era realmente un sueño o un recuerdo provocado por las emociones de los últimos días?
Me levanté de la cama y salí al pasillo, oí unos ruidos en la planta de abajo por lo que supuse que Alex ya se había despertado. Me dirigí al baño, me lavé la cara y me miré la herida, seguía cicatrizando pero aún me escocía. Pensé en darme un baño pero finalmente me decanté por bajar antes de ducharme. Me encontré a Alex en la cocina sacando algo de la nevera, por lo que se encontraba de espaldas a mí. Cuando se giró y me vio se sobresaltó, no había visto a Alex sobresaltarse por nada y ahora lo hacía simplemente porque me veía. Llevaba un vaso de leche en la mano que casi se derramó al verme.
-¿Es que tú no sabes avisar cuando llegas a algún lugar?
-No pensé que te asustarías.
-No, estoy acostumbrado a darme la vuelta y encontrarme con alguien de pie mirándome- Dijo sarcástico mientras bebía un poco de leche, luego me miró- Bueno… ¿Qué quieres?
-¿Por qué iba a querer algo?- Encarné una ceja y él me imitó, luego sonrió.
-Ya me echabas de menos ¿eh?
-¿Sabes que existe algo que se llama humildad?
-¿Humildad?- Me miraba como si hubiera dicho una palabra que jamás hubiera oído- ¿Qué clase de palabra es esa?
-Una que deberías buscar en el diccionario.
Se bebió de un trago la leche que quedaba en el vaso y la puso en el fregadero.
-Verás sí quería algo…
Él alzó una mano.
-Lo siento, no eres mi tipo.
-Tú tampoco y no por eso estoy todo el día picándote- Me crucé de brazos.
-Yo no te pico- Se encogió de hombros- Simplemente me sacas de quicio con tus chiquilladas.
-Y tú me sacas de quicio con tu forma de ser.
-¿Qué quieres que te diga?- Hizo una mueca- Soy especial.
Sacudí la cabeza, seguir discutiendo sólo llevaría a otra bronca.
-¿Me vas a dejar que te diga a lo que venía?
-¿Pero no habíamos quedado en que habías venido a verme?- Se apoyó en una silla y curvó la comisura de los labios en una sonrisa divertida.
-Necesito que me enseñes a luchar.
La expresión divertida de su cara desapareció.
-No- Dijo tajante.
-¿Qué?- Me quedé atónita- ¿Por qué no? Así no tendrías que estar preocupándote de que me mataran.
-Tienes razón, estaría preocupándome de que mataras a alguien simplemente porque te dijera que eres una niñata- Cerré los puños para no perder la calma.
-Tienes que enseñarme, necesito saber cuidar de mí misma.
-N.O- Deletreó la ene y la o abriendo mucho la boca.
-¡Me están persiguiendo para matarme!- Grité- ¡Si me cogen quiero saber defenderme!
-Si te enseñara simplemente te harías daño y estarías todo el rato quejándote- No gritó como esperé que hiciera- Oh, mirad, soy Selena y me he roto una uña- Me imitó poniendo una voz muy aguda.
-Yo no hablo así- Intenté contener el tono de mi voz.
-Ya, seguro.
-Mira- Dije tras un momento de silencio- No me quejaré y me esforzaré al máximo- Él no me contestó- ¿Qué me dices?
-Hm…-Frunció el entrecejo como si estuviera pensando, iba a ceder, lo sabía, lo sabía- No.
¿Qué? ¿Cómo no había…?
-¿Qué? Pero…
Se acercó a mí y se quedó parando delante de mí con las manos metidas en los bolsillos y me miró con esos oscuros ojos suyos y esa perfecta sonrisa que me hicieron callar de golpe. ¿Por qué tenía que tener esa sonrisa y esos ojos tan preciosos? Era injusto que las personas como él fueran las más atractivas.
-He dicho que no- Habló tranquila y pausadamente, sonrió y salió a la calle. Yo me quedé en el sitio y di una patada en el suelo.
-Estúpido…- Inspiré hondo y salí detrás de él cerrando la puerta de un portazo- ¡Eh!- Alex hizo caso omiso de mí- ¡Alex!
-¿Qué?- Dijo sin girarse.
-¡¿Quieres pararte y escucharme?!
-No- Noté cómo me ponía roja de la ira.
-¡Alex o te paras o te paro yo!
Alex se echó a reír pero no se paró.
-Sí, claro.
Eché a correr y me tiré encima de él, Alex perdió el equilibrio y salimos rodando por una ladera hacia abajo. Me quedé encima de Alex que me miraba con expresión desconcertada.
-¡¿Pero qué diablos pasa contigo?!
-Te dije que te pararía yo.
-Esto no es pararme, esto es tirarte literalmente encima de mí y permíteme que te diga que es la segunda vez que lo haces.
-¡Y siempre es culpa tuya!- Fui alzando la voz- ¡¿Es que te crees que puedes irte y dejarme con la palabra en la boca?!
-Eso es exactamente lo que pretendía- Rió, eso fue la gota que colmó el vaso, cerré el puño y le golpeé en el pecho, él hizo una mueca de dolor- ¡Eh!- Volví a golpearle de nuevo- ¡Para ya!- Me cogió la muñecas y giró de nuevo para quedar encima de mí y me sujetó las muñecas contra la hierba.
-¡Suéltame!- Pataleé.
-¡¿Es que estás mal de la cabeza?!
-¡No peor que tú!- Forcejeé por soltarme.
-¡Que te estés quieta!
Nos quedamos en silencio un momento, notaba como el pecho me ascendía y descendía debido a la adrenalina. Fingí una sonrisa.
-¿Te puedes quitar de encima de mí?
Él me miró desconcertado.
-¿Me golpearás si te suelto?- Encarnó una ceja.
-No te prometo nada- Alex soltó una risa ronca- Aunque hay otras maneras de pegarte sin que me sueltes.
-¿Ah, sí? ¿Cómo?
Encogí una rodilla y le golpeé en sus partes, Alex se puso blanco, me soltó y cayó al lado de mí quejándose.
-Así- Alex tenía los ojos cerrados y la mandíbula apretada- Oh- Dije fingiendo preocupación mientras me ponía en pie- ¿No era yo la que iba a estar quejándose por partirse una uña o porque se hacía daño?-
Alex me miró con los ojos más oscuros de lo normal y se puso de pie con dificultad, yo sonreí, ahora era yo la que me burlaba de él. Antes de que pudiera darme cuenta, Alex me estampó contra un árbol y puso ambos brazos a ambos lados de mi cara acorralándome.
-Pero qué…-Su voz sonaba débil, sonreí.
-¿Tanto te ha dolido?- Él me miró con odio y golpeó con el puño cerrado el árbol al lado de mi cara, me puse tensa, lo había cabreado y bien- Ten cuidado o me golpearás a mí.
-A lo mejor debería hacerlo.
-No serías capaz de pegarle a una chica dulce e indefensa.
Alex rió con ganas.
-Tú no tienes nada de dulce ni de indefensa.
-¿Sabes que tienes menos neuronas que hace unos minutos?- Me miró como si no supiera de lo que estaba hablando- Una vez leí que un dolor fuerte hace que pierdas neuronas- Sonreí- Y por la cara que has puesto antes creo que has perdido bastantes neuronas.
-Eres una niñata estúpida y malcriada- Su voz temblaba por la ira.
-Y tú un chulo estúpido con un ego más grande que el mar.
Él sonrió.
-He de reconocer que tienes valor- Alcé las cejas incrédula, ¿no me gritaba?- Nadie en su sano juicio se habría atrevido a golpearme.
-¿A no? ¿Y por qué?
-Pues porque normalmente a las chicas no les interesa pegarme- Hizo una mueca burlona.
-Bueno, según tú, no soy una chica sino una niña.
-Niñata- Corrigió.
-Imbécil- Ataqué.
-Estamos en pate- Nos quedamos unos segundos en silencio.
-¿Te importaría quitar las manos de ahí?- Dije- Me gustaría salir de aquí.
-¿Por qué?- Rió divertido- ¿Te pongo nerviosa?
-No- Mentí- A mí me ponen nerviosa los bichos, aunque en cierto modo tú formas parte de ellos así que supongo que sí me pones un poco nerviosa.
-Eres una mentirosa de pena.
-¿Vas a quitar las manos?
Él se encogió de hombros
-Si tan a gusto estás solo tienes que decirlo.
-¿A gusto?- Se retiró de golpe como si le hubiera abofeteado- Ya, claro- Sonrió y alzó la vista colina arriba, luego la sonrisa se desvaneció- Dime que no has cerrado la puerta.
-Eh…sí he cerrado la puerta, ¿por qué?- Estaba confundida.
-Bueno…-Suspiró tranquilamente- Lamento comunicarte que tendremos que pasar la noche al aire libre.
-¿Qué?- Abrí los ojos como platos.
-Bueno- Se metió las manos en los bolsillos- Dado que TÚ has cerrado la puerta y dado que YO no tengo la llave aquí- Se encogió de hombros- No veo otra opción.
-Otra vez no…-Me senté en el suelo y apoyé la cabeza en las manos. Él se sentó a mi lado.
-¿Sabes?
-¿Qué?- Dije sin alzar la cabeza.
-De noche salen muchos bichos por aquí- Alcé la cabeza de golpe- Ya sabes, arañas, orugas, cochinillas, caracoles…
-¡Ay ya!- Le empujé y él rió- Y ¿cuánto tiempo tendremos que estar aquí fuera?- Dije tras unos segundos de silencio.
-Dos, tres días… ¿quién sabe?
-¡¿Qué?! Estás de guasa ¿verdad?- Él negó con la cabeza.
-Argh…-Volví a apoyar la cabeza en las manos.
-También he de advertirte que por la noche refresca.
-¿Intentas desanimarme más de lo que ya estoy?
-No, simplemente me gusta ver cómo te pones cuando la situación se pone difícil.
-Eres…eres…exasperante- Alcé la cabeza.
-Gracias- Dijo sonriendo.
-Y…ya que estamos aquí- Sonreí.
-¿Qué?- Encarnó una ceja.
-Me preguntaba si ya que estamos aquí me enseñarías algunos trucos para pelear.
Alex suspiró.
-Tú no te rindes ¿Verdad?- Negué con la cabeza- Está bien- Se puso de pie- En pie.
Me levanté, no podía creerme que lo hubiera conseguido.
-Bien…eh… ¿qué sabes hacer?
-¿Que qué sé hacer?- Él asintió- Eh…pues no sé.
-Esto no va a ser fácil.
Estuvimos unas horas “practicando”, yo sabía defenderme a mi manera pero Alex insistía en que no era así como se peleaba. Intentó enseñarme algunas cosas básicas pero…no fue lo que se dice bien, siempre acabábamos discutiendo y echándonos la culpa uno a otro sin llegar nunca a un acuerdo.
El Sol estaba ya justo encima de nosotros y daba con fuerza, en ese momento eché de menos una buena ducha con agua fría. Con el sudor me empezó a escocer la herida del cuello pero no quise decir nada o Alex se hubiera reído.
-Estoy reventada- Dije mientras me tendía en la hierba jadeando.
-No sé por qué, no has hecho prácticamente nada.
-Ya, seguro- No tenía ganas de discutir, cerré los ojos y respiré hondo, el aroma del campo era lo mejor que podía inhalar en esos momentos.
-¿Qué haces?
-¿Tú qué crees?
-¿El idiota?- Abrí un ojo y le miré- ¿Qué?
-Nada- Volví a cerrar el ojo, noté cómo se tendía también a mi lado y abrí los ojos.
-¿Te importa que me tienda yo también?
-¿Desde cuándo te importa a ti lo que a mí me importa?
-Desde que tú crees que a mí no me importa lo que a ti te importa.
-Mira, vamos a dejarlo.
Miré hacia el cielo, estaba completamente despejado y apenas había nubes, esa era una de las cosas que me gustaba de Los Ángeles, el clima, era muy raro que allí lloviera y las playas era maravillosas. Los pájaros revoloteaban por el cielo y todo estaba sumido en un gran silencio.
-Tengo hambre- Dijo Alex de pronto.
-No eres el único.
-Pues me parece que por lo menos hoy no comeremos ni beberemos nada.
-Mira ahora también tengo sed- Añadí sarcástica, él no contestó.
Se hizo un momento de silencio.
-Alex…
-¿Qué?
-¿Cómo ha sido crecer en este mundo? Me refiero a crecer sabiendo que todos los seres de medianoche existen realmente.
Alex no cambió su expresión tranquila.
-No sé, no me imagino crecer de otro modo.
-¿Cuántos años tienes realmente?- Él giró la cara y me miró con expresión divertida- ¿Qué? Tú sabes cuantos años tengo yo pero yo simplemente puede hacerme una idea.
-¿Cuántos años crees que tengo?
-No sé…unos 19.
Alex sonrió y volvió la vista al cielo.
-Veinte Respondió sonriendo- Aunque pronto tendré veintiuno- Añadió.
-Así que por eso te parezco una mocosa ¿no?
-¿Mocosa?- Me miró con expresión confusa- Yo no he dicho jamás que seas una mocosa, he dicho que eres una niñata- En otro momento me habría enfadado ante ese comentario, pero en ese momento noté como, involuntariamente, la boca se me crispaba en una sonrisa.
-Ahora sí me resultas familiar- Dijo tras unos segundos de silencio.
Giré la cabeza y le miré, estaba sonriendo.
-¿A qué te refieres?
-A que cuando te vi hace unas semanas no te reconocí, pensé incluso que me había confundido de persona- Le miré confundida- Bueno, ya nos conocíamos de antes ¿Recuerdas?- Me costó unos segundos darme cuenta de que se refería a la foto que me había enseñado Steve.
-Sí, pero yo no me acuerdo.
-Bueno, yo sí, pensé que cuando te viera sería capaz de saber si eras tú realmente o no, pero lo primero que noté cuando te vi era que habías cambiado- La última frase la dijo sin mucho entusiasmo- La primera vez que te vi, tú tenías cinco años y yo nueve -Alzó la vista al cielo- Recuerdo que me pusiste de los nervios porque yo llevaba un soldadito de juguete y tú me lo quitaste porque querías que éste tomara el té contigo y con tu muñeca- Tras unos segundos de silencio añadió:- a pesar de eso eras una niña muy alegre que siempre estaba sonriendo, tenías una sonrisa muy bonita -Sonrió- Pero cuando te vi ahora simplemente vi a una chica que sólo pensaba en estudiar, no te vi sonreír ni una sola vez- Se me hizo un nudo en el estómago sin saber bien por qué. Él se giró hacia mí de nuevo- Pero ahora he visto a esa niña de cinco años en tu sonrisa de nuevo- Noté cómo me ruborizaba. ¿Había dicho que le gustaba mi sonrisa?
-Bueno, supongo que deberías haberme reconocido también cuando estaba enfadada, dices que te saco de quicio y que te saqué de quicio cuando te quité el soldadito, supongo que eso tampoco ha cambiado.
-Supongo que tienes razón, eres exasperante.
-No más que tú- Contraataqué.
-Tienes razón.
Creo que era la primera vez que me sentía agusto con Alex, no discutíamos y era agradable, me pregunté cuánto tiempo duraría eso. Empezaba a estar hambrienta y a tener mucha sed pero ¿de qué serviría quejarme? No podíamos hacer aparecer una jarra de agua así por las buenas. Miré el cielo, debía de ser más o menos mediodía.
-¿Dónde ha ido Steve?- Sabía perfectamente dónde había ido pero no quería decirle a Alex que había estado escuchando conversaciones ajenas.
-Ha ido a recoger a alguien que nos ayudará.
-¿Quién?
-¿Acaso importa?
-Pues dando por hecho que me está buscando dios-sabe-qué-cosa para matarme, sí, creo que sí me importa.
-Pues no debería, es alguien de confianza- Quise seguir insistiendo pero pensé que no sería la mejor opción.
-Anoche tuve un sueño- No sabía realmente por qué iba a contarle el sueño que tuve.
-¿No me digas que has soñado conmigo?- Me dedicó una sonrisa burlona- Ya sabía yo que no podías dejar de pensar en mí.
-Soñé con mis padres y mi hermana- La expresión de la cara de Alex cambió de la burla a una expresión seria- Más bien creo que fue una especie de recuerdo.
-¿Recuerdo?
-Sí, yo tendría unos cinco años y mi hermana unos ocho, estábamos en el porche de mi casa y salieron mis padres- Miré a la nada- No significa nada pero…
-Sí significa- Giré la cara para mirarlo.
-¿Qué?
-Significa que estás recordando, no recordabas que tuvieras una hermana, esto es un comienzo.
-Supongo…
Clary
A la siguiente mañana me desperté en un rincón de la habitación en una posición un poco extraña, tenía la boca seca y el estómago me rugía, la bandeja que me había traído Adrian el día anterior seguía exactamente en el lugar que la había dejado, ¿es que de verdad pensaba que podrían mantenerme a base de pan y agua? Y no podía quitarme de la mente las últimas palabras de Adrian, <<su vida>>, había dicho, ¿Es que la querían matar? ¿Por qué? Tenía un nudo en la garganta que no quería desaparecer. Unos ruidos me sacaron de mis pensamientos, me acerqué a la puerta y pegué la oreja a esta.
-…Nos marchamos antes de que nos vieran- Decía Jennifer.
-Deberíais haber actuado antes- Era la voz de un chico que no conocía.
-Pero tenemos información- El que hablaba ahora era Bradley.
-¿Qué clase de información?- Se me hizo un nudo en el estómago, era Adrian.
-Un chico llegó a salvarla- Oí cómo alguien carraspeaba.
-Vaya información- La que había intervenido era la voz de otra chica, parecía exasperada.
-No era un chico normal y corriente- Bradley tenía la voz seca y cortante- Era un cazador.
-¿Un cazador?- La información de Bradley parecía haber impresionado al chico.
-Sí, Mike- Fue Jennifer la que intervino.
¿Un cazador? ¿De animales?
-¿Qué hace ella con ese chico?-La chica, parecía confundida.
-Es obvio que fue él el que la salvó de Adrian- Dijo el chico, Mike.
¿De Adrian? ¿Salvar a Selena de Adrian? ¿Cuándo? ¿Qué había pasado?
-¿Es cierto?- Inquirió Bradley.
-No sé- Adrian sonaba indiferente- Puede ser, no me dio tiempo a verle bien la cara.
-Pues…-Jennifer no terminó de hablar porque en ese momento se escuchó un ruido en la sala y todos enmudecieron- Padre…-Dijo al fin.
-¿Tenéis noticias?- La voz pertenecía a un hombre que no había hablado antes.
-Más o menos- Mike sonaba cohibido.
-Sabemos quién está con la chica- Empezó a decir Bradley.
-¿A sí? ¿Quién?- La voz del padre de Jennifer era ronca y sonaba cansada pero a la vez potente.
-Un cazador- Dijo la chica que no conocía.
-Hm…interesante- Al padre de Jennifer parecía haberle interesado la información- ¿Habéis descubierto algo más?
-No, padre- Era Bradley el que hablaba, ¿eran Jennifer y él hermanos? Eso explicaría el color de los ojos- Llegaron unos humanos que nos interrumpieron el plan.
-Eso no es bueno- Se hizo un largo silencio- ¿Y la otra chica?- Me tensé al instante, era obvio que la otra chica era yo.
-Está encerrada- Era la primera vez que Adrian intervenía desde que llegó el otro hombre- No sabe nada.
-¿Cómo estás tan seguro?
-He hablado con ella.
-¿Y qué te hace pensar que está diciendo la verdad?- La voz del hombre era inquisitiva.
-Porque si hay alguien a quién le diría la verdad es a mí.
Oí una risa.
-Intentaré creer que es cierto- Por el tono de su voz supuse que había sido él quien había reído- Llamadme cuando tengáis nuevas noticias.
Me retiré de la puerta a trompicones, ¿Qué estaba pasando allí realmente? ¿Quién era ese hombre y qué querían decir con que Selena estaba con un chico cazador? ¿Quién era toda esa gente y por qué hablaban de los humanos como si ellos no lo fueran?
Selena
Estaba sentada en el porche de una casa solariega, tenía unos cinco años, estaba jugando con una muñeca nueva que me habían regalado mis padres. Había otra niña conmigo, tendría unos siete u ocho años, estaba dibujando en un bloc y de vez en cuando me miraba y sonreía.
-Layla juega conmigo- Le pedía a la niña.
-No tengo ganas Sel- No levantó la cabeza del bloc de dibujo.
-¿Qué pasa chicas?- En ese momento mi madre salió cogida de la mano de mi padre.
-Layla no quiere jugar conmigo- Me crucé de brazos frunciendo el ceño.
-Es que quiero dibujar- Se quejó ésta. Mi madre se agachó al lado de la niña y le pasó un brazo por los hombros.
-¿Por qué no juegas un rato con tu hermana?- Me miró y me dedicó una mirada cómplice- Si lo haces, luego ella te dejará dibujar ¿verdad?
Yo asentí.
Me desperté con el corazón acelerado, recordaba el sueño con perfecta claridad, aunque más que un sueño parecía un recuerdo. Layla…mi hermana, aunque resultara extraño no la recordaba y ahora la veía en un sueño. Y mis padres, una ola de tristeza me embargó. ¿Qué significaba ese sueño? ¿Era realmente un sueño o un recuerdo provocado por las emociones de los últimos días?
Me levanté de la cama y salí al pasillo, oí unos ruidos en la planta de abajo por lo que supuse que Alex ya se había despertado. Me dirigí al baño, me lavé la cara y me miré la herida, seguía cicatrizando pero aún me escocía. Pensé en darme un baño pero finalmente me decanté por bajar antes de ducharme. Me encontré a Alex en la cocina sacando algo de la nevera, por lo que se encontraba de espaldas a mí. Cuando se giró y me vio se sobresaltó, no había visto a Alex sobresaltarse por nada y ahora lo hacía simplemente porque me veía. Llevaba un vaso de leche en la mano que casi se derramó al verme.
-¿Es que tú no sabes avisar cuando llegas a algún lugar?
-No pensé que te asustarías.
-No, estoy acostumbrado a darme la vuelta y encontrarme con alguien de pie mirándome- Dijo sarcástico mientras bebía un poco de leche, luego me miró- Bueno… ¿Qué quieres?
-¿Por qué iba a querer algo?- Encarné una ceja y él me imitó, luego sonrió.
-Ya me echabas de menos ¿eh?
-¿Sabes que existe algo que se llama humildad?
-¿Humildad?- Me miraba como si hubiera dicho una palabra que jamás hubiera oído- ¿Qué clase de palabra es esa?
-Una que deberías buscar en el diccionario.
Se bebió de un trago la leche que quedaba en el vaso y la puso en el fregadero.
-Verás sí quería algo…
Él alzó una mano.
-Lo siento, no eres mi tipo.
-Tú tampoco y no por eso estoy todo el día picándote- Me crucé de brazos.
-Yo no te pico- Se encogió de hombros- Simplemente me sacas de quicio con tus chiquilladas.
-Y tú me sacas de quicio con tu forma de ser.
-¿Qué quieres que te diga?- Hizo una mueca- Soy especial.
Sacudí la cabeza, seguir discutiendo sólo llevaría a otra bronca.
-¿Me vas a dejar que te diga a lo que venía?
-¿Pero no habíamos quedado en que habías venido a verme?- Se apoyó en una silla y curvó la comisura de los labios en una sonrisa divertida.
-Necesito que me enseñes a luchar.
La expresión divertida de su cara desapareció.
-No- Dijo tajante.
-¿Qué?- Me quedé atónita- ¿Por qué no? Así no tendrías que estar preocupándote de que me mataran.
-Tienes razón, estaría preocupándome de que mataras a alguien simplemente porque te dijera que eres una niñata- Cerré los puños para no perder la calma.
-Tienes que enseñarme, necesito saber cuidar de mí misma.
-N.O- Deletreó la ene y la o abriendo mucho la boca.
-¡Me están persiguiendo para matarme!- Grité- ¡Si me cogen quiero saber defenderme!
-Si te enseñara simplemente te harías daño y estarías todo el rato quejándote- No gritó como esperé que hiciera- Oh, mirad, soy Selena y me he roto una uña- Me imitó poniendo una voz muy aguda.
-Yo no hablo así- Intenté contener el tono de mi voz.
-Ya, seguro.
-Mira- Dije tras un momento de silencio- No me quejaré y me esforzaré al máximo- Él no me contestó- ¿Qué me dices?
-Hm…-Frunció el entrecejo como si estuviera pensando, iba a ceder, lo sabía, lo sabía- No.
¿Qué? ¿Cómo no había…?
-¿Qué? Pero…
Se acercó a mí y se quedó parando delante de mí con las manos metidas en los bolsillos y me miró con esos oscuros ojos suyos y esa perfecta sonrisa que me hicieron callar de golpe. ¿Por qué tenía que tener esa sonrisa y esos ojos tan preciosos? Era injusto que las personas como él fueran las más atractivas.
-He dicho que no- Habló tranquila y pausadamente, sonrió y salió a la calle. Yo me quedé en el sitio y di una patada en el suelo.
-Estúpido…- Inspiré hondo y salí detrás de él cerrando la puerta de un portazo- ¡Eh!- Alex hizo caso omiso de mí- ¡Alex!
-¿Qué?- Dijo sin girarse.
-¡¿Quieres pararte y escucharme?!
-No- Noté cómo me ponía roja de la ira.
-¡Alex o te paras o te paro yo!
Alex se echó a reír pero no se paró.
-Sí, claro.
Eché a correr y me tiré encima de él, Alex perdió el equilibrio y salimos rodando por una ladera hacia abajo. Me quedé encima de Alex que me miraba con expresión desconcertada.
-¡¿Pero qué diablos pasa contigo?!
-Te dije que te pararía yo.
-Esto no es pararme, esto es tirarte literalmente encima de mí y permíteme que te diga que es la segunda vez que lo haces.
-¡Y siempre es culpa tuya!- Fui alzando la voz- ¡¿Es que te crees que puedes irte y dejarme con la palabra en la boca?!
-Eso es exactamente lo que pretendía- Rió, eso fue la gota que colmó el vaso, cerré el puño y le golpeé en el pecho, él hizo una mueca de dolor- ¡Eh!- Volví a golpearle de nuevo- ¡Para ya!- Me cogió la muñecas y giró de nuevo para quedar encima de mí y me sujetó las muñecas contra la hierba.
-¡Suéltame!- Pataleé.
-¡¿Es que estás mal de la cabeza?!
-¡No peor que tú!- Forcejeé por soltarme.
-¡Que te estés quieta!
Nos quedamos en silencio un momento, notaba como el pecho me ascendía y descendía debido a la adrenalina. Fingí una sonrisa.
-¿Te puedes quitar de encima de mí?
Él me miró desconcertado.
-¿Me golpearás si te suelto?- Encarnó una ceja.
-No te prometo nada- Alex soltó una risa ronca- Aunque hay otras maneras de pegarte sin que me sueltes.
-¿Ah, sí? ¿Cómo?
Encogí una rodilla y le golpeé en sus partes, Alex se puso blanco, me soltó y cayó al lado de mí quejándose.
-Así- Alex tenía los ojos cerrados y la mandíbula apretada- Oh- Dije fingiendo preocupación mientras me ponía en pie- ¿No era yo la que iba a estar quejándose por partirse una uña o porque se hacía daño?-
Alex me miró con los ojos más oscuros de lo normal y se puso de pie con dificultad, yo sonreí, ahora era yo la que me burlaba de él. Antes de que pudiera darme cuenta, Alex me estampó contra un árbol y puso ambos brazos a ambos lados de mi cara acorralándome.
-Pero qué…-Su voz sonaba débil, sonreí.
-¿Tanto te ha dolido?- Él me miró con odio y golpeó con el puño cerrado el árbol al lado de mi cara, me puse tensa, lo había cabreado y bien- Ten cuidado o me golpearás a mí.
-A lo mejor debería hacerlo.
-No serías capaz de pegarle a una chica dulce e indefensa.
Alex rió con ganas.
-Tú no tienes nada de dulce ni de indefensa.
-¿Sabes que tienes menos neuronas que hace unos minutos?- Me miró como si no supiera de lo que estaba hablando- Una vez leí que un dolor fuerte hace que pierdas neuronas- Sonreí- Y por la cara que has puesto antes creo que has perdido bastantes neuronas.
-Eres una niñata estúpida y malcriada- Su voz temblaba por la ira.
-Y tú un chulo estúpido con un ego más grande que el mar.
Él sonrió.
-He de reconocer que tienes valor- Alcé las cejas incrédula, ¿no me gritaba?- Nadie en su sano juicio se habría atrevido a golpearme.
-¿A no? ¿Y por qué?
-Pues porque normalmente a las chicas no les interesa pegarme- Hizo una mueca burlona.
-Bueno, según tú, no soy una chica sino una niña.
-Niñata- Corrigió.
-Imbécil- Ataqué.
-Estamos en pate- Nos quedamos unos segundos en silencio.
-¿Te importaría quitar las manos de ahí?- Dije- Me gustaría salir de aquí.
-¿Por qué?- Rió divertido- ¿Te pongo nerviosa?
-No- Mentí- A mí me ponen nerviosa los bichos, aunque en cierto modo tú formas parte de ellos así que supongo que sí me pones un poco nerviosa.
-Eres una mentirosa de pena.
-¿Vas a quitar las manos?
Él se encogió de hombros
-Si tan a gusto estás solo tienes que decirlo.
-¿A gusto?- Se retiró de golpe como si le hubiera abofeteado- Ya, claro- Sonrió y alzó la vista colina arriba, luego la sonrisa se desvaneció- Dime que no has cerrado la puerta.
-Eh…sí he cerrado la puerta, ¿por qué?- Estaba confundida.
-Bueno…-Suspiró tranquilamente- Lamento comunicarte que tendremos que pasar la noche al aire libre.
-¿Qué?- Abrí los ojos como platos.
-Bueno- Se metió las manos en los bolsillos- Dado que TÚ has cerrado la puerta y dado que YO no tengo la llave aquí- Se encogió de hombros- No veo otra opción.
-Otra vez no…-Me senté en el suelo y apoyé la cabeza en las manos. Él se sentó a mi lado.
-¿Sabes?
-¿Qué?- Dije sin alzar la cabeza.
-De noche salen muchos bichos por aquí- Alcé la cabeza de golpe- Ya sabes, arañas, orugas, cochinillas, caracoles…
-¡Ay ya!- Le empujé y él rió- Y ¿cuánto tiempo tendremos que estar aquí fuera?- Dije tras unos segundos de silencio.
-Dos, tres días… ¿quién sabe?
-¡¿Qué?! Estás de guasa ¿verdad?- Él negó con la cabeza.
-Argh…-Volví a apoyar la cabeza en las manos.
-También he de advertirte que por la noche refresca.
-¿Intentas desanimarme más de lo que ya estoy?
-No, simplemente me gusta ver cómo te pones cuando la situación se pone difícil.
-Eres…eres…exasperante- Alcé la cabeza.
-Gracias- Dijo sonriendo.
-Y…ya que estamos aquí- Sonreí.
-¿Qué?- Encarnó una ceja.
-Me preguntaba si ya que estamos aquí me enseñarías algunos trucos para pelear.
Alex suspiró.
-Tú no te rindes ¿Verdad?- Negué con la cabeza- Está bien- Se puso de pie- En pie.
Me levanté, no podía creerme que lo hubiera conseguido.
-Bien…eh… ¿qué sabes hacer?
-¿Que qué sé hacer?- Él asintió- Eh…pues no sé.
-Esto no va a ser fácil.
Estuvimos unas horas “practicando”, yo sabía defenderme a mi manera pero Alex insistía en que no era así como se peleaba. Intentó enseñarme algunas cosas básicas pero…no fue lo que se dice bien, siempre acabábamos discutiendo y echándonos la culpa uno a otro sin llegar nunca a un acuerdo.
El Sol estaba ya justo encima de nosotros y daba con fuerza, en ese momento eché de menos una buena ducha con agua fría. Con el sudor me empezó a escocer la herida del cuello pero no quise decir nada o Alex se hubiera reído.
-Estoy reventada- Dije mientras me tendía en la hierba jadeando.
-No sé por qué, no has hecho prácticamente nada.
-Ya, seguro- No tenía ganas de discutir, cerré los ojos y respiré hondo, el aroma del campo era lo mejor que podía inhalar en esos momentos.
-¿Qué haces?
-¿Tú qué crees?
-¿El idiota?- Abrí un ojo y le miré- ¿Qué?
-Nada- Volví a cerrar el ojo, noté cómo se tendía también a mi lado y abrí los ojos.
-¿Te importa que me tienda yo también?
-¿Desde cuándo te importa a ti lo que a mí me importa?
-Desde que tú crees que a mí no me importa lo que a ti te importa.
-Mira, vamos a dejarlo.
Miré hacia el cielo, estaba completamente despejado y apenas había nubes, esa era una de las cosas que me gustaba de Los Ángeles, el clima, era muy raro que allí lloviera y las playas era maravillosas. Los pájaros revoloteaban por el cielo y todo estaba sumido en un gran silencio.
-Tengo hambre- Dijo Alex de pronto.
-No eres el único.
-Pues me parece que por lo menos hoy no comeremos ni beberemos nada.
-Mira ahora también tengo sed- Añadí sarcástica, él no contestó.
Se hizo un momento de silencio.
-Alex…
-¿Qué?
-¿Cómo ha sido crecer en este mundo? Me refiero a crecer sabiendo que todos los seres de medianoche existen realmente.
Alex no cambió su expresión tranquila.
-No sé, no me imagino crecer de otro modo.
-¿Cuántos años tienes realmente?- Él giró la cara y me miró con expresión divertida- ¿Qué? Tú sabes cuantos años tengo yo pero yo simplemente puede hacerme una idea.
-¿Cuántos años crees que tengo?
-No sé…unos 19.
Alex sonrió y volvió la vista al cielo.
-Veinte Respondió sonriendo- Aunque pronto tendré veintiuno- Añadió.
-Así que por eso te parezco una mocosa ¿no?
-¿Mocosa?- Me miró con expresión confusa- Yo no he dicho jamás que seas una mocosa, he dicho que eres una niñata- En otro momento me habría enfadado ante ese comentario, pero en ese momento noté como, involuntariamente, la boca se me crispaba en una sonrisa.
-Ahora sí me resultas familiar- Dijo tras unos segundos de silencio.
Giré la cabeza y le miré, estaba sonriendo.
-¿A qué te refieres?
-A que cuando te vi hace unas semanas no te reconocí, pensé incluso que me había confundido de persona- Le miré confundida- Bueno, ya nos conocíamos de antes ¿Recuerdas?- Me costó unos segundos darme cuenta de que se refería a la foto que me había enseñado Steve.
-Sí, pero yo no me acuerdo.
-Bueno, yo sí, pensé que cuando te viera sería capaz de saber si eras tú realmente o no, pero lo primero que noté cuando te vi era que habías cambiado- La última frase la dijo sin mucho entusiasmo- La primera vez que te vi, tú tenías cinco años y yo nueve -Alzó la vista al cielo- Recuerdo que me pusiste de los nervios porque yo llevaba un soldadito de juguete y tú me lo quitaste porque querías que éste tomara el té contigo y con tu muñeca- Tras unos segundos de silencio añadió:- a pesar de eso eras una niña muy alegre que siempre estaba sonriendo, tenías una sonrisa muy bonita -Sonrió- Pero cuando te vi ahora simplemente vi a una chica que sólo pensaba en estudiar, no te vi sonreír ni una sola vez- Se me hizo un nudo en el estómago sin saber bien por qué. Él se giró hacia mí de nuevo- Pero ahora he visto a esa niña de cinco años en tu sonrisa de nuevo- Noté cómo me ruborizaba. ¿Había dicho que le gustaba mi sonrisa?
-Bueno, supongo que deberías haberme reconocido también cuando estaba enfadada, dices que te saco de quicio y que te saqué de quicio cuando te quité el soldadito, supongo que eso tampoco ha cambiado.
-Supongo que tienes razón, eres exasperante.
-No más que tú- Contraataqué.
-Tienes razón.
Creo que era la primera vez que me sentía agusto con Alex, no discutíamos y era agradable, me pregunté cuánto tiempo duraría eso. Empezaba a estar hambrienta y a tener mucha sed pero ¿de qué serviría quejarme? No podíamos hacer aparecer una jarra de agua así por las buenas. Miré el cielo, debía de ser más o menos mediodía.
-¿Dónde ha ido Steve?- Sabía perfectamente dónde había ido pero no quería decirle a Alex que había estado escuchando conversaciones ajenas.
-Ha ido a recoger a alguien que nos ayudará.
-¿Quién?
-¿Acaso importa?
-Pues dando por hecho que me está buscando dios-sabe-qué-cosa para matarme, sí, creo que sí me importa.
-Pues no debería, es alguien de confianza- Quise seguir insistiendo pero pensé que no sería la mejor opción.
-Anoche tuve un sueño- No sabía realmente por qué iba a contarle el sueño que tuve.
-¿No me digas que has soñado conmigo?- Me dedicó una sonrisa burlona- Ya sabía yo que no podías dejar de pensar en mí.
-Soñé con mis padres y mi hermana- La expresión de la cara de Alex cambió de la burla a una expresión seria- Más bien creo que fue una especie de recuerdo.
-¿Recuerdo?
-Sí, yo tendría unos cinco años y mi hermana unos ocho, estábamos en el porche de mi casa y salieron mis padres- Miré a la nada- No significa nada pero…
-Sí significa- Giré la cara para mirarlo.
-¿Qué?
-Significa que estás recordando, no recordabas que tuvieras una hermana, esto es un comienzo.
-Supongo…