Capítulo 8
Seung Young POV
Salí al exterior del hostal y me senté en los escalones. Sentía que el corazón me latía rápido y no sabía el motivo. Recordé el momento en que me aceptaron en la guardia real tras verme luchar con esos ladrones del poblado, sentí que mi sueño por fin se había hecho realidad…Servir al rey y a mi país. En cuestión de dos meses ya me habían ascendido al puesto de general y me había ganado el cariño y respeto de todos mis compañeros, así que sentía que mi felicidad era completa. A pesar de eso, nunca había olvidado a la princesa, cada vez que iba haciendo guardia por el pueblo y veía a una jovencita de pequeña estatura y pelo largo y castaño, albergaba la esperanza de que fuera ella. Aunque mi parte racional sabía que no era así, yo sabía que ella permanecía en palacio con su vida.
La semana que había pasado con ella hacía un año seguía en mi mente como si fuera ayer. Siempre recordaba esa sonrisa pillina que ponía cuando quería preguntar o decir algo inapropiado, el color sonrosado de sus mejillas y la expresión tan graciosa que se le formaba en la cara cuando fruncía el ceño. Para mi sorpresa me encontré sonriendo ante ese recuerdo. Pero entonces ese recuerdo fue reemplazado por otro, el momento en que el rey me ordenó que escoltara a palacio a su futura esposa…En ese momento no sabía quién sería, pero cuando me dijo el nombre de la princesa sentí una mezcla de emociones. Por un lado sentí que mi corazón daba un salto al pensar en que volvería a verla, algo que había terminando pensando y convenciéndome de que sería imposible, y por otro lado una especie de oscuridad al pensar en que esa joven se casaría con el rey…
Ella no había cambiado. Cuando me disponía a entrar en palacio para escoltarla no sabía lo que me encontraría, pero cuando la vi noté que seguía exactamente igual. Nada había cambiado, incluso seguía queriendo que le hablara como si no fuera la princesa, como si no tuviera que demostrarle respeto. Pero tenía que ser así, un general no podía dirigirse a sus superiores de otra manera que no fuera con respeto.
Miré al cielo. La noche estaba estrellada y la luna llena resplandecía con fuerza en el cielo. ¿Por qué esa muchacha ocupaba la mayor parte de mis pensamientos? ¿Qué era lo que tenía esa chica que me había marcado desde el primer momento que la vi? ¿Fue su cara dulce y pillina? ¿O quizás fue su manera de hablar? No lo sabía…Pero que me había marcado, estaba claro.
Katherine POV
Mi mente seguía pensando en Seung Young y no sabía por qué. Era cierto que en este último año había pensado bastante en él, pero era por la curiosidad de saber qué había sido de su vida, y ahora que lo sabía seguía pensando en él, y no sólo de vez en cuando. El día entero que llevaba con los soldados no había pensado en otra cosa que no fuera él. ¿Por qué? Quizás por la sorpresa de verlo convertido en todo un general, con su armadura, su espada, el pelo recogido en una pequeña cola, esos labios tan carnosos… Meneé la cabeza con fuerza obligándome a dejar de pensar esas cosas. ¿Qué me pasaba? ¿Qué hacía yo pensando en él? Y aún peor, ¿qué hacía yo pensando en sus labios?
Me tendí en la cama e intenté relajarme, mi destino era llegar al palacio del rey Goo, pero antes de llegar tendría que pasar por lo menos un día más con Seung Young… ¿Podría volver a hablar con él? Dudaba que eso fuera posible, y menos aún siguiendo esa formalidad que estaba empeñado en utilizar.
-¡Argh!- Me golpeé la cabeza con una mano- Katherine Swan, te exijo que dejes de pensar en él- Me regañé a mí misma- ¿Por qué estás pensando en él? ¡Para ya!
Cerré los ojos con fuerza y suspiré. Giré la cabeza y miré por la ventana, la noche estaba despejada y estrellada, y la luz de la luna entraba con fuerza por la ventana. Decidí que tenía que dormir y despejar la mente porque, ¿qué más podía hacer?
-El palacio está a cuestión de tres horas de aquí- Anunció de pronto Seung Young que se encontraba a unos cuatro metros de mí, encabezando la marcha.
¿Cómo? ¿Tres horas? ¿Sólo tenía tres horas de libertad antes de tener que conocer al rey? Estaba segura de que una vez que entrara en ese palacio las probabilidades de ver a Seung Young y de hablar con él disminuirían descomunalmente. Tenía que hacer algo… No podíamos llegar aún.
-Oh…-Me llevé la mano a la frente y comencé a tambalearme un poco sobre la montura.
-¿Qué ocurre?- Fue el soldado Hong el que me preguntó.
-Mi…Cabeza…-Me solté del caballo y me desplomé, pero unos brazos me agarraron impidiendo que me cayera del caballo.
-¡General!- La voz perteneciente al hombre que me había agarrado sonó asustada- ¡La princesa!
Oí el relincho de un caballo y seguidamente el sonido de su trote al acercarse hacia donde nos encontrábamos nosotros. Lo siguiente que oí fue el golpe seco de un hombre al bajarse del caballo.
-No sé lo que ha ocurrido, general…-La voz del soldado Hong sonaba inquieta- Ha sido de pronto.
-Suéltala- La voz de Seung Young sonó firme.
Los brazos que me estaban sosteniendo fueron reemplazados por otros más firmes, supe en seguida que se trataba de Seung Young. Éste me cogió en brazos y me tendió en la hierba del bosque.
-Alteza…- Intentó despertarme agitándome un poco- Alteza.
Yo no estaba dispuesta a reaccionar aún, si lo hacía seguiríamos con el camino y eso era precisamente lo que quería evitar.
-¿Habrá sido por el calor?- Un soldado nuevo fue el que preguntó.
-Alteza…- Seung Young intentó despertarme de nuevo- Despier…-De pronto se calló y no sé por qué.
-Tenemos que llevarla a algún lugar para que pueda descansar y que la atiendan- Comentó otro soldado.
-Iré a buscar algún lugar- Anunció Hong.
-Está fingiendo- Dijo de pronto Seung Young.
Sentí que se me paraba el corazón. ¿Qué había dicho? ¿Cómo lo había descubierto?
-¿General?- La voz de Hong sonó tan sorprendida como debían de estarlo todos.
-Alteza- Seung Young se dirigió a mí como si yo lo estuviera escuchando- Sé que está consciente, así que por favor, no haga esto.
Abrí los ojos de golpe y escuché un sonoro y sorprendido “Oh…” por parte del resto de soldados.
-¿Cómo lo ha sabido?- Pregunté fastidiada porque me hubiera descubierto.
Seung Young sonrió de medio lado.
-Era demasiado obvio, alteza.
Me incorporé enfadada y me alisé el vestido ante la mirada sorprendida del resto de soldados.
-¿Por…? ¿Por qué ha hecho eso, alteza?- Me preguntó el soldado Hong.
-No es de su incumbencia, soldado- Contesté de manera borde y seca antes de dirigirme a mi caballo y volver a subirme.
Estúpido Seung Young… ¿Por qué tenía que ser tan perceptivo?
-Alteza, no se preocupe- Me dijo Seung Young- Fingiremos que este incidente no ha ocurrido nunca.
Lo miré sin decir nada frunciendo el ceño. Me sentía avergonzada, y no por lo que acababa de hacer, sino por la facilidad con la que el general me había descubierto. Suspiré resignada, a tan sólo tres horas desde ese instante mi vida cambiaría para siempre…
-Tened cuidado- Anunció Seung Young- Estamos entrando en un territorio lleno de vándalos.
¿Vándalos? La imagen que sucedió hacía un año con esos hombres en el poblado llegó a mi mente sin darme cuenta.
-Seguramente querrán atacarnos- Siguió hablando- La noticia de que la princesa asistirá al palacio del rey para contraer matrimonio se ha propagado como la pólvora- Giró la cara para mirar al resto de soldados- Proteged bien a la princesa.
-¡Sí, señor!- Hablaron todos al unísono.
Me sentí rara. El hecho de que tantos hombres estuvieran rodeándome con el único fin de protegerme me hacía sentir mal… ¿Quién era yo para merecer tan protección? ¿La hija del rey? ¿Qué tenía yo de especial aparte del apellido?
-Dicen que los asaltantes de estas tierras tienen gran experiencia en las artes marciales- Comentó el soldado Hong.
Yo lo miré con los ojos muy abiertos.
-¿Ar…Artes marciales?- Mi voz sonó inestable.
-Así es- Me confirmó- Ahora ya estamos en territorio coreano alteza.
Desvié la mirada en shock. Artes marciales…Sabía muy bien en lo que consistían las artes marciales, varios soldados de palacio habían intentado aprender pero nunca habían salido exitosos. El sólo pensar que un grupo de hombres capaces de luchar de esa manera podía atacarnos… Me llevé la mano al brazo donde tenía la cicatriz sin ser consciente de ello, ese momento de mi vida me había marcado y dudaba que pudiera olvidarlo.
-¿Se encuentra bien, alteza?- Me preguntó el soldado Hong- Su rostro…Se ha puesto más pálido.
Se escuchó un leve ruido entre los matorrales y noté que el corazón se me iba a salir por la boca. El general Kim detuvo el paso y los demás hicimos lo mismo. ¿Estarían allí los vándalos? Sentí que comenzaba a marearme, y esta vez no era porque no quisiera llegar a palacio.
-General…-Fue otro soldado el que habló.
Yo no estaba atenta a lo que comenzaron a hablar los soldados, simplemente mantenía la cabeza gacha rezando porque todo saliera bien.
-…Tenéis que seguir- Fue lo único que escuché decir a Seung Young cuando empecé a reaccionar- La princesa y yo tomaremos otro camino.
Alcé la cabeza sorprendida para mirarlo, ¿qué acababa de decir?
-Seguramente ataquen cuando estéis llegando a la frontera del poblado, nos reuniremos todos justo donde corta el río, ¿de acuerdo?- Siguió
hablando.
-¡Sí, señor!- Dijeron todos al unísono.
El general Kim giró la cara para mirarme y sentí que se me encogía el corazón.
-Sígame, alteza- Me dijo.
Seung Young POV
Salí al exterior del hostal y me senté en los escalones. Sentía que el corazón me latía rápido y no sabía el motivo. Recordé el momento en que me aceptaron en la guardia real tras verme luchar con esos ladrones del poblado, sentí que mi sueño por fin se había hecho realidad…Servir al rey y a mi país. En cuestión de dos meses ya me habían ascendido al puesto de general y me había ganado el cariño y respeto de todos mis compañeros, así que sentía que mi felicidad era completa. A pesar de eso, nunca había olvidado a la princesa, cada vez que iba haciendo guardia por el pueblo y veía a una jovencita de pequeña estatura y pelo largo y castaño, albergaba la esperanza de que fuera ella. Aunque mi parte racional sabía que no era así, yo sabía que ella permanecía en palacio con su vida.
La semana que había pasado con ella hacía un año seguía en mi mente como si fuera ayer. Siempre recordaba esa sonrisa pillina que ponía cuando quería preguntar o decir algo inapropiado, el color sonrosado de sus mejillas y la expresión tan graciosa que se le formaba en la cara cuando fruncía el ceño. Para mi sorpresa me encontré sonriendo ante ese recuerdo. Pero entonces ese recuerdo fue reemplazado por otro, el momento en que el rey me ordenó que escoltara a palacio a su futura esposa…En ese momento no sabía quién sería, pero cuando me dijo el nombre de la princesa sentí una mezcla de emociones. Por un lado sentí que mi corazón daba un salto al pensar en que volvería a verla, algo que había terminando pensando y convenciéndome de que sería imposible, y por otro lado una especie de oscuridad al pensar en que esa joven se casaría con el rey…
Ella no había cambiado. Cuando me disponía a entrar en palacio para escoltarla no sabía lo que me encontraría, pero cuando la vi noté que seguía exactamente igual. Nada había cambiado, incluso seguía queriendo que le hablara como si no fuera la princesa, como si no tuviera que demostrarle respeto. Pero tenía que ser así, un general no podía dirigirse a sus superiores de otra manera que no fuera con respeto.
Miré al cielo. La noche estaba estrellada y la luna llena resplandecía con fuerza en el cielo. ¿Por qué esa muchacha ocupaba la mayor parte de mis pensamientos? ¿Qué era lo que tenía esa chica que me había marcado desde el primer momento que la vi? ¿Fue su cara dulce y pillina? ¿O quizás fue su manera de hablar? No lo sabía…Pero que me había marcado, estaba claro.
Katherine POV
Mi mente seguía pensando en Seung Young y no sabía por qué. Era cierto que en este último año había pensado bastante en él, pero era por la curiosidad de saber qué había sido de su vida, y ahora que lo sabía seguía pensando en él, y no sólo de vez en cuando. El día entero que llevaba con los soldados no había pensado en otra cosa que no fuera él. ¿Por qué? Quizás por la sorpresa de verlo convertido en todo un general, con su armadura, su espada, el pelo recogido en una pequeña cola, esos labios tan carnosos… Meneé la cabeza con fuerza obligándome a dejar de pensar esas cosas. ¿Qué me pasaba? ¿Qué hacía yo pensando en él? Y aún peor, ¿qué hacía yo pensando en sus labios?
Me tendí en la cama e intenté relajarme, mi destino era llegar al palacio del rey Goo, pero antes de llegar tendría que pasar por lo menos un día más con Seung Young… ¿Podría volver a hablar con él? Dudaba que eso fuera posible, y menos aún siguiendo esa formalidad que estaba empeñado en utilizar.
-¡Argh!- Me golpeé la cabeza con una mano- Katherine Swan, te exijo que dejes de pensar en él- Me regañé a mí misma- ¿Por qué estás pensando en él? ¡Para ya!
Cerré los ojos con fuerza y suspiré. Giré la cabeza y miré por la ventana, la noche estaba despejada y estrellada, y la luz de la luna entraba con fuerza por la ventana. Decidí que tenía que dormir y despejar la mente porque, ¿qué más podía hacer?
-El palacio está a cuestión de tres horas de aquí- Anunció de pronto Seung Young que se encontraba a unos cuatro metros de mí, encabezando la marcha.
¿Cómo? ¿Tres horas? ¿Sólo tenía tres horas de libertad antes de tener que conocer al rey? Estaba segura de que una vez que entrara en ese palacio las probabilidades de ver a Seung Young y de hablar con él disminuirían descomunalmente. Tenía que hacer algo… No podíamos llegar aún.
-Oh…-Me llevé la mano a la frente y comencé a tambalearme un poco sobre la montura.
-¿Qué ocurre?- Fue el soldado Hong el que me preguntó.
-Mi…Cabeza…-Me solté del caballo y me desplomé, pero unos brazos me agarraron impidiendo que me cayera del caballo.
-¡General!- La voz perteneciente al hombre que me había agarrado sonó asustada- ¡La princesa!
Oí el relincho de un caballo y seguidamente el sonido de su trote al acercarse hacia donde nos encontrábamos nosotros. Lo siguiente que oí fue el golpe seco de un hombre al bajarse del caballo.
-No sé lo que ha ocurrido, general…-La voz del soldado Hong sonaba inquieta- Ha sido de pronto.
-Suéltala- La voz de Seung Young sonó firme.
Los brazos que me estaban sosteniendo fueron reemplazados por otros más firmes, supe en seguida que se trataba de Seung Young. Éste me cogió en brazos y me tendió en la hierba del bosque.
-Alteza…- Intentó despertarme agitándome un poco- Alteza.
Yo no estaba dispuesta a reaccionar aún, si lo hacía seguiríamos con el camino y eso era precisamente lo que quería evitar.
-¿Habrá sido por el calor?- Un soldado nuevo fue el que preguntó.
-Alteza…- Seung Young intentó despertarme de nuevo- Despier…-De pronto se calló y no sé por qué.
-Tenemos que llevarla a algún lugar para que pueda descansar y que la atiendan- Comentó otro soldado.
-Iré a buscar algún lugar- Anunció Hong.
-Está fingiendo- Dijo de pronto Seung Young.
Sentí que se me paraba el corazón. ¿Qué había dicho? ¿Cómo lo había descubierto?
-¿General?- La voz de Hong sonó tan sorprendida como debían de estarlo todos.
-Alteza- Seung Young se dirigió a mí como si yo lo estuviera escuchando- Sé que está consciente, así que por favor, no haga esto.
Abrí los ojos de golpe y escuché un sonoro y sorprendido “Oh…” por parte del resto de soldados.
-¿Cómo lo ha sabido?- Pregunté fastidiada porque me hubiera descubierto.
Seung Young sonrió de medio lado.
-Era demasiado obvio, alteza.
Me incorporé enfadada y me alisé el vestido ante la mirada sorprendida del resto de soldados.
-¿Por…? ¿Por qué ha hecho eso, alteza?- Me preguntó el soldado Hong.
-No es de su incumbencia, soldado- Contesté de manera borde y seca antes de dirigirme a mi caballo y volver a subirme.
Estúpido Seung Young… ¿Por qué tenía que ser tan perceptivo?
-Alteza, no se preocupe- Me dijo Seung Young- Fingiremos que este incidente no ha ocurrido nunca.
Lo miré sin decir nada frunciendo el ceño. Me sentía avergonzada, y no por lo que acababa de hacer, sino por la facilidad con la que el general me había descubierto. Suspiré resignada, a tan sólo tres horas desde ese instante mi vida cambiaría para siempre…
-Tened cuidado- Anunció Seung Young- Estamos entrando en un territorio lleno de vándalos.
¿Vándalos? La imagen que sucedió hacía un año con esos hombres en el poblado llegó a mi mente sin darme cuenta.
-Seguramente querrán atacarnos- Siguió hablando- La noticia de que la princesa asistirá al palacio del rey para contraer matrimonio se ha propagado como la pólvora- Giró la cara para mirar al resto de soldados- Proteged bien a la princesa.
-¡Sí, señor!- Hablaron todos al unísono.
Me sentí rara. El hecho de que tantos hombres estuvieran rodeándome con el único fin de protegerme me hacía sentir mal… ¿Quién era yo para merecer tan protección? ¿La hija del rey? ¿Qué tenía yo de especial aparte del apellido?
-Dicen que los asaltantes de estas tierras tienen gran experiencia en las artes marciales- Comentó el soldado Hong.
Yo lo miré con los ojos muy abiertos.
-¿Ar…Artes marciales?- Mi voz sonó inestable.
-Así es- Me confirmó- Ahora ya estamos en territorio coreano alteza.
Desvié la mirada en shock. Artes marciales…Sabía muy bien en lo que consistían las artes marciales, varios soldados de palacio habían intentado aprender pero nunca habían salido exitosos. El sólo pensar que un grupo de hombres capaces de luchar de esa manera podía atacarnos… Me llevé la mano al brazo donde tenía la cicatriz sin ser consciente de ello, ese momento de mi vida me había marcado y dudaba que pudiera olvidarlo.
-¿Se encuentra bien, alteza?- Me preguntó el soldado Hong- Su rostro…Se ha puesto más pálido.
Se escuchó un leve ruido entre los matorrales y noté que el corazón se me iba a salir por la boca. El general Kim detuvo el paso y los demás hicimos lo mismo. ¿Estarían allí los vándalos? Sentí que comenzaba a marearme, y esta vez no era porque no quisiera llegar a palacio.
-General…-Fue otro soldado el que habló.
Yo no estaba atenta a lo que comenzaron a hablar los soldados, simplemente mantenía la cabeza gacha rezando porque todo saliera bien.
-…Tenéis que seguir- Fue lo único que escuché decir a Seung Young cuando empecé a reaccionar- La princesa y yo tomaremos otro camino.
Alcé la cabeza sorprendida para mirarlo, ¿qué acababa de decir?
-Seguramente ataquen cuando estéis llegando a la frontera del poblado, nos reuniremos todos justo donde corta el río, ¿de acuerdo?- Siguió
hablando.
-¡Sí, señor!- Dijeron todos al unísono.
El general Kim giró la cara para mirarme y sentí que se me encogía el corazón.
-Sígame, alteza- Me dijo.