Capítulo 7
Clary
Estuve todo el día alerta esperando por si alguien volvía a entrar en la habitación, pero nadie lo hizo. Ahora al menos sabía dónde estaba, era una fábrica de Los Ángeles, estaba abandonada, fue una de las primera fábricas que construyó mi padre “MP” (Moore productions), pero conforme fue ascendiendo y ganando más dinero la cerró. Ahora simplemente era un lugar al que a los chicos les gustaba entrar para emborracharse y hacer gamberradas. Me senté en el suelo y cerré los ojos intentando calmarme, cosa que pareció dar resultado.
Al día siguiente me despertó un rayo de sol en la cara. Abrí los ojos y me encontré en el mismo lugar que el día anterior, nada había cambiado. Estaba apoyada en la caja que había puesto bajo la ventana y estaba en una postura un poco rara que seguro a la larga me daría problemas de cuello. Levanté la cabeza esperando ver a Jennifer o a otra persona allí dentro, pero no había nadie. Me dejé caer tendida en el suelo y entonces una punzada me subió por la pierna y me levanté rápidamente. El dolor me lo había producido algo que llevaba en el bolsillo de la falda, metí la mano y casi me quedé sin aliento al ver lo que tenía…el móvil. Creí que lo había perdido o que me lo había dejado en casa. Un rayo de esperanza me cruzó por la mente. Miré el móvil y comprobé que tenía cobertura. ¿A quién llamaba? ¿A mis padres? No, ellos no podrían hacer nada, no estaban en la ciudad y los secuestradores no querían nada de ellos.
Oí unos pasos que se acercaban hasta el cuarto, guardé el móvil dentro del bolsillo mientras la puerta se abría y Jennifer entraba en la habitación con alguien más. Era un chico. Era un poco más bajo que Jennifer, pero era mayor, unos veintidós años. Ambos me miraron, el chico tenía el pelo castaño y le caía sobre la frente, y los ojos…era igual que los de Jennifer. Quizá eran hermanos.
-Así que esta es la chica.
-Sí- Contestó Jennifer sonriendo.
El chico se acercó a mí y me observó mientras daba una vuelta a mí alrededor, como si fuera una modelo a la cual están examinando para ver si cumple todos los requisitos.
-Hm…me esperaba algo más- Dijo finalmente poniéndose delante de mí.
-Es simplemente una cría, ¿de verdad esperabas más?
Me dejé caer al suelo, sentándome apoyada en la pared, el chico se agachó hasta quedar a mi altura.
-¿Cómo te llamas?- No contesté- ¡¿Cómo te llamas?!- Gritó.
-Clarissa Moore- Dije intentando sonar firme.
-Clarissa…-Dijo sonriendo- Te puedo decir Clary ¿verdad?
-Bradley…-Le llamó Jennifer, éste se giró y la miró.
-Oh, vamos Jenn- Dijo incorporándose- Sólo estoy jugando un rato.
-Pues no juegues tanto- El tono de Jennifer era cortante- No está aquí como juguete- ¿Cómo juguete?
Bradley suspiró y me miró.
-Está bien, Clary- Hizo una mueca parecida a una sonrisa que me produjo escalofríos- ¿Sabes dónde está tu amiga?
-¿Mi amiga?- Pregunté confusa.
-No te hagas la tonta- Intervino Jennifer acercándose más.
-No sé de lo que estáis hablando.
-Yo creo que sí- Bradley me cogió por el pelo y me tiró de la cabeza hacia atrás- ¿Dónde está?
-¿Quién?- Dije casi en un susurro.
-La chica- Jennifer estaba delante de mí con el rostro sombrío sin expresión alguna.
-Tu amiga- Bradley tiraba con más fuerza de mi pelo.
-¿Mi amiga? ¿Cuál de ellas?
Jennifer esbozó una sonrisa maliciosa.
-Selena…
Un nudo se me hizo en el estómago.
-¿Qué…qué tiene que ver Selena aquí?- Tartamudeé.
-Tú simplemente dinos dónde encontrarla- Bradley sonaba autoritario.
-No lo sé.
-Yo creo que sí lo sabes- Siseó en mi oído.
-¡De verdad que no!- Noté que Bradley me soltaba con tal fuerza que me tiró al suelo, oí un ruido metálico.
-¿Qué es eso?- La voz de Jennifer sonaba sorprendida, miré en su dirección y vi que el móvil se había salido de mi bolsillo y estaba en el suelo, alargué el brazo para cogerlo pero la mano de Jennifer fue más rápida- Interesante.
-Devolvédmelo- Sabía que sonaba estúpido pero era lo único que se me ocurrió decir.
Bradley rió.
-¿De verdad?- Se colocó junto a Jennifer- Ese chisme nos será de mucha ayuda.
Se dirigieron a la puerta.
-¡Esperad! ¡No podéis dejarme aquí así! ¡Sin agua y sin nada!
-Te traerán agua- Jennifer salió de la habitación con el móvil y cerró la puerta.
-¿Por qué hacéis esto? ¿Qué tiene Selena que queráis vosotros?
-Algo que no te puedes ni imaginar- La voz de Bradley carecía de emoción alguna.
-Si es por el dinero os advierto que su tía no tiene dinero para pagar un rescate.
-¿Por qué todos los humanos os creéis que todo es cuestión de dinero?
-¿Todos los humanos?- Estaba desconcertada, ¿a qué se refería con eso?
-Nada es lo que parece- Fue todo lo que dijo.
En ese momento oí cómo la puerta se abría, Bradley habló sin mirar quién era.
-Me alegro de que seas tú, a ver si a ti te cuenta donde está la chica.
Alcé la vista y casi me desmayo al ver quién era la persona que había entrado. Ese pelo rubio perfecto…
-Adrian…
Selena
No había dormido casi nada por la noche. No paraba de ver la imagen de mi madre matando a algún vampiro o algún zombi. También me imaginaba a mi hermana, muriendo tan joven…cada vez que pensaba en eso un nudo se me hacía en la garganta, no la había conocido pero aún así era mi hermana ¿no? Me desperté con un dolor en la mejilla, miré y vi que me había quedado dormida con el collar puesto en la mejilla, el cual, había dejado allí una marca rojiza.
Me levanté y salí del cuarto, no oí ruido por lo que supuse que seguramente ni Alex y Steve se habían despertado aún. Me dirigí al baño y cerré la puerta, sólo para evitar alguna visita inesperada. Me lavé la cara y me miré en el espejo, tenía ojeras y no estaba precisamente en lo que se dice uno de mis mejores días. Tenía el pelo alborotado y la piel pálida, más pálida de lo normal y la ropa…suspiré, la ropa parecía que la hubieran metido en un charco lleno de barro y luego la hubieran sacado. Había tenido que volver a ponerme los molestos tacones, siempre me había gustado ponerme tacones, ya que me hacían más alta, pero en esos momentos los odié.
Bajé las escaleras y entré en la cocina. Era pequeña, con las paredes de un color grisáceo. Había una pequeña nevera a la izquierda, justo al lado había una pequeña encimera con un grifo y más a la derecha un horno. No había ni mesas ni sillas. Por lo que el resto de la habitación estaba intacto.
-¿Madrugando?- Me giré y vi a Steve.
-No podía dormir.
-Te entiendo- Entonces reparé en sus manos, las tenía llenas de grasa y sostenía un trapo entre ambas, él se percató- El coche se ha averiado, estamos intentando arreglarlo.
-Oh…-Fue todo lo que dije.
Steve miró mis pies.
-¿Estás cómoda?- Encarnó una ceja.
-No mucho, pero no tengo otra cosa- Él sonrió.
-Ven.
Hice caso y le seguí hasta el exterior de la casa. Fuera, Alex estaba debajo del coche arreglándolo por lo que no se dio cuenta de mi presencia. El capó del coche también estaba abierto por lo que supuse que esa era la parte de la que se estaba encargando Steve.
-Alex- Le llamó Steve- Necesito que me hagas un favor.
-Eso es algo que dices muy a menudo- Dijo saliendo de debajo del coche con una sonrisa torcida, cuando me vio, la sonrisa desapareció.
Llevaba unos vaqueros y una camiseta negra de manga corta -los cuales estaban llenos de grasa- y pude confirmar mis suposiciones, era fuerte. Si lo hubiera conocido en el instituto habría pensado que era uno de los populares que se pasaba horas en el gimnasio, en su caso, supe que se debía a años y años de entrenamiento, no a unas barras ni a unas pesas. Alex se limpió las manos grasientas en el pantalón y miró a Steve con mala cara.
-Espero que ese favor no tenga que ver con cierta persona- Sabía a quién se refería con <<cierta persona>>.
-Oh, vamos Alex- Steve se metió las manos en los bolsillos del pantalón- ¿Por qué no la llevas a su casa a coger algo de ropa?- Eso nos pilló por sorpresa tanto a Alex como a mí que lo miramos con los ojos como platos.
-¿Qué?- Alex parecía a punto de estallar en cualquier momento.
-La chica no tiene ropa limpia y esos zapatos parecen bastante incómodos.
-Que no se hubiera arreglado tanto para ir a esa “fiesta”- Hizo unas comillas con los dedos en “fiesta”.
-Alex…-Le riñó Steve.
-No has tenido suficiente con tenerme vigilándola durante dos semanas entera, ¿verdad?- Había algo en sus ojos que hizo que me estremeciera- ¡No soy la niñera de nadie, Steve! ¡No tengo por qué hacerle ningún favor!- Luego me miró- No le debo nada…-Hubo algo en la manera en que me miró que hizo que se me hiciera un nudo en la garganta, sus ojos estaban llenos de ira…me odiaba. No sabía por qué pero saber que me odiaba era algo que me hacía sentir mal.
-Entonces…-Empezó a decir Steve- No me harás ese favor ¿Verdad?- Había algo en su voz, dulce y calmado, pensé que cualquier otra persona en su lugar habría estallado en gritos, pero Steve no.
Alex hizo una mueca y soltó una palabrota.
-Lo que hay que aguantar- Dijo dirigiéndose a su moto, luego me miró- ¿Vienes o qué?
Me tomó unos segundos decidir, ¿sería capaz de tirarme con la moto en marcha en mitad del camino? Eso era demasiado mezquino incluso para Alex. Casi como si me hubieran empujado empecé a andar y me monté en la moto detrás de él. Noté cómo se ponía tenso al montarme, no le caía bien, de eso no había duda.
Cuando llegamos al piso la puerta seguía abierta, parecía que nadie se había percatado de que ni Clary ni yo habíamos vuelto. Pero bueno, sólo hacía dos días, podrían pensar perfectamente que habíamos decidido pasar el fin de semana por ahí, al fin y al cabo, éramos adolescentes.
Entré en el piso con Alex detrás de mí. Lo primero que hice fue dirigirme al cuarto, el libro de Francés seguía justo donde lo había dejado, entonces me acordé, al día siguiente tenía un examen de Francés, estuve a punto de decirlo en voz alta pero conseguí callarme a tiempo, estaba claro que no lo haría. Me dirigí a mi armario y vi cómo Alex se apoyaba en el marco de la puerta. Cogí un gran bolso que tenía con la ropa que me ponía para ir al gimnasio –que estuviera estudiando para no suspender y sacar buenas notas no significaba que no tuviera una vida aparte-. Abrí el armario y cogí un par de vaqueros, unos shorts, un chándal y unas cuantas camisetas, -di gracias a que dentro del bolso ya llevara ropa interior de cuando iba al gimnasio, siempre llevaba ropa interior doble por si algún día se me olvidaba cogerla-.
-Quand l’amour frappe à ta porte…Est-ce que tu l’ouvriras?*- Alex estaba aún apoyado en el marco de la puerta.
-¿Qué?- Dije mientras me sentaba en la cama, me quitaba los tacones y me ponías unas deportivas.
Él me señaló el libro de Francés que sostenía en la mano.
-Permíteme que te diga que el Francés que os enseñan en el instituto es muy pobre- Dijo mientras volvía a poner el libro encima del escritorio.
- Mais je ne me limite pas seulement a quel nous apprendrons au lycee **
Alex me miró sorprendido de mi Francés.
-Vaya…-Dijo con un cierto interés en los ojos- Una chica que practica Francés en su tiempo libre, ahora estoy seguro de que eres rara.
-¿Tú sabes hablarlo?
Él asintió.
-Entonces supongo que tú también eres raro.
-Nunca he dicho que no lo fuera- Sonrió socarrón y no pude reprimir una sonrisa. Terminé de atarme los cordones de las deportivas y me levanté.
-¿Cuántos idiomas hablas?
-Inglés, español, latín, francés y un poco de griego- Lo dijo como si fuera lo más normal del mundo, yo abrí los ojos como platos.
-¿En serio?- Pude notar el asombro en mi voz. Él sonrió ante mi expresión.
-¿Y tú?- Esa pregunta era trampa, él sabía perfectamente que no sabía tantos idiomas como él, realmente sólo sabía dos.
-Inglés y Español.
-Pero practicas Francés ¿no?
-Pero eso no quiere decir que sepa hablarlo con soltura- Cogí el bolso y pasé por su lado mientras me dirigía al baño, él me siguió.
Cogí el cepillo de dientes, la pasta de dientes y el cepillo y lo guardé en el bolso. Me miré en el espejo y me hice una coleta alta, pude ver por el espejo cómo Alex me miraba desde la puerta con una expresión divertida, eso me inquietó, normalmente solía saber cómo era alguien nada más verlo, o podía saber lo que estaba a punto de decir simplemente mirándolo a los ojos, pero con Alex era distinto, parecía que ponía una barrera para que nadie pudiera saber lo que pensaba.
-¿Qué?
Él sonrió más, mostrando sus perfectos dientes blancos, no pude evitar sentir que el corazón me daba un vuelco, realmente no acababa de acostumbrarme a esa sonrisa, y cada vez que sonreía sinceramente -cosa que sólo había hecho en dos o tres ocasiones en dos días- hacía que me quedara sin respiración.
-Sal- Le ordené, él borró la sonrisa de la cara confundido- Quiero cambiarme ¿y no querrás que lo haga contigo aquí dentro verdad?
-A mí me da igual- Se encogió de hombros y sonrió, pero salió del baño y cerró la puerta tras de sí.
Me puse unos vaqueros rotos y una camiseta sin mangas negra. Al mirarme en el espejo no pude evitar acordarme de Clary, había dormido poco pero no tenía las ojeras muy marcadas, aunque si Clary hubiese estado allí seguro que se habría escandalizado y me habría puesto maquillaje para disimularlas, seguramente también me habría obligado a ponerme gloss y algo de maquillaje, pero…Clary no estaba allí. Sentí una punzada de dolor en el estómago, intenté ignorarla y salí del baño encontrándome a Alex apoyado en la pared de enfrente con los brazos cruzados. Cuando salí me miró de arriba abajo, no pude evitar sonrojarme.
-No te gusta demasiado maquillarte ¿verdad?- Esa pregunta me pilló por sorpresa.
-¿Por qué dices eso?
Se encogió de hombros de nuevo, en los dos días que llevaba con él lo había hecho por lo menos diez veces.
-Cuando te conocí ibas a una fiesta y no ibas lo que se dice muy maquillada- Torció la boca en una media sonrisa- Cualquier chica se habría echado capas y capas de maquillaje con tal de parecer más guapa, y ahora teniendo la oportunidad de ponerte un poco de maquillaje tampoco lo has hecho.
-¿Y tiene eso algo de malo?- No lograba entender a dónde quería ir a parar.
-No, para nada- Dijo con indiferencia- Es sólo que me parece curioso.
-Bueno, a mí me parecen curiosas muchas cosas en ti- Él abrió los ojos como platos.
-¿A sí?- Descruzó los brazos y me miró como si yo le resultara graciosa- ¿Cómo qué?
-Pues como esos constantes cambios de humor- Dije abrazando el bolso contra mi pecho como si fuera un escudo- En un momento me gritas como si me odiases y al siguiente segundo hablas conmigo como si nunca hubiera pasado nada- Sacudí la cabeza- De verdad que no logro entenderte.
-A lo mejor no quiero que me entiendas- Dijo acercándose más, noté cómo me empezaba a latir más rápido el corazón… ¿El por qué? No lo sé. Me retiré y empecé a andar en dirección a la puerta, Alex me siguió.
-¿Dónde estuviste?- Pregunté en mitad del camino, Alex me miró sin saber a lo que me refería- Cuando estuviste vigilándome, ¿dónde te quedaste?
-Ahí enfrente hay una casa abandonada.
-¿Te quedaste ahí?- Abrí los ojos como platos- Pero ¿cómo…?
-No es tan malo, sólo dormía ahí- Lo dijo como si fuera lo más normal del mundo- Durante el día te seguía, solo que tú no te dabas cuenta- Sonrió mientras decía la última frase. Me di cuenta de que en realidad Alex me conocía mejor de lo que yo lo conocía a él.
-¿Y has descubierto algo interesante?- Hizo una mueca como si lo que le acabara de preguntar fuera una pregunta aburrida.
-No, eres bastante aburrida- Contestó- Sólo salías para ir al instituto y para ir al gimnasio.
-¿Cómo sabes que…?- Señaló la bolsa de deporte- Oh…
-Será mejor que nos vayamos, estoy harto de seguirte- Me miró- Otra vez.
Me coloqué el bolso en el hombro y nos montamos en la moto. Si alguien me hubiera dicho tres días antes que me iba a montar tres veces con un chico en una moto en menos de tres días seguramente me habría reído en su cara. Esta vez cuando pasé mis brazos alrededor de Alex para agarrarme, éste no se puso tenso, cosa que hizo que me confundiera más aún, ¿me odiaba? ¿Le caía bien? ¿Ni siquiera él lo sabía? ¿Acaso tenía doble personalidad?
Cuando llegamos nos encontramos con que Steve ya había terminado de reparar el coche. Nos dedicó una sonrisa a Alex y a mí y se metió dentro de la casa. Yo subí a mi cuarto y metí la poca ropa que había cogido en el armario mientras escuchaba cómo hablaban Steve y Alex en la planta de abajo.
-He llamado a Kelley- Comentó Steve.
-¿Va a venir?- Alex parecía estar sorprendido pero había algo más en su voz que no supo descifrar.
-No sé, supongo que sí, todavía no ha acabado su trabajo en Toronto, pero espera estar aquí pronto.
-¿Le has contado exactamente…?
-Sí- Contestó Steve antes de que Alex terminara de hacer la pregunta- Está emocionada, todo esto le parece un juego.
Alex carraspeó. Entonces un móvil sonó.
-¿Diga?- Dijo la voz de Steve, hubo una breve pausa antes de que siguiera hablando- ¿Qué ocurre?- Estuvo un largo rato en silencio antes de seguir hablando- No te preocupes Kells, iré a buscarte- Dicho esto colgó.
-¿Qué le ha pasado?
-El coche…-Empezó Steve- Era robado y le han cogido la matrícula, no puede volver a cogerlo- ¿Robado?
-No pasa nada, yo iré a buscarla.
Algo en la decisión de Alex por ir a buscar a esa tal Kelley hizo que sintiera envidia de esa chica, no por nada, sino porque Alex siempre parecía estar de mal humor conmigo y en cuanto Steve había dicho el problema en el que se encontraba esa chica, no había dudado un segundo en ofrecerse a ayudar.
-No- Atajó Steve- Iré yo.
-Pero…-Iba a replicar pero algo lo hizo callar- Está bien.
-Más tarde me pondré en camino a Vancouver, no me ha dicho si ha acabado lo que había ido a hacer allí así que no sé cuánto tardaré en regresar- Hubo una pausa en la que ninguno habló- ¿Podrás apañártelas sin mí?
-Por supuesto, estoy acostumbrado- Noté el sarcasmo en la voz de Alex.
-Alex…
-Tranquilo- Le calmó.
-Por favor, Alex, no…
-Intentaré que todo vaya bien- Luego añadió en voz más baja- Aunque no te aseguro nada.
-¿Podré volver sin encontrarme algo roto o a alguien herido?
-No sé- Por el tono de la voz supe que estaba riendo.
No sabía muy bien lo que significaba aquello. Estaba claro que Steve iba a ir a buscar a una tal Kelley y que Alex se tendría que quedar allí conmigo…de pronto me puse nerviosa, no había estado más de media hora sola con Alex y precisamente esos momentos no habían sido lo que se dicen precisamente agradables. ¿Cómo podría soportar quién sabe cuántos días allí con él? Lo que estaba claro era que no nos caíamos lo que se dice bien, para mí él era simplemente un chulo con una personalidad tan cambiante como el clima y yo para él…bueno, por lo que llevaba visto, yo simplemente era para él una niñata bajita y rara. No podía creer que de verdad tuviera que pasar unos días sola con él. Entonces algo me sacó de mis pensamientos, era un zumbido, como un vibrador. Miré a mi alrededor y vi mi móvil encima de la cama. Lo cogí y miré, era un mensaje…se me heló la sangre al ver el remitente, era de Clary.
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* Originario del francés (Cuando el amor llame a tu puerta, ¿le abrirás?)
**Originario del francés (Pero yo no me limito a lo que nos enseñan)
Clary
Estuve todo el día alerta esperando por si alguien volvía a entrar en la habitación, pero nadie lo hizo. Ahora al menos sabía dónde estaba, era una fábrica de Los Ángeles, estaba abandonada, fue una de las primera fábricas que construyó mi padre “MP” (Moore productions), pero conforme fue ascendiendo y ganando más dinero la cerró. Ahora simplemente era un lugar al que a los chicos les gustaba entrar para emborracharse y hacer gamberradas. Me senté en el suelo y cerré los ojos intentando calmarme, cosa que pareció dar resultado.
Al día siguiente me despertó un rayo de sol en la cara. Abrí los ojos y me encontré en el mismo lugar que el día anterior, nada había cambiado. Estaba apoyada en la caja que había puesto bajo la ventana y estaba en una postura un poco rara que seguro a la larga me daría problemas de cuello. Levanté la cabeza esperando ver a Jennifer o a otra persona allí dentro, pero no había nadie. Me dejé caer tendida en el suelo y entonces una punzada me subió por la pierna y me levanté rápidamente. El dolor me lo había producido algo que llevaba en el bolsillo de la falda, metí la mano y casi me quedé sin aliento al ver lo que tenía…el móvil. Creí que lo había perdido o que me lo había dejado en casa. Un rayo de esperanza me cruzó por la mente. Miré el móvil y comprobé que tenía cobertura. ¿A quién llamaba? ¿A mis padres? No, ellos no podrían hacer nada, no estaban en la ciudad y los secuestradores no querían nada de ellos.
Oí unos pasos que se acercaban hasta el cuarto, guardé el móvil dentro del bolsillo mientras la puerta se abría y Jennifer entraba en la habitación con alguien más. Era un chico. Era un poco más bajo que Jennifer, pero era mayor, unos veintidós años. Ambos me miraron, el chico tenía el pelo castaño y le caía sobre la frente, y los ojos…era igual que los de Jennifer. Quizá eran hermanos.
-Así que esta es la chica.
-Sí- Contestó Jennifer sonriendo.
El chico se acercó a mí y me observó mientras daba una vuelta a mí alrededor, como si fuera una modelo a la cual están examinando para ver si cumple todos los requisitos.
-Hm…me esperaba algo más- Dijo finalmente poniéndose delante de mí.
-Es simplemente una cría, ¿de verdad esperabas más?
Me dejé caer al suelo, sentándome apoyada en la pared, el chico se agachó hasta quedar a mi altura.
-¿Cómo te llamas?- No contesté- ¡¿Cómo te llamas?!- Gritó.
-Clarissa Moore- Dije intentando sonar firme.
-Clarissa…-Dijo sonriendo- Te puedo decir Clary ¿verdad?
-Bradley…-Le llamó Jennifer, éste se giró y la miró.
-Oh, vamos Jenn- Dijo incorporándose- Sólo estoy jugando un rato.
-Pues no juegues tanto- El tono de Jennifer era cortante- No está aquí como juguete- ¿Cómo juguete?
Bradley suspiró y me miró.
-Está bien, Clary- Hizo una mueca parecida a una sonrisa que me produjo escalofríos- ¿Sabes dónde está tu amiga?
-¿Mi amiga?- Pregunté confusa.
-No te hagas la tonta- Intervino Jennifer acercándose más.
-No sé de lo que estáis hablando.
-Yo creo que sí- Bradley me cogió por el pelo y me tiró de la cabeza hacia atrás- ¿Dónde está?
-¿Quién?- Dije casi en un susurro.
-La chica- Jennifer estaba delante de mí con el rostro sombrío sin expresión alguna.
-Tu amiga- Bradley tiraba con más fuerza de mi pelo.
-¿Mi amiga? ¿Cuál de ellas?
Jennifer esbozó una sonrisa maliciosa.
-Selena…
Un nudo se me hizo en el estómago.
-¿Qué…qué tiene que ver Selena aquí?- Tartamudeé.
-Tú simplemente dinos dónde encontrarla- Bradley sonaba autoritario.
-No lo sé.
-Yo creo que sí lo sabes- Siseó en mi oído.
-¡De verdad que no!- Noté que Bradley me soltaba con tal fuerza que me tiró al suelo, oí un ruido metálico.
-¿Qué es eso?- La voz de Jennifer sonaba sorprendida, miré en su dirección y vi que el móvil se había salido de mi bolsillo y estaba en el suelo, alargué el brazo para cogerlo pero la mano de Jennifer fue más rápida- Interesante.
-Devolvédmelo- Sabía que sonaba estúpido pero era lo único que se me ocurrió decir.
Bradley rió.
-¿De verdad?- Se colocó junto a Jennifer- Ese chisme nos será de mucha ayuda.
Se dirigieron a la puerta.
-¡Esperad! ¡No podéis dejarme aquí así! ¡Sin agua y sin nada!
-Te traerán agua- Jennifer salió de la habitación con el móvil y cerró la puerta.
-¿Por qué hacéis esto? ¿Qué tiene Selena que queráis vosotros?
-Algo que no te puedes ni imaginar- La voz de Bradley carecía de emoción alguna.
-Si es por el dinero os advierto que su tía no tiene dinero para pagar un rescate.
-¿Por qué todos los humanos os creéis que todo es cuestión de dinero?
-¿Todos los humanos?- Estaba desconcertada, ¿a qué se refería con eso?
-Nada es lo que parece- Fue todo lo que dijo.
En ese momento oí cómo la puerta se abría, Bradley habló sin mirar quién era.
-Me alegro de que seas tú, a ver si a ti te cuenta donde está la chica.
Alcé la vista y casi me desmayo al ver quién era la persona que había entrado. Ese pelo rubio perfecto…
-Adrian…
Selena
No había dormido casi nada por la noche. No paraba de ver la imagen de mi madre matando a algún vampiro o algún zombi. También me imaginaba a mi hermana, muriendo tan joven…cada vez que pensaba en eso un nudo se me hacía en la garganta, no la había conocido pero aún así era mi hermana ¿no? Me desperté con un dolor en la mejilla, miré y vi que me había quedado dormida con el collar puesto en la mejilla, el cual, había dejado allí una marca rojiza.
Me levanté y salí del cuarto, no oí ruido por lo que supuse que seguramente ni Alex y Steve se habían despertado aún. Me dirigí al baño y cerré la puerta, sólo para evitar alguna visita inesperada. Me lavé la cara y me miré en el espejo, tenía ojeras y no estaba precisamente en lo que se dice uno de mis mejores días. Tenía el pelo alborotado y la piel pálida, más pálida de lo normal y la ropa…suspiré, la ropa parecía que la hubieran metido en un charco lleno de barro y luego la hubieran sacado. Había tenido que volver a ponerme los molestos tacones, siempre me había gustado ponerme tacones, ya que me hacían más alta, pero en esos momentos los odié.
Bajé las escaleras y entré en la cocina. Era pequeña, con las paredes de un color grisáceo. Había una pequeña nevera a la izquierda, justo al lado había una pequeña encimera con un grifo y más a la derecha un horno. No había ni mesas ni sillas. Por lo que el resto de la habitación estaba intacto.
-¿Madrugando?- Me giré y vi a Steve.
-No podía dormir.
-Te entiendo- Entonces reparé en sus manos, las tenía llenas de grasa y sostenía un trapo entre ambas, él se percató- El coche se ha averiado, estamos intentando arreglarlo.
-Oh…-Fue todo lo que dije.
Steve miró mis pies.
-¿Estás cómoda?- Encarnó una ceja.
-No mucho, pero no tengo otra cosa- Él sonrió.
-Ven.
Hice caso y le seguí hasta el exterior de la casa. Fuera, Alex estaba debajo del coche arreglándolo por lo que no se dio cuenta de mi presencia. El capó del coche también estaba abierto por lo que supuse que esa era la parte de la que se estaba encargando Steve.
-Alex- Le llamó Steve- Necesito que me hagas un favor.
-Eso es algo que dices muy a menudo- Dijo saliendo de debajo del coche con una sonrisa torcida, cuando me vio, la sonrisa desapareció.
Llevaba unos vaqueros y una camiseta negra de manga corta -los cuales estaban llenos de grasa- y pude confirmar mis suposiciones, era fuerte. Si lo hubiera conocido en el instituto habría pensado que era uno de los populares que se pasaba horas en el gimnasio, en su caso, supe que se debía a años y años de entrenamiento, no a unas barras ni a unas pesas. Alex se limpió las manos grasientas en el pantalón y miró a Steve con mala cara.
-Espero que ese favor no tenga que ver con cierta persona- Sabía a quién se refería con <<cierta persona>>.
-Oh, vamos Alex- Steve se metió las manos en los bolsillos del pantalón- ¿Por qué no la llevas a su casa a coger algo de ropa?- Eso nos pilló por sorpresa tanto a Alex como a mí que lo miramos con los ojos como platos.
-¿Qué?- Alex parecía a punto de estallar en cualquier momento.
-La chica no tiene ropa limpia y esos zapatos parecen bastante incómodos.
-Que no se hubiera arreglado tanto para ir a esa “fiesta”- Hizo unas comillas con los dedos en “fiesta”.
-Alex…-Le riñó Steve.
-No has tenido suficiente con tenerme vigilándola durante dos semanas entera, ¿verdad?- Había algo en sus ojos que hizo que me estremeciera- ¡No soy la niñera de nadie, Steve! ¡No tengo por qué hacerle ningún favor!- Luego me miró- No le debo nada…-Hubo algo en la manera en que me miró que hizo que se me hiciera un nudo en la garganta, sus ojos estaban llenos de ira…me odiaba. No sabía por qué pero saber que me odiaba era algo que me hacía sentir mal.
-Entonces…-Empezó a decir Steve- No me harás ese favor ¿Verdad?- Había algo en su voz, dulce y calmado, pensé que cualquier otra persona en su lugar habría estallado en gritos, pero Steve no.
Alex hizo una mueca y soltó una palabrota.
-Lo que hay que aguantar- Dijo dirigiéndose a su moto, luego me miró- ¿Vienes o qué?
Me tomó unos segundos decidir, ¿sería capaz de tirarme con la moto en marcha en mitad del camino? Eso era demasiado mezquino incluso para Alex. Casi como si me hubieran empujado empecé a andar y me monté en la moto detrás de él. Noté cómo se ponía tenso al montarme, no le caía bien, de eso no había duda.
Cuando llegamos al piso la puerta seguía abierta, parecía que nadie se había percatado de que ni Clary ni yo habíamos vuelto. Pero bueno, sólo hacía dos días, podrían pensar perfectamente que habíamos decidido pasar el fin de semana por ahí, al fin y al cabo, éramos adolescentes.
Entré en el piso con Alex detrás de mí. Lo primero que hice fue dirigirme al cuarto, el libro de Francés seguía justo donde lo había dejado, entonces me acordé, al día siguiente tenía un examen de Francés, estuve a punto de decirlo en voz alta pero conseguí callarme a tiempo, estaba claro que no lo haría. Me dirigí a mi armario y vi cómo Alex se apoyaba en el marco de la puerta. Cogí un gran bolso que tenía con la ropa que me ponía para ir al gimnasio –que estuviera estudiando para no suspender y sacar buenas notas no significaba que no tuviera una vida aparte-. Abrí el armario y cogí un par de vaqueros, unos shorts, un chándal y unas cuantas camisetas, -di gracias a que dentro del bolso ya llevara ropa interior de cuando iba al gimnasio, siempre llevaba ropa interior doble por si algún día se me olvidaba cogerla-.
-Quand l’amour frappe à ta porte…Est-ce que tu l’ouvriras?*- Alex estaba aún apoyado en el marco de la puerta.
-¿Qué?- Dije mientras me sentaba en la cama, me quitaba los tacones y me ponías unas deportivas.
Él me señaló el libro de Francés que sostenía en la mano.
-Permíteme que te diga que el Francés que os enseñan en el instituto es muy pobre- Dijo mientras volvía a poner el libro encima del escritorio.
- Mais je ne me limite pas seulement a quel nous apprendrons au lycee **
Alex me miró sorprendido de mi Francés.
-Vaya…-Dijo con un cierto interés en los ojos- Una chica que practica Francés en su tiempo libre, ahora estoy seguro de que eres rara.
-¿Tú sabes hablarlo?
Él asintió.
-Entonces supongo que tú también eres raro.
-Nunca he dicho que no lo fuera- Sonrió socarrón y no pude reprimir una sonrisa. Terminé de atarme los cordones de las deportivas y me levanté.
-¿Cuántos idiomas hablas?
-Inglés, español, latín, francés y un poco de griego- Lo dijo como si fuera lo más normal del mundo, yo abrí los ojos como platos.
-¿En serio?- Pude notar el asombro en mi voz. Él sonrió ante mi expresión.
-¿Y tú?- Esa pregunta era trampa, él sabía perfectamente que no sabía tantos idiomas como él, realmente sólo sabía dos.
-Inglés y Español.
-Pero practicas Francés ¿no?
-Pero eso no quiere decir que sepa hablarlo con soltura- Cogí el bolso y pasé por su lado mientras me dirigía al baño, él me siguió.
Cogí el cepillo de dientes, la pasta de dientes y el cepillo y lo guardé en el bolso. Me miré en el espejo y me hice una coleta alta, pude ver por el espejo cómo Alex me miraba desde la puerta con una expresión divertida, eso me inquietó, normalmente solía saber cómo era alguien nada más verlo, o podía saber lo que estaba a punto de decir simplemente mirándolo a los ojos, pero con Alex era distinto, parecía que ponía una barrera para que nadie pudiera saber lo que pensaba.
-¿Qué?
Él sonrió más, mostrando sus perfectos dientes blancos, no pude evitar sentir que el corazón me daba un vuelco, realmente no acababa de acostumbrarme a esa sonrisa, y cada vez que sonreía sinceramente -cosa que sólo había hecho en dos o tres ocasiones en dos días- hacía que me quedara sin respiración.
-Sal- Le ordené, él borró la sonrisa de la cara confundido- Quiero cambiarme ¿y no querrás que lo haga contigo aquí dentro verdad?
-A mí me da igual- Se encogió de hombros y sonrió, pero salió del baño y cerró la puerta tras de sí.
Me puse unos vaqueros rotos y una camiseta sin mangas negra. Al mirarme en el espejo no pude evitar acordarme de Clary, había dormido poco pero no tenía las ojeras muy marcadas, aunque si Clary hubiese estado allí seguro que se habría escandalizado y me habría puesto maquillaje para disimularlas, seguramente también me habría obligado a ponerme gloss y algo de maquillaje, pero…Clary no estaba allí. Sentí una punzada de dolor en el estómago, intenté ignorarla y salí del baño encontrándome a Alex apoyado en la pared de enfrente con los brazos cruzados. Cuando salí me miró de arriba abajo, no pude evitar sonrojarme.
-No te gusta demasiado maquillarte ¿verdad?- Esa pregunta me pilló por sorpresa.
-¿Por qué dices eso?
Se encogió de hombros de nuevo, en los dos días que llevaba con él lo había hecho por lo menos diez veces.
-Cuando te conocí ibas a una fiesta y no ibas lo que se dice muy maquillada- Torció la boca en una media sonrisa- Cualquier chica se habría echado capas y capas de maquillaje con tal de parecer más guapa, y ahora teniendo la oportunidad de ponerte un poco de maquillaje tampoco lo has hecho.
-¿Y tiene eso algo de malo?- No lograba entender a dónde quería ir a parar.
-No, para nada- Dijo con indiferencia- Es sólo que me parece curioso.
-Bueno, a mí me parecen curiosas muchas cosas en ti- Él abrió los ojos como platos.
-¿A sí?- Descruzó los brazos y me miró como si yo le resultara graciosa- ¿Cómo qué?
-Pues como esos constantes cambios de humor- Dije abrazando el bolso contra mi pecho como si fuera un escudo- En un momento me gritas como si me odiases y al siguiente segundo hablas conmigo como si nunca hubiera pasado nada- Sacudí la cabeza- De verdad que no logro entenderte.
-A lo mejor no quiero que me entiendas- Dijo acercándose más, noté cómo me empezaba a latir más rápido el corazón… ¿El por qué? No lo sé. Me retiré y empecé a andar en dirección a la puerta, Alex me siguió.
-¿Dónde estuviste?- Pregunté en mitad del camino, Alex me miró sin saber a lo que me refería- Cuando estuviste vigilándome, ¿dónde te quedaste?
-Ahí enfrente hay una casa abandonada.
-¿Te quedaste ahí?- Abrí los ojos como platos- Pero ¿cómo…?
-No es tan malo, sólo dormía ahí- Lo dijo como si fuera lo más normal del mundo- Durante el día te seguía, solo que tú no te dabas cuenta- Sonrió mientras decía la última frase. Me di cuenta de que en realidad Alex me conocía mejor de lo que yo lo conocía a él.
-¿Y has descubierto algo interesante?- Hizo una mueca como si lo que le acabara de preguntar fuera una pregunta aburrida.
-No, eres bastante aburrida- Contestó- Sólo salías para ir al instituto y para ir al gimnasio.
-¿Cómo sabes que…?- Señaló la bolsa de deporte- Oh…
-Será mejor que nos vayamos, estoy harto de seguirte- Me miró- Otra vez.
Me coloqué el bolso en el hombro y nos montamos en la moto. Si alguien me hubiera dicho tres días antes que me iba a montar tres veces con un chico en una moto en menos de tres días seguramente me habría reído en su cara. Esta vez cuando pasé mis brazos alrededor de Alex para agarrarme, éste no se puso tenso, cosa que hizo que me confundiera más aún, ¿me odiaba? ¿Le caía bien? ¿Ni siquiera él lo sabía? ¿Acaso tenía doble personalidad?
Cuando llegamos nos encontramos con que Steve ya había terminado de reparar el coche. Nos dedicó una sonrisa a Alex y a mí y se metió dentro de la casa. Yo subí a mi cuarto y metí la poca ropa que había cogido en el armario mientras escuchaba cómo hablaban Steve y Alex en la planta de abajo.
-He llamado a Kelley- Comentó Steve.
-¿Va a venir?- Alex parecía estar sorprendido pero había algo más en su voz que no supo descifrar.
-No sé, supongo que sí, todavía no ha acabado su trabajo en Toronto, pero espera estar aquí pronto.
-¿Le has contado exactamente…?
-Sí- Contestó Steve antes de que Alex terminara de hacer la pregunta- Está emocionada, todo esto le parece un juego.
Alex carraspeó. Entonces un móvil sonó.
-¿Diga?- Dijo la voz de Steve, hubo una breve pausa antes de que siguiera hablando- ¿Qué ocurre?- Estuvo un largo rato en silencio antes de seguir hablando- No te preocupes Kells, iré a buscarte- Dicho esto colgó.
-¿Qué le ha pasado?
-El coche…-Empezó Steve- Era robado y le han cogido la matrícula, no puede volver a cogerlo- ¿Robado?
-No pasa nada, yo iré a buscarla.
Algo en la decisión de Alex por ir a buscar a esa tal Kelley hizo que sintiera envidia de esa chica, no por nada, sino porque Alex siempre parecía estar de mal humor conmigo y en cuanto Steve había dicho el problema en el que se encontraba esa chica, no había dudado un segundo en ofrecerse a ayudar.
-No- Atajó Steve- Iré yo.
-Pero…-Iba a replicar pero algo lo hizo callar- Está bien.
-Más tarde me pondré en camino a Vancouver, no me ha dicho si ha acabado lo que había ido a hacer allí así que no sé cuánto tardaré en regresar- Hubo una pausa en la que ninguno habló- ¿Podrás apañártelas sin mí?
-Por supuesto, estoy acostumbrado- Noté el sarcasmo en la voz de Alex.
-Alex…
-Tranquilo- Le calmó.
-Por favor, Alex, no…
-Intentaré que todo vaya bien- Luego añadió en voz más baja- Aunque no te aseguro nada.
-¿Podré volver sin encontrarme algo roto o a alguien herido?
-No sé- Por el tono de la voz supe que estaba riendo.
No sabía muy bien lo que significaba aquello. Estaba claro que Steve iba a ir a buscar a una tal Kelley y que Alex se tendría que quedar allí conmigo…de pronto me puse nerviosa, no había estado más de media hora sola con Alex y precisamente esos momentos no habían sido lo que se dicen precisamente agradables. ¿Cómo podría soportar quién sabe cuántos días allí con él? Lo que estaba claro era que no nos caíamos lo que se dice bien, para mí él era simplemente un chulo con una personalidad tan cambiante como el clima y yo para él…bueno, por lo que llevaba visto, yo simplemente era para él una niñata bajita y rara. No podía creer que de verdad tuviera que pasar unos días sola con él. Entonces algo me sacó de mis pensamientos, era un zumbido, como un vibrador. Miré a mi alrededor y vi mi móvil encima de la cama. Lo cogí y miré, era un mensaje…se me heló la sangre al ver el remitente, era de Clary.
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* Originario del francés (Cuando el amor llame a tu puerta, ¿le abrirás?)
**Originario del francés (Pero yo no me limito a lo que nos enseñan)