Capítulo 2
Selena
Al día siguiente me despertó el sonido del teléfono móvil. Cuando abrí los ojos vi el libro de literatura abierto por donde me había quedado estudiando la noche anterior, busqué a tientas el móvil en la mesa y contesté sin mirar quién era.
-¿Diga?
-Hola cielo- Dijo una voz totalmente familiar al otro lado del teléfono.
-¿Emma? ¿Por qué me llamas tan temprano?- Miré el reloj que había encima del escritorio, sólo eran las 7 de la mañana.
-Bueno, pues porque quería ser la primera en decirte…-Se quedó callada unos segundos y luego gritó- ¡FELICIDADES!- Me tuve que retirar el móvil del oído para no quedarme sorda.
-¿Felicidades? ¿Por qué?- Entonces me acordé, cogí el calendario que había al lado del ordenador y lo miré, 29 de mayo…mi cumpleaños- Oh…gracias, no me acordaba- Con todo el estrés de las últimas semanas con el instituto ni siquiera me había acordado de que mi cumpleaños estaba cerca.
-¿Cómo es posible que no te acordaras? ¡No todos los días se cumplen 17 años Selena!- Dijo emocionada.
-Sí, supongo, pero he estado muy ocupada...
-¿Ocupada? Especifica “ocupada”- Sabía por el camino que iba mi tía.
-No es lo que tú piensas, he estado ocupada con el instituto- Remarqué “instituto” para que quedara bien claro. Si había alguien que tenía menos ganas que yo de salir con un chico esa era Emma.
-Hm…-Dijo sin estar muy convencida- Eso espero, ¿y cuándo te vas a pasar por aquí? Tengo un regalo esperándote- Dijo medio canturreando.
-No sé cuando me pasaré, tengo muchos exámenes pero tía…sabes que no hace falta que me compres nada…
-Eh, eh, eh, eh- Dijo interrumpiéndome- Que conste que si te he comprado algo es porque me ha dado la real gana ¿de acuerdo?
-Vale- Dije sin poder reprimir una sonrisa, Emma era de las pocas personas –junto con Clary- que sabían cómo hacerme reír.
-Bueno cariño, espero que te vaya todo bien, te dejo que tengo las tostadas en la tostadora- Dijo al escuchar un clic que supuse que sería de la tostadora- Te quiero.
-Yo también- Colgué y salí del dormitorio, como era de esperar Clary aún no se había despertado.
Me dirigí al servicio casi instintivamente y me miré en el espejo como hacía cada año. Cada día de mi cumpleaños me miraba en el espejo buscando indicios que indicaran que era más adulta, mayor…pero nada, simplemente seguía igual que siempre. Otra vez pensé en las diferencias entre Clary y yo, mientras que ella aunque era meses más joven que yo parecía tener unos 18 años, yo parecía tener 16, siempre me veía igual, aunque la gente siempre que me veía decía cosas del tipo “¡Vaya Selena! ¡Qué guapa estás! ¡Cuánto has cambiado!”, supongo que lo decían simplemente por cumplir. 16…según mi tía me había dicho siempre, para mi madre 16 era la edad más importante en la vida de una chica, si bien a los 16 ya eres toda una “mujer” a los 17 es cuando empiezas a vivir como tal, cosa que ocurría totalmente diferente en el caso de los chicos, que según mi madre pensaba que maduraban a partir de los 19. Sonreí sin darme cuenta, aunque apenas había conocido a mi madre, al pensar en ella un calor reconfortante me embargó.
Después de darme una ducha rápida y de arreglarme me dirigí a la cocina donde me encontré con Clary que ya estaba lista –por una vez en la vida-, cuando me vio me dedicó una amplia sonrisa.
-¡Feeeeeelicidades!- Canturreó mientras se acercaba a mí y me daba un abrazo que casi me deja sin aliento.
-Gracias, no puedo creer que todo el mundo supiera que hoy era mi cumpleaños menos yo.
-Hm…-Dijo frunciendo el ceño y separándose de mí- ¿Quién te ha felicitado antes que yo?
-Mi tía.
-Y yo que quería ser la primera en felicitarte- Dijo juntando los dedos índices de sus manos y haciendo pucheritos.
-No seas tonta- Dije sonriendo- Ella me ha felicitado por teléfono y tú en persona, llevas las de ganar- Eso la hizo sonreír, era increíble ver cómo aunque tenía el cuerpo prácticamente de una modelo podía coger fácilmente los berrinches de los niños pequeños- Y ¿cómo es que hoy estás preparada tan pronto?
-¿Es que no puedo levantarme antes de lo normal para arreglarme?- Dijo haciéndose la ofendida.
-Sin un motivo que contenga la palabra “chico” no.
-¿De verdad piensas que sólo me arreglo para que los chicos se fijen en mí?- Yo asentí- Vale, tienes razón- Dijo sonrojándose- Es por Adrian, quiero hablar con él, pero no sé cómo.
-Pues vas lista- Dije acercándome a la encimera y echando un poco de zumo de naranja en un vaso, Clary se giró con una gran sonrisa y me miró- ¿Qué?- Clary sonrió más ampliamente- Me estás asustando- Dije bebiendo un poco de zumo, Clary se acercó a mí y me cogió de la mano libre.
-Tengo una idea…-Me quedé mirándola.
-Ah, no, no quiero tener nada que ver con tus ideas, siempre acaban mal.
-Ay, venga Sel.
-Que no.
-Escucha al menos en lo que consiste mi idea y luego me dices.
-¿Tengo otra opción?- Clary sonrió.
-Verás, ya sé que a ti no te gusta demasiado hablar con los chicos pero…-Volví a beber zumo-...podrías hablar tú con él- Casi escupo el zumo de la boca. Empecé a toser- Sel, ¿estás bien?
-¿Que qué?- No pensaba hablar con un chico simplemente para que Clary se acercara a él- No pienso dejar que me uses de celestina.
-¿Por qué? Tómalo como un favor personal.
-Que no y esta vez no me harás cambiar de opinión- Clary se cruzó de brazos enfadada- Y vámonos o llegaremos tarde.
En el camino al instituto Clary no me dirigió la palabra, en realidad me hacía gracia verla enfadada. Llevaba la mochila encima del vestido de flores que se había puesto y la agarraba con fuerza mientras miraba por la ventanilla. Cuando salimos del coche puso rumbo a la puerta del instituto y no me dirigió la mirada.
-¿No me dices nada?- Le pregunté cuando empezó a andar, ella se giró y me miró con los ojos entrecerrados durante unos segundos.
-Esos pantalones rotos te los has puesto 3 veces este mes, que no se vuelva a repetir- Dicho esto se metió en el instituto sin mirar atrás. Me miré los pantalones rotos que me había comprado hacía un mes en Wal-Mart y sonreí.
Había vuelto a coincidir con Clary en Matemáticas pero ni siquiera pareció darse cuenta de que yo estaba sentada en la mesa de detrás, o simplemente sí se dio cuenta pero pasó de mí. A tercera hora llegó la sorpresa. Estaba en clase de Historia tomando apuntes de lo que acababa de explicar la profesora cuando oí a alguien entrar en el aula y hablar con la profesora.
-Ah, buenos días, usted debe de ser el Señor Greene ¿verdad?- ¿Greene? ¿De qué me sonaba a mí ese apellido?
-Sí- Dijo la voz de un chico, levanté la cabeza y vi al chico por el que estaba colada Clary…Adrian.
-Bueno, pues bienvenido a mi clase de Historia, acabo de dar algunas explicaciones, puede pedirle los apuntes a algún compañero- La señorita Meyer me miró y sonrió- Puedes sentarte junto a Selena, es la mejor alumna de la clase- Dijo mirando a Adrian, luego se dirigió a mi compañera de clase- Lucy, ¿te importa cambiarte de mesa?
-Para nada- Dijo Lucy lo más amable posible, yo sabía que sí le importaba pero era inútil discutir con la señorita Meyer. La miré y le dediqué una sonrisa de “Lo siento”, sonrisa que ella me devolvió.
-Intente ponerse al día lo antes posible- Le dijo la profesora a Adrian, éste le sonrió y se sentó a mi lado.
-Hola- Me saludó.
-Hola.
-Soy Adrian- Dijo tendiéndome la mano, dudé un momento.
-Selena- Dije estrechándosela finalmente- Aquí tienes los apuntes- Dije dándole la hoja en la que había estado escribiendo.
-Ah, gracias- Dijo mientras comenzaba a escribir.
Aproveché para fijarme a ver qué era lo que le había gustado a Clary de él, en seguida me di cuenta. Adrian tenía el pelo rubio y corto, los ojos de un color azul con motas verdes y la piel bronceada por el sol. A Clary siempre le habían apasionado los rubios así que sin ninguna duda eso era lo que le había llamado la atención. Volví la vista al libro y de pronto me asaltó una pregunta…
-¿Por qué has cambiado de instituto a final de curso?- Pregunté, Adrian se encogió de hombros y me miró.
-A mi padre le han ascendido de puesto…lo típico.
-Ah…-Fue todo lo que dije.
-¿Y tú?- Lo miré sin saber lo que quería decir- ¿Llevas viviendo aquí siempre?
-Oh, sí.
-Parece una ciudad bonita.
-Sobre todo si eres un apasionado del cine.
-Lo soy- Dijo sonriendo y siguió escribiendo.
Cuando acabó la clase Adrian vino conmigo hasta el comedor, yo no le había propuesto que me acompañara, simplemente…se auto-invitó a venir conmigo y entonces pensé que sería una oportunidad perfecta para que Clary y él se conocieran. Cuando llegamos a la cafetería busqué con la mirada a Clary y la vi sentada en la mesa que estaba junto a la ventana. Tenía los hombros hundidos y la mirada triste fija en el plato mientras jugaba con la ensalada que tenía en la bandeja.
-Ven conmigo, quiero presentarte a alguien- Le dije a Adrian mientras me dirigía a la mesa donde estaba Clary, ésta no levantó la vista de la mesa cuando notó que me acercaba- Hola- Le dije esperando que alzara la vista, pero no lo hizo.
-Hola- Dijo de mala gana.
-Quiero presentarte a alguien.
-¿A sí? ¿A quién?- Dijo en tono irónico sin levantar la vista.
-A mí- Dijo Adrian por mí. Instantáneamente Clary dejó de jugar con la ensalada y nos miró con los ojos abiertos como platos- Hola- Dijo tendiéndole la mano a Clary, la cual se quedó sin habla y me miró, yo lo hice una señal para que le cogiera la mano y me senté.
-Ho…hola- Dijo titubeando- Soy Clarissa Moore, pero dime Clary- Sonrió.
-Encantado, yo soy Adrian Greene- Le soltó la mano y sonrió.
-Quédate a comer con nosotras…si quieres- Dijo Clary lanzándose más.
-Claro- Dijo Adrian sentándose a mi lado, cosa que no le hizo mucha gracia a Clary.
-Y bueno…cuéntame algo sobre ti Adrian- Dijo Clary sonriendo.
-Pues…no tengo mucho que contar, tengo 17 años, soy de Arizona y he crecido allí pero hace cosa de un mes mis padres y yo nos mudamos aquí porque a mi padre le ascendieron...-Clary le escuchaba con atención- ¿Y tú?- Dijo dirigiéndose a mí.
-Eh…-Miré a Clary- Mi vida no es muy interesante, mejor que te cuente Clary la suya.
-No, no, para nada, tú primero- Luego miró a Adrian- Hoy es su cumpleaños.
-¿Sí? Felicidades- Dijo sonriéndome.
-Gracias…-Dije con una pequeña sonrisa- Bueno pues…mis padres murieron cuando yo apenas tenía 6 años recién cumplidos, entonces mi tía Emma pidió mi custodia y se la dieron. Me he criado con ella desde entonces hasta que Clary y yo empezamos el instituto, entonces sus padres que tenían un piso aquí cerca nos ofrecieron que nos mudáramos para estar más cerca del instituto- Dije tratando de centrar el tema de conversación en Clary. Adrian volvió la vista hacia ella.
-Bueno…tienen varias casas…-Empezó a alardear y yo le di una patadita por debajo de la mesa- ¡Ah!- Se quejó.
-¿Estás bien?- Le preguntó Adrian.
-Sí- Dijo fingiendo una sonrisa- Simplemente me ha dado un tirón en la pierna- Dijo fulminándome con la mirada- Volviendo al tema, mis padres son “ricos” en cierto modo así que tienen muchas casas por todo el mundo por lo que no les importó que Selena y yo nos mudásemos al piso.
-Interesante- Dijo Adrian sonriendo, sabía que más que nada lo decía por ser amable, la mayoría de la gente odiaba cuando Clary se ponía a alardear del dinero que tenían sus padres.
-Cuando quieras te puedes pasar- Le comentó Clary.
-Gracias, lo haré.
Selena
Al día siguiente me despertó el sonido del teléfono móvil. Cuando abrí los ojos vi el libro de literatura abierto por donde me había quedado estudiando la noche anterior, busqué a tientas el móvil en la mesa y contesté sin mirar quién era.
-¿Diga?
-Hola cielo- Dijo una voz totalmente familiar al otro lado del teléfono.
-¿Emma? ¿Por qué me llamas tan temprano?- Miré el reloj que había encima del escritorio, sólo eran las 7 de la mañana.
-Bueno, pues porque quería ser la primera en decirte…-Se quedó callada unos segundos y luego gritó- ¡FELICIDADES!- Me tuve que retirar el móvil del oído para no quedarme sorda.
-¿Felicidades? ¿Por qué?- Entonces me acordé, cogí el calendario que había al lado del ordenador y lo miré, 29 de mayo…mi cumpleaños- Oh…gracias, no me acordaba- Con todo el estrés de las últimas semanas con el instituto ni siquiera me había acordado de que mi cumpleaños estaba cerca.
-¿Cómo es posible que no te acordaras? ¡No todos los días se cumplen 17 años Selena!- Dijo emocionada.
-Sí, supongo, pero he estado muy ocupada...
-¿Ocupada? Especifica “ocupada”- Sabía por el camino que iba mi tía.
-No es lo que tú piensas, he estado ocupada con el instituto- Remarqué “instituto” para que quedara bien claro. Si había alguien que tenía menos ganas que yo de salir con un chico esa era Emma.
-Hm…-Dijo sin estar muy convencida- Eso espero, ¿y cuándo te vas a pasar por aquí? Tengo un regalo esperándote- Dijo medio canturreando.
-No sé cuando me pasaré, tengo muchos exámenes pero tía…sabes que no hace falta que me compres nada…
-Eh, eh, eh, eh- Dijo interrumpiéndome- Que conste que si te he comprado algo es porque me ha dado la real gana ¿de acuerdo?
-Vale- Dije sin poder reprimir una sonrisa, Emma era de las pocas personas –junto con Clary- que sabían cómo hacerme reír.
-Bueno cariño, espero que te vaya todo bien, te dejo que tengo las tostadas en la tostadora- Dijo al escuchar un clic que supuse que sería de la tostadora- Te quiero.
-Yo también- Colgué y salí del dormitorio, como era de esperar Clary aún no se había despertado.
Me dirigí al servicio casi instintivamente y me miré en el espejo como hacía cada año. Cada día de mi cumpleaños me miraba en el espejo buscando indicios que indicaran que era más adulta, mayor…pero nada, simplemente seguía igual que siempre. Otra vez pensé en las diferencias entre Clary y yo, mientras que ella aunque era meses más joven que yo parecía tener unos 18 años, yo parecía tener 16, siempre me veía igual, aunque la gente siempre que me veía decía cosas del tipo “¡Vaya Selena! ¡Qué guapa estás! ¡Cuánto has cambiado!”, supongo que lo decían simplemente por cumplir. 16…según mi tía me había dicho siempre, para mi madre 16 era la edad más importante en la vida de una chica, si bien a los 16 ya eres toda una “mujer” a los 17 es cuando empiezas a vivir como tal, cosa que ocurría totalmente diferente en el caso de los chicos, que según mi madre pensaba que maduraban a partir de los 19. Sonreí sin darme cuenta, aunque apenas había conocido a mi madre, al pensar en ella un calor reconfortante me embargó.
Después de darme una ducha rápida y de arreglarme me dirigí a la cocina donde me encontré con Clary que ya estaba lista –por una vez en la vida-, cuando me vio me dedicó una amplia sonrisa.
-¡Feeeeeelicidades!- Canturreó mientras se acercaba a mí y me daba un abrazo que casi me deja sin aliento.
-Gracias, no puedo creer que todo el mundo supiera que hoy era mi cumpleaños menos yo.
-Hm…-Dijo frunciendo el ceño y separándose de mí- ¿Quién te ha felicitado antes que yo?
-Mi tía.
-Y yo que quería ser la primera en felicitarte- Dijo juntando los dedos índices de sus manos y haciendo pucheritos.
-No seas tonta- Dije sonriendo- Ella me ha felicitado por teléfono y tú en persona, llevas las de ganar- Eso la hizo sonreír, era increíble ver cómo aunque tenía el cuerpo prácticamente de una modelo podía coger fácilmente los berrinches de los niños pequeños- Y ¿cómo es que hoy estás preparada tan pronto?
-¿Es que no puedo levantarme antes de lo normal para arreglarme?- Dijo haciéndose la ofendida.
-Sin un motivo que contenga la palabra “chico” no.
-¿De verdad piensas que sólo me arreglo para que los chicos se fijen en mí?- Yo asentí- Vale, tienes razón- Dijo sonrojándose- Es por Adrian, quiero hablar con él, pero no sé cómo.
-Pues vas lista- Dije acercándome a la encimera y echando un poco de zumo de naranja en un vaso, Clary se giró con una gran sonrisa y me miró- ¿Qué?- Clary sonrió más ampliamente- Me estás asustando- Dije bebiendo un poco de zumo, Clary se acercó a mí y me cogió de la mano libre.
-Tengo una idea…-Me quedé mirándola.
-Ah, no, no quiero tener nada que ver con tus ideas, siempre acaban mal.
-Ay, venga Sel.
-Que no.
-Escucha al menos en lo que consiste mi idea y luego me dices.
-¿Tengo otra opción?- Clary sonrió.
-Verás, ya sé que a ti no te gusta demasiado hablar con los chicos pero…-Volví a beber zumo-...podrías hablar tú con él- Casi escupo el zumo de la boca. Empecé a toser- Sel, ¿estás bien?
-¿Que qué?- No pensaba hablar con un chico simplemente para que Clary se acercara a él- No pienso dejar que me uses de celestina.
-¿Por qué? Tómalo como un favor personal.
-Que no y esta vez no me harás cambiar de opinión- Clary se cruzó de brazos enfadada- Y vámonos o llegaremos tarde.
En el camino al instituto Clary no me dirigió la palabra, en realidad me hacía gracia verla enfadada. Llevaba la mochila encima del vestido de flores que se había puesto y la agarraba con fuerza mientras miraba por la ventanilla. Cuando salimos del coche puso rumbo a la puerta del instituto y no me dirigió la mirada.
-¿No me dices nada?- Le pregunté cuando empezó a andar, ella se giró y me miró con los ojos entrecerrados durante unos segundos.
-Esos pantalones rotos te los has puesto 3 veces este mes, que no se vuelva a repetir- Dicho esto se metió en el instituto sin mirar atrás. Me miré los pantalones rotos que me había comprado hacía un mes en Wal-Mart y sonreí.
Había vuelto a coincidir con Clary en Matemáticas pero ni siquiera pareció darse cuenta de que yo estaba sentada en la mesa de detrás, o simplemente sí se dio cuenta pero pasó de mí. A tercera hora llegó la sorpresa. Estaba en clase de Historia tomando apuntes de lo que acababa de explicar la profesora cuando oí a alguien entrar en el aula y hablar con la profesora.
-Ah, buenos días, usted debe de ser el Señor Greene ¿verdad?- ¿Greene? ¿De qué me sonaba a mí ese apellido?
-Sí- Dijo la voz de un chico, levanté la cabeza y vi al chico por el que estaba colada Clary…Adrian.
-Bueno, pues bienvenido a mi clase de Historia, acabo de dar algunas explicaciones, puede pedirle los apuntes a algún compañero- La señorita Meyer me miró y sonrió- Puedes sentarte junto a Selena, es la mejor alumna de la clase- Dijo mirando a Adrian, luego se dirigió a mi compañera de clase- Lucy, ¿te importa cambiarte de mesa?
-Para nada- Dijo Lucy lo más amable posible, yo sabía que sí le importaba pero era inútil discutir con la señorita Meyer. La miré y le dediqué una sonrisa de “Lo siento”, sonrisa que ella me devolvió.
-Intente ponerse al día lo antes posible- Le dijo la profesora a Adrian, éste le sonrió y se sentó a mi lado.
-Hola- Me saludó.
-Hola.
-Soy Adrian- Dijo tendiéndome la mano, dudé un momento.
-Selena- Dije estrechándosela finalmente- Aquí tienes los apuntes- Dije dándole la hoja en la que había estado escribiendo.
-Ah, gracias- Dijo mientras comenzaba a escribir.
Aproveché para fijarme a ver qué era lo que le había gustado a Clary de él, en seguida me di cuenta. Adrian tenía el pelo rubio y corto, los ojos de un color azul con motas verdes y la piel bronceada por el sol. A Clary siempre le habían apasionado los rubios así que sin ninguna duda eso era lo que le había llamado la atención. Volví la vista al libro y de pronto me asaltó una pregunta…
-¿Por qué has cambiado de instituto a final de curso?- Pregunté, Adrian se encogió de hombros y me miró.
-A mi padre le han ascendido de puesto…lo típico.
-Ah…-Fue todo lo que dije.
-¿Y tú?- Lo miré sin saber lo que quería decir- ¿Llevas viviendo aquí siempre?
-Oh, sí.
-Parece una ciudad bonita.
-Sobre todo si eres un apasionado del cine.
-Lo soy- Dijo sonriendo y siguió escribiendo.
Cuando acabó la clase Adrian vino conmigo hasta el comedor, yo no le había propuesto que me acompañara, simplemente…se auto-invitó a venir conmigo y entonces pensé que sería una oportunidad perfecta para que Clary y él se conocieran. Cuando llegamos a la cafetería busqué con la mirada a Clary y la vi sentada en la mesa que estaba junto a la ventana. Tenía los hombros hundidos y la mirada triste fija en el plato mientras jugaba con la ensalada que tenía en la bandeja.
-Ven conmigo, quiero presentarte a alguien- Le dije a Adrian mientras me dirigía a la mesa donde estaba Clary, ésta no levantó la vista de la mesa cuando notó que me acercaba- Hola- Le dije esperando que alzara la vista, pero no lo hizo.
-Hola- Dijo de mala gana.
-Quiero presentarte a alguien.
-¿A sí? ¿A quién?- Dijo en tono irónico sin levantar la vista.
-A mí- Dijo Adrian por mí. Instantáneamente Clary dejó de jugar con la ensalada y nos miró con los ojos abiertos como platos- Hola- Dijo tendiéndole la mano a Clary, la cual se quedó sin habla y me miró, yo lo hice una señal para que le cogiera la mano y me senté.
-Ho…hola- Dijo titubeando- Soy Clarissa Moore, pero dime Clary- Sonrió.
-Encantado, yo soy Adrian Greene- Le soltó la mano y sonrió.
-Quédate a comer con nosotras…si quieres- Dijo Clary lanzándose más.
-Claro- Dijo Adrian sentándose a mi lado, cosa que no le hizo mucha gracia a Clary.
-Y bueno…cuéntame algo sobre ti Adrian- Dijo Clary sonriendo.
-Pues…no tengo mucho que contar, tengo 17 años, soy de Arizona y he crecido allí pero hace cosa de un mes mis padres y yo nos mudamos aquí porque a mi padre le ascendieron...-Clary le escuchaba con atención- ¿Y tú?- Dijo dirigiéndose a mí.
-Eh…-Miré a Clary- Mi vida no es muy interesante, mejor que te cuente Clary la suya.
-No, no, para nada, tú primero- Luego miró a Adrian- Hoy es su cumpleaños.
-¿Sí? Felicidades- Dijo sonriéndome.
-Gracias…-Dije con una pequeña sonrisa- Bueno pues…mis padres murieron cuando yo apenas tenía 6 años recién cumplidos, entonces mi tía Emma pidió mi custodia y se la dieron. Me he criado con ella desde entonces hasta que Clary y yo empezamos el instituto, entonces sus padres que tenían un piso aquí cerca nos ofrecieron que nos mudáramos para estar más cerca del instituto- Dije tratando de centrar el tema de conversación en Clary. Adrian volvió la vista hacia ella.
-Bueno…tienen varias casas…-Empezó a alardear y yo le di una patadita por debajo de la mesa- ¡Ah!- Se quejó.
-¿Estás bien?- Le preguntó Adrian.
-Sí- Dijo fingiendo una sonrisa- Simplemente me ha dado un tirón en la pierna- Dijo fulminándome con la mirada- Volviendo al tema, mis padres son “ricos” en cierto modo así que tienen muchas casas por todo el mundo por lo que no les importó que Selena y yo nos mudásemos al piso.
-Interesante- Dijo Adrian sonriendo, sabía que más que nada lo decía por ser amable, la mayoría de la gente odiaba cuando Clary se ponía a alardear del dinero que tenían sus padres.
-Cuando quieras te puedes pasar- Le comentó Clary.
-Gracias, lo haré.