Capítulo 17
Selena
Tardé otros quince minutos en llegar de nuevo a la casa. Cogí el pomo de la puerta y lo giré, estaba abierta, cuando entré vi a Alex sentado en una silla y cuando me vio se levantó rápidamente, se acercó a mí, me cogió de los hombros y empezó a zarandearme.
-¡¿Pero qué demonios te pasa?! ¡¿En qué estabas pensando cuando te fuiste antes así?!- Había algo en sus ojos que me dio miedo, estaban más oscuros de lo normal pero no había ningún sentimiento en ellos, como siempre.
-En que si me quedaba te mataría- Respondí jadeando por haber corrido tanto.
Alex me miró fijamente.
-¿Qué te ha pasado?- Dijo tocándome la cara donde tenía sangre. No contesté, el me miró y esta vez pude ver pánico en sus ojos, cosa que me asustó más que antes. ¿Pánico? ¿En los ojos de Alex? Eso no era buena señal, sus ojos nunca demostraban ninguna emoción y ahora…- ¡Por el amor de Dios, Selena, ¿qué te ha pasado?!
-Me he encontrado con una de ellos, ha intentado matarme.
-¿Qué?- La voz de Alex se quebró.
-Alex, sé lo que son.
La expresión de Alex no cambió, seguía llena de horror.
-Alex…
-¡¿Pero qué pasa contigo?!- Me zarandeó- ¡¿Es que estás loca?! ¡PODRÍAN HABERTE MATADO!
-Pero no lo han hecho ¿vale?- Dije sin gritar, no quería poner las cosas peor de lo que ya estaban.
-¡Pero si lo hubieran hecho ¿qué?!
-Alex, sé lo que son- Dije cambiando de tema- Son ángeles caídos.
Alex palideció y aflojó la presión sobre mis hombros.
-¿Qué has dicho?- Su voz era apenas audible.
-Son ángeles caídos- Repetí.
-Eso son tonterías, los ángeles no existen- Dijo soltándome.
-¡Es verdad!- Me quejé- ¡¿Por qué no me crees?!
-¡Porque sólo sabes decir estupideces!
-¡No son estupideces!- Perdí el control.
-¡Mira, sean lo que sean esos cabrones podrían haberte matado! ¡Así que no me vengas con el cuento de que son ángeles para cambiar de tema!
-¡No estoy cambiando de tema, es la verdad!
-¡Todo esto ha pasado porque eres una inmadura! ¡Lo último que deberías haber hecho era pelear con ellos! ¡Para ellos no eres más que una mosca!
-¡¿Y qué querías que hiciera?! ¡¿No defenderme?!
-¡Sí, ya! ¡A ver cómo te defendiste!
-¡Vaya! ¡Hablas como si prefirieses que me hubiera matado!
-¡Pues mira, a lo mejor sí!
Me quedé paralizada, me había dicho muchas veces que no le importaba lo que me pasara, pero jamás me había gritado así ni tampoco me había dicho que preferiría que estuviera muerta. Sentí un dolor muy intenso en el pecho, como si me hubiera quitado una parte de mí. No sabía qué decir. Miré al suelo para evitar mirarlo a los ojos, sentía un nudo en la garganta y un gran escozor en los ojos. Levanté la cabeza y le miré, Alex me miraba todavía con los ojos oscuros por la rabia y los músculos tensos.
-¿Sabes qué…?- Dije apenas en un susurro. Realmente no sabía lo que iba a decir- Da igual- Dije al final, pasé por su lado y subí las escaleras.
Entré en mi cuarto y cerré la puerta apoyándome contra ella. Me ardían los ojos y me costaba tragar con normalidad. Me dejé caer al suelo apoyada contra la puerta y noté algo húmedo correr por mi mejilla, me toqué la cara y me quedé de piedra al darme cuenta de que estaba llorando. Llevaba siete años sin llorar por nada y ahora estaba llorando por culpa de Alex, por culpa de un chico, la última cosa que habría pensado jamás. No pude aguantar más y rompí a llorar enterrando mi cabeza entre las rodillas, sentí un gran desahogo mientras lloraba. ¿Por qué me afectaba tanto lo que Alex me dijera? Me sentía sola y abatida, sin nada más que dolor y entonces me di cuenta de que la única persona a la que quería tener a mi lado y la que podía tranquilizarme era Alex, pero ¿qué haces cuando la única persona capaz de consolarte es la que te hace llorar?
En ese momento me di cuenta de algo…me había enamorado de Alex. Ese chico chulo y arrogante se había metido en mi corazón sin darme cuenta y ahora yo misma estaba asumiendo la responsabilidad de ese sentimiento. ¿Realmente el amor dolía tanto? Una vez juré que no me enamoraría y que los chicos no servían para nada y ahora, ahí estaba, sentada en el suelo llorando por un chico que quería verme muerta. Maldije su nombre mil veces en mi interior y también me maldije a mí misma por haberme enamorado de él.
Finalmente levanté la cabeza y me sequé las lágrimas. Me puse en pie y me tendí en la cama prometiéndome que no lloraría más por él, cosa que fue inútil, ya que en cuanto recordé sus palabras volví a llorar. Quería golpearlo y a la vez quería abrazarlo. No sé cuánto tiempo estuve llorando en silencio, sólo sé que finalmente me quedé dormida.
Alex
En cuanto Selena subió las escaleras y se encerró en su cuarto me vine abajo. ¿Cómo había sido capaz de decirle eso? Lo había dicho fuera de mí, no lo había pensado, realmente no lo pensaba, jamás querría que ella muriera, eso nunca, pero ahí estaba mi estúpido yo otra vez, diciendo cosas que no sentía realmente. No podía apartar de mi mente la expresión de su rostro cuando le dije que preferiría que estuviera muerta. Me sentía derrotado por dentro, era como si me hubieran dado una paliza y me hubieran arrancado el corazón, está bien, admitámoslo, ni una paliza hubiera dolido la mitad de lo que me dolía haberle dicho esa barbaridad.
Nunca me había sentido así y no sabía lo que era exactamente ese sentimiento, pero dolía mucho y no me gustaba. Sólo quería subir y pedirle perdón, decirle que no pensaba realmente lo que le dije y que no sabría lo que haría si a ella le pasara algo, ¿Qué por qué? No lo sé, simplemente no quería imaginármelo.
Subí las escaleras y me dirigí hasta su cuarto, la puerta estaba cerrada. Inspiré profundamente y toqué la puerta un par de veces, Selena no abrió la puerta. No se oía ningún sonido dentro tampoco. Giré el pomo de la puerta y me sorprendí al ver que la puerta no estaba cerrada con llave. Entré y vi la habitación oscura, sólo la iluminaba la luz de la luna que entraba por la ventana, y entonces la vi, tendida en su cama de lado mirando en dirección a la puerta, pero estaba dormida. Noté un nudo en el estómago, casi involuntariamente me acerqué hasta ella y me arrodillé al lado de la cama quedando a la altura de su cara. Estaba preciosa dormida, tan pequeña y parecía tan frágil, quise protegerla de cualquier cosa.
Pasé el dorso de mi mano por su mejilla y me di cuenta de que estaba húmeda, entonces le toqué los ojos y me di cuenta de que había estado llorando, había estado llorando por mi culpa. Me odié a mí mismo por haberle hecho eso. No sé cómo, pero cuando me di cuenta, estaba a escasos milímetros de la cara de Selena, sentí cómo se me aceleraba el pulso, podía ver a escasos milímetros de mí esos labios tan bonitos que me quitaban la respiración, si me inclinaba un poco podría besarla...Pero no sería justo, en lugar de eso giré un poco la cara y la besé en la comisura del labio con mucho cuidado para que no se despertara. ¿Qué me pasaba con ella? Era una niñata que no hacía más que discutir conmigo y llevarme la contraria, pero no podía evitar esto que sentía. Entonces otra lágrima volvió a correr por su rostro. Cerré los puños para controlar la ira que sentía hacia mí mismo.
Salí de la habitación sin hacer ruido pero con paso firme, no sabía lo que hacer, simplemente quería despejarme la mente. Salí de la casa y me monté en la moto casi instintivamente. Arranqué y puse rumbo a ninguna parte, simplemente conducía. Pronto mi mente abandonó la carretera y volvió al cuarto del segundo piso de la casa, a aquella chica que me había robado el corazón…espera, ¿Qué me había robado el corazón? Sí, ¿para qué seguir negándolo? Estaba enamorado de Selena. Era irónico, yo, el gran Alex, el chico que nunca había visto a una chica como algo más que un pasatiempo o como un incordio cuando se ponían pesadas, ese mismo chico estaba ahora enamorado.
Estaba tan ensimismado en mis pensamientos que no me di cuenta de que un camión venía justo en dirección a mí, giré bruscamente a un lado y salí del arcén rodando. Me levanté como pude con un gran dolor en el brazo, me lo miré y vi una hilera de sangre caer desde el hombro, genial, por lo demás estaba bastante bien. Cogí la moto y comprobé que no había sufrido ningún desperfecto. Para haber sido un golpe así, ambos estábamos bastante bien.
Selena
Oí un portazo en la puerta de la calle y me desperté sobresaltada. ¿Qué había sido eso? Oí el sonido de unos pasos, supuse que sería Alex pero ¿qué hacía él por la noche fuera de la casa? Me levanté y me dirigí al piso de abajo. Cuando vi a Alex me quedé de piedra, tenía la ropa sucia y rasgada y tenía el hombro derecho ensangrentado.
-Dios mío…-Pude notar el pánico en mi voz- ¿Qué diablos te ha pasado?- Dije acercándome a él.
-Un tonto accidente- Dijo quitándole importancia al asunto.
-¿Un tonto accidente? ¿En qué estabas pensando?- La herida tenía muy mala pinta.
-En que era un capullo- Alcé rápidamente la vista hasta su rostro confundida, había algo diferente en sus ojos, algo que no supe descifrar.
-Hay que curarte la herida- Dije haciendo caso omiso a lo que acababa de decir- Quítate la camiseta- Le dije- Y no hagas ningún comentario gracioso- Dije advirtiéndole. El sonrió.
Me giré y subí las escaleras en dirección al cuarto de baño. Había rastro de agua y de espuma por todo el servicio. Abrí el cajón donde estaban los utensilios de primeros auxilios y bajé al salón. Alex estaba sentado en el sofá con la camiseta quitada, noté cómo mis ojos se iban instintivamente hacia esos abdominales perfectos…Meneé la cabeza para concentrarme y me agaché a su lado mientras sacaba unas gasas, algodón y alcohol. El suelo estaba helado y me lamenté por no haberme puesto unos pantalones largos ya que en pocos segundos estaba helada. En cuanto toqué su brazo con el algodón bañado en alcohol, Alex hizo una mueca de dolor.
-Auch- Se quejó.
-Lo siento- Se hizo un silencio bastante incómodo entre ambos que me pareció una eternidad aunque en realidad no fueron más de unos minutos.
-Selena…-Su voz sonaba triste- Bueno…-Se quedó unos segundos pensando qué decir- Lo siento- Dijo finalmente.
-¿Qué?- Lo miré sorprendida, eso era lo último que me esperaba.
-Siento mucho todo lo que te dije antes, no lo pensaba en realidad. Jamás habría querido que te mataran, ni mucho menos, y por supuesto que hiciste muy bien en defenderte y estoy seguro que lo hiciste muy bien, es sólo…-Respiró hondo- No sé, supongo que estaba enfadado conmigo mismo por no haber estado allí para ayudarte.
Me quedé helada mirándolo, me sentía como si hubiera tenido la cabeza sumergida en un cubo con agua y ahora me hubieran proporcionado oxígeno.
-No pasa nada- Dije al fin- Yo también lo siento, no debí salir corriendo de esa manera.
-No pasa nada- Me dedicó una sonrisa que casi me dejó sin respiración, desvié la vista y seguí curándole la herida.
-¿Por qué saliste con la moto?- Pregunté tras unos minutos de silencio.
-¿Eh?- Parecía que le había sacado de sus pensamientos- Oh…necesitaba despejarme.
-Ah- Cogí unas vendas y le vendé el brazo- Listo- Sonreí.
-Gracias.
-No hay de qué- Me levanté del suelo muerta de frío y Alex se levantó del sofá.
Volvía a tener ganas de llorar y esta vez no sabía por qué, si de la felicidad de saber que realmente no pensaba lo que dijo o del agobio por todo lo que se venía o simplemente porque sí.
-Es que…-Empecé a decir y noté como se me humedecían los ojos- …esto es demasiado para mí, aunque intente parecer fuerte delante de todos cuando estoy sola y pienso en todo lo que está pasando, me vengo abajo- La vista se me empezó a nublar- Y la impotencia de no saber dónde está Clary, si está bien- Noté cómo me resbalaba una lágrima por la mejilla- Y luego enterarme de que mis padres no eran quiénes decían ser, que unos tipos me quieren matar...-Se me quebró la voz.
-Ven aquí- Alex me atrajo hacia sí y me abrazó. Al principio me pilló por sorpresa pero luego yo también le abracé, sentí una sensación de tranquilidad y paz que nunca había sentido y el frío que sentía desapareció de momento. Alex era mucho más cálido que yo, no sabía cómo no podía tener frío. Inhalé hondo, Alex olía a una mezcla entre una colonia y bosque- Siempre voy a estar aquí, puedes contar conmigo.
-Gracias- Dije sonriéndole mientras nos separábamos. En cuanto nos separamos volví a sentir frío.
Alex me limpió una lágrima que se había escapado y dejó su mano puesta en mi mejilla durante unos segundos que me parecieron horas. Cuando quise darme cuenta tenía su rostro a unos pocos centímetros del mío, noté cómo me temblaban las piernas y se me cortó la respiración.
-Cre…creo que debería irme a dormir- Tuve que hacer mucho esfuerzo para que me salieran las palabras.
-Sí, yo también- Dijo quitando la mano de mi mejilla y retirándose.
Cogí el botiquín de emergencias y me dirigí a las escaleras.
-Selena- Me di la vuelta y lo miré- Buenas noches- Sonrió.
-Igualmente- Le devolví la sonrisa y subí las escaleras. Cuando llegué a mi cuarto me apoyé en la puerta y la cerré con una sonrisa de tonta en la cara. Si Clary me hubiese visto en ese momento me habría dicho algo como <<La que decía que nunca se fijaría en un chico, miradla ahora que está que se le cae la baba>>, sonreí ante ese pensamiento y me tendí en la cama agarrando el collar de mi madre con fuerza.
Clary
Cuando llegamos a mi casa –mía y de Selena-, lo primero que hice fue darme una ducha y cambiarme de ropa, me puse unos pitillos y una camiseta larga y unas manoletinas –tendría que pasar mucho tiempo antes de que volviera a ponerme unos tacones-. Luego fui a la cocina y nos preparé algo de comer a Adrian y a mí, mi estómago me lo agradeció bastante.
-Bueno, ¿y ahora qué?- Dijo Adrian mientras se sentaba a mi lado en el sofá.
-No sé- Me encogí de hombros- Supongo que buscar a Selena ¿no?
Adrian carraspeó.
-¿Qué pasa?
-Nada, es solo que…-Se interrumpió- No sé si sea buena idea buscar a Selena.
-¿Qué? ¿Por qué no?- Dije separándome de él.
-Clary, ¿por dónde propones que empecemos buscando?- No supe qué contestar- Y aunque la encontráramos, ¿quién nos asegura de que ellos no nos encontrarán antes a nosotros o a ella?
-Pero…-Se me cortó la voz- Es como mi hermana.
-Lo siento mucho, Clary- Me pasó un brazo por los hombros y me dio un beso en la cabeza- No podemos hacer nada.
No podía dejar a Selena a su suerte sin saber si estaba viva o muerta, no podía seguir mi vida como si nada hubiera pasado. Sabía que en cierto modo Adrian tenía razón, pero él no podía entender cómo me sentía yo, había crecido prácticamente con Selena, era la única que realmente me entendía, tenía que ayudarla de alguna manera.
-Tengo que ayudarla.
-Clary…
-No- Le corté- No me digas que es muy difícil, ya lo sé, pero no puedo seguir con mi vida como si ella nunca hubiera existido- Noté que me escocían los ojos- Te quiero ¿vale? Pero no puedes pedirme que la olvide así como así.
Adrian me miró con ternura y me abrazó.
-Ya lo sé princesa, ya lo sé- En cuanto me abrazó comencé a llorar.
-¿Y qué vamos a hacer?- Pregunté mientras me separaba y me limpiaba las lágrimas.
-Mira, buscar a Selena es lo más difícil.
-¿Entonces?
-Propongo que esperemos a mañana y luego…-Inspiró profundamente- No puedo creerme lo que voy a decir- Dijo más para sí que para mí- Y luego seguiremos a esos desgraciados para saber cuáles son sus movimientos.
-¿Qué?- No podía creer lo que acababa de decir- ¿Seguirlos? Pero ¿es qué se te ha ido la olla? Te recuerdo que son ángeles, Adrian.
-Y yo te recuerdo que llevo media vida viviendo con ellos, sé muy bien cómo se las gastan.
Moví la pierna, nerviosa.
-Si no me hubieran quitado el móvil…-Me lamenté.
-¿Te sabes su número?
-Eh…sí.
-Ten- Del bolsillo de su chaqueta sacó un móvil y me lo dio.
-¿De dónde…?
-No quieras saberlo, de verdad.
Le sonreí y le di un beso.
-Eres el mejor- Sonreí.
-Ya lo sé.
Marqué el número de Selena y puse el altavoz.
-Vamos, por favor…-Susurré.
-¿Hola?- Dijo la voz de Selena al otro lado.
-¡Selena…!
-Ahora mismo no puedo hablar o estoy sin cobertura, deja tu mensaje y en cuanto pueda te llamaré…-Era el contestador- A menos que quiera evitarte- Por último sonó la risa de Selena y luego la llama acabó.
-No puedo creerlo…-Mi voz apenas fue audible.
-¿Qué te parece si lo intentamos mañana de nuevo?
Yo asentí y apoyé la cabeza en el hombro de Adrian.
-¿Sabes?- Pregunté- Te quiero mucho- Alcé la cabeza para mirarlo.
-Yo también- Me cogió la barbilla y me alzó la cabeza hacia él para besarme.
Fue un beso dulce y tranquilo, pero a mí no me iban esa clase de besos. Me agarré a su cuello y Adrian me sentó encima de él mientras yo iba cambiando el beso de uno dulce a uno desesperado. Adrian me besó en la clavícula y luego volvió a mis labios.
-Deberíamos descansar- Dijo separándose de mí.
-Sí ¿verdad?- Dije sonriendo.
-Sí- Me acurruqué en su regazo y apoyé mi cabeza en su pecho, Adrian me dio un beso en la coronilla y me acarició el pelo.
-No sé qué haría sin ti.
-Hace tres días estabas perfectamente sin verme.
-Hace tres días no era tu novia- Contraataqué, noté cómo Adrian sonreía contra mi pelo.
-Y no sabes lo feliz que soy ahora.
-Sí lo sé, yo soy igual de feliz- Sonreí y cerré los ojos.
Selena
Tardé otros quince minutos en llegar de nuevo a la casa. Cogí el pomo de la puerta y lo giré, estaba abierta, cuando entré vi a Alex sentado en una silla y cuando me vio se levantó rápidamente, se acercó a mí, me cogió de los hombros y empezó a zarandearme.
-¡¿Pero qué demonios te pasa?! ¡¿En qué estabas pensando cuando te fuiste antes así?!- Había algo en sus ojos que me dio miedo, estaban más oscuros de lo normal pero no había ningún sentimiento en ellos, como siempre.
-En que si me quedaba te mataría- Respondí jadeando por haber corrido tanto.
Alex me miró fijamente.
-¿Qué te ha pasado?- Dijo tocándome la cara donde tenía sangre. No contesté, el me miró y esta vez pude ver pánico en sus ojos, cosa que me asustó más que antes. ¿Pánico? ¿En los ojos de Alex? Eso no era buena señal, sus ojos nunca demostraban ninguna emoción y ahora…- ¡Por el amor de Dios, Selena, ¿qué te ha pasado?!
-Me he encontrado con una de ellos, ha intentado matarme.
-¿Qué?- La voz de Alex se quebró.
-Alex, sé lo que son.
La expresión de Alex no cambió, seguía llena de horror.
-Alex…
-¡¿Pero qué pasa contigo?!- Me zarandeó- ¡¿Es que estás loca?! ¡PODRÍAN HABERTE MATADO!
-Pero no lo han hecho ¿vale?- Dije sin gritar, no quería poner las cosas peor de lo que ya estaban.
-¡Pero si lo hubieran hecho ¿qué?!
-Alex, sé lo que son- Dije cambiando de tema- Son ángeles caídos.
Alex palideció y aflojó la presión sobre mis hombros.
-¿Qué has dicho?- Su voz era apenas audible.
-Son ángeles caídos- Repetí.
-Eso son tonterías, los ángeles no existen- Dijo soltándome.
-¡Es verdad!- Me quejé- ¡¿Por qué no me crees?!
-¡Porque sólo sabes decir estupideces!
-¡No son estupideces!- Perdí el control.
-¡Mira, sean lo que sean esos cabrones podrían haberte matado! ¡Así que no me vengas con el cuento de que son ángeles para cambiar de tema!
-¡No estoy cambiando de tema, es la verdad!
-¡Todo esto ha pasado porque eres una inmadura! ¡Lo último que deberías haber hecho era pelear con ellos! ¡Para ellos no eres más que una mosca!
-¡¿Y qué querías que hiciera?! ¡¿No defenderme?!
-¡Sí, ya! ¡A ver cómo te defendiste!
-¡Vaya! ¡Hablas como si prefirieses que me hubiera matado!
-¡Pues mira, a lo mejor sí!
Me quedé paralizada, me había dicho muchas veces que no le importaba lo que me pasara, pero jamás me había gritado así ni tampoco me había dicho que preferiría que estuviera muerta. Sentí un dolor muy intenso en el pecho, como si me hubiera quitado una parte de mí. No sabía qué decir. Miré al suelo para evitar mirarlo a los ojos, sentía un nudo en la garganta y un gran escozor en los ojos. Levanté la cabeza y le miré, Alex me miraba todavía con los ojos oscuros por la rabia y los músculos tensos.
-¿Sabes qué…?- Dije apenas en un susurro. Realmente no sabía lo que iba a decir- Da igual- Dije al final, pasé por su lado y subí las escaleras.
Entré en mi cuarto y cerré la puerta apoyándome contra ella. Me ardían los ojos y me costaba tragar con normalidad. Me dejé caer al suelo apoyada contra la puerta y noté algo húmedo correr por mi mejilla, me toqué la cara y me quedé de piedra al darme cuenta de que estaba llorando. Llevaba siete años sin llorar por nada y ahora estaba llorando por culpa de Alex, por culpa de un chico, la última cosa que habría pensado jamás. No pude aguantar más y rompí a llorar enterrando mi cabeza entre las rodillas, sentí un gran desahogo mientras lloraba. ¿Por qué me afectaba tanto lo que Alex me dijera? Me sentía sola y abatida, sin nada más que dolor y entonces me di cuenta de que la única persona a la que quería tener a mi lado y la que podía tranquilizarme era Alex, pero ¿qué haces cuando la única persona capaz de consolarte es la que te hace llorar?
En ese momento me di cuenta de algo…me había enamorado de Alex. Ese chico chulo y arrogante se había metido en mi corazón sin darme cuenta y ahora yo misma estaba asumiendo la responsabilidad de ese sentimiento. ¿Realmente el amor dolía tanto? Una vez juré que no me enamoraría y que los chicos no servían para nada y ahora, ahí estaba, sentada en el suelo llorando por un chico que quería verme muerta. Maldije su nombre mil veces en mi interior y también me maldije a mí misma por haberme enamorado de él.
Finalmente levanté la cabeza y me sequé las lágrimas. Me puse en pie y me tendí en la cama prometiéndome que no lloraría más por él, cosa que fue inútil, ya que en cuanto recordé sus palabras volví a llorar. Quería golpearlo y a la vez quería abrazarlo. No sé cuánto tiempo estuve llorando en silencio, sólo sé que finalmente me quedé dormida.
Alex
En cuanto Selena subió las escaleras y se encerró en su cuarto me vine abajo. ¿Cómo había sido capaz de decirle eso? Lo había dicho fuera de mí, no lo había pensado, realmente no lo pensaba, jamás querría que ella muriera, eso nunca, pero ahí estaba mi estúpido yo otra vez, diciendo cosas que no sentía realmente. No podía apartar de mi mente la expresión de su rostro cuando le dije que preferiría que estuviera muerta. Me sentía derrotado por dentro, era como si me hubieran dado una paliza y me hubieran arrancado el corazón, está bien, admitámoslo, ni una paliza hubiera dolido la mitad de lo que me dolía haberle dicho esa barbaridad.
Nunca me había sentido así y no sabía lo que era exactamente ese sentimiento, pero dolía mucho y no me gustaba. Sólo quería subir y pedirle perdón, decirle que no pensaba realmente lo que le dije y que no sabría lo que haría si a ella le pasara algo, ¿Qué por qué? No lo sé, simplemente no quería imaginármelo.
Subí las escaleras y me dirigí hasta su cuarto, la puerta estaba cerrada. Inspiré profundamente y toqué la puerta un par de veces, Selena no abrió la puerta. No se oía ningún sonido dentro tampoco. Giré el pomo de la puerta y me sorprendí al ver que la puerta no estaba cerrada con llave. Entré y vi la habitación oscura, sólo la iluminaba la luz de la luna que entraba por la ventana, y entonces la vi, tendida en su cama de lado mirando en dirección a la puerta, pero estaba dormida. Noté un nudo en el estómago, casi involuntariamente me acerqué hasta ella y me arrodillé al lado de la cama quedando a la altura de su cara. Estaba preciosa dormida, tan pequeña y parecía tan frágil, quise protegerla de cualquier cosa.
Pasé el dorso de mi mano por su mejilla y me di cuenta de que estaba húmeda, entonces le toqué los ojos y me di cuenta de que había estado llorando, había estado llorando por mi culpa. Me odié a mí mismo por haberle hecho eso. No sé cómo, pero cuando me di cuenta, estaba a escasos milímetros de la cara de Selena, sentí cómo se me aceleraba el pulso, podía ver a escasos milímetros de mí esos labios tan bonitos que me quitaban la respiración, si me inclinaba un poco podría besarla...Pero no sería justo, en lugar de eso giré un poco la cara y la besé en la comisura del labio con mucho cuidado para que no se despertara. ¿Qué me pasaba con ella? Era una niñata que no hacía más que discutir conmigo y llevarme la contraria, pero no podía evitar esto que sentía. Entonces otra lágrima volvió a correr por su rostro. Cerré los puños para controlar la ira que sentía hacia mí mismo.
Salí de la habitación sin hacer ruido pero con paso firme, no sabía lo que hacer, simplemente quería despejarme la mente. Salí de la casa y me monté en la moto casi instintivamente. Arranqué y puse rumbo a ninguna parte, simplemente conducía. Pronto mi mente abandonó la carretera y volvió al cuarto del segundo piso de la casa, a aquella chica que me había robado el corazón…espera, ¿Qué me había robado el corazón? Sí, ¿para qué seguir negándolo? Estaba enamorado de Selena. Era irónico, yo, el gran Alex, el chico que nunca había visto a una chica como algo más que un pasatiempo o como un incordio cuando se ponían pesadas, ese mismo chico estaba ahora enamorado.
Estaba tan ensimismado en mis pensamientos que no me di cuenta de que un camión venía justo en dirección a mí, giré bruscamente a un lado y salí del arcén rodando. Me levanté como pude con un gran dolor en el brazo, me lo miré y vi una hilera de sangre caer desde el hombro, genial, por lo demás estaba bastante bien. Cogí la moto y comprobé que no había sufrido ningún desperfecto. Para haber sido un golpe así, ambos estábamos bastante bien.
Selena
Oí un portazo en la puerta de la calle y me desperté sobresaltada. ¿Qué había sido eso? Oí el sonido de unos pasos, supuse que sería Alex pero ¿qué hacía él por la noche fuera de la casa? Me levanté y me dirigí al piso de abajo. Cuando vi a Alex me quedé de piedra, tenía la ropa sucia y rasgada y tenía el hombro derecho ensangrentado.
-Dios mío…-Pude notar el pánico en mi voz- ¿Qué diablos te ha pasado?- Dije acercándome a él.
-Un tonto accidente- Dijo quitándole importancia al asunto.
-¿Un tonto accidente? ¿En qué estabas pensando?- La herida tenía muy mala pinta.
-En que era un capullo- Alcé rápidamente la vista hasta su rostro confundida, había algo diferente en sus ojos, algo que no supe descifrar.
-Hay que curarte la herida- Dije haciendo caso omiso a lo que acababa de decir- Quítate la camiseta- Le dije- Y no hagas ningún comentario gracioso- Dije advirtiéndole. El sonrió.
Me giré y subí las escaleras en dirección al cuarto de baño. Había rastro de agua y de espuma por todo el servicio. Abrí el cajón donde estaban los utensilios de primeros auxilios y bajé al salón. Alex estaba sentado en el sofá con la camiseta quitada, noté cómo mis ojos se iban instintivamente hacia esos abdominales perfectos…Meneé la cabeza para concentrarme y me agaché a su lado mientras sacaba unas gasas, algodón y alcohol. El suelo estaba helado y me lamenté por no haberme puesto unos pantalones largos ya que en pocos segundos estaba helada. En cuanto toqué su brazo con el algodón bañado en alcohol, Alex hizo una mueca de dolor.
-Auch- Se quejó.
-Lo siento- Se hizo un silencio bastante incómodo entre ambos que me pareció una eternidad aunque en realidad no fueron más de unos minutos.
-Selena…-Su voz sonaba triste- Bueno…-Se quedó unos segundos pensando qué decir- Lo siento- Dijo finalmente.
-¿Qué?- Lo miré sorprendida, eso era lo último que me esperaba.
-Siento mucho todo lo que te dije antes, no lo pensaba en realidad. Jamás habría querido que te mataran, ni mucho menos, y por supuesto que hiciste muy bien en defenderte y estoy seguro que lo hiciste muy bien, es sólo…-Respiró hondo- No sé, supongo que estaba enfadado conmigo mismo por no haber estado allí para ayudarte.
Me quedé helada mirándolo, me sentía como si hubiera tenido la cabeza sumergida en un cubo con agua y ahora me hubieran proporcionado oxígeno.
-No pasa nada- Dije al fin- Yo también lo siento, no debí salir corriendo de esa manera.
-No pasa nada- Me dedicó una sonrisa que casi me dejó sin respiración, desvié la vista y seguí curándole la herida.
-¿Por qué saliste con la moto?- Pregunté tras unos minutos de silencio.
-¿Eh?- Parecía que le había sacado de sus pensamientos- Oh…necesitaba despejarme.
-Ah- Cogí unas vendas y le vendé el brazo- Listo- Sonreí.
-Gracias.
-No hay de qué- Me levanté del suelo muerta de frío y Alex se levantó del sofá.
Volvía a tener ganas de llorar y esta vez no sabía por qué, si de la felicidad de saber que realmente no pensaba lo que dijo o del agobio por todo lo que se venía o simplemente porque sí.
-Es que…-Empecé a decir y noté como se me humedecían los ojos- …esto es demasiado para mí, aunque intente parecer fuerte delante de todos cuando estoy sola y pienso en todo lo que está pasando, me vengo abajo- La vista se me empezó a nublar- Y la impotencia de no saber dónde está Clary, si está bien- Noté cómo me resbalaba una lágrima por la mejilla- Y luego enterarme de que mis padres no eran quiénes decían ser, que unos tipos me quieren matar...-Se me quebró la voz.
-Ven aquí- Alex me atrajo hacia sí y me abrazó. Al principio me pilló por sorpresa pero luego yo también le abracé, sentí una sensación de tranquilidad y paz que nunca había sentido y el frío que sentía desapareció de momento. Alex era mucho más cálido que yo, no sabía cómo no podía tener frío. Inhalé hondo, Alex olía a una mezcla entre una colonia y bosque- Siempre voy a estar aquí, puedes contar conmigo.
-Gracias- Dije sonriéndole mientras nos separábamos. En cuanto nos separamos volví a sentir frío.
Alex me limpió una lágrima que se había escapado y dejó su mano puesta en mi mejilla durante unos segundos que me parecieron horas. Cuando quise darme cuenta tenía su rostro a unos pocos centímetros del mío, noté cómo me temblaban las piernas y se me cortó la respiración.
-Cre…creo que debería irme a dormir- Tuve que hacer mucho esfuerzo para que me salieran las palabras.
-Sí, yo también- Dijo quitando la mano de mi mejilla y retirándose.
Cogí el botiquín de emergencias y me dirigí a las escaleras.
-Selena- Me di la vuelta y lo miré- Buenas noches- Sonrió.
-Igualmente- Le devolví la sonrisa y subí las escaleras. Cuando llegué a mi cuarto me apoyé en la puerta y la cerré con una sonrisa de tonta en la cara. Si Clary me hubiese visto en ese momento me habría dicho algo como <<La que decía que nunca se fijaría en un chico, miradla ahora que está que se le cae la baba>>, sonreí ante ese pensamiento y me tendí en la cama agarrando el collar de mi madre con fuerza.
Clary
Cuando llegamos a mi casa –mía y de Selena-, lo primero que hice fue darme una ducha y cambiarme de ropa, me puse unos pitillos y una camiseta larga y unas manoletinas –tendría que pasar mucho tiempo antes de que volviera a ponerme unos tacones-. Luego fui a la cocina y nos preparé algo de comer a Adrian y a mí, mi estómago me lo agradeció bastante.
-Bueno, ¿y ahora qué?- Dijo Adrian mientras se sentaba a mi lado en el sofá.
-No sé- Me encogí de hombros- Supongo que buscar a Selena ¿no?
Adrian carraspeó.
-¿Qué pasa?
-Nada, es solo que…-Se interrumpió- No sé si sea buena idea buscar a Selena.
-¿Qué? ¿Por qué no?- Dije separándome de él.
-Clary, ¿por dónde propones que empecemos buscando?- No supe qué contestar- Y aunque la encontráramos, ¿quién nos asegura de que ellos no nos encontrarán antes a nosotros o a ella?
-Pero…-Se me cortó la voz- Es como mi hermana.
-Lo siento mucho, Clary- Me pasó un brazo por los hombros y me dio un beso en la cabeza- No podemos hacer nada.
No podía dejar a Selena a su suerte sin saber si estaba viva o muerta, no podía seguir mi vida como si nada hubiera pasado. Sabía que en cierto modo Adrian tenía razón, pero él no podía entender cómo me sentía yo, había crecido prácticamente con Selena, era la única que realmente me entendía, tenía que ayudarla de alguna manera.
-Tengo que ayudarla.
-Clary…
-No- Le corté- No me digas que es muy difícil, ya lo sé, pero no puedo seguir con mi vida como si ella nunca hubiera existido- Noté que me escocían los ojos- Te quiero ¿vale? Pero no puedes pedirme que la olvide así como así.
Adrian me miró con ternura y me abrazó.
-Ya lo sé princesa, ya lo sé- En cuanto me abrazó comencé a llorar.
-¿Y qué vamos a hacer?- Pregunté mientras me separaba y me limpiaba las lágrimas.
-Mira, buscar a Selena es lo más difícil.
-¿Entonces?
-Propongo que esperemos a mañana y luego…-Inspiró profundamente- No puedo creerme lo que voy a decir- Dijo más para sí que para mí- Y luego seguiremos a esos desgraciados para saber cuáles son sus movimientos.
-¿Qué?- No podía creer lo que acababa de decir- ¿Seguirlos? Pero ¿es qué se te ha ido la olla? Te recuerdo que son ángeles, Adrian.
-Y yo te recuerdo que llevo media vida viviendo con ellos, sé muy bien cómo se las gastan.
Moví la pierna, nerviosa.
-Si no me hubieran quitado el móvil…-Me lamenté.
-¿Te sabes su número?
-Eh…sí.
-Ten- Del bolsillo de su chaqueta sacó un móvil y me lo dio.
-¿De dónde…?
-No quieras saberlo, de verdad.
Le sonreí y le di un beso.
-Eres el mejor- Sonreí.
-Ya lo sé.
Marqué el número de Selena y puse el altavoz.
-Vamos, por favor…-Susurré.
-¿Hola?- Dijo la voz de Selena al otro lado.
-¡Selena…!
-Ahora mismo no puedo hablar o estoy sin cobertura, deja tu mensaje y en cuanto pueda te llamaré…-Era el contestador- A menos que quiera evitarte- Por último sonó la risa de Selena y luego la llama acabó.
-No puedo creerlo…-Mi voz apenas fue audible.
-¿Qué te parece si lo intentamos mañana de nuevo?
Yo asentí y apoyé la cabeza en el hombro de Adrian.
-¿Sabes?- Pregunté- Te quiero mucho- Alcé la cabeza para mirarlo.
-Yo también- Me cogió la barbilla y me alzó la cabeza hacia él para besarme.
Fue un beso dulce y tranquilo, pero a mí no me iban esa clase de besos. Me agarré a su cuello y Adrian me sentó encima de él mientras yo iba cambiando el beso de uno dulce a uno desesperado. Adrian me besó en la clavícula y luego volvió a mis labios.
-Deberíamos descansar- Dijo separándose de mí.
-Sí ¿verdad?- Dije sonriendo.
-Sí- Me acurruqué en su regazo y apoyé mi cabeza en su pecho, Adrian me dio un beso en la coronilla y me acarició el pelo.
-No sé qué haría sin ti.
-Hace tres días estabas perfectamente sin verme.
-Hace tres días no era tu novia- Contraataqué, noté cómo Adrian sonreía contra mi pelo.
-Y no sabes lo feliz que soy ahora.
-Sí lo sé, yo soy igual de feliz- Sonreí y cerré los ojos.