Capítulo 16
Selena
Estaba jugando con mi muñeca en una sala, oía voces fuera. Layla estaba jugando con otra chica de su edad, no sabía quién era, sólo sabía que era la hija de unos amigos de mis padres. Layla y la niña salieron fuera riendo, no tenía ganas de ir con ellas, quería jugar con mi muñeca nueva que me habían regalado mis papás.
-¿Qué haces?- Me giré y vi a un niño de unos nueve años en la puerta.
-Jugar con mi muñeca- Dije acariciándole el pelo a la muñeca- Se llama Lindsay.
Me fijé en que tenía un soldadito en la mano.
-¡Anda!- Dije entusiasmada levantándome- Tienes un muñequito.
-No es un muñequito, es un soldado.
-¿Me lo dejas?- Sonreí.
-No- Lo escondió detrás de la espalda.
-¿Por qué no?- Fruncí el ceño.
-Porque me lo vas a romper.
-No te lo voy a romper, sólo quiero que tome el té conmigo y con Lindsay.
-Pues yo no quiero que tome el té con vosotras.
-¿Me dejas al menos que lo vea?
El niño pareció dudarlo un momento, pero finalmente me lo enseñó, era un soldadito pequeñito tallado en madera.
-Wow…qué bonito- Miré al niño- ¿Cómo se llama?
-Es un juguete, no tiene nombre.
-Hm… ¿Qué tal Taylor? A Lindsay le gusta ese nombre.
-Eres muy rara.
-No soy rara- Me crucé de brazos.
-No, qué va.
Le quité el soldadito al niño de la mano.
-¡Eh! ¡Devuélvemelo!
-Pídeme perdón- Me quejé.
-¿Por qué?
-Por decir que soy rara.
-Lo eres.
-O me pides perdón o hago que Taylor tome el té conmigo y con Lindsay.
-¡No le pongas nombre a mi soldado! ¡Y no se te ocurra tomar el té con él!- Se acercó corriendo para quitarme a Taylor de la mano, yo salí corriendo del cuarto- ¡Eh! ¡Vuelve!- Me siguió, cuando llegué donde estaban los mayores me escondí detrás de mi madre.
-Mamá, este niño me ha dicho que soy rara- Me quejé.
-¿Qué pasa, Selena?
-¡Me ha quitado mi soldado!- Se quejó el niño.
-Selena, dale el muñeco a Alex.
-Yo sólo quiero tomar el té con él y con Lindsay.
-Yo no quiero que tome el té contigo y con tu estúpida muñeca.
-Alex, ese vocabulario- Le regañó una mujer joven que se parecía mucho a él.
-Selena, dame el soldado- Se lo di de mala gana y ella se lo dio al niño que me hizo burla- ¿Es que no podéis ser amigos?- Dijo agachándose a mi lado.
El niño y yo nos miramos.
-No- Contestamos a la vez.
Me desperté, estaba en mi cama. Me incorporé y miré por la ventana, estaba amaneciendo. Sonreí al recordar el sueño, así que era verdad que de pequeños enfadé a Alex porque le quité su soldadito, entonces me acordé de él, ¿estaría mejor? La noche anterior Kelley y yo nos fuimos a dormir al ver que no se despertaba y seguía dormido.
Me levanté dispuesta a bajar a ver cómo estaba cuando empezó de nuevo. Volví a oír ese sonido punzante y agudo, pero esta vez en menor intensidad, no era tan fuerte como en las otras ocasiones, cerré los ojos e intenté concentrarme y entonces me di cuenta de que ese sonido agudo era en realidad una voz.
<<Selena>>
Me quedé de piedra al reconocer aquella voz, mi padre.
<<Me alegro tanto de que puedas oírme finalmente con mi voz verdadera>>
¿Era él el que había causado ese sonido punzante las otras dos veces?
<<Cielo, quiero que sepas que estoy muy orgulloso de ti, pero debes andar con cuidado o pronto os encontrarán, no tienen piedad y quieren verte muerta, pero eso ya lo sabes>>
Aunque lo sabía, oírlo en voz de mi padre me produjo vértigo.
<<Sel, no confíes en nadie, no le cuentes nada de esto a nadie, sólo puedes contárselo a Steve, a Alex o a Kelley, los conozco, ellos te ayudarán>>
Quería hablar con él, contestarle, pero no sabía cómo.
<<Siempre estaré aquí contigo Sel, incluso aunque no puedas verme, siempre estaré en tu corazón, escucha siempre a tu corazón>>
Notaba como su voz empezaba a desvanecerse, quise decirle que se esperase, que no se marchara, pero su voz era cada vez más débil, hasta que finalmente desapareció.
Abrí los ojos, me toqué los oídos en busca de sangre, pero no noté nada, tampoco estaba tiritando como las otras veces. Me quedé un rato sentada pensando en lo que me había dicho mi padre, ¿quería que le contase todo lo que él me decía a Steve, a Alex o a Kelley? ¿Por qué? No sabía realmente lo que estaba sucediendo aún y no sabía lo que quería decir con <<Me alegro tanto de que puedas oírme finalmente con mi voz verdadera>>. Me froté la frente con el dorso de la mano, me levanté y me dirigí al piso de abajo.
Alex no estaba en el sofá y tampoco en la cocina, tampoco oía a Kelley ni a Steve. Salí fuera y tampoco los vi, cuando entré me topé con Alex frente a mí. Se había cambiado de ropa y parecía tener buen aspecto.
-¿Qué tal estás?- Le pregunté.
-Muy bien, ¿y tú?
-Bien- Nos quedamos un segundo en silencio- ¿No te duele la cabeza?
-No, no sé realmente qué pasó, sólo recuerdo que me resbalé y me golpeé la cabeza.
-¿No recuerdas nada más?
Él negó con la cabeza.
-Ah- Fue todo lo que dije.
-¿Pasó algo más después?
<<Pues sí, me dijiste que era muy guapa y que querías que me quedara contigo para cuidarte>>
-No, te quedaste inconsciente y Steve te trajo hasta aquí- Mentí.
-¿Sabes dónde está? No los he visto ni a él ni a Kelley.
-No, yo tampoco les he visto.
-Hm…qué raro.
-Bueno, yo voy a comer algo- Lo dije más que nada por una excusa para quitarme de en medio, seguía enfadada con él y sabía que él también seguía enfadado conmigo.
Me dirigí a la cocina, me disponía a coger una manzana cuando me di cuenta de que había una nota encima de la mesa de la cocina. La cogí y la leí:
Queridos Alex y Selena… ¡Hola! ¿Qué tal te has despertado primito? Espero que mejor :) Bueno, vale, sé que os estaréis preguntando qué diablos es esta carta, bueno, simplemente para comunicaros que Steve y yo hemos salido a investigar un poco, os quedáis solos. Alex, Steve dice que no te enfades y no montes un pollo, estaremos allí mañana mismo. ¡¡Os quiero!!
Besos.
Kelley xoxo
Me quedé mirando la carta atónita, no podía creérmelo, otra vez sola con Alex no, era lo último que necesitaba en esos momentos. Miré detrás de mí, Alex se acercaba a la cocina.
-¿Qué pasa?- Dijo al ver mi expresión.
-Esto pasa- Le tendí la nota y él la cogió. Empezó a leerla y su expresión fue haciéndose cada vez más alarmante
-No puede ser…-Hizo una bola con la hoja y la tiró contra la pared- ¡Mierda!
-Eh…-No sabía qué decir- Parece que se han ido.
-¿Tú crees?- Preguntó sarcástico.
-Mira- Dije tras un momento de silencio- Yo no tengo problema, me quedaré en mi habitación y así no tendremos que vernos.
-¿Y crees que eso lo solucionará todo?
-¿Qué propones tú?- Me crucé de brazos.
-No hablarnos y ya está.
-Vale.
-Bien.
-¡Bien!- Empezaba a perder la paciencia.
-¡Vale!
-¡Para ya!- Dijimos los dos a la vez.
Cerré los ojos e intenté calmarme.
-Me voy a mi cuarto- Dije subiendo las escaleras.
-Bien.
-Bien- Dije desde las escaleras.
-Vale.
-¡Vale!- Terminé de subir las escaleras y me encerré en mi cuarto con un portazo.
Clary
Llevaba caminando bastante tiempo, el lugar al que daba la trampilla era a una especie de alcantarilla, lo digo por el olor y por la vista. Era una especie de túnel oscuro y olía a podrido. Había empezado a respirar por la boca cuando el olor se hizo insoportable. No podía evitar dejar de pensar en Adrian, ¿cómo estaría? ¿Vendría a buscarme? Se había arriesgado a que le mataran por salvarme a mí, nunca tendría vida suficiente para agradecérselo.
Empezaba a desesperarme, llevaba caminando horas y no encontraba la salida por ningún sitio, y lo que más temía era tener que pasar la noche allí, eso me producía escalofríos. De vez en cuando oía el sonido de algunas ratas y me apresaba la idea de que una de ellas podía estar andando por mi lado perfectamente y yo, por culpa de la maldita oscuridad, no darme cuenta. Noté algo rozarme el brazo, me giré dispuesta a gritar y entonces alguien me tapó la boca con la mano.
-Sch…soy yo- Me quedé helada, esa voz…no podía ser verdad.
La persona retiró la mano.
-¿Adrian?- Dije en un susurro.
-Sí, soy yo.
Me tiré a sus brazos y Adrian me abrazó.
-¿Cómo es que estás aquí?- Aunque no podía verle sabía que estaba sonriendo.
-Te dije que te encontraría.
-Pero no pensé…-Me callé al darme cuenta de lo que estaba a punto de decir.
-No pensaste que fuera a cumplir mi palabra ¿Verdad?
-No- Dije un poco avergonzada- No es eso.
-No te preocupes.
-¿Qué pasó después de que me fuera?
-Me golpeé la cara antes de que entraran, cuando Mike y Jennifer llegaron y me preguntaron por ti les dije que te habías marchado y que cuando había intentado detenerte me habías golpeado.
-¿Y ya está?- No podía haber sido tan fácil- Te dejaron así porque sí.
-Jennifer confía mucho en mí.
No supe cómo interpretar eso.
-Será mejor que continuemos si no queremos pasar aquí la noche- Me cogió de la mano y me la apretó mientras comenzábamos a andar, ahora que él estaba conmigo no le temía a nada.
Después de unos minutos caminando, Adrian se detuvo.
-¿Qué pasa?- Pregunté.
-Tiene que estar por aquí…-Dijo tocando la pared- ¡Aquí está! Ven- Me cogió la mano e hizo que tocara lo que él estaba tocando, una escalera- Subiré yo primero, tú sígueme.
-Vale.
Adrian comenzó a subir por la escalera y yo le seguí, cuando llegó arriba dio unos cuantos golpes en la alcantarilla y finalmente, esta se abrió. Adrian salió al exterior y me dio la mano para que yo también saliera. Mis pulmones agradecieron respirar aire limpio. Me fijé en el paisaje, nos encontrábamos a unas pocas manzanas de mi calle.
-Mi casa está cerca, podemos ir allí- Propuse.
-Está bien, vamos- Me volvió a coger de la mano y pusimos rumbo a mi casa.
-Adrian…-Dije tras unos minutos en silencio.
-¿Sí?
-Tú y yo…-No sabía cómo decirlo- Es decir…tú y yo… ¿somos…?-Me puse roja como un tomate.
-¿Novios?- Terminó la frase él por mí.
-Sí- Dije apenas en un susurro.
-No sé- Se encogió de hombros- ¿Qué piensas tú?
-Que para ser novios debes pedírmelo formalmente.
-Si es lo que tú quieres- Se detuvo y me miró- Clarissa Moore, ¿quieres ser mi novia?- Vale, sonaba un tanto estúpido.
-Sí- Dije sonriendo, Adrian me dio un beso corto y seguimos caminando.
Selena
Llevaba todo el día metida en mi habitación, sólo había salido para bañarme, empezaba a desesperarme. Miré por la ventana, estaba anocheciendo. Mis tripas rugieron así que decidí que ya era hora de salir del cuarto. Bajé las escaleras y me dirigí a la cocina donde me encontré con Alex, que estaba comiéndose una hamburguesa. Levantó la vista de la hamburguesa, me miró y volvió a concentrarse en su comida. Cogí una manzana y me senté enfrente de él y entonces me di cuenta de que al lado de la hamburguesa tenía un plato de patatas fritas, dos magdalenas y un bocadillo. Lo miré atónita.
-¿De verdad te vas a comer todo eso?
-¿Algún problema?
-Ninguno- Dije dándole un mordisco a la manzana- Simplemente que eso no es una comida saludable, te vas a poner como una foca.
-Me da igual- Dijo dándole un mordisco a la hamburguesa- Al menos yo no como cómo un pollito.
-Yo no como cómo un pollito.
-No qué va, una manzanita por aquí, un sándwich por allá…-Me miró- Tienes que comer más.
-Yo también como hamburguesas y patatas fritas, si es lo que quieres saber- Dije entrecerrando los ojos.
-Está bien- Alex me tendió la hamburguesa.
-¿Qué?- Dije confundida.
-Come- Insistió- ¿No dices que también comes hamburguesas? Pues venga- No podía creérmelo.
-Dame- Le cogí la hamburguesa y le di un bocado- ¿Contento?- Al hablar salieron unos trozos de comida de mi boca que fueron a parar a la cara de Alex- Ups…-Fue todo lo que dije.
Alex suspiró y se limpió la cara. Cogió el bote de kétchup y cuando me di cuenta de lo que iba a hacer fue demasiado tarde, abrió el bote y me echó kétchup en la ropa.
-Ups…-Dijo irónico.
Yo le miré boquiabierta. ¿Por qué había hecho eso?
-No puedo creerme que hayas hecho esto- Dije intentando controlarme.
-Yo sí- Sonrió y se comió una patata frita. ¿Con que esas teníamos, no? Cogí la manzana y sin pensarlo se la tiré a la cabeza.
-¡Ay va!- Dije sarcástica- Se me ha escapado- Le dediqué una sonrisa de niña buena. Sabía que cualquiera que nos viera pensaría que no estábamos bien de la cabeza, pero no podía resistirme a un juego como aquel, siempre había tenido mi yo infantil muy vivo dentro de mí.
Alex se levantó, se acercó a mí, cogió su vaso de agua y me lo echó por encima. Lo miré atónita y él se echó a reír. Se había pasado…Me levanté enfadada, me dirigí al fregadero, cogí el mango del grifo, lo abrí y dirigí el agua a Alex, que se mojó de arriba abajo.
-Tú te lo has buscado- Dijo mirándome y sonriendo. Antes de que pudiera reaccionar ya me había cogido y me había echado a su hombro- Ahora te vas a dar una buena ducha- Dijo subiendo las escaleras mientras yo pataleaba.
-¡Suéltame! ¡No estoy para juegos!
Alex abrió la puerta del cuarto de baño y me metió dentro de la bañera, yo hice todo lo posible por soltarme y salir, pero Alex me agarraba con fuerza. Abrió el grifo del agua fría que comenzó a empaparme.
-¿Qué tal?- Me preguntó riendo.
-¡Está helada!- Dije gritando y pataleando.
-Oh, perdona- Abrió el grifo del agua caliente- ¿Y ahora?
-¡Cierra el grifo! ¡Me estoy quemando!- Alex volvió a abrir el grifo del agua fría- ¡Alex, para ya!
-¿Qué pasa? ¿No te gusta el agua fría?- Dijo riendo.
-¿Qué si me gusta?- Abrí la boca para llenármela de agua y luego le escupí- ¿Y a ti te gusta?
-Hm…-Sonrió, en cualquier otro momento me habría dejado sin aliento aquella sonrisa, pero en ese momento sabía que no significaba nada bueno. Cogió el champú y me lo echó por encima mientras me revolvía el pelo- Así está bien, limpita- Volvió a reír.
-¡Ay, ya! ¡No tiene gracia!- Grité.
-Sí que la tiene- Rió a carcajadas. Cogí espuma con ambas manos y le soplé en la cara, Alex perdió el equilibrio y cayó dentro de la bañera conmigo.
-¿Ahora quién se ríe?- Cogí el bote de champú y se lo eché por la cabeza revolviéndole el pelo mientras él forcejeaba- Qué bien, limpito- Me reí.
Alex cerró el grifo y me cogió ambas manos.
-¡Para!- Me miró y estallé en carcajadas- ¿De qué te ríes?
-Qué pinta…-Reí más fuerte.
-Supongo que la misma que tú- Me soltó las manos y salió de la bañera, yo salí detrás, resbalé por la espuma y me caí encima de él- ¿Es que siempre tienes que hacer que te vas a caer para acabar encima de mí?
-¿Qué?- Le miré atónita- Tú lo flipas- Alex me cogió por la cintura- ¡¿Pero qué haces?! ¡Suéltame!
-Venga, va, pero si no quieres que te suelte.
-Yo no soy la que te pidió ayer que te quedaras a cuidarme- Le solté sin pensar.
-¿Qué?- Dijo mirándome confundido.
-Y tampoco soy yo la que te ha dicho que eres muy guapo.
-¿Pero de qué diantres hablas?
-Ayer, cuando te caíste y te golpeaste la cabeza bien que me decías que era preciosa, que no me fuera, que me quedara contigo cuidándote…
-¡Eso es mentira!- Me cortó rojo como un tomate, ahora yo llevaba el control de la situación.
-¡Verdad!
-¡Mentira!
-¡Verdad! ¡Y suéltame de una vez!- Comenzamos a forcejear hasta que me di un golpe en la cabeza con la bañera, no fue un golpe fuerte, pero decidí hacerme la inconsciente para ver cómo reaccionaba Alex.
-Selena…-Dijo con un tono de preocupación en su voz- Selena…-Se acercó a mí y comenzó a darme pequeños guantazos en la cara- Selena ¿me oyes?- Su voz iba subiendo de tono- ¡Selena!- Me cogió por los hombros y me zarandeó- ¡Selena, por Dios! ¡Dime algo!- Su voz sonaba alarmada, no pensé que reaccionara así, nunca le había visto alarmarse por nada. Volvió a darme unos guantazos en la cara más fuertes esta vez que me dolieron, sin pensarlo abrí los ojos y le di yo otro guantazo en la cara a él, Alex me miró como si hubiera visto un fantasma.
-¡No te aproveches!- Le grité.
-¿Estabas fingiendo?- Preguntó atónito.
-Quizás- Me levanté y me dirigí a la puerta.
-¡¿Es que eres tonta o que te pasa?! ¡Me has dado un susto de muerte!
-¿Por qué? ¡¿Qué más te da lo que me pase?!- Sentía que la ropa me pesaba al estar mojada.
-¡A mí me da igual, pero Steve pensaría que había sido culpa mía!- Alex también estaba empapado de los pies a la cabeza, por un momento me distraje, pero volví a centrar mis pensamientos.
-Todo esto es culpa tuya- Dije bajando las escaleras, Alex me siguió.
-¿Qué es culpa mía? ¡Estás como una cabra!
-¿Qué estoy…?- Me contuve para no golpearle- ¡Argh!- Lo primero que se me ocurrió fue abrir la puerta de la calle, salir y cerrarla de un portazo. Salí corriendo de allí, necesitaba despejarme, Alex no me siguió, cosa que me extrañó bastante. No había quién lo entendiera, estaba hecho una furia conmigo y al momento siguiente estaba de broma y luego otra vez enfadado… ¡Argh! ¡Me sacaba de quicio!
Hacía bastante frío para ser verano, aunque supuse que sería por la ropa húmeda pegada a la piel. Llevaba andando cosa de quince minutos y no sabía realmente a dónde me dirigía, entonces me di cuenta de que había llegado al gimnasio, el mismo gimnasio en el que solía entrenar día tras día hasta hacía una semana y unos días. Me acerqué a la puerta esperando que estuviera cerrada, pero para mi sorpresa ésta se abrió, entré y encendí la luz, no había nadie y todo estaba en silencio. Por un momento temí que alguien me viera, pero rápidamente deseché esa idea, ¿quién iba a entrar en un gimnasio a sola por la noche? Vale, alguien que estuviera huyendo de un chulo-estúpido-idiota-sonrisa-linda.
Me acerqué al enorme espejo que había en la pared y me miré, tenía todo el pelo húmedo y la ropa húmeda, pero ya no goteaba. Entonces vi una figura pasar a toda velocidad detrás de mí, me giré instintivamente con el corazón latiéndome a mil por hora.
-¿Quién anda ahí?
Me esforcé por distinguir alguna figura entre las pesas y máquinas del gimnasio, pero no vi nada, sería todo cosa de mi imaginación. Entonces me giré y di un paso hacia atrás del susto, delante de mí había una chica de unos 19 años mirándome fijamente. Tenía el pelo largo, oscuro y rizado y su cara…me resultaba extrañamente familiar. La chica era medio palmo más alta que yo y había algo en su mirada que imponía bastante.
-Perdona- Dijo la chica, al hablar me invadió una sensación familiar- ¿Te he asustado?
-Sí- No sabía qué decirle- ¿Qué…qué haces aquí?
-¿Y tú?- La chica entrecerró los ojos.
-Simplemente necesitaba escapar un rato de la rutina- Fue lo primero que se me ocurrió.
-Y yo salía a dar una vuelta cuando vi algo interesante aquí.
-¿El qué?- No pude evitar preguntarlo, la chica curvó la comisura de los labios en una media sonrisa.
-¿Cómo te llamas?
-Eh…-No quería decirle mi nombre- Anya- Mentí.
-Anya- Sonrió- Está bien, Selena- Me quedé mirándola atónita, ¿cómo había sabido que le había mentido? ¿Y cómo había sabido cómo me llamaba?- Yo me llamo Moira- Extendió la mano pero no se la estreché, no me daba buena pinta, ella la retiró.
-¿Quién eres?
-¿Yo? Una chica que pasaba por aquí.
-No me lo creo- Dije dando un paso atrás.
-¿Qué no te crees? ¿Qué sea una chica o que pasara por aquí?- Su voz sonaba divertida.
-Dímelo tú.
Moira sonrió, fue una sonrisa maliciosa.
-Está bien, me dejaré de juegos- Su expresión cambió- Tenemos a tu amiga- Se me heló la sangre- Clary se llama ¿verdad?
-¿Don…dónde está?- Me temblaba la voz, ¿cómo sabía esa chica de la existencia de Clary? ¿Estaba aliada con Adrian?
-Está bien…de momento- Sus ojos desprendieron una especie de brillo, me sudaban las palmas de las manos.
-Dejadla libre.
-Sabes muy bien la condición que hay- Se cruzó de brazos y yo di otro paso atrás- Tu vida a cambio de la suya.
-¿Qué queréis de mí?- Mi espalda chocó contra la pared, a mi lado estaban las barras de las pesas.
-No importa- Avanzó un paso- Si de verdad quisieras a tu amiga no permitirías que sufriera por tu culpa.
-¿Qué sois?- Ella entrecerró los ojos.
-¿No lo sabes?- Parecía sorprendida.
Entonces me di cuenta, todo cobró sentido. Los sueños, las visiones de mi padre, los nombres de los ángeles caídos…
-Sois ángeles- Dije en un susurro, Moira sonrió.
-Caídos, cielo- Avanzó otro paso más- Ángeles caídos.
-¿Qué tengo yo que es tan importante para vosotros?
-Lo siento, querida, pero eso es información confidencial- Avanzó otro paso más, estaba apenas a medio metro de mí- Pero no te preocupes, no debes enfrentarte a los ángeles, hay una regla sobre eso.
-Esa regla no incluye a los ángeles caídos- Cogí una barra de las pesas y le golpeé la barriga haciendo que se doblara sobre sí misma, levanté la barra para golpearla de nuevo, pero Moira la agarró y me miró con los ojos centelleando de la rabia.
-No deberías haber hecho eso.
Intenté soltar su agarre sobre la barra, pero tenía demasiada fuerza, levanté la pierna y le golpeé el estómago, Moira soltó la barra y se tiró sobre mí haciendo que las dos cayéramos y la barra se me escapara de las manos. Moira me cogió de los pelos y me levantó del suelo, me dirigió a la pared y me golpeó la cabeza contra el cristal, un dolor punzante me subió por la sien, volvió a golpearme y oí el sonido del cristal al romperse, estaba segura de que si me golpeaba de nuevo me mataría. Cogí todas mis fuerzas, cerré la mano en un puño y le golpeé la cara haciendo que me soltara. Moira no tenía ni un rasguño mientras que yo notaba la sangre correr por el lado derecho de mi cara a causa de los golpes.
Moira se tiró de nuevo sobre mí y empezamos a forcejear en el suelo, al fin consiguió coger el control y me puso ambas manos en el cuello presionando, me faltaba el aire y necesitaba respirar, intenté deshacerme de su agarre, pero no podía, la visión empezaba a nublárseme, tanteé el suelo en busca de algo con lo que defenderme, palpé un trozo de cristal, lo cogí y se lo hinqué en la pierna. Moira gritó y me soltó, la empujé y me levanté corriendo, tenía que coger la barra. Corrí hacia el lugar donde había caído la barra, la cogí y cuando me giré Moira estaba ahí, justo delante de mí. Levantó el puño para golpearme, pero yo la detuve con la barra, le golpeé las piernas con ésta haciendo que cayera y rápidamente le golpeé la cabeza. Moira se quedó inconsciente, pensé que la había matado, pero no salía ni una gota de sangre de su cabeza, simplemente tenía una cicatriz en el lugar donde le había golpeado, decidí no quedarme a averiguar si estaba muerta. Solté la barra y salí corriendo del gimnasio.
Selena
Estaba jugando con mi muñeca en una sala, oía voces fuera. Layla estaba jugando con otra chica de su edad, no sabía quién era, sólo sabía que era la hija de unos amigos de mis padres. Layla y la niña salieron fuera riendo, no tenía ganas de ir con ellas, quería jugar con mi muñeca nueva que me habían regalado mis papás.
-¿Qué haces?- Me giré y vi a un niño de unos nueve años en la puerta.
-Jugar con mi muñeca- Dije acariciándole el pelo a la muñeca- Se llama Lindsay.
Me fijé en que tenía un soldadito en la mano.
-¡Anda!- Dije entusiasmada levantándome- Tienes un muñequito.
-No es un muñequito, es un soldado.
-¿Me lo dejas?- Sonreí.
-No- Lo escondió detrás de la espalda.
-¿Por qué no?- Fruncí el ceño.
-Porque me lo vas a romper.
-No te lo voy a romper, sólo quiero que tome el té conmigo y con Lindsay.
-Pues yo no quiero que tome el té con vosotras.
-¿Me dejas al menos que lo vea?
El niño pareció dudarlo un momento, pero finalmente me lo enseñó, era un soldadito pequeñito tallado en madera.
-Wow…qué bonito- Miré al niño- ¿Cómo se llama?
-Es un juguete, no tiene nombre.
-Hm… ¿Qué tal Taylor? A Lindsay le gusta ese nombre.
-Eres muy rara.
-No soy rara- Me crucé de brazos.
-No, qué va.
Le quité el soldadito al niño de la mano.
-¡Eh! ¡Devuélvemelo!
-Pídeme perdón- Me quejé.
-¿Por qué?
-Por decir que soy rara.
-Lo eres.
-O me pides perdón o hago que Taylor tome el té conmigo y con Lindsay.
-¡No le pongas nombre a mi soldado! ¡Y no se te ocurra tomar el té con él!- Se acercó corriendo para quitarme a Taylor de la mano, yo salí corriendo del cuarto- ¡Eh! ¡Vuelve!- Me siguió, cuando llegué donde estaban los mayores me escondí detrás de mi madre.
-Mamá, este niño me ha dicho que soy rara- Me quejé.
-¿Qué pasa, Selena?
-¡Me ha quitado mi soldado!- Se quejó el niño.
-Selena, dale el muñeco a Alex.
-Yo sólo quiero tomar el té con él y con Lindsay.
-Yo no quiero que tome el té contigo y con tu estúpida muñeca.
-Alex, ese vocabulario- Le regañó una mujer joven que se parecía mucho a él.
-Selena, dame el soldado- Se lo di de mala gana y ella se lo dio al niño que me hizo burla- ¿Es que no podéis ser amigos?- Dijo agachándose a mi lado.
El niño y yo nos miramos.
-No- Contestamos a la vez.
Me desperté, estaba en mi cama. Me incorporé y miré por la ventana, estaba amaneciendo. Sonreí al recordar el sueño, así que era verdad que de pequeños enfadé a Alex porque le quité su soldadito, entonces me acordé de él, ¿estaría mejor? La noche anterior Kelley y yo nos fuimos a dormir al ver que no se despertaba y seguía dormido.
Me levanté dispuesta a bajar a ver cómo estaba cuando empezó de nuevo. Volví a oír ese sonido punzante y agudo, pero esta vez en menor intensidad, no era tan fuerte como en las otras ocasiones, cerré los ojos e intenté concentrarme y entonces me di cuenta de que ese sonido agudo era en realidad una voz.
<<Selena>>
Me quedé de piedra al reconocer aquella voz, mi padre.
<<Me alegro tanto de que puedas oírme finalmente con mi voz verdadera>>
¿Era él el que había causado ese sonido punzante las otras dos veces?
<<Cielo, quiero que sepas que estoy muy orgulloso de ti, pero debes andar con cuidado o pronto os encontrarán, no tienen piedad y quieren verte muerta, pero eso ya lo sabes>>
Aunque lo sabía, oírlo en voz de mi padre me produjo vértigo.
<<Sel, no confíes en nadie, no le cuentes nada de esto a nadie, sólo puedes contárselo a Steve, a Alex o a Kelley, los conozco, ellos te ayudarán>>
Quería hablar con él, contestarle, pero no sabía cómo.
<<Siempre estaré aquí contigo Sel, incluso aunque no puedas verme, siempre estaré en tu corazón, escucha siempre a tu corazón>>
Notaba como su voz empezaba a desvanecerse, quise decirle que se esperase, que no se marchara, pero su voz era cada vez más débil, hasta que finalmente desapareció.
Abrí los ojos, me toqué los oídos en busca de sangre, pero no noté nada, tampoco estaba tiritando como las otras veces. Me quedé un rato sentada pensando en lo que me había dicho mi padre, ¿quería que le contase todo lo que él me decía a Steve, a Alex o a Kelley? ¿Por qué? No sabía realmente lo que estaba sucediendo aún y no sabía lo que quería decir con <<Me alegro tanto de que puedas oírme finalmente con mi voz verdadera>>. Me froté la frente con el dorso de la mano, me levanté y me dirigí al piso de abajo.
Alex no estaba en el sofá y tampoco en la cocina, tampoco oía a Kelley ni a Steve. Salí fuera y tampoco los vi, cuando entré me topé con Alex frente a mí. Se había cambiado de ropa y parecía tener buen aspecto.
-¿Qué tal estás?- Le pregunté.
-Muy bien, ¿y tú?
-Bien- Nos quedamos un segundo en silencio- ¿No te duele la cabeza?
-No, no sé realmente qué pasó, sólo recuerdo que me resbalé y me golpeé la cabeza.
-¿No recuerdas nada más?
Él negó con la cabeza.
-Ah- Fue todo lo que dije.
-¿Pasó algo más después?
<<Pues sí, me dijiste que era muy guapa y que querías que me quedara contigo para cuidarte>>
-No, te quedaste inconsciente y Steve te trajo hasta aquí- Mentí.
-¿Sabes dónde está? No los he visto ni a él ni a Kelley.
-No, yo tampoco les he visto.
-Hm…qué raro.
-Bueno, yo voy a comer algo- Lo dije más que nada por una excusa para quitarme de en medio, seguía enfadada con él y sabía que él también seguía enfadado conmigo.
Me dirigí a la cocina, me disponía a coger una manzana cuando me di cuenta de que había una nota encima de la mesa de la cocina. La cogí y la leí:
Queridos Alex y Selena… ¡Hola! ¿Qué tal te has despertado primito? Espero que mejor :) Bueno, vale, sé que os estaréis preguntando qué diablos es esta carta, bueno, simplemente para comunicaros que Steve y yo hemos salido a investigar un poco, os quedáis solos. Alex, Steve dice que no te enfades y no montes un pollo, estaremos allí mañana mismo. ¡¡Os quiero!!
Besos.
Kelley xoxo
Me quedé mirando la carta atónita, no podía creérmelo, otra vez sola con Alex no, era lo último que necesitaba en esos momentos. Miré detrás de mí, Alex se acercaba a la cocina.
-¿Qué pasa?- Dijo al ver mi expresión.
-Esto pasa- Le tendí la nota y él la cogió. Empezó a leerla y su expresión fue haciéndose cada vez más alarmante
-No puede ser…-Hizo una bola con la hoja y la tiró contra la pared- ¡Mierda!
-Eh…-No sabía qué decir- Parece que se han ido.
-¿Tú crees?- Preguntó sarcástico.
-Mira- Dije tras un momento de silencio- Yo no tengo problema, me quedaré en mi habitación y así no tendremos que vernos.
-¿Y crees que eso lo solucionará todo?
-¿Qué propones tú?- Me crucé de brazos.
-No hablarnos y ya está.
-Vale.
-Bien.
-¡Bien!- Empezaba a perder la paciencia.
-¡Vale!
-¡Para ya!- Dijimos los dos a la vez.
Cerré los ojos e intenté calmarme.
-Me voy a mi cuarto- Dije subiendo las escaleras.
-Bien.
-Bien- Dije desde las escaleras.
-Vale.
-¡Vale!- Terminé de subir las escaleras y me encerré en mi cuarto con un portazo.
Clary
Llevaba caminando bastante tiempo, el lugar al que daba la trampilla era a una especie de alcantarilla, lo digo por el olor y por la vista. Era una especie de túnel oscuro y olía a podrido. Había empezado a respirar por la boca cuando el olor se hizo insoportable. No podía evitar dejar de pensar en Adrian, ¿cómo estaría? ¿Vendría a buscarme? Se había arriesgado a que le mataran por salvarme a mí, nunca tendría vida suficiente para agradecérselo.
Empezaba a desesperarme, llevaba caminando horas y no encontraba la salida por ningún sitio, y lo que más temía era tener que pasar la noche allí, eso me producía escalofríos. De vez en cuando oía el sonido de algunas ratas y me apresaba la idea de que una de ellas podía estar andando por mi lado perfectamente y yo, por culpa de la maldita oscuridad, no darme cuenta. Noté algo rozarme el brazo, me giré dispuesta a gritar y entonces alguien me tapó la boca con la mano.
-Sch…soy yo- Me quedé helada, esa voz…no podía ser verdad.
La persona retiró la mano.
-¿Adrian?- Dije en un susurro.
-Sí, soy yo.
Me tiré a sus brazos y Adrian me abrazó.
-¿Cómo es que estás aquí?- Aunque no podía verle sabía que estaba sonriendo.
-Te dije que te encontraría.
-Pero no pensé…-Me callé al darme cuenta de lo que estaba a punto de decir.
-No pensaste que fuera a cumplir mi palabra ¿Verdad?
-No- Dije un poco avergonzada- No es eso.
-No te preocupes.
-¿Qué pasó después de que me fuera?
-Me golpeé la cara antes de que entraran, cuando Mike y Jennifer llegaron y me preguntaron por ti les dije que te habías marchado y que cuando había intentado detenerte me habías golpeado.
-¿Y ya está?- No podía haber sido tan fácil- Te dejaron así porque sí.
-Jennifer confía mucho en mí.
No supe cómo interpretar eso.
-Será mejor que continuemos si no queremos pasar aquí la noche- Me cogió de la mano y me la apretó mientras comenzábamos a andar, ahora que él estaba conmigo no le temía a nada.
Después de unos minutos caminando, Adrian se detuvo.
-¿Qué pasa?- Pregunté.
-Tiene que estar por aquí…-Dijo tocando la pared- ¡Aquí está! Ven- Me cogió la mano e hizo que tocara lo que él estaba tocando, una escalera- Subiré yo primero, tú sígueme.
-Vale.
Adrian comenzó a subir por la escalera y yo le seguí, cuando llegó arriba dio unos cuantos golpes en la alcantarilla y finalmente, esta se abrió. Adrian salió al exterior y me dio la mano para que yo también saliera. Mis pulmones agradecieron respirar aire limpio. Me fijé en el paisaje, nos encontrábamos a unas pocas manzanas de mi calle.
-Mi casa está cerca, podemos ir allí- Propuse.
-Está bien, vamos- Me volvió a coger de la mano y pusimos rumbo a mi casa.
-Adrian…-Dije tras unos minutos en silencio.
-¿Sí?
-Tú y yo…-No sabía cómo decirlo- Es decir…tú y yo… ¿somos…?-Me puse roja como un tomate.
-¿Novios?- Terminó la frase él por mí.
-Sí- Dije apenas en un susurro.
-No sé- Se encogió de hombros- ¿Qué piensas tú?
-Que para ser novios debes pedírmelo formalmente.
-Si es lo que tú quieres- Se detuvo y me miró- Clarissa Moore, ¿quieres ser mi novia?- Vale, sonaba un tanto estúpido.
-Sí- Dije sonriendo, Adrian me dio un beso corto y seguimos caminando.
Selena
Llevaba todo el día metida en mi habitación, sólo había salido para bañarme, empezaba a desesperarme. Miré por la ventana, estaba anocheciendo. Mis tripas rugieron así que decidí que ya era hora de salir del cuarto. Bajé las escaleras y me dirigí a la cocina donde me encontré con Alex, que estaba comiéndose una hamburguesa. Levantó la vista de la hamburguesa, me miró y volvió a concentrarse en su comida. Cogí una manzana y me senté enfrente de él y entonces me di cuenta de que al lado de la hamburguesa tenía un plato de patatas fritas, dos magdalenas y un bocadillo. Lo miré atónita.
-¿De verdad te vas a comer todo eso?
-¿Algún problema?
-Ninguno- Dije dándole un mordisco a la manzana- Simplemente que eso no es una comida saludable, te vas a poner como una foca.
-Me da igual- Dijo dándole un mordisco a la hamburguesa- Al menos yo no como cómo un pollito.
-Yo no como cómo un pollito.
-No qué va, una manzanita por aquí, un sándwich por allá…-Me miró- Tienes que comer más.
-Yo también como hamburguesas y patatas fritas, si es lo que quieres saber- Dije entrecerrando los ojos.
-Está bien- Alex me tendió la hamburguesa.
-¿Qué?- Dije confundida.
-Come- Insistió- ¿No dices que también comes hamburguesas? Pues venga- No podía creérmelo.
-Dame- Le cogí la hamburguesa y le di un bocado- ¿Contento?- Al hablar salieron unos trozos de comida de mi boca que fueron a parar a la cara de Alex- Ups…-Fue todo lo que dije.
Alex suspiró y se limpió la cara. Cogió el bote de kétchup y cuando me di cuenta de lo que iba a hacer fue demasiado tarde, abrió el bote y me echó kétchup en la ropa.
-Ups…-Dijo irónico.
Yo le miré boquiabierta. ¿Por qué había hecho eso?
-No puedo creerme que hayas hecho esto- Dije intentando controlarme.
-Yo sí- Sonrió y se comió una patata frita. ¿Con que esas teníamos, no? Cogí la manzana y sin pensarlo se la tiré a la cabeza.
-¡Ay va!- Dije sarcástica- Se me ha escapado- Le dediqué una sonrisa de niña buena. Sabía que cualquiera que nos viera pensaría que no estábamos bien de la cabeza, pero no podía resistirme a un juego como aquel, siempre había tenido mi yo infantil muy vivo dentro de mí.
Alex se levantó, se acercó a mí, cogió su vaso de agua y me lo echó por encima. Lo miré atónita y él se echó a reír. Se había pasado…Me levanté enfadada, me dirigí al fregadero, cogí el mango del grifo, lo abrí y dirigí el agua a Alex, que se mojó de arriba abajo.
-Tú te lo has buscado- Dijo mirándome y sonriendo. Antes de que pudiera reaccionar ya me había cogido y me había echado a su hombro- Ahora te vas a dar una buena ducha- Dijo subiendo las escaleras mientras yo pataleaba.
-¡Suéltame! ¡No estoy para juegos!
Alex abrió la puerta del cuarto de baño y me metió dentro de la bañera, yo hice todo lo posible por soltarme y salir, pero Alex me agarraba con fuerza. Abrió el grifo del agua fría que comenzó a empaparme.
-¿Qué tal?- Me preguntó riendo.
-¡Está helada!- Dije gritando y pataleando.
-Oh, perdona- Abrió el grifo del agua caliente- ¿Y ahora?
-¡Cierra el grifo! ¡Me estoy quemando!- Alex volvió a abrir el grifo del agua fría- ¡Alex, para ya!
-¿Qué pasa? ¿No te gusta el agua fría?- Dijo riendo.
-¿Qué si me gusta?- Abrí la boca para llenármela de agua y luego le escupí- ¿Y a ti te gusta?
-Hm…-Sonrió, en cualquier otro momento me habría dejado sin aliento aquella sonrisa, pero en ese momento sabía que no significaba nada bueno. Cogió el champú y me lo echó por encima mientras me revolvía el pelo- Así está bien, limpita- Volvió a reír.
-¡Ay, ya! ¡No tiene gracia!- Grité.
-Sí que la tiene- Rió a carcajadas. Cogí espuma con ambas manos y le soplé en la cara, Alex perdió el equilibrio y cayó dentro de la bañera conmigo.
-¿Ahora quién se ríe?- Cogí el bote de champú y se lo eché por la cabeza revolviéndole el pelo mientras él forcejeaba- Qué bien, limpito- Me reí.
Alex cerró el grifo y me cogió ambas manos.
-¡Para!- Me miró y estallé en carcajadas- ¿De qué te ríes?
-Qué pinta…-Reí más fuerte.
-Supongo que la misma que tú- Me soltó las manos y salió de la bañera, yo salí detrás, resbalé por la espuma y me caí encima de él- ¿Es que siempre tienes que hacer que te vas a caer para acabar encima de mí?
-¿Qué?- Le miré atónita- Tú lo flipas- Alex me cogió por la cintura- ¡¿Pero qué haces?! ¡Suéltame!
-Venga, va, pero si no quieres que te suelte.
-Yo no soy la que te pidió ayer que te quedaras a cuidarme- Le solté sin pensar.
-¿Qué?- Dijo mirándome confundido.
-Y tampoco soy yo la que te ha dicho que eres muy guapo.
-¿Pero de qué diantres hablas?
-Ayer, cuando te caíste y te golpeaste la cabeza bien que me decías que era preciosa, que no me fuera, que me quedara contigo cuidándote…
-¡Eso es mentira!- Me cortó rojo como un tomate, ahora yo llevaba el control de la situación.
-¡Verdad!
-¡Mentira!
-¡Verdad! ¡Y suéltame de una vez!- Comenzamos a forcejear hasta que me di un golpe en la cabeza con la bañera, no fue un golpe fuerte, pero decidí hacerme la inconsciente para ver cómo reaccionaba Alex.
-Selena…-Dijo con un tono de preocupación en su voz- Selena…-Se acercó a mí y comenzó a darme pequeños guantazos en la cara- Selena ¿me oyes?- Su voz iba subiendo de tono- ¡Selena!- Me cogió por los hombros y me zarandeó- ¡Selena, por Dios! ¡Dime algo!- Su voz sonaba alarmada, no pensé que reaccionara así, nunca le había visto alarmarse por nada. Volvió a darme unos guantazos en la cara más fuertes esta vez que me dolieron, sin pensarlo abrí los ojos y le di yo otro guantazo en la cara a él, Alex me miró como si hubiera visto un fantasma.
-¡No te aproveches!- Le grité.
-¿Estabas fingiendo?- Preguntó atónito.
-Quizás- Me levanté y me dirigí a la puerta.
-¡¿Es que eres tonta o que te pasa?! ¡Me has dado un susto de muerte!
-¿Por qué? ¡¿Qué más te da lo que me pase?!- Sentía que la ropa me pesaba al estar mojada.
-¡A mí me da igual, pero Steve pensaría que había sido culpa mía!- Alex también estaba empapado de los pies a la cabeza, por un momento me distraje, pero volví a centrar mis pensamientos.
-Todo esto es culpa tuya- Dije bajando las escaleras, Alex me siguió.
-¿Qué es culpa mía? ¡Estás como una cabra!
-¿Qué estoy…?- Me contuve para no golpearle- ¡Argh!- Lo primero que se me ocurrió fue abrir la puerta de la calle, salir y cerrarla de un portazo. Salí corriendo de allí, necesitaba despejarme, Alex no me siguió, cosa que me extrañó bastante. No había quién lo entendiera, estaba hecho una furia conmigo y al momento siguiente estaba de broma y luego otra vez enfadado… ¡Argh! ¡Me sacaba de quicio!
Hacía bastante frío para ser verano, aunque supuse que sería por la ropa húmeda pegada a la piel. Llevaba andando cosa de quince minutos y no sabía realmente a dónde me dirigía, entonces me di cuenta de que había llegado al gimnasio, el mismo gimnasio en el que solía entrenar día tras día hasta hacía una semana y unos días. Me acerqué a la puerta esperando que estuviera cerrada, pero para mi sorpresa ésta se abrió, entré y encendí la luz, no había nadie y todo estaba en silencio. Por un momento temí que alguien me viera, pero rápidamente deseché esa idea, ¿quién iba a entrar en un gimnasio a sola por la noche? Vale, alguien que estuviera huyendo de un chulo-estúpido-idiota-sonrisa-linda.
Me acerqué al enorme espejo que había en la pared y me miré, tenía todo el pelo húmedo y la ropa húmeda, pero ya no goteaba. Entonces vi una figura pasar a toda velocidad detrás de mí, me giré instintivamente con el corazón latiéndome a mil por hora.
-¿Quién anda ahí?
Me esforcé por distinguir alguna figura entre las pesas y máquinas del gimnasio, pero no vi nada, sería todo cosa de mi imaginación. Entonces me giré y di un paso hacia atrás del susto, delante de mí había una chica de unos 19 años mirándome fijamente. Tenía el pelo largo, oscuro y rizado y su cara…me resultaba extrañamente familiar. La chica era medio palmo más alta que yo y había algo en su mirada que imponía bastante.
-Perdona- Dijo la chica, al hablar me invadió una sensación familiar- ¿Te he asustado?
-Sí- No sabía qué decirle- ¿Qué…qué haces aquí?
-¿Y tú?- La chica entrecerró los ojos.
-Simplemente necesitaba escapar un rato de la rutina- Fue lo primero que se me ocurrió.
-Y yo salía a dar una vuelta cuando vi algo interesante aquí.
-¿El qué?- No pude evitar preguntarlo, la chica curvó la comisura de los labios en una media sonrisa.
-¿Cómo te llamas?
-Eh…-No quería decirle mi nombre- Anya- Mentí.
-Anya- Sonrió- Está bien, Selena- Me quedé mirándola atónita, ¿cómo había sabido que le había mentido? ¿Y cómo había sabido cómo me llamaba?- Yo me llamo Moira- Extendió la mano pero no se la estreché, no me daba buena pinta, ella la retiró.
-¿Quién eres?
-¿Yo? Una chica que pasaba por aquí.
-No me lo creo- Dije dando un paso atrás.
-¿Qué no te crees? ¿Qué sea una chica o que pasara por aquí?- Su voz sonaba divertida.
-Dímelo tú.
Moira sonrió, fue una sonrisa maliciosa.
-Está bien, me dejaré de juegos- Su expresión cambió- Tenemos a tu amiga- Se me heló la sangre- Clary se llama ¿verdad?
-¿Don…dónde está?- Me temblaba la voz, ¿cómo sabía esa chica de la existencia de Clary? ¿Estaba aliada con Adrian?
-Está bien…de momento- Sus ojos desprendieron una especie de brillo, me sudaban las palmas de las manos.
-Dejadla libre.
-Sabes muy bien la condición que hay- Se cruzó de brazos y yo di otro paso atrás- Tu vida a cambio de la suya.
-¿Qué queréis de mí?- Mi espalda chocó contra la pared, a mi lado estaban las barras de las pesas.
-No importa- Avanzó un paso- Si de verdad quisieras a tu amiga no permitirías que sufriera por tu culpa.
-¿Qué sois?- Ella entrecerró los ojos.
-¿No lo sabes?- Parecía sorprendida.
Entonces me di cuenta, todo cobró sentido. Los sueños, las visiones de mi padre, los nombres de los ángeles caídos…
-Sois ángeles- Dije en un susurro, Moira sonrió.
-Caídos, cielo- Avanzó otro paso más- Ángeles caídos.
-¿Qué tengo yo que es tan importante para vosotros?
-Lo siento, querida, pero eso es información confidencial- Avanzó otro paso más, estaba apenas a medio metro de mí- Pero no te preocupes, no debes enfrentarte a los ángeles, hay una regla sobre eso.
-Esa regla no incluye a los ángeles caídos- Cogí una barra de las pesas y le golpeé la barriga haciendo que se doblara sobre sí misma, levanté la barra para golpearla de nuevo, pero Moira la agarró y me miró con los ojos centelleando de la rabia.
-No deberías haber hecho eso.
Intenté soltar su agarre sobre la barra, pero tenía demasiada fuerza, levanté la pierna y le golpeé el estómago, Moira soltó la barra y se tiró sobre mí haciendo que las dos cayéramos y la barra se me escapara de las manos. Moira me cogió de los pelos y me levantó del suelo, me dirigió a la pared y me golpeó la cabeza contra el cristal, un dolor punzante me subió por la sien, volvió a golpearme y oí el sonido del cristal al romperse, estaba segura de que si me golpeaba de nuevo me mataría. Cogí todas mis fuerzas, cerré la mano en un puño y le golpeé la cara haciendo que me soltara. Moira no tenía ni un rasguño mientras que yo notaba la sangre correr por el lado derecho de mi cara a causa de los golpes.
Moira se tiró de nuevo sobre mí y empezamos a forcejear en el suelo, al fin consiguió coger el control y me puso ambas manos en el cuello presionando, me faltaba el aire y necesitaba respirar, intenté deshacerme de su agarre, pero no podía, la visión empezaba a nublárseme, tanteé el suelo en busca de algo con lo que defenderme, palpé un trozo de cristal, lo cogí y se lo hinqué en la pierna. Moira gritó y me soltó, la empujé y me levanté corriendo, tenía que coger la barra. Corrí hacia el lugar donde había caído la barra, la cogí y cuando me giré Moira estaba ahí, justo delante de mí. Levantó el puño para golpearme, pero yo la detuve con la barra, le golpeé las piernas con ésta haciendo que cayera y rápidamente le golpeé la cabeza. Moira se quedó inconsciente, pensé que la había matado, pero no salía ni una gota de sangre de su cabeza, simplemente tenía una cicatriz en el lugar donde le había golpeado, decidí no quedarme a averiguar si estaba muerta. Solté la barra y salí corriendo del gimnasio.