Capítulo 10
Clary
Me moría de hambre, había intentando aguantar las ganas de comer cerrando los ojos e imaginándome comiendo una pizza, pero sólo logré que me entrara más hambre aún. Me levanté y me acerqué a los barrotes de la ventana, tenía pocas fuerzas pero al menos tenía que intentarlo. Agarré los barrotes con ambas manos y tiré de ellos con todas mis fuerzas, vi como los nudillos se me ponían blancos con la presión que estaba haciendo, finalmente solté los barrotes. Me dolían las manos y las tenía rojas y todo por nada, no había conseguido moverlos ni un solo milímetro, supongo que en las películas mienten cuando el tipo guapo arranca los barrotes de la prisión donde está la protagonista encerrada.
Me sentía sucia, tenía la falda manchada de polvo y arrugada al igual que el top, hacía rato que me había quitado los tacones y los había dejado en una esquina. No quería ni mirar el aspecto que tendría, tres días sin ducharme ni peinarme, tendría que parecer una psicópata. Me acerqué a la bandeja donde estaba el vaso de agua vacío y el trozo de pan intacto. ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Comerme ese pedazo de pan? No, eso sería darle el gusto a esa gente de verme a sus pies, a veces mi orgullo se anteponía a mis necesidades.
-¿Dudando si comer o no?
Me giré en redondo sobresaltada y vi a una chica de pie al lado de la puerta. No la había visto antes. Tenía el pelo castaño oscuro y rizado y era más o menos de mi altura, un metro sesenta más o menos. Tenía la boca curvada en una media sonrisa y sus ojos…me resultaron familiares, ¿había visto antes a esa chica en algún lado?
-¿No quieres hablar?- Alzó las cejas mientras se apoyaba en la pared enfrente de donde yo estaba.
-¿Quién eres?
-Moira-Sonrió- Y tú debes de ser Clarissa, ¿verdad?
-Si has venido a que te cuente algo más déjame decirte que no sé…-Me interrumpí al ver la expresión de su cara, no estaba enfadada ni se estaba burlando, simplemente me miraba con curiosidad- ¿Qué?
-Nada, simplemente me parece que estás en muy buena forma para no haber comido nada en tres días.
-Ya ves, soy fuerte.
Sonrió.
-Ten- Se acercó a mí y me tendió una tableta de chocolate, yo la miré con una mezcla de sorpresa y confusión - ¿No quieres?
No contesté, no sabía lo que se traía entre manos, ella se limitó a encogerse de hombros, se sentó en una de las cajas que había a mi lado y desenvolvió la tableta.
-¿Qué quieres?- Pregunté al fin.
-Nada- Le dio un mordisco a la tableta- Estaba aburrida, todos han salido así que he decidido venir a conocerte, ¿de verdad que no quieres?- Volvió a tenderme la chocolatina y esta vez sí cogí un trozo mientras ella sonreía.
-¿Por qué me habéis capturado? Es decir, ya me han dicho que quieren coger a Selena pero no sé por qué- Mordí un trozo de chocolate.
-No lo entenderías- Se apartó un mechón de pelo de la cara- Es complicado.
-Adrian- Dije tras un momento de silencio- Me dijo que sólo podía salvarme con su vida, ¿qué significa eso?
Moira hizo una mueca.
-Adrian siempre hablando más de la cuenta- Murmuró más para sí que para mí- Verás…-Se calló un momento buscando las palabras adecuadas- La vida de tu amiga vale muchísimo para nosotros.
-O sea que la mía es una mierda ¿no?- Me terminé el trozo de chocolate.
-En cierto modo- Sonrió burlona y volví a sentir la extraña sensación de que la conocía de antes, ella me dio el resto de la chocolatina- Mira, no te puedo contar nada o me meteré en problemas, pero te daré un consejo- Me miró fijamente a los ojos y vi mi propio rostro reflejado en sus ojos marrones- No cierres tu mente.
-¿Qué quieres decir con eso?
-No todo es lo que parece, hay cosas que jamás pensarías que existen y sí existen.
-¿Cosas como qué? ¿Monstruos?- No pude evitar la ironía en mi voz.
-Algo parecido- Su voz carecía de burla o de diversión, lo había dicho en serio.
-No entiendo…
-No tienes que entender- Me atajó.
-No…no podéis estar hablando en serio, no podéis querer matar a Selena- Noté como empezaba a sudar- ¡Por Dios! ¡Sólo es una chica! ¡No podéis jugar con su vida!
-No queremos jugar con su vida, queremos salvar la nuestra.
-¿Matándola?- Moira no respondió- Estáis locos, ¡todos vosotros! Simplemente sois unos adolescentes macabros.
-Llámanos como quieras- Su voz carecía de sentimiento.
Se hizo un silencio eterno, no sabía que más decir, sabía que cuanto más preguntara más dudas tendría.
-Tú y yo…-Empecé- No nos hemos visto antes ¿Verdad?
-Lo dudo- Hizo una mueca divertida.
-Es que me parece haberte visto antes en algún lugar.
-Imposible- Se levantó y se dirigió a la puerta- Yo que tú no haría enfadar a Jennifer o a Bradley o lo pasarás realmente mal- Abrió la puerta.
-¡Espera!- Ella se detuvo- ¿Podrías traerme agua?- No era lo que tenía pensado decir, pero al ver su cara supe que no soportaría más preguntas.
-Supongo- Salió y por un momento tuve la esperanza de que dejara la puerta abierta, pero no lo hizo, a los pocos minutos estaba de vuelta con un vaso de agua- Ten.
-Gracias- Lo cogí y empecé a beber mientras ella se dirigía a la puerta y se marchaba cerrándola tras ella.
Kelley
Llevaba una semana tras el rastro de un vampiro, había habido ocho fallecidos en Vancouver, todos muertos desangrados. La policía y los forenses determinaron que se debía a una plaga de mosquitos de una especie poco conocida, pero yo sabía perfectamente que no era así. El día anterior había hablado con Steve contándole que <<algo>> me había roto el coche, ese algo empezaba por la letra v, pero eso no se lo dije. Ahora había encontrado una especie de manicomio abandonado y con las ventanas tapiadas, el perfecto lugar para esconderse un vampiro. Se estaba poniendo el crepúsculo y las farolas de la calle empezaron a encenderse.
-Genial Kelley- Me dije a mí misma- El perfecto momento para atacar a un vampiro, justo cuando sale de caza.
Saqué la pistola que llevaba bajo el pantalón –cargada con balas cubiertas de agua bendita- y cogí la linterna que llevaba dentro de la chaqueta y me introduje en el local abandonado. Olía a moho y a podrido por todos lados, no quería ni pensar de dónde sería el olor a podrido, entonces iluminé con la linterna algo que me hizo dar arcadas, era un cuerpo, todavía no estaba descompuesto, no tenía ojos y tenía la boca abierta en una expresión de horror, pude ver dos incisiones en el cuello. Aparté la linterna rápidamente tratando de tragar la bilis que tenía en la garganta.
Seguí avanzando mientras oía ruidos de ratas por los rincones, perfecto, ratas, el animal que más asco me daba. Llegué a una especie de habitación sin ventanas, debía de haber sido la habitación de algún paciente. Iluminé con la linterna todos los rincones de ésta pero no vi nada. Me giré para salir de la habitación y vi una sombra alargada justo delante de mí, di un traspié y casi me caigo. Iluminé la figura que había allí y levanté la pistola apuntando, vi a un joven de no más de dieciocho años. Tenía los ojos negros y el pelo rubio le caía sobre la frente. Llevaba las manos metidas en los bolsillos, no podía ser un vampiro, parecía tan…normal.
-¿Qué haces aquí?- Me preguntó.
-Eso mismo te iba a preguntar yo- No aparté la pistola.
-Bueno, he entrado con unos amigos, pensamos que sería divertido inspeccionar el manicomio abandonado- Puso voz de película de terror al pronunciar <<manicomio del terror>>.
-Pues yo no creo que sea nada divertido.
-¿Y tú qué haces aquí? ¿Y qué haces con un arma?
-Me gusta sentirme protegida- Afirmé.
-¿Te importaría dejar de apuntarme?- Señaló la pistola.
-Lo siento, soy un poco violenta- No bajé el arma.
El chico se encogió de hombros, entonces me percaté de que llevaba una cruz colgada al cuello, no podía ser un vampiro, los vampiros no podían llevar ni pronunciar nada que tuviera que ver con Dios. Me quedé confusa, ¿era o no era un vampiro?
-¿Qué te parece si buscamos a mis amigos y salimos de aquí? Este lugar me da repelús.
-No haber entrado, yo me quedo.
-Entonces me quedaré contigo- Sonrió- No puedo dejar a una chica sola aquí dentro- Se dio media vuelta dispuesto a empezar a andar.
-Christo salva nos- El chico se giró con los ojos completamente negros y unos afilados colmillos asomados.
-Vaya, muy lista ¿Eh, cazadora?- Noté cómo me tensaba, jamás pensé que el vampiro que estaba causando tantas muertes fuera un adolescente- Por un momento pensé que había conseguido engañarte.
-¿Cómo es que puedes llevar una cruz colgada al cuello?
-¿Esto?- Dijo señalando el collar- Es de plástico, no es de madera ni de metal- Sonrió mostrando aún más los colmillos- Digamos que es de pega.
-Mi arma no es de pega- Dije echando hacia atrás el gatillo.
-Lo suponía.
Antes de que pudiera reaccionar el vampiro se abalanzó sobre mí, tirándome la linterna y el arma. Intenté recuperar ambas cosas, pero éste me agarró del cuello de la chaqueta y me lanzó contra una de las paredes. Noté un fuerte dolor en el brazo derecho al chocarme contra la pared. Maldije para mis adentros, él podía ver en la oscuridad, yo no.
Me puse alerta intentando visualizar cualquier movimiento, pero lo siguiente que noté fue como se agarraba a mi espalda intentando morderme, me golpeé contra la pared haciendo que el vampiro gritara y me soltara, ahora lo tenía en el suelo justo a mi lado. Me tiré al suelo buscando a ciegas la pistola, toqué el borde, fui a cogerla pero el vampiro me agarró por la pierna y tiró de mí. Busqué dentro de mi chaqueta algo con lo que defenderme, pero todo lo que pude coger antes de que el vampiro me cogiera por los hombros fue una pequeña daga, se la hundí en el pecho y éste gritó. Sabía muy bien que eso no haría que muriera, ya que la daga no estaba mojada en agua bendita. Aproveché el momento en el que gritaba para darle una patada en el pecho tirándolo hacia atrás. Entonces visualicé junto a la linterna un trozo de madera afilado, eché a correr hacia el lugar donde se encontraba y la cogí justo cuando el vampiro se tiraba encima de mí.
Lo siguiente que oí fue un grito agudo y de pronto ambos estábamos tirados en el suelo, no sabía si le había conseguido hundir el trozo de madera a él o me lo había hundido yo porque sentía un fuerte dolor en la pierna. Eché el cuerpo del vampiro a un lado, estaba muerto, la madera le sobresalía por la espalda. Me miré la pierna, tenía la daga clavada en la pierna derecha, el muy cabrón me la había clavado al tirarse sobre mí. Busqué la linterna y la cogí.Tenía el pantalón marrón roto en la parte del cuádriceps y de ahí manaba una gran cantidad de sangre, muy lentamente me saqué el cuchillo aguantando un grito de dolor. Me levanté apoyándome en la pared e ignorando el fuerte quemazón que sentía en la pierna, limpié la daga contra la pared de la habitación y la guardé dentro de la chaqueta, mientras en una mano sostenía la linterna y con la otra cogía la pistola. Enfoqué al vampiro que yacía bocabajo justo donde lo había dejado, me acerqué a él y le di una patada con la pierna sana.
-Cabrón…
Salí de la habitación y puse rumbo a la salida, suponía que no habría más vampiros o ya habrían acudido al oler la sangre, pero aún así seguí con la pistola en la mano. Iba cojeando, di gracias a llevar unas deportivas en vez de unas botas, así era más fácil y cómodo andar. Logré salir del manicomio, apagué la linterna, guardé la pistola e inhalé una gran bocanada de aire. Todavía podía oler el olor a sangre y moho del local pero intenté olvidarlo concentrándome en la calle, no había nadie, me alegré de eso. ¿Qué habrían pensado si ven a una chica de diecinueve años herida y con la ropa sucia y medio rota? Seguro que nada bueno.
Llegué al motel en el que me hospedaba a duras penas, la pierna me dolía cada vez más. Cuando entré en mi habitación, me dirigí al baño y saqué el material necesario para curarme la herida. Me quité el pantalón y la miré, tenía mala pinta, era una herida profunda y seguía saliendo sangre. Entonces me acordé de una vez que Steve había resultado herido, tenía un profundo corte en el brazo, le pidió a Alex que le desinfectara la herida y que luego se la cosiera. No sabía si yo tendría el suficiente valor para coserme la herida pero debía intentarlo, no podía ir al médico, me preguntarían que qué me había pasado y ¿qué respondería yo? <<Oh, verá, fui en busca de un vampiro y éste me clavó una daga en la pierna, pero tranquilo, está muerto>>, sí, seguramente acabaría en un manicomio. Cogí el teléfono que había en la habitación y marqué en recepción.
-Verá, me gustaría que me subieran un set de costura- Dije intentando mantener firme la voz.
-¿Un set de costura?- Dijo la mujer.
-Sí, se me ha roto un pantalón y se me da bastante bien la costura.
-Está bien- Dijo tras un momento de dudarlo- Ahora mismo se lo suben.
-Gracias- Colgué y esperé que llegara el set. A los pocos minutos ya había alguien llamando a la puerta.
-¿Hola? Vengo con el set de costura- Dijo la voz de una mujer al otro lado de la puerta. Me levanté como pude y abrí la puerta, asomando sólo la cabeza- Aquí tiene señorita- Dijo entregándome un set de costura.
-Muchas gracias- Cerré la puerta y me dirigí primero al ordenador, puse música rock a todo volumen y volví al baño.
Me desinfecté la herida ahogando gritos de dolor, notaba cómo había empezado a sudar. Cuando hube desinfectado la herida, cogí una aguja y le eché alcohol para desinfectarla. Luego le pasé un hilo por la cabeza y…
-¡¡¡¡AHH!!!!- No pude evitar un grito al pasar la aguja por la piel, ¿cómo había podido Steve aguantar ese dolor? Di gracias a que la música ahogara mis gritos o alguien habría subido enseguida.
Pasé la aguja por segunda vez volviendo a gritar y lanzando palabrotas, notaba las lágrimas salir de mis ojos involuntariamente, me ardía todo el cuerpo y no sentía la pierna, sólo sentía un dolor punzante atravesarme cada vez que la afilada aguja penetraba en la piel.
Cuando terminé de coser la herida, corté el hilo con la boca y me dejé caer en el suelo del baño. Estaba frío, agradecí el contacto frío contra mi piel. Sentía como si hubiera metido la pierna en un horno y acabara de sacarla. Tenía el pelo mojado por el sudor y las palmas de las manos resbalosas. Me quedé allí tendida escuchando la música y los fuertes latidos de mi corazón que parecían ir al compás de ésta. No sé cuánto tiempo pasé allí tendida, lo siguiente que recuerdo fue que me desperté en el suelo del baño con la pierna derecha extendida, intenté recordar lo que había ocurrido y me incorporé y de nuevo sentí una punzada en la pierna. Hice una mueca de dolor pero no grité.
Me levanté y llené la bañera de agua fría, era lo que necesitaba para calmar la quemazón de la pierna. Me quité la ropa y me metí en la bañera, la pierna me dio otra punzada al entrar en contacto con el agua fría. Pero el resto de mi cuerpo lo agradeció. Me quedé allí metida bastante rato. No quería pensar en lo ocurrido, así que me puse a pensar en la conversación que había tenido con Steve. Me había contado que habían encontrado a la chica, Selena me parecía que se llamaba, la hija de Jaden y Eliane, y que la estaban buscando. También me dijo que habían secuestrado a una amiga suya.
Me hundí en el agua, era mucha información y a la vez muy pocos datos. Se suponía que él iba a venir a buscarme y que Alex se quedaría con la chica, que según me comentó Steve, la relación entre ambos no era muy buena. Sonreí y saqué la cabeza del agua, me imaginaba a Alex discutiendo con la chica, era difícil llegar a entender a Alex, pero cuando lo hacías –cosa que era rara- resultaba de lo más encantador. En realidad jamás había visto a Alex confiar ni compartir mucha información con alguien que no fuéramos Steve o yo, pero en fin, a nosotros nos conocía prácticamente desde siempre. El plan de Steve era que se quedaran solo para “mejorar la relación”, lo dudé, Alex no era de la clase de chicos que por dejarlo unos días solo con una chica cambiaría de opinión, aunque, tampoco se había dado el caso de que a alguna chica no le cayese bien Alex, eso era nuevo. De pronto sentí una gran curiosidad por conocerla, ¿cómo sería? ¿Sería alta, guapa? ¿Qué habría en ella que no le gustase a Alex? ¿Y en él que no le gustase a ella? Generalmente las chicas nada más conocer a Alex no querían separarse de él ni un segundo.
Cuando salí de la bañera y me sequé, me puse un chándal verde oliva y me acerqué al espejo. Tenía la larga melena castaña clara ondulada debido al vapor que aún había en el baño, también había medias lunas grisáceas bajo los ojos. Necesitaba descansar. Me dirigí a la cama y miré por la ventana, estaba lloviendo, en Toronto no era raro que lloviera a principios de verano, me pregunté si en California también estaría lloviendo.
Selena
No podía creerme que esto estuviera pasando de verdad, apenas llovía nunca en Los Ángeles y mucho menos a principios de verano, pero allí estaba, grandes gotas de lluvia cayendo con fuerza sobre la hierba.
-Esto es de locos- Dije abrazándome con ambos brazos, aunque fuera verano, la lluvia había hecho que el aire se refrescara y lamenté llevar sólo una camiseta de tirantes.
-Bueno, digamos que tenemos suerte- Alex estaba sentado a mi lado bajo un gran árbol.
-No seas sarcástico ahora- Miré el cielo, la luna era toda la luz que teníamos.
-Piénsalo, podría ser peor.
-¿Cómo de peor? Por si no te has dado cuenta, estamos encerrados fuera de la casa, no tenemos comida ni bebida y está lloviendo.
-Mira el lado bueno- Sonrió débilmente- Soy una buena compañía.
-Argh…-Miré al frente y me froté los brazos, empezaba a tiritar.
-¿Tienes frío?
-¿Tú no?- Él negó con la cabeza- Qué suerte, siempre he sido muy friolera.
-Ven- Abrió un brazo y me indicó con el otro que me acercara, yo lo miré perpleja- Ven- Insistió- Dudé un momento pero al final me acerqué y dejé que pasara su brazo por mis hombros- Estás helada.
-Te lo he dicho- Me acurruqué a su lado, noté su mano cálida posarse en mi brazo.
-¿Ves como al final has venido a mí?- Dijo con burla- Todas lo hacen.
Me separé de él de golpe con la cara roja por el enfado, ¿es que siempre tenía que ser tan estúpido? Me miró con expresión perpleja cuando me retiré hasta el sitio donde estaba antes.
-¿Qué haces?
-Alejarme de ti, ¿es que no es evidente?- Noté mi propia voz fría y cortante.
-Oh, vamos, era una broma.
-Pues deja ya de hacer esas bromas- Le recriminé- No todo el mundo gira en torno a ti y no eres tan irresistible como dices.
-¿Ah, no?- Me miró sorprendido.
-No.
Nos quedamos unos segundos en silencio, luego se levantó y se sentó a mi lado pasándome un brazo de nuevo por los hombros.
-Pero ¿qué haces?- Intenté soltarme, pero me cogió con fuerza.
-Estás tiritando, no quiero que cojas una pulmonía- ¿No quiero?- Podrías contagiármela y luego Steve se enfadaría.
-Ya, seguro que es por eso- Me burlé, pero no me retiré.
-¿Por qué iba a ser si no?- Empezaba a tener menos frío, Alex era cálido y cada vez me apetecía menos retirarme.
-Pues porque te preocupas por mí y no quieres que enferme- Noté cómo Alex reía.
-Ya, claro que sí.
-¿Qué pasa? ¿Es que tú eres irresistible y yo no?
-Al menos para mí no, yo soy más del estilo Charlize Theron- Reí ante su comentario sin poder evitarlo.
-Y yo soy más del estilo Johnny Depp- Él también rió.
Estuvimos un buen rato allí sentados mirando la lluvia caer. No sabía de qué hablar ahora, no se me ocurría ningún tema de conversación y temía que si sacaba alguno termináramos discutiendo de nuevo.
-¿Qué es ese collar?
Lo miré confundida, entonces me di cuenta de que se refería al collar de mi madre.
-Oh, esto- Dije tocándolo y sin poder evitar una sonrisa- Era de mi madre, mi tía me lo regaló por mi cumpleaños- Me lo quité y lo abrí- Mira- Se lo enseñé- Mi madre, mi padre y yo.
-Qué raro…
-¿El qué?
-¿Y tu hermana?- Era verdad, no había caído en que en la foto sólo estábamos nosotros tres.
-Oh, pues…no sé- Volví a coger el collar- Supongo que en esa foto no está ella porque…-Busqué una respuesta- No sé por qué- Me puse de nuevo el collar- ¿Y tú?- Pregunté tras un momento de silencio.
-¿Qué?
-¿No tienes nada de tus padres?- Al instante de pronunciar esa pregunta me arrepentí, Alex se puso tenso y giró la vista hacia el frente.
-No- Dijo en tono cortante.
-Lo siento, no quería…
-No pasa nada- Se relajó un poco- Supongo que Steve te ha contado mi historia ¿no?- Yo asentí- No hay mucho más que debas saber.
Noté algo deslizarse por mi hombro, antes de mirar ya supe lo que era, esa cosa pegajosa deslizándose por mi brazo…
-¿Te pasa algo?- Debí de ponerme blanca como el papel por el tono de voz que empleó.
-Mi…mi brazo…-Fue todo lo que puse decir. Alex miró mi brazo.
-Tienes una oruga- Dijo como si fuera lo más normal del mundo.
-Tengo insecto-fobia por si no lo sabías- Dije intentando no perder la calma.
-Oh…-Alargó el brazo con el que no me sujetaba y quitó la oruga de mi brazo y me la enseñó- Mira.
-¡Quítala de mi vista!- Perdí el control de la voz al verla, y pensar que hacía tan solo unos segundos había tenido a ese bicho en mi brazo…me produjo arcadas.
-Vale, vale, tranquila- Puso la oruga en el suelo. Instintivamente comencé a mirar a mi alrededor buscando más bichos- Será mejor que te duermas o te va a dar algo.
-¿Crees que puedo dormir sabiendo que hay miles de bichos como ese por aquí?
-También hay arañas- Comentó, le dediqué una mirada fulminante.
-Gracias, ahora me siento mucho mejor.
-Venga- Cogió mi cabeza y la apoyó en su hombro- A dormir.
-¿Es que te crees que soy un bebé?
-Para mí sí- No repliqué, no serviría de nada.
En lugar de eso cerré los ojos concentrándome en el sonido de la lluvia al caer, noté que Alex me frotaba el brazo con su mano, era un gesto familiar, cercano, hizo que me sonrojara, entonces otra cosa me sorprendió más aún, Alex estaba…¿cantando? Tarareaba una nana que jamás había oído, pero que resultaba bonita, cantaba bien, no era un cantante profesional pero no cantaba mal. Por primera vez en los últimos días me sentí bien, noté cómo el cuerpo se me relajaba y me sumía en un profundo sueño.
Clary
Me moría de hambre, había intentando aguantar las ganas de comer cerrando los ojos e imaginándome comiendo una pizza, pero sólo logré que me entrara más hambre aún. Me levanté y me acerqué a los barrotes de la ventana, tenía pocas fuerzas pero al menos tenía que intentarlo. Agarré los barrotes con ambas manos y tiré de ellos con todas mis fuerzas, vi como los nudillos se me ponían blancos con la presión que estaba haciendo, finalmente solté los barrotes. Me dolían las manos y las tenía rojas y todo por nada, no había conseguido moverlos ni un solo milímetro, supongo que en las películas mienten cuando el tipo guapo arranca los barrotes de la prisión donde está la protagonista encerrada.
Me sentía sucia, tenía la falda manchada de polvo y arrugada al igual que el top, hacía rato que me había quitado los tacones y los había dejado en una esquina. No quería ni mirar el aspecto que tendría, tres días sin ducharme ni peinarme, tendría que parecer una psicópata. Me acerqué a la bandeja donde estaba el vaso de agua vacío y el trozo de pan intacto. ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Comerme ese pedazo de pan? No, eso sería darle el gusto a esa gente de verme a sus pies, a veces mi orgullo se anteponía a mis necesidades.
-¿Dudando si comer o no?
Me giré en redondo sobresaltada y vi a una chica de pie al lado de la puerta. No la había visto antes. Tenía el pelo castaño oscuro y rizado y era más o menos de mi altura, un metro sesenta más o menos. Tenía la boca curvada en una media sonrisa y sus ojos…me resultaron familiares, ¿había visto antes a esa chica en algún lado?
-¿No quieres hablar?- Alzó las cejas mientras se apoyaba en la pared enfrente de donde yo estaba.
-¿Quién eres?
-Moira-Sonrió- Y tú debes de ser Clarissa, ¿verdad?
-Si has venido a que te cuente algo más déjame decirte que no sé…-Me interrumpí al ver la expresión de su cara, no estaba enfadada ni se estaba burlando, simplemente me miraba con curiosidad- ¿Qué?
-Nada, simplemente me parece que estás en muy buena forma para no haber comido nada en tres días.
-Ya ves, soy fuerte.
Sonrió.
-Ten- Se acercó a mí y me tendió una tableta de chocolate, yo la miré con una mezcla de sorpresa y confusión - ¿No quieres?
No contesté, no sabía lo que se traía entre manos, ella se limitó a encogerse de hombros, se sentó en una de las cajas que había a mi lado y desenvolvió la tableta.
-¿Qué quieres?- Pregunté al fin.
-Nada- Le dio un mordisco a la tableta- Estaba aburrida, todos han salido así que he decidido venir a conocerte, ¿de verdad que no quieres?- Volvió a tenderme la chocolatina y esta vez sí cogí un trozo mientras ella sonreía.
-¿Por qué me habéis capturado? Es decir, ya me han dicho que quieren coger a Selena pero no sé por qué- Mordí un trozo de chocolate.
-No lo entenderías- Se apartó un mechón de pelo de la cara- Es complicado.
-Adrian- Dije tras un momento de silencio- Me dijo que sólo podía salvarme con su vida, ¿qué significa eso?
Moira hizo una mueca.
-Adrian siempre hablando más de la cuenta- Murmuró más para sí que para mí- Verás…-Se calló un momento buscando las palabras adecuadas- La vida de tu amiga vale muchísimo para nosotros.
-O sea que la mía es una mierda ¿no?- Me terminé el trozo de chocolate.
-En cierto modo- Sonrió burlona y volví a sentir la extraña sensación de que la conocía de antes, ella me dio el resto de la chocolatina- Mira, no te puedo contar nada o me meteré en problemas, pero te daré un consejo- Me miró fijamente a los ojos y vi mi propio rostro reflejado en sus ojos marrones- No cierres tu mente.
-¿Qué quieres decir con eso?
-No todo es lo que parece, hay cosas que jamás pensarías que existen y sí existen.
-¿Cosas como qué? ¿Monstruos?- No pude evitar la ironía en mi voz.
-Algo parecido- Su voz carecía de burla o de diversión, lo había dicho en serio.
-No entiendo…
-No tienes que entender- Me atajó.
-No…no podéis estar hablando en serio, no podéis querer matar a Selena- Noté como empezaba a sudar- ¡Por Dios! ¡Sólo es una chica! ¡No podéis jugar con su vida!
-No queremos jugar con su vida, queremos salvar la nuestra.
-¿Matándola?- Moira no respondió- Estáis locos, ¡todos vosotros! Simplemente sois unos adolescentes macabros.
-Llámanos como quieras- Su voz carecía de sentimiento.
Se hizo un silencio eterno, no sabía que más decir, sabía que cuanto más preguntara más dudas tendría.
-Tú y yo…-Empecé- No nos hemos visto antes ¿Verdad?
-Lo dudo- Hizo una mueca divertida.
-Es que me parece haberte visto antes en algún lugar.
-Imposible- Se levantó y se dirigió a la puerta- Yo que tú no haría enfadar a Jennifer o a Bradley o lo pasarás realmente mal- Abrió la puerta.
-¡Espera!- Ella se detuvo- ¿Podrías traerme agua?- No era lo que tenía pensado decir, pero al ver su cara supe que no soportaría más preguntas.
-Supongo- Salió y por un momento tuve la esperanza de que dejara la puerta abierta, pero no lo hizo, a los pocos minutos estaba de vuelta con un vaso de agua- Ten.
-Gracias- Lo cogí y empecé a beber mientras ella se dirigía a la puerta y se marchaba cerrándola tras ella.
Kelley
Llevaba una semana tras el rastro de un vampiro, había habido ocho fallecidos en Vancouver, todos muertos desangrados. La policía y los forenses determinaron que se debía a una plaga de mosquitos de una especie poco conocida, pero yo sabía perfectamente que no era así. El día anterior había hablado con Steve contándole que <<algo>> me había roto el coche, ese algo empezaba por la letra v, pero eso no se lo dije. Ahora había encontrado una especie de manicomio abandonado y con las ventanas tapiadas, el perfecto lugar para esconderse un vampiro. Se estaba poniendo el crepúsculo y las farolas de la calle empezaron a encenderse.
-Genial Kelley- Me dije a mí misma- El perfecto momento para atacar a un vampiro, justo cuando sale de caza.
Saqué la pistola que llevaba bajo el pantalón –cargada con balas cubiertas de agua bendita- y cogí la linterna que llevaba dentro de la chaqueta y me introduje en el local abandonado. Olía a moho y a podrido por todos lados, no quería ni pensar de dónde sería el olor a podrido, entonces iluminé con la linterna algo que me hizo dar arcadas, era un cuerpo, todavía no estaba descompuesto, no tenía ojos y tenía la boca abierta en una expresión de horror, pude ver dos incisiones en el cuello. Aparté la linterna rápidamente tratando de tragar la bilis que tenía en la garganta.
Seguí avanzando mientras oía ruidos de ratas por los rincones, perfecto, ratas, el animal que más asco me daba. Llegué a una especie de habitación sin ventanas, debía de haber sido la habitación de algún paciente. Iluminé con la linterna todos los rincones de ésta pero no vi nada. Me giré para salir de la habitación y vi una sombra alargada justo delante de mí, di un traspié y casi me caigo. Iluminé la figura que había allí y levanté la pistola apuntando, vi a un joven de no más de dieciocho años. Tenía los ojos negros y el pelo rubio le caía sobre la frente. Llevaba las manos metidas en los bolsillos, no podía ser un vampiro, parecía tan…normal.
-¿Qué haces aquí?- Me preguntó.
-Eso mismo te iba a preguntar yo- No aparté la pistola.
-Bueno, he entrado con unos amigos, pensamos que sería divertido inspeccionar el manicomio abandonado- Puso voz de película de terror al pronunciar <<manicomio del terror>>.
-Pues yo no creo que sea nada divertido.
-¿Y tú qué haces aquí? ¿Y qué haces con un arma?
-Me gusta sentirme protegida- Afirmé.
-¿Te importaría dejar de apuntarme?- Señaló la pistola.
-Lo siento, soy un poco violenta- No bajé el arma.
El chico se encogió de hombros, entonces me percaté de que llevaba una cruz colgada al cuello, no podía ser un vampiro, los vampiros no podían llevar ni pronunciar nada que tuviera que ver con Dios. Me quedé confusa, ¿era o no era un vampiro?
-¿Qué te parece si buscamos a mis amigos y salimos de aquí? Este lugar me da repelús.
-No haber entrado, yo me quedo.
-Entonces me quedaré contigo- Sonrió- No puedo dejar a una chica sola aquí dentro- Se dio media vuelta dispuesto a empezar a andar.
-Christo salva nos- El chico se giró con los ojos completamente negros y unos afilados colmillos asomados.
-Vaya, muy lista ¿Eh, cazadora?- Noté cómo me tensaba, jamás pensé que el vampiro que estaba causando tantas muertes fuera un adolescente- Por un momento pensé que había conseguido engañarte.
-¿Cómo es que puedes llevar una cruz colgada al cuello?
-¿Esto?- Dijo señalando el collar- Es de plástico, no es de madera ni de metal- Sonrió mostrando aún más los colmillos- Digamos que es de pega.
-Mi arma no es de pega- Dije echando hacia atrás el gatillo.
-Lo suponía.
Antes de que pudiera reaccionar el vampiro se abalanzó sobre mí, tirándome la linterna y el arma. Intenté recuperar ambas cosas, pero éste me agarró del cuello de la chaqueta y me lanzó contra una de las paredes. Noté un fuerte dolor en el brazo derecho al chocarme contra la pared. Maldije para mis adentros, él podía ver en la oscuridad, yo no.
Me puse alerta intentando visualizar cualquier movimiento, pero lo siguiente que noté fue como se agarraba a mi espalda intentando morderme, me golpeé contra la pared haciendo que el vampiro gritara y me soltara, ahora lo tenía en el suelo justo a mi lado. Me tiré al suelo buscando a ciegas la pistola, toqué el borde, fui a cogerla pero el vampiro me agarró por la pierna y tiró de mí. Busqué dentro de mi chaqueta algo con lo que defenderme, pero todo lo que pude coger antes de que el vampiro me cogiera por los hombros fue una pequeña daga, se la hundí en el pecho y éste gritó. Sabía muy bien que eso no haría que muriera, ya que la daga no estaba mojada en agua bendita. Aproveché el momento en el que gritaba para darle una patada en el pecho tirándolo hacia atrás. Entonces visualicé junto a la linterna un trozo de madera afilado, eché a correr hacia el lugar donde se encontraba y la cogí justo cuando el vampiro se tiraba encima de mí.
Lo siguiente que oí fue un grito agudo y de pronto ambos estábamos tirados en el suelo, no sabía si le había conseguido hundir el trozo de madera a él o me lo había hundido yo porque sentía un fuerte dolor en la pierna. Eché el cuerpo del vampiro a un lado, estaba muerto, la madera le sobresalía por la espalda. Me miré la pierna, tenía la daga clavada en la pierna derecha, el muy cabrón me la había clavado al tirarse sobre mí. Busqué la linterna y la cogí.Tenía el pantalón marrón roto en la parte del cuádriceps y de ahí manaba una gran cantidad de sangre, muy lentamente me saqué el cuchillo aguantando un grito de dolor. Me levanté apoyándome en la pared e ignorando el fuerte quemazón que sentía en la pierna, limpié la daga contra la pared de la habitación y la guardé dentro de la chaqueta, mientras en una mano sostenía la linterna y con la otra cogía la pistola. Enfoqué al vampiro que yacía bocabajo justo donde lo había dejado, me acerqué a él y le di una patada con la pierna sana.
-Cabrón…
Salí de la habitación y puse rumbo a la salida, suponía que no habría más vampiros o ya habrían acudido al oler la sangre, pero aún así seguí con la pistola en la mano. Iba cojeando, di gracias a llevar unas deportivas en vez de unas botas, así era más fácil y cómodo andar. Logré salir del manicomio, apagué la linterna, guardé la pistola e inhalé una gran bocanada de aire. Todavía podía oler el olor a sangre y moho del local pero intenté olvidarlo concentrándome en la calle, no había nadie, me alegré de eso. ¿Qué habrían pensado si ven a una chica de diecinueve años herida y con la ropa sucia y medio rota? Seguro que nada bueno.
Llegué al motel en el que me hospedaba a duras penas, la pierna me dolía cada vez más. Cuando entré en mi habitación, me dirigí al baño y saqué el material necesario para curarme la herida. Me quité el pantalón y la miré, tenía mala pinta, era una herida profunda y seguía saliendo sangre. Entonces me acordé de una vez que Steve había resultado herido, tenía un profundo corte en el brazo, le pidió a Alex que le desinfectara la herida y que luego se la cosiera. No sabía si yo tendría el suficiente valor para coserme la herida pero debía intentarlo, no podía ir al médico, me preguntarían que qué me había pasado y ¿qué respondería yo? <<Oh, verá, fui en busca de un vampiro y éste me clavó una daga en la pierna, pero tranquilo, está muerto>>, sí, seguramente acabaría en un manicomio. Cogí el teléfono que había en la habitación y marqué en recepción.
-Verá, me gustaría que me subieran un set de costura- Dije intentando mantener firme la voz.
-¿Un set de costura?- Dijo la mujer.
-Sí, se me ha roto un pantalón y se me da bastante bien la costura.
-Está bien- Dijo tras un momento de dudarlo- Ahora mismo se lo suben.
-Gracias- Colgué y esperé que llegara el set. A los pocos minutos ya había alguien llamando a la puerta.
-¿Hola? Vengo con el set de costura- Dijo la voz de una mujer al otro lado de la puerta. Me levanté como pude y abrí la puerta, asomando sólo la cabeza- Aquí tiene señorita- Dijo entregándome un set de costura.
-Muchas gracias- Cerré la puerta y me dirigí primero al ordenador, puse música rock a todo volumen y volví al baño.
Me desinfecté la herida ahogando gritos de dolor, notaba cómo había empezado a sudar. Cuando hube desinfectado la herida, cogí una aguja y le eché alcohol para desinfectarla. Luego le pasé un hilo por la cabeza y…
-¡¡¡¡AHH!!!!- No pude evitar un grito al pasar la aguja por la piel, ¿cómo había podido Steve aguantar ese dolor? Di gracias a que la música ahogara mis gritos o alguien habría subido enseguida.
Pasé la aguja por segunda vez volviendo a gritar y lanzando palabrotas, notaba las lágrimas salir de mis ojos involuntariamente, me ardía todo el cuerpo y no sentía la pierna, sólo sentía un dolor punzante atravesarme cada vez que la afilada aguja penetraba en la piel.
Cuando terminé de coser la herida, corté el hilo con la boca y me dejé caer en el suelo del baño. Estaba frío, agradecí el contacto frío contra mi piel. Sentía como si hubiera metido la pierna en un horno y acabara de sacarla. Tenía el pelo mojado por el sudor y las palmas de las manos resbalosas. Me quedé allí tendida escuchando la música y los fuertes latidos de mi corazón que parecían ir al compás de ésta. No sé cuánto tiempo pasé allí tendida, lo siguiente que recuerdo fue que me desperté en el suelo del baño con la pierna derecha extendida, intenté recordar lo que había ocurrido y me incorporé y de nuevo sentí una punzada en la pierna. Hice una mueca de dolor pero no grité.
Me levanté y llené la bañera de agua fría, era lo que necesitaba para calmar la quemazón de la pierna. Me quité la ropa y me metí en la bañera, la pierna me dio otra punzada al entrar en contacto con el agua fría. Pero el resto de mi cuerpo lo agradeció. Me quedé allí metida bastante rato. No quería pensar en lo ocurrido, así que me puse a pensar en la conversación que había tenido con Steve. Me había contado que habían encontrado a la chica, Selena me parecía que se llamaba, la hija de Jaden y Eliane, y que la estaban buscando. También me dijo que habían secuestrado a una amiga suya.
Me hundí en el agua, era mucha información y a la vez muy pocos datos. Se suponía que él iba a venir a buscarme y que Alex se quedaría con la chica, que según me comentó Steve, la relación entre ambos no era muy buena. Sonreí y saqué la cabeza del agua, me imaginaba a Alex discutiendo con la chica, era difícil llegar a entender a Alex, pero cuando lo hacías –cosa que era rara- resultaba de lo más encantador. En realidad jamás había visto a Alex confiar ni compartir mucha información con alguien que no fuéramos Steve o yo, pero en fin, a nosotros nos conocía prácticamente desde siempre. El plan de Steve era que se quedaran solo para “mejorar la relación”, lo dudé, Alex no era de la clase de chicos que por dejarlo unos días solo con una chica cambiaría de opinión, aunque, tampoco se había dado el caso de que a alguna chica no le cayese bien Alex, eso era nuevo. De pronto sentí una gran curiosidad por conocerla, ¿cómo sería? ¿Sería alta, guapa? ¿Qué habría en ella que no le gustase a Alex? ¿Y en él que no le gustase a ella? Generalmente las chicas nada más conocer a Alex no querían separarse de él ni un segundo.
Cuando salí de la bañera y me sequé, me puse un chándal verde oliva y me acerqué al espejo. Tenía la larga melena castaña clara ondulada debido al vapor que aún había en el baño, también había medias lunas grisáceas bajo los ojos. Necesitaba descansar. Me dirigí a la cama y miré por la ventana, estaba lloviendo, en Toronto no era raro que lloviera a principios de verano, me pregunté si en California también estaría lloviendo.
Selena
No podía creerme que esto estuviera pasando de verdad, apenas llovía nunca en Los Ángeles y mucho menos a principios de verano, pero allí estaba, grandes gotas de lluvia cayendo con fuerza sobre la hierba.
-Esto es de locos- Dije abrazándome con ambos brazos, aunque fuera verano, la lluvia había hecho que el aire se refrescara y lamenté llevar sólo una camiseta de tirantes.
-Bueno, digamos que tenemos suerte- Alex estaba sentado a mi lado bajo un gran árbol.
-No seas sarcástico ahora- Miré el cielo, la luna era toda la luz que teníamos.
-Piénsalo, podría ser peor.
-¿Cómo de peor? Por si no te has dado cuenta, estamos encerrados fuera de la casa, no tenemos comida ni bebida y está lloviendo.
-Mira el lado bueno- Sonrió débilmente- Soy una buena compañía.
-Argh…-Miré al frente y me froté los brazos, empezaba a tiritar.
-¿Tienes frío?
-¿Tú no?- Él negó con la cabeza- Qué suerte, siempre he sido muy friolera.
-Ven- Abrió un brazo y me indicó con el otro que me acercara, yo lo miré perpleja- Ven- Insistió- Dudé un momento pero al final me acerqué y dejé que pasara su brazo por mis hombros- Estás helada.
-Te lo he dicho- Me acurruqué a su lado, noté su mano cálida posarse en mi brazo.
-¿Ves como al final has venido a mí?- Dijo con burla- Todas lo hacen.
Me separé de él de golpe con la cara roja por el enfado, ¿es que siempre tenía que ser tan estúpido? Me miró con expresión perpleja cuando me retiré hasta el sitio donde estaba antes.
-¿Qué haces?
-Alejarme de ti, ¿es que no es evidente?- Noté mi propia voz fría y cortante.
-Oh, vamos, era una broma.
-Pues deja ya de hacer esas bromas- Le recriminé- No todo el mundo gira en torno a ti y no eres tan irresistible como dices.
-¿Ah, no?- Me miró sorprendido.
-No.
Nos quedamos unos segundos en silencio, luego se levantó y se sentó a mi lado pasándome un brazo de nuevo por los hombros.
-Pero ¿qué haces?- Intenté soltarme, pero me cogió con fuerza.
-Estás tiritando, no quiero que cojas una pulmonía- ¿No quiero?- Podrías contagiármela y luego Steve se enfadaría.
-Ya, seguro que es por eso- Me burlé, pero no me retiré.
-¿Por qué iba a ser si no?- Empezaba a tener menos frío, Alex era cálido y cada vez me apetecía menos retirarme.
-Pues porque te preocupas por mí y no quieres que enferme- Noté cómo Alex reía.
-Ya, claro que sí.
-¿Qué pasa? ¿Es que tú eres irresistible y yo no?
-Al menos para mí no, yo soy más del estilo Charlize Theron- Reí ante su comentario sin poder evitarlo.
-Y yo soy más del estilo Johnny Depp- Él también rió.
Estuvimos un buen rato allí sentados mirando la lluvia caer. No sabía de qué hablar ahora, no se me ocurría ningún tema de conversación y temía que si sacaba alguno termináramos discutiendo de nuevo.
-¿Qué es ese collar?
Lo miré confundida, entonces me di cuenta de que se refería al collar de mi madre.
-Oh, esto- Dije tocándolo y sin poder evitar una sonrisa- Era de mi madre, mi tía me lo regaló por mi cumpleaños- Me lo quité y lo abrí- Mira- Se lo enseñé- Mi madre, mi padre y yo.
-Qué raro…
-¿El qué?
-¿Y tu hermana?- Era verdad, no había caído en que en la foto sólo estábamos nosotros tres.
-Oh, pues…no sé- Volví a coger el collar- Supongo que en esa foto no está ella porque…-Busqué una respuesta- No sé por qué- Me puse de nuevo el collar- ¿Y tú?- Pregunté tras un momento de silencio.
-¿Qué?
-¿No tienes nada de tus padres?- Al instante de pronunciar esa pregunta me arrepentí, Alex se puso tenso y giró la vista hacia el frente.
-No- Dijo en tono cortante.
-Lo siento, no quería…
-No pasa nada- Se relajó un poco- Supongo que Steve te ha contado mi historia ¿no?- Yo asentí- No hay mucho más que debas saber.
Noté algo deslizarse por mi hombro, antes de mirar ya supe lo que era, esa cosa pegajosa deslizándose por mi brazo…
-¿Te pasa algo?- Debí de ponerme blanca como el papel por el tono de voz que empleó.
-Mi…mi brazo…-Fue todo lo que puse decir. Alex miró mi brazo.
-Tienes una oruga- Dijo como si fuera lo más normal del mundo.
-Tengo insecto-fobia por si no lo sabías- Dije intentando no perder la calma.
-Oh…-Alargó el brazo con el que no me sujetaba y quitó la oruga de mi brazo y me la enseñó- Mira.
-¡Quítala de mi vista!- Perdí el control de la voz al verla, y pensar que hacía tan solo unos segundos había tenido a ese bicho en mi brazo…me produjo arcadas.
-Vale, vale, tranquila- Puso la oruga en el suelo. Instintivamente comencé a mirar a mi alrededor buscando más bichos- Será mejor que te duermas o te va a dar algo.
-¿Crees que puedo dormir sabiendo que hay miles de bichos como ese por aquí?
-También hay arañas- Comentó, le dediqué una mirada fulminante.
-Gracias, ahora me siento mucho mejor.
-Venga- Cogió mi cabeza y la apoyó en su hombro- A dormir.
-¿Es que te crees que soy un bebé?
-Para mí sí- No repliqué, no serviría de nada.
En lugar de eso cerré los ojos concentrándome en el sonido de la lluvia al caer, noté que Alex me frotaba el brazo con su mano, era un gesto familiar, cercano, hizo que me sonrojara, entonces otra cosa me sorprendió más aún, Alex estaba…¿cantando? Tarareaba una nana que jamás había oído, pero que resultaba bonita, cantaba bien, no era un cantante profesional pero no cantaba mal. Por primera vez en los últimos días me sentí bien, noté cómo el cuerpo se me relajaba y me sumía en un profundo sueño.