Capítulo 1.
Katherine POV
-Señorita, señorita…
Abrí los ojos poco a poco y miré a Evelyn, la cual me estaba mirando con cariño mientras me despertaba.
-Su hermana llegará en cuestión de una hora, debe prepararse.
Mi hermana…La reina del reino vecino. Llevaba medio año casada con el rey y su territorio se había expandido tanto que habían llegado a ser uno de los más importantes. Mis padres, los reyes, habían concertado ese matrimonio justamente con ese fin: expandir el reino, y sin duda lo habían conseguido.
-¿Qué vestido desea ponerse para recibirla? ¿El rosa o el naranja?- Me preguntó mientras yo me incorporaba.
-Me da igual…-Dije desganada.
-Alteza, le agradecería que fuera más alegre en el día de hoy. Sus padres…
-Lo sé- La interrumpí- Mis padres llevan esperando esta visita mucho tiempo.
-Así es.
-Pero, ¿sabes? No es porque quieran ver a mi hermana.
-¿Cómo dice?- Evelyn sonó realmente confundida.
-Lo que realmente quieren saber es cómo van los negocios exteriores- Suspiré- Todo se trata de política…
-Padre, madre…- April hizo una reverencia cuando entró junto a su marido- Hermana…-Me miró y sonrió.
-Es un placer contar con vuestra visita- Dijo mi padre.
-El placer es nuestro, majestad- El esposo de mi hermana, Anthony, hizo una reverencia.
-Por favor, tomad asiento.
Mi hermana y Anthony se sentaron justo en frente de nosotros. Allá íbamos, rumbo a una charla sobre política y armamento siendo camuflada por una “visita” familiar. ¿Por qué tenía que estar yo allí?
-He oído que el reino del rey Burton quiere hacer negociaciones con nosotros- Comentó mi padre.
-Es cierto- Afirmó Anthony- De hecho, dicen que está buscando esposa.
-¿Esposa? Eso no es problema- Me señaló- Katherine aún no está comprometida y ya va siendo hora de casarla.
Abrí los ojos como platos, ¿qué acababa de decir?
-¿Qué?- Pregunté, pero ellos simplemente me ignoraron.
-Si me permitís mi opinión, yo pienso que mejor que desposarla con el rey Burton, una opción mucho mejor sería el rey Doyle- Anthony sonrió- Posee las mayores embarcaciones del Estado.
-Interesante…-Dijo mi padre- Le diré a mis encargados que me soliciten una reunión con él. Creo que esto podría ser beneficioso para ambos reinos.
-Sin duda alguna- Afirmó Anthony.
Y allí estaba yo, mirando atónita la escena. ¿De verdad estaban planeando casarme? ¿Así sin más? ¿Justo delante de mí? ¿Cómo si el tema no tuviera nada que ver conmigo? Miré a April y lo único que vi fue a una chica de 24 años, sentada codo a codo con su esposo como si ambos dominaran la situación, aunque en realidad era obvio que ella simplemente era un adorno, al igual que le pasaba a mi madre.
-También podríais organizar una fiesta- Propuso Anthony.
-¿Una fiesta?- Mi padre parecía interesado en la proposición de Anthony.
-He oído que hay muchos más reyes solteros e incluso quizás sean más poderosos que los que ya conocemos. Podrían estar interesados en casarse con su hija.
-Es una buena idea.
-También me ha llegado la noticia de que el rey de Corea está pasando un tiempo aquí.
-¿El rey de Corea?
-Así es- Dijo Anthony- Está buscando suministros y materias para llevarlas allí. Dependiendo de si encuentra lo que busca o no se quedará más o menos tiempo.
-Entiendo…-Mi padre se quedó pensando un momento- Haré que se organice la fiesta e invitaré a todos los reinos que estén a mi alcance.
-¿Cómo dice?- Mi voz sonó tan atónita como lo estaba realmente
Mi padre me miró confundido.
-¿Qué ocurre, hija?
-¿Una fiesta para encontrarme marido? ¿Por qué?
-¿Por qué no? Tu hermana ya se casó, tengo que jugar mi última carta.
-¿Su última carta?- ¿Había dicho “carta”?- ¿Está diciendo que lo que yo soy para ustedes es una simple moneda de cambio?
-No es así, Katherine. Pero la expansión del reino…
-¡La expansión del reino!- Lo interrumpí.
-¡Katherine! ¡¿Cómo te atreves a interrumpir a tu padre?!- Fue mi madre la que me gritó.
-¡No pienso casarme simplemente porque queráis expandir el reino!
Mi padre se levantó y me dio una bofetada con todas sus fuerzas. A partir de ahí, se hizo un momento de silencio en el que nadie dijo nada. ¿Qué se suponía que debían decir? Tenía claro que era yo la que tenía que romper el silencio, pero no sabía qué decir sin ganarme otra bofetada, así que me levanté y con paso firme abandoné la estancia.
-Señorita, de verdad que tengo que arreglarla- Dijo Evelyn por centésima vez.
-Te he dicho que no pienso bajar a esa estúpida fiesta- Contesté tajante.
Evelyn me miró sorprendida por el vocabulario que acababa de utilizar.
-Tengo orden expresa de su padre para que la haga bajar.
-Me da igual lo que diga mi padre…
-Por favor, señorita- Había súplica en la voz de Evelyn- Le ruego que baje.
Miré a Evelyn durante un momento. Sabía muy bien por qué insistía tanto en que bajara, seguramente mi padre la había amenazado con despedirla o algo peor…
-De acuerdo- Suspiré resignada- ¿Qué vestido será?
-Había pensado en el rosa, para realzar el color de su cara.
Sonreí de medio lado antes de dejar que Evelyn se acercara con el vestido y comenzara a arreglarme.
-Sonríe un poco más, hija- Me dijo mi padre en voz baja- No querrás que todos los reyes solteros que hay en la fiesta se lleven una mala imagen de ti.
-¿Qué más da la imagen que se lleven? Lo único que queréis todos aquí es política.
-Katherine…-Por el tono de voz de mi padre supe que no estaba dispuesto a aguantar ninguna tontería.
Suspiré y miré hacia la fiesta que estaba teniendo lugar ante mí. Podía ver más de cien personas agolpadas allí, bebiendo y comiendo al son de la música que estaba siendo tocada por la banda real. Nadie parecía percatarse de mí, eso estaba claro. Yo simplemente era un peón que mi padre estaba usando para lograr sus fines…
-Majestad…
Miré hacia la voz que había hablado. Un hombre de unos 24 años se había inclinado ante mi padre.
-Supongo que usted debe ser…-Dejó la frase en el aire.
-El conde Livingston.
-He oído hablar mucho de usted, conde- Dijo mi padre.
-Yo también de usted, alteza- Me miró- Supongo que usted debe ser la hermosa Katherine, ¿me equivoco?
Puse los ojos en blanco.
-Katherine…-Fue mi padre el que habló.
-Así es- Contesté de mala gana.
-¿Le gustaría bailar conmigo?- Me preguntó el conde mientras extendía su mano para que la cogiera.
Agarré su mano antes de resoplar y dejé que me llevara a la pista de baile.
-Pienso pedir su mano en matrimonio a su padre- Me dijo al cabo de unos segundos bailando.
-¿Y qué?
-¿Y qué?- Su voz sonó realmente sorprendida.
-Haga lo que le plazca, todos aquí lo hacen- Alcé la cabeza y lo miré. Tenía el pelo corto y rubio, y unos pequeños ojos azules como el mar. Podría decirse que era atractivo- Pero sí quiero dejar clara una cosa.
-Dígame.
-Si me caso con usted, no espere que yo sea una mascota o un jarrón de flores.
Me solté de su mano y me marché de la estancia sin que nadie se diera cuenta. Lo último que vi antes de irme fue la cara de desconcierto del conde.
Seung Young POV
Me encontraba en la parte trasera de palacio observando la muralla. Sin duda no sería difícil escalarla sin que los guardias se dieran cuenta, había visto a más de uno bebiendo a escondidas despreocupado gracias a la fiesta que estaba teniendo lugar en su interior. Sí, sin duda robar esa noche había sido una gran idea.
Me impulsé un poco hacia atrás sosteniendo el gancho en la mano y tan rápido como pude me enganché a la muralla mientras subía poco a poco. Necesitaba encontrar una ventana abierta y rezar porque esa habitación estuviera vacía, cosa que pensé que sería lo más probable. Llegué a la primera ventana y probé suerte, pero nada…Estaba cerrada. Lo mismo ocurrió con la segunda y la tercera…Pero cuando llegué a la cuarta, ésta se abrió. Me introduje dentro de la habitación lo más sigilosamente que pude y miré a mi alrededor. Parecía la habitación de una mujer: Una cama con un dosel rosa claro que supuse que sería de seda, un gran espejo, una gran alfombra de terciopelo en el suelo, un tocador…Me dirigí hacia el tocador y empecé a abrir cajones hasta que encontré lo que estaba buscando: Oro. Había cientos de cadenas, gargantillas, pendientes… ¡Todo de oro!
-Hoy es tu día de suerte, Seung Young…-Me dije para mí mismo.
Justo en ese momento oí el sonido de unos pasos que se acercaban a la habitación.
-Oh, mierda…-Murmuré mientras miraba a mi alrededor sin saber qué hacer.
Los pasos se escuchaban cada vez más cerca y más fuerte, no me daría tiempo a bajar por la muralla. No sabía quién era la persona que se acercaba, pero fuera quien fuese estaba cabreada sin lugar a dudas. Miré a mi derecha y me encontré con el armario de esa habitación. Sin pensarlo demasiado, lo abrí y me escondí dentro, dejando sólo una rendija para poder observar lo que ocurriera.
Conté exactamente tres segundos antes de que la puerta de la habitación se abriera y entrara una persona cerrándola con fuerza…Lo que yo dije, estaba enfadada. No podía ver a esa persona bien pero vi que era una mujer y no muy alta.
-¡Argh!
Ese grito me sorprendió.
-¡¿Por qué me pasa esto a mí?!
¿Por qué gritaba?
-¡Esto es todo un error! ¡No tienen ningún derecho a decidir con quién me voy o no me voy a casar!
¿Casar? Me esforcé por mirar un poco mejor y descubrí que era una chica de no más de dieciocho años. Miré su ropa, llevaba un vestido rosa claro muy elegante y en cuanto al pelo, llevaba un recogido alto que echaba hacia atrás su pelo castaño.
-¡Quiero irme de aquí! ¡No aguanto esto!- Volvió a gritar- ¡Y todo por expandir su estúpido reino!- La chica tomó aire- Pues, ¿sabe qué, padre? ¡Quédese con su maldito reino para siempre!- ¿Reino? Espera… ¿Era la princesa? ¡Claro! Eso lo explicaría todo…
La princesa se puso las manos en la cara y se dejó caer de espaldas en la cama. Estuvo así cuestión de… ¿Cuánto? ¿Dos, tres minutos? Al final se incorporó de golpe y se dirigió al espejo que estaba justo enfrente de mí.
-Hola, señorita, ¿le apetece bailar conmigo?- Intentó imitar la voz de alguien claramente masculino- ¡Claro! ¿Por qué no? Me encanta la idea de tener que casarme con un descerebrado como usted- En esta ocasión la voz que imitó fue de mujer pero le salió tan aguda que no pude evitar una risita.
Me tapé la boca corriendo a la vez que la chica se giraba sobre sí misma sobresaltada. Oh, no, mierda…Estaba perdido. La princesa miró a su alrededor entrecerrando los ojos y de pronto miró en mi dirección. ¿Me habría visto? Pensé que era así, pero finalmente suspiró y comenzó a alejarse. Ahora estaba fuera de mi campo de visión, ¿dónde se había metido? De pronto, la puerta del armario se abrió de golpe dejándome al descubierto.
Katherine POV
-Señorita, señorita…
Abrí los ojos poco a poco y miré a Evelyn, la cual me estaba mirando con cariño mientras me despertaba.
-Su hermana llegará en cuestión de una hora, debe prepararse.
Mi hermana…La reina del reino vecino. Llevaba medio año casada con el rey y su territorio se había expandido tanto que habían llegado a ser uno de los más importantes. Mis padres, los reyes, habían concertado ese matrimonio justamente con ese fin: expandir el reino, y sin duda lo habían conseguido.
-¿Qué vestido desea ponerse para recibirla? ¿El rosa o el naranja?- Me preguntó mientras yo me incorporaba.
-Me da igual…-Dije desganada.
-Alteza, le agradecería que fuera más alegre en el día de hoy. Sus padres…
-Lo sé- La interrumpí- Mis padres llevan esperando esta visita mucho tiempo.
-Así es.
-Pero, ¿sabes? No es porque quieran ver a mi hermana.
-¿Cómo dice?- Evelyn sonó realmente confundida.
-Lo que realmente quieren saber es cómo van los negocios exteriores- Suspiré- Todo se trata de política…
-Padre, madre…- April hizo una reverencia cuando entró junto a su marido- Hermana…-Me miró y sonrió.
-Es un placer contar con vuestra visita- Dijo mi padre.
-El placer es nuestro, majestad- El esposo de mi hermana, Anthony, hizo una reverencia.
-Por favor, tomad asiento.
Mi hermana y Anthony se sentaron justo en frente de nosotros. Allá íbamos, rumbo a una charla sobre política y armamento siendo camuflada por una “visita” familiar. ¿Por qué tenía que estar yo allí?
-He oído que el reino del rey Burton quiere hacer negociaciones con nosotros- Comentó mi padre.
-Es cierto- Afirmó Anthony- De hecho, dicen que está buscando esposa.
-¿Esposa? Eso no es problema- Me señaló- Katherine aún no está comprometida y ya va siendo hora de casarla.
Abrí los ojos como platos, ¿qué acababa de decir?
-¿Qué?- Pregunté, pero ellos simplemente me ignoraron.
-Si me permitís mi opinión, yo pienso que mejor que desposarla con el rey Burton, una opción mucho mejor sería el rey Doyle- Anthony sonrió- Posee las mayores embarcaciones del Estado.
-Interesante…-Dijo mi padre- Le diré a mis encargados que me soliciten una reunión con él. Creo que esto podría ser beneficioso para ambos reinos.
-Sin duda alguna- Afirmó Anthony.
Y allí estaba yo, mirando atónita la escena. ¿De verdad estaban planeando casarme? ¿Así sin más? ¿Justo delante de mí? ¿Cómo si el tema no tuviera nada que ver conmigo? Miré a April y lo único que vi fue a una chica de 24 años, sentada codo a codo con su esposo como si ambos dominaran la situación, aunque en realidad era obvio que ella simplemente era un adorno, al igual que le pasaba a mi madre.
-También podríais organizar una fiesta- Propuso Anthony.
-¿Una fiesta?- Mi padre parecía interesado en la proposición de Anthony.
-He oído que hay muchos más reyes solteros e incluso quizás sean más poderosos que los que ya conocemos. Podrían estar interesados en casarse con su hija.
-Es una buena idea.
-También me ha llegado la noticia de que el rey de Corea está pasando un tiempo aquí.
-¿El rey de Corea?
-Así es- Dijo Anthony- Está buscando suministros y materias para llevarlas allí. Dependiendo de si encuentra lo que busca o no se quedará más o menos tiempo.
-Entiendo…-Mi padre se quedó pensando un momento- Haré que se organice la fiesta e invitaré a todos los reinos que estén a mi alcance.
-¿Cómo dice?- Mi voz sonó tan atónita como lo estaba realmente
Mi padre me miró confundido.
-¿Qué ocurre, hija?
-¿Una fiesta para encontrarme marido? ¿Por qué?
-¿Por qué no? Tu hermana ya se casó, tengo que jugar mi última carta.
-¿Su última carta?- ¿Había dicho “carta”?- ¿Está diciendo que lo que yo soy para ustedes es una simple moneda de cambio?
-No es así, Katherine. Pero la expansión del reino…
-¡La expansión del reino!- Lo interrumpí.
-¡Katherine! ¡¿Cómo te atreves a interrumpir a tu padre?!- Fue mi madre la que me gritó.
-¡No pienso casarme simplemente porque queráis expandir el reino!
Mi padre se levantó y me dio una bofetada con todas sus fuerzas. A partir de ahí, se hizo un momento de silencio en el que nadie dijo nada. ¿Qué se suponía que debían decir? Tenía claro que era yo la que tenía que romper el silencio, pero no sabía qué decir sin ganarme otra bofetada, así que me levanté y con paso firme abandoné la estancia.
-Señorita, de verdad que tengo que arreglarla- Dijo Evelyn por centésima vez.
-Te he dicho que no pienso bajar a esa estúpida fiesta- Contesté tajante.
Evelyn me miró sorprendida por el vocabulario que acababa de utilizar.
-Tengo orden expresa de su padre para que la haga bajar.
-Me da igual lo que diga mi padre…
-Por favor, señorita- Había súplica en la voz de Evelyn- Le ruego que baje.
Miré a Evelyn durante un momento. Sabía muy bien por qué insistía tanto en que bajara, seguramente mi padre la había amenazado con despedirla o algo peor…
-De acuerdo- Suspiré resignada- ¿Qué vestido será?
-Había pensado en el rosa, para realzar el color de su cara.
Sonreí de medio lado antes de dejar que Evelyn se acercara con el vestido y comenzara a arreglarme.
-Sonríe un poco más, hija- Me dijo mi padre en voz baja- No querrás que todos los reyes solteros que hay en la fiesta se lleven una mala imagen de ti.
-¿Qué más da la imagen que se lleven? Lo único que queréis todos aquí es política.
-Katherine…-Por el tono de voz de mi padre supe que no estaba dispuesto a aguantar ninguna tontería.
Suspiré y miré hacia la fiesta que estaba teniendo lugar ante mí. Podía ver más de cien personas agolpadas allí, bebiendo y comiendo al son de la música que estaba siendo tocada por la banda real. Nadie parecía percatarse de mí, eso estaba claro. Yo simplemente era un peón que mi padre estaba usando para lograr sus fines…
-Majestad…
Miré hacia la voz que había hablado. Un hombre de unos 24 años se había inclinado ante mi padre.
-Supongo que usted debe ser…-Dejó la frase en el aire.
-El conde Livingston.
-He oído hablar mucho de usted, conde- Dijo mi padre.
-Yo también de usted, alteza- Me miró- Supongo que usted debe ser la hermosa Katherine, ¿me equivoco?
Puse los ojos en blanco.
-Katherine…-Fue mi padre el que habló.
-Así es- Contesté de mala gana.
-¿Le gustaría bailar conmigo?- Me preguntó el conde mientras extendía su mano para que la cogiera.
Agarré su mano antes de resoplar y dejé que me llevara a la pista de baile.
-Pienso pedir su mano en matrimonio a su padre- Me dijo al cabo de unos segundos bailando.
-¿Y qué?
-¿Y qué?- Su voz sonó realmente sorprendida.
-Haga lo que le plazca, todos aquí lo hacen- Alcé la cabeza y lo miré. Tenía el pelo corto y rubio, y unos pequeños ojos azules como el mar. Podría decirse que era atractivo- Pero sí quiero dejar clara una cosa.
-Dígame.
-Si me caso con usted, no espere que yo sea una mascota o un jarrón de flores.
Me solté de su mano y me marché de la estancia sin que nadie se diera cuenta. Lo último que vi antes de irme fue la cara de desconcierto del conde.
Seung Young POV
Me encontraba en la parte trasera de palacio observando la muralla. Sin duda no sería difícil escalarla sin que los guardias se dieran cuenta, había visto a más de uno bebiendo a escondidas despreocupado gracias a la fiesta que estaba teniendo lugar en su interior. Sí, sin duda robar esa noche había sido una gran idea.
Me impulsé un poco hacia atrás sosteniendo el gancho en la mano y tan rápido como pude me enganché a la muralla mientras subía poco a poco. Necesitaba encontrar una ventana abierta y rezar porque esa habitación estuviera vacía, cosa que pensé que sería lo más probable. Llegué a la primera ventana y probé suerte, pero nada…Estaba cerrada. Lo mismo ocurrió con la segunda y la tercera…Pero cuando llegué a la cuarta, ésta se abrió. Me introduje dentro de la habitación lo más sigilosamente que pude y miré a mi alrededor. Parecía la habitación de una mujer: Una cama con un dosel rosa claro que supuse que sería de seda, un gran espejo, una gran alfombra de terciopelo en el suelo, un tocador…Me dirigí hacia el tocador y empecé a abrir cajones hasta que encontré lo que estaba buscando: Oro. Había cientos de cadenas, gargantillas, pendientes… ¡Todo de oro!
-Hoy es tu día de suerte, Seung Young…-Me dije para mí mismo.
Justo en ese momento oí el sonido de unos pasos que se acercaban a la habitación.
-Oh, mierda…-Murmuré mientras miraba a mi alrededor sin saber qué hacer.
Los pasos se escuchaban cada vez más cerca y más fuerte, no me daría tiempo a bajar por la muralla. No sabía quién era la persona que se acercaba, pero fuera quien fuese estaba cabreada sin lugar a dudas. Miré a mi derecha y me encontré con el armario de esa habitación. Sin pensarlo demasiado, lo abrí y me escondí dentro, dejando sólo una rendija para poder observar lo que ocurriera.
Conté exactamente tres segundos antes de que la puerta de la habitación se abriera y entrara una persona cerrándola con fuerza…Lo que yo dije, estaba enfadada. No podía ver a esa persona bien pero vi que era una mujer y no muy alta.
-¡Argh!
Ese grito me sorprendió.
-¡¿Por qué me pasa esto a mí?!
¿Por qué gritaba?
-¡Esto es todo un error! ¡No tienen ningún derecho a decidir con quién me voy o no me voy a casar!
¿Casar? Me esforcé por mirar un poco mejor y descubrí que era una chica de no más de dieciocho años. Miré su ropa, llevaba un vestido rosa claro muy elegante y en cuanto al pelo, llevaba un recogido alto que echaba hacia atrás su pelo castaño.
-¡Quiero irme de aquí! ¡No aguanto esto!- Volvió a gritar- ¡Y todo por expandir su estúpido reino!- La chica tomó aire- Pues, ¿sabe qué, padre? ¡Quédese con su maldito reino para siempre!- ¿Reino? Espera… ¿Era la princesa? ¡Claro! Eso lo explicaría todo…
La princesa se puso las manos en la cara y se dejó caer de espaldas en la cama. Estuvo así cuestión de… ¿Cuánto? ¿Dos, tres minutos? Al final se incorporó de golpe y se dirigió al espejo que estaba justo enfrente de mí.
-Hola, señorita, ¿le apetece bailar conmigo?- Intentó imitar la voz de alguien claramente masculino- ¡Claro! ¿Por qué no? Me encanta la idea de tener que casarme con un descerebrado como usted- En esta ocasión la voz que imitó fue de mujer pero le salió tan aguda que no pude evitar una risita.
Me tapé la boca corriendo a la vez que la chica se giraba sobre sí misma sobresaltada. Oh, no, mierda…Estaba perdido. La princesa miró a su alrededor entrecerrando los ojos y de pronto miró en mi dirección. ¿Me habría visto? Pensé que era así, pero finalmente suspiró y comenzó a alejarse. Ahora estaba fuera de mi campo de visión, ¿dónde se había metido? De pronto, la puerta del armario se abrió de golpe dejándome al descubierto.