PRÓLOGO
Santa Mónica, septiembre 2013
Abiel POV
Me encontraba tumbado en mitad de un claro…El claro donde me habían dejado, donde me habían condenado. Sabía que no era el primero en cometer tal pecado, pero también sabía que en esta ocasión había condenado a la Tierra a un destino lleno de horror y caos. Había actuado de manera egoísta, pero…
-¿Estás seguro que esto te merecerá la pena, Abiel?
No me molesté en levantarme o en girar la cara para buscar a la persona que había hablado, sabía claramente que esa voz sólo podía oírla yo y que estaba en mi mente.
-Lo siento mucho, hermano…
-No tienes que disculparte conmigo- Habló la voz de Jacob en mi cabeza- Sino con los humanos…
-Por favor, Jacob, tienes que ayudarme…
-No puedo hacer nada por ti, Abiel- La voz de Jacob llevaba un gran pesar- Sólo una cosa…
Noté un fuerte vacío en mi interior. La conexión se había roto, ya no oía a Jacob en mi cabeza y fue entonces cuando supe que me encontraba totalmente solo. Me incorporé e inconscientemente miré por encima de mi hombro hacia los omoplatos, donde dos grietas en la camisa mostraban el lugar donde antes habían estado desplegadas dos alas enormes…
Suspiré resignado mientras un mechón de pelo casi rubio me caía sobre la frente, pero no me molesté en retirarlo. Pensé en April, en cómo la había conocido y cómo me había enamorado de ella. Ella sabía lo que yo era y sabía muy bien a lo que nos estábamos arriesgarnos al permitir vernos, pero el amor era más fuerte y ninguno pudo remediar lo que estaba sucediendo ahora…O peor aún, lo que iba a suceder.
-¿Abiel?
Giré la cara y me encontré cara a cara con esos dos ojos azules que me habían condenado.
-¿Estás bien?- April se acercó hasta donde yo me encontraba y se arrodilló a mi lado.
-Sí- Contesté intentando sonar convencido, pero obviamente, April se dio cuenta de que no lo decía en serio- Estaré bien- Rectifiqué.
-¿Qué se supone que debemos hacer ahora?
La miré durante un momento. Miré ese rostro ovalado en el cual se encontraban los ojos más preciosos que había visto nunca. Cogí a April por los hombros y la pegué a mí, abrazándola. Ella pareció sorprendida durante un segundo, pero luego me correspondió el abrazo. Le pasé la mano por el cabello rubio varias veces, como si estuviera consolándola, aunque en realidad al que estaba consolando era a mí mismo.
-Necesitamos ocultarnos- Dije finalmente.
-¿Cómo?- April alzó la cabeza para mirarme.
-Necesitaremos ayuda y cuando esa ayuda llegue- Suspiré- Debemos estar listos.
Santa Mónica, septiembre 2013
Abiel POV
Me encontraba tumbado en mitad de un claro…El claro donde me habían dejado, donde me habían condenado. Sabía que no era el primero en cometer tal pecado, pero también sabía que en esta ocasión había condenado a la Tierra a un destino lleno de horror y caos. Había actuado de manera egoísta, pero…
-¿Estás seguro que esto te merecerá la pena, Abiel?
No me molesté en levantarme o en girar la cara para buscar a la persona que había hablado, sabía claramente que esa voz sólo podía oírla yo y que estaba en mi mente.
-Lo siento mucho, hermano…
-No tienes que disculparte conmigo- Habló la voz de Jacob en mi cabeza- Sino con los humanos…
-Por favor, Jacob, tienes que ayudarme…
-No puedo hacer nada por ti, Abiel- La voz de Jacob llevaba un gran pesar- Sólo una cosa…
Noté un fuerte vacío en mi interior. La conexión se había roto, ya no oía a Jacob en mi cabeza y fue entonces cuando supe que me encontraba totalmente solo. Me incorporé e inconscientemente miré por encima de mi hombro hacia los omoplatos, donde dos grietas en la camisa mostraban el lugar donde antes habían estado desplegadas dos alas enormes…
Suspiré resignado mientras un mechón de pelo casi rubio me caía sobre la frente, pero no me molesté en retirarlo. Pensé en April, en cómo la había conocido y cómo me había enamorado de ella. Ella sabía lo que yo era y sabía muy bien a lo que nos estábamos arriesgarnos al permitir vernos, pero el amor era más fuerte y ninguno pudo remediar lo que estaba sucediendo ahora…O peor aún, lo que iba a suceder.
-¿Abiel?
Giré la cara y me encontré cara a cara con esos dos ojos azules que me habían condenado.
-¿Estás bien?- April se acercó hasta donde yo me encontraba y se arrodilló a mi lado.
-Sí- Contesté intentando sonar convencido, pero obviamente, April se dio cuenta de que no lo decía en serio- Estaré bien- Rectifiqué.
-¿Qué se supone que debemos hacer ahora?
La miré durante un momento. Miré ese rostro ovalado en el cual se encontraban los ojos más preciosos que había visto nunca. Cogí a April por los hombros y la pegué a mí, abrazándola. Ella pareció sorprendida durante un segundo, pero luego me correspondió el abrazo. Le pasé la mano por el cabello rubio varias veces, como si estuviera consolándola, aunque en realidad al que estaba consolando era a mí mismo.
-Necesitamos ocultarnos- Dije finalmente.
-¿Cómo?- April alzó la cabeza para mirarme.
-Necesitaremos ayuda y cuando esa ayuda llegue- Suspiré- Debemos estar listos.