Capítulo 6
Selena POV
-¿Un refugio para ángeles?- La voz de Alex sonaba como si le acabaran de decir que el cielo se estaba cayendo a pedazos- ¿De qué estáis hablando?
Nos encontrábamos en casa de Jack (sí, su antigua y grandiosa casa). Mis padres nos habían hecho venir porque habían recibido noticias. Se había creado una especie de “refugio” para todos aquellos que fuera como nosotros, con el fin de entrenarnos para lo que estaba a punto de llegar.
-Alex…-La madre de Alex, Mary, empleó con Alex la voz que emplearía cualquier madre que le quiere decir a su hijo que se calme.
-¿Es que hay más como vosotros?- Kelley sonaba realmente confundida- ¿No se supone que sólo fue Jaden el ángel que pecó?
-Es más complicado que eso- Empezó a hablar mi padre- Yo fui el primero que decidió volverse mortal, que eligió esta vida por encima de la de allá arriba. Lo que estaba prohibido era enamorarse de una mortal, sin embargo, en ocasiones los ángeles se han paseado por la tierra y han flirteado con alguna que otra mortal-Explicó.
-Quieres decir…-Fue Clary la que habló- Que hay más personas como Selena y Layla, ¿verdad?
-Así, es.
-Entonces, ¿por qué Demetria tenía como objetivo único a Selena?- La pregunta que hizo Kelley era la que nos estábamos haciendo todos.
-Porque...-Mi padre pensó la manera de decirlo- Ellos no son tan poderosos, puede que incluso nunca averigüen quiénes son realmente. Para hacer que sus poderes lleguen al 100% deben tener la ayuda de alguien que los guíe por ese camino, y aún logrando su máxima capacidad no tendrían el poder de mis hijas.
-¿Por qué?- Preguntó Layla.
-Por el castigo- Fue Jack el que contestó- Jaden era un ángel de los grandes, él dio todo lo suyo a sus hijas, renunció a todo por ellas y les entregó todo su poder.
Tanto Layla como yo miramos a mi padre sorprendidas, ¿era eso cierto? ¿Tan poderosas éramos?
-Ni siquiera sois consciente de lo que sois capaces de hacer- Nos dijo como si me estuviera leyendo la mente.
-No me lo puedo creer- Alex estaba mirando a mi padre atónito.
-¿Y qué quieren?- Intervine por primera vez en la conversación- ¿Qué nos vayamos allí como si todo fuera un campamento?- Me di cuenta de que esa frase parecía sacada del libro de ironías de Alex y, éste pareció darse cuenta también, ya que curvó la comisura de la boca en una media sonrisa.
-Nuestro deber es proteger al mundo, Selena- Me dijo mi padre.
-¿Y qué pasa con nosotros?- El padre de Alex, Logan, cruzó los brazos sobre el pecho.
-No pensamos quedarnos aquí sin hacer nada- Añadió mi madre.
-Podemos ir- Todos miramos a Jack, que era el que había hablado- Cerca de allí hay más edificios abandonados, con un poco de magia puedo hacer que sea un lugar donde podamos quedarnos.
Por la tensión en los hombros de Alex pude notar que no le hacía demasiada gracia la idea.
-De acuerdo- Dije finalmente.
-¿De acuerdo?- Alex abrió mucho los ojos.
-¿Qué quieres que hagamos?- Me encogí de hombros- Tenemos que ayudar y si la única manera de que estéis cerca de nosotros y nosotros cerca vuestra es así, entonces vale.
La expresión en los ojos de mi padre me produjo un escalofrío, me miraba con… ¿Dolor?
-Va a ser doloroso- Dijo.
-¿Qué quieres decir con doloroso?- Layla preguntó en voz alta la pregunta que me estaba haciendo interiormente.
-Allí tendremos que entrenar y aprender a luchar para desafiar a lo que viene- Siguió mi padre- Y no va a ser
agradable.
Tragué saliva con fuerza, si mi padre decía eso era porque realmente íbamos a sufrir, sobre todo Layla y yo.
-No importa…-Dije- Correremos ese riesgo.
-Me gustaría conocer al cabrito que ha vuelto a pecar- Dijo Alex entre dientes.
Abiel POV
Acababan de informarnos que tres nuevos ángeles estaban de camino, pero no eran simples ángeles. El mayor, el que los guiaba, era Jaden. Me sentía nervioso, sabía la fama que había adquirido Jaden por lo que había hecho un pasado, lo mismo que acaba de hacer yo. Giré la cabeza hacia la derecha para mirar a April, que se encontraba tendida en el césped del refugio dormida. Le pasé la mano por el pelo varias veces, ¿con qué estaría soñando? Recordé el día que la conocí, el día que me enamoré de ella, el día que le conté todo sobre mí, la manera tan sencilla y valiente que había tenido de aceptarlo y creerme. Y ahora allí estaba, conmigo, dispuesta a enfrentar una lucha que no tenía nada que ver con ella.
-Abiel…
Me giré y vi a Sean ante mí.
-Será mejor que me acompañes, Jaden y los otros dos ángeles están llegando.
Estábamos llegando a la puerta del refugio, cualquier otra persona que lo viera pensaría que se trataba de alguna especie de instituto o algo así. Era enorme, con grandes patios donde entrenar y cientos de habitaciones y no paraban de llegar gente como nosotros para ayudarnos. Tenía curiosidad por ver a Jaden en persona, a él y a los otros dos ángeles que lo acompañaban, nadie me había explicado quiénes eran, sólo me habían dicho que conocían a Jaden muy bien.
Cuando llegamos a la entrada pude ver tres figuras de espaldas a nosotros hablando con la persona que vigilaba el refugio, más allá pude atisbar la silueta de la gran verja que cerraba el acceso aquí.
-Mucho gusto en conocerte, Jaden Gray- Habló Sean.
Las tres figuras se giraron y mis ojos hicieron un rápido recorrido por ellas. La figura que se hallaba en el centro debía ser sin duda Jaden, era un hombre que no aparentaba más de treinta y ocho años, aunque seguramente debería tener más. Tenía el pelo corto y de un castaño claro que hacía contraste con sus ojos color miel verdosos, no era excesivamente alto, quizás unos cinco centímetros más bajo que yo. Luego miré a la figura que se encontraba a su derecha, era una chica de unos veinte años, tenía el pelo castaño oscuro (casi negro) recogido en una coleta baja y miraba a Sean con unos ojos color marrón oscuro e inquisitivos. Miré sus pies, llevaba unas vans negras, así que si esa era su altura normal debería medir un metro sesenta y cinco o así. Por último, miré a la última figura, la que se encontraba a la izquierda de Jaden. Era la más baja, llevaba unas converse azul oscuras, así que no podía medir más de un metro cincuenta y siete. Debía de tener unos diecisiete años y llevaba el pelo castaño y liso tapado con un gorro de color vaquero a juego con sus vaqueros rotos. A diferencia de la otra chica, que tenía un rostro muy anguloso y sensual, esta chica tenía un rostro muy dulce, pero también había algo que dejaba entrever un atisbo de picardía y diversión. Mientras que la otra chica tenía unos pómulos elevados y marcados, ésta tenía las mejillas sonrosadas y unos mofletes que daban ganas de achuchárselos. También pude entrever algunas pecas salpicadas por encima de su nariz. A pesar de las diferencias evidentes entre las dos chicas, había algo que era idéntico: Los ojos. El mismo color marrón oscuro y la misma penetrante mirada, cosa que me hizo pensar que seguramente serían familia.
-Tú debes ser Seon Stewart- Habló Jaden y hubo algo en su voz que me impuso respeto.
-Veo que ya te han hablado de mí- Seon sonrió- Y ellas deben ser Layla y Selena Gray- Dijo mirando primero a la chica más alta y luego a la bajita.
¿Gray? Volví a mirarlas y seguidamente miré a Jaden, ¿eran sus hijas? Entonces me di cuenta de algunos detalles que antes no había visto y que hacían evidente que eran familia los tres.
-Sí, señor- Contestó la que supuse que debía ser Layla.
-Él es Abiel- Seon me señaló.
-Así que tú eres el ángel- Jaden remarcó el artículo “el” con fuerza y noté un nudo en el estómago.
-Sí, señor- Incliné la cabeza ante Jaden, sin duda le debía un respeto.
Selena POV
Miré al chico, Abiel, cuando mi padre dijo “el ángel”. Estaba claro que él era el ángel que se había enamorado de una mortal. Era bastante alto, y tenía mechones de su pelo castaño claro cayéndole sobre la frente y haciendo contraste con sus ojos azules.
-¿Qué se supone que haremos aquí?- Pregunté.
-Primero os enseñaré vuestras respectivas habitaciones y luego llegará el momento de que conozcáis el refugio y os pongáis a entrenar- Me contestó Sean.
-¡Aquí estáis!
Todos miramos a la voz que había hablado. Por detrás de Sean y Abiel se acercaba a nosotros una chica de más o menos mi edad. Su larga cabellera rubia ondeaba tras ella mientras ésta corría hacia nosotros. Se paró justo al lado de Abiel, lo miró a él, luego a Sean y por últimos a nosotros tres. Tenía la piel bronceada y los ojos de un azul intenso, era muy guapa y por la forma en que Abiel la miraba supe inmediatamente que esa era la mortal de la que se había enamorado.
-April, ellos son Jaden, Selena y Layla Gray- Nos presentó Sean- Ella es April Sanders.
-Mucho gusto- Dijo la chica sonriendo.
-Jaden, me gustaría hablar contigo un momento a solas- Sean miró a mi padre- ¿Qué te parece si hablamos mientras te enseño tu habitación?
-Pero mis…-Empezó a hablar mi padre.
-¡James!- Sean alzó la voz y al cabo de un momento un chico de unos veinticinco años llegó hasta nosotros.
-Dígame, señor.
-¿Por qué no le enseñas a la señorita Gray donde está su habitación?
Layla y yo nos miramos confundidas, ¿a cuál de las dos se refería?
-Layla, ¿por qué no acompañas a James?- Sean se dirigió a Layla.
Layla lo miró sorprendida a él y luego a James que la saludó con una sonrisa.
-Oh…De acuerdo- Dijo finalmente mi hermana mientras James comenzaba a andar y ésta lo seguía.
-April puede enseñarte dónde está tu cuarto, Selena, ¿verdad, April?
-¡Claro que sí!- April parecía emocionada- ¡Ven conmigo!- Me cogió de la mano y tiró de mí ante mi sorpresa, luego alzó la voz para que Abiel la oyera- ¡Nos vemos luego!
-¿Sabes? Las chicas de por aquí hablan bastante sobre ti.
Acabábamos de entrar dentro del edifico que parecía un instituto y April había empezado a caminar por el pasillo de la derecha.
-¿De mí?- Realmente estaba sorprendida.
-Sí- April sonrió- Hay chicas medio ángeles por aquí también, de hecho, todos aquí son así menos yo- Se encogió de hombros.
-¿Y qué dicen?- Me atreví a preguntar.
April frunció el ceño.
-Hay de todo un poco como en todos sitios- Sabía muy bien lo que significaba eso y April pareció notarlo también, ya que me miró y sonrió ampliamente- ¡Vamos, no te preocupes! Todo lo que dicen lo hacen por envidia.
La miré alzando las cejas.
-Ya sabes- Respondió a mi pregunta no formulada- Salvaste el mundo y todo eso y además, eres más poderosa que ellas.
Fruncí el ceño disgustada, no me gustaba ser el centro de atención de esa manera. No era nada envidiable el que Demetria hubiera querido matarme (y casi lo hubiera logrado) y hubiera amenazado de muerte a todos mis seres queridos…Y a uno lo hubiera matado. Tragué saliva para deshacer el nudo que se había formado en mi garganta.
-Parece que no te agrada que te envidien de esa manera.
Miré a April que me miraba interesada.
-Lo entiendo- Siguió diciendo- A mí tampoco me gustaría tener el poder que tú tienes.
Se hizo un momento de silencio en el que ninguna dijo nada.
-También hablan de mí, ¿sabes? Y de Abiel…Aunque de él no tanto.
Entonces caí en la cuenta…Claro, seguro que los culpaban por todo el lío que se había armado. El mismo Alex los culpaba, sobre todo a Abiel. Pero yo no lo hacía, mis padres habían pasado por lo mismo y entendía que el amor era más fuerte que todo lo demás, amar significaba a veces ser egoísta y eso no era ningún pecado.
-Yo no os culpo- Dije- Ni a Abiel ni a ti.
April me dedicó una mirada comprensiva y me sonrió cálidamente.
-Cuando el amor verdadero llega- Continué- El separaros para “hacer lo correcto” sólo conseguirá traeros más sufrimiento a los dos y a todos los que os rodean. Lo mejor es afrontar las consecuencias juntos.
April me escudriñó el rostro durante un segundo.
-Tú… ¿Te has enamorado alguna vez?
Esa pregunta me pilló por sorpresa, miré a April y noté cómo me sonrojaba. April rió.
-¡Lo sabía! ¿Quién es?
-Bueno…Él…Es…-No sabía cómo explicar o describir a Alex- Él es…
-¡Eh! ¡No puedes estar aquí!
Ambas nos giramos hacia una voz que retumbaba por el pasillo de atrás. Seguidamente oímos el sonido de un hueso al romperse y el golpe de alguien al caer al suelo. ¿Qué estaba pasando? Noté cómo April se tensaba a mi lado y en un acto involuntario la cogí del brazo colocándola detrás de mí. Coloqué las piernas en actitud de ataque y esperé a que la persona que había entrado llegara hasta nosotras. Sus pasos se oían cada vez más cerca y finalmente torció la esquina y se colocó en mi campo de visión…
Selena POV
-¿Un refugio para ángeles?- La voz de Alex sonaba como si le acabaran de decir que el cielo se estaba cayendo a pedazos- ¿De qué estáis hablando?
Nos encontrábamos en casa de Jack (sí, su antigua y grandiosa casa). Mis padres nos habían hecho venir porque habían recibido noticias. Se había creado una especie de “refugio” para todos aquellos que fuera como nosotros, con el fin de entrenarnos para lo que estaba a punto de llegar.
-Alex…-La madre de Alex, Mary, empleó con Alex la voz que emplearía cualquier madre que le quiere decir a su hijo que se calme.
-¿Es que hay más como vosotros?- Kelley sonaba realmente confundida- ¿No se supone que sólo fue Jaden el ángel que pecó?
-Es más complicado que eso- Empezó a hablar mi padre- Yo fui el primero que decidió volverse mortal, que eligió esta vida por encima de la de allá arriba. Lo que estaba prohibido era enamorarse de una mortal, sin embargo, en ocasiones los ángeles se han paseado por la tierra y han flirteado con alguna que otra mortal-Explicó.
-Quieres decir…-Fue Clary la que habló- Que hay más personas como Selena y Layla, ¿verdad?
-Así, es.
-Entonces, ¿por qué Demetria tenía como objetivo único a Selena?- La pregunta que hizo Kelley era la que nos estábamos haciendo todos.
-Porque...-Mi padre pensó la manera de decirlo- Ellos no son tan poderosos, puede que incluso nunca averigüen quiénes son realmente. Para hacer que sus poderes lleguen al 100% deben tener la ayuda de alguien que los guíe por ese camino, y aún logrando su máxima capacidad no tendrían el poder de mis hijas.
-¿Por qué?- Preguntó Layla.
-Por el castigo- Fue Jack el que contestó- Jaden era un ángel de los grandes, él dio todo lo suyo a sus hijas, renunció a todo por ellas y les entregó todo su poder.
Tanto Layla como yo miramos a mi padre sorprendidas, ¿era eso cierto? ¿Tan poderosas éramos?
-Ni siquiera sois consciente de lo que sois capaces de hacer- Nos dijo como si me estuviera leyendo la mente.
-No me lo puedo creer- Alex estaba mirando a mi padre atónito.
-¿Y qué quieren?- Intervine por primera vez en la conversación- ¿Qué nos vayamos allí como si todo fuera un campamento?- Me di cuenta de que esa frase parecía sacada del libro de ironías de Alex y, éste pareció darse cuenta también, ya que curvó la comisura de la boca en una media sonrisa.
-Nuestro deber es proteger al mundo, Selena- Me dijo mi padre.
-¿Y qué pasa con nosotros?- El padre de Alex, Logan, cruzó los brazos sobre el pecho.
-No pensamos quedarnos aquí sin hacer nada- Añadió mi madre.
-Podemos ir- Todos miramos a Jack, que era el que había hablado- Cerca de allí hay más edificios abandonados, con un poco de magia puedo hacer que sea un lugar donde podamos quedarnos.
Por la tensión en los hombros de Alex pude notar que no le hacía demasiada gracia la idea.
-De acuerdo- Dije finalmente.
-¿De acuerdo?- Alex abrió mucho los ojos.
-¿Qué quieres que hagamos?- Me encogí de hombros- Tenemos que ayudar y si la única manera de que estéis cerca de nosotros y nosotros cerca vuestra es así, entonces vale.
La expresión en los ojos de mi padre me produjo un escalofrío, me miraba con… ¿Dolor?
-Va a ser doloroso- Dijo.
-¿Qué quieres decir con doloroso?- Layla preguntó en voz alta la pregunta que me estaba haciendo interiormente.
-Allí tendremos que entrenar y aprender a luchar para desafiar a lo que viene- Siguió mi padre- Y no va a ser
agradable.
Tragué saliva con fuerza, si mi padre decía eso era porque realmente íbamos a sufrir, sobre todo Layla y yo.
-No importa…-Dije- Correremos ese riesgo.
-Me gustaría conocer al cabrito que ha vuelto a pecar- Dijo Alex entre dientes.
Abiel POV
Acababan de informarnos que tres nuevos ángeles estaban de camino, pero no eran simples ángeles. El mayor, el que los guiaba, era Jaden. Me sentía nervioso, sabía la fama que había adquirido Jaden por lo que había hecho un pasado, lo mismo que acaba de hacer yo. Giré la cabeza hacia la derecha para mirar a April, que se encontraba tendida en el césped del refugio dormida. Le pasé la mano por el pelo varias veces, ¿con qué estaría soñando? Recordé el día que la conocí, el día que me enamoré de ella, el día que le conté todo sobre mí, la manera tan sencilla y valiente que había tenido de aceptarlo y creerme. Y ahora allí estaba, conmigo, dispuesta a enfrentar una lucha que no tenía nada que ver con ella.
-Abiel…
Me giré y vi a Sean ante mí.
-Será mejor que me acompañes, Jaden y los otros dos ángeles están llegando.
Estábamos llegando a la puerta del refugio, cualquier otra persona que lo viera pensaría que se trataba de alguna especie de instituto o algo así. Era enorme, con grandes patios donde entrenar y cientos de habitaciones y no paraban de llegar gente como nosotros para ayudarnos. Tenía curiosidad por ver a Jaden en persona, a él y a los otros dos ángeles que lo acompañaban, nadie me había explicado quiénes eran, sólo me habían dicho que conocían a Jaden muy bien.
Cuando llegamos a la entrada pude ver tres figuras de espaldas a nosotros hablando con la persona que vigilaba el refugio, más allá pude atisbar la silueta de la gran verja que cerraba el acceso aquí.
-Mucho gusto en conocerte, Jaden Gray- Habló Sean.
Las tres figuras se giraron y mis ojos hicieron un rápido recorrido por ellas. La figura que se hallaba en el centro debía ser sin duda Jaden, era un hombre que no aparentaba más de treinta y ocho años, aunque seguramente debería tener más. Tenía el pelo corto y de un castaño claro que hacía contraste con sus ojos color miel verdosos, no era excesivamente alto, quizás unos cinco centímetros más bajo que yo. Luego miré a la figura que se encontraba a su derecha, era una chica de unos veinte años, tenía el pelo castaño oscuro (casi negro) recogido en una coleta baja y miraba a Sean con unos ojos color marrón oscuro e inquisitivos. Miré sus pies, llevaba unas vans negras, así que si esa era su altura normal debería medir un metro sesenta y cinco o así. Por último, miré a la última figura, la que se encontraba a la izquierda de Jaden. Era la más baja, llevaba unas converse azul oscuras, así que no podía medir más de un metro cincuenta y siete. Debía de tener unos diecisiete años y llevaba el pelo castaño y liso tapado con un gorro de color vaquero a juego con sus vaqueros rotos. A diferencia de la otra chica, que tenía un rostro muy anguloso y sensual, esta chica tenía un rostro muy dulce, pero también había algo que dejaba entrever un atisbo de picardía y diversión. Mientras que la otra chica tenía unos pómulos elevados y marcados, ésta tenía las mejillas sonrosadas y unos mofletes que daban ganas de achuchárselos. También pude entrever algunas pecas salpicadas por encima de su nariz. A pesar de las diferencias evidentes entre las dos chicas, había algo que era idéntico: Los ojos. El mismo color marrón oscuro y la misma penetrante mirada, cosa que me hizo pensar que seguramente serían familia.
-Tú debes ser Seon Stewart- Habló Jaden y hubo algo en su voz que me impuso respeto.
-Veo que ya te han hablado de mí- Seon sonrió- Y ellas deben ser Layla y Selena Gray- Dijo mirando primero a la chica más alta y luego a la bajita.
¿Gray? Volví a mirarlas y seguidamente miré a Jaden, ¿eran sus hijas? Entonces me di cuenta de algunos detalles que antes no había visto y que hacían evidente que eran familia los tres.
-Sí, señor- Contestó la que supuse que debía ser Layla.
-Él es Abiel- Seon me señaló.
-Así que tú eres el ángel- Jaden remarcó el artículo “el” con fuerza y noté un nudo en el estómago.
-Sí, señor- Incliné la cabeza ante Jaden, sin duda le debía un respeto.
Selena POV
Miré al chico, Abiel, cuando mi padre dijo “el ángel”. Estaba claro que él era el ángel que se había enamorado de una mortal. Era bastante alto, y tenía mechones de su pelo castaño claro cayéndole sobre la frente y haciendo contraste con sus ojos azules.
-¿Qué se supone que haremos aquí?- Pregunté.
-Primero os enseñaré vuestras respectivas habitaciones y luego llegará el momento de que conozcáis el refugio y os pongáis a entrenar- Me contestó Sean.
-¡Aquí estáis!
Todos miramos a la voz que había hablado. Por detrás de Sean y Abiel se acercaba a nosotros una chica de más o menos mi edad. Su larga cabellera rubia ondeaba tras ella mientras ésta corría hacia nosotros. Se paró justo al lado de Abiel, lo miró a él, luego a Sean y por últimos a nosotros tres. Tenía la piel bronceada y los ojos de un azul intenso, era muy guapa y por la forma en que Abiel la miraba supe inmediatamente que esa era la mortal de la que se había enamorado.
-April, ellos son Jaden, Selena y Layla Gray- Nos presentó Sean- Ella es April Sanders.
-Mucho gusto- Dijo la chica sonriendo.
-Jaden, me gustaría hablar contigo un momento a solas- Sean miró a mi padre- ¿Qué te parece si hablamos mientras te enseño tu habitación?
-Pero mis…-Empezó a hablar mi padre.
-¡James!- Sean alzó la voz y al cabo de un momento un chico de unos veinticinco años llegó hasta nosotros.
-Dígame, señor.
-¿Por qué no le enseñas a la señorita Gray donde está su habitación?
Layla y yo nos miramos confundidas, ¿a cuál de las dos se refería?
-Layla, ¿por qué no acompañas a James?- Sean se dirigió a Layla.
Layla lo miró sorprendida a él y luego a James que la saludó con una sonrisa.
-Oh…De acuerdo- Dijo finalmente mi hermana mientras James comenzaba a andar y ésta lo seguía.
-April puede enseñarte dónde está tu cuarto, Selena, ¿verdad, April?
-¡Claro que sí!- April parecía emocionada- ¡Ven conmigo!- Me cogió de la mano y tiró de mí ante mi sorpresa, luego alzó la voz para que Abiel la oyera- ¡Nos vemos luego!
-¿Sabes? Las chicas de por aquí hablan bastante sobre ti.
Acabábamos de entrar dentro del edifico que parecía un instituto y April había empezado a caminar por el pasillo de la derecha.
-¿De mí?- Realmente estaba sorprendida.
-Sí- April sonrió- Hay chicas medio ángeles por aquí también, de hecho, todos aquí son así menos yo- Se encogió de hombros.
-¿Y qué dicen?- Me atreví a preguntar.
April frunció el ceño.
-Hay de todo un poco como en todos sitios- Sabía muy bien lo que significaba eso y April pareció notarlo también, ya que me miró y sonrió ampliamente- ¡Vamos, no te preocupes! Todo lo que dicen lo hacen por envidia.
La miré alzando las cejas.
-Ya sabes- Respondió a mi pregunta no formulada- Salvaste el mundo y todo eso y además, eres más poderosa que ellas.
Fruncí el ceño disgustada, no me gustaba ser el centro de atención de esa manera. No era nada envidiable el que Demetria hubiera querido matarme (y casi lo hubiera logrado) y hubiera amenazado de muerte a todos mis seres queridos…Y a uno lo hubiera matado. Tragué saliva para deshacer el nudo que se había formado en mi garganta.
-Parece que no te agrada que te envidien de esa manera.
Miré a April que me miraba interesada.
-Lo entiendo- Siguió diciendo- A mí tampoco me gustaría tener el poder que tú tienes.
Se hizo un momento de silencio en el que ninguna dijo nada.
-También hablan de mí, ¿sabes? Y de Abiel…Aunque de él no tanto.
Entonces caí en la cuenta…Claro, seguro que los culpaban por todo el lío que se había armado. El mismo Alex los culpaba, sobre todo a Abiel. Pero yo no lo hacía, mis padres habían pasado por lo mismo y entendía que el amor era más fuerte que todo lo demás, amar significaba a veces ser egoísta y eso no era ningún pecado.
-Yo no os culpo- Dije- Ni a Abiel ni a ti.
April me dedicó una mirada comprensiva y me sonrió cálidamente.
-Cuando el amor verdadero llega- Continué- El separaros para “hacer lo correcto” sólo conseguirá traeros más sufrimiento a los dos y a todos los que os rodean. Lo mejor es afrontar las consecuencias juntos.
April me escudriñó el rostro durante un segundo.
-Tú… ¿Te has enamorado alguna vez?
Esa pregunta me pilló por sorpresa, miré a April y noté cómo me sonrojaba. April rió.
-¡Lo sabía! ¿Quién es?
-Bueno…Él…Es…-No sabía cómo explicar o describir a Alex- Él es…
-¡Eh! ¡No puedes estar aquí!
Ambas nos giramos hacia una voz que retumbaba por el pasillo de atrás. Seguidamente oímos el sonido de un hueso al romperse y el golpe de alguien al caer al suelo. ¿Qué estaba pasando? Noté cómo April se tensaba a mi lado y en un acto involuntario la cogí del brazo colocándola detrás de mí. Coloqué las piernas en actitud de ataque y esperé a que la persona que había entrado llegara hasta nosotras. Sus pasos se oían cada vez más cerca y finalmente torció la esquina y se colocó en mi campo de visión…